Tres rostros, muy parecidos entre sí, son constantes en los informativos. Aparecen enojados, furiosos, con mentones tensos como si tuviesen urgencia de ir al retrete, con ojillos huidizos y dedos amenazantes, vocecitas poco viriles. Tres rostros que se repiten desde hace lustros cuando las noticias tratan asuntos sobre agresiones contra poblaciones inermes; advertencias de expulsiones masivas: invasiones a territorios ajenos; armas, soldados, muertes, tragedias colectivas.
Son los
jinetes de los apocalipsis modernos, trajeados como espías azules, milicianos
verdes, lujuriosos rojos.
Son los
guerreristas que desde distintos continentes alardean con hacer estallar al
mundo en mil pedazos.
Son los
negociantes a escalas inimaginables: anexiones de penínsulas y fronteras para
construir edificios destinados a burócratas; asentamientos ilegales para
expandir colonias asesinando a los propietarios históricos; construcciones de
muros millonarios; planes para lujosas mansiones en playas bombardeadas;
presupuestos para inmensas oficinas de inteligencia que controlen el
pensamiento, la palabra y el movimiento de los seres humanos en su propio país
o en otros más lejanos.
Los tres
han enfrentado procesos por diferentes acusaciones relacionadas con su
comportamiento inadecuado en el manejo de la administración pública. El
principal autor de las pruebas contra las estructuras mafiosas en los poderes
rusos fue envenenado en territorio extranjero; fue apresado cuando retornó a su
patria; apareció muerto en su celda. Su viuda y su familia son también
perseguidos. Los tentáculos llegan muy lejos. Incluso, un examigo del Kremlin,
líder de las fuerzas mercenarias, murió despedazado en un oportuno accidente de
aviación.
El otro
prefiere prolongar una guerra y no rescatar a sus ciudadanos secuestrados para
no enfrentar las demandas sobre sus oscuras actuaciones. Hace cinco años que
está acusado oficialmente de fraude y abuso de confianza y aceptación de
sobornos. Ha mandado asesinar niños, madres, familias y destruir hospitales y
escuelas. Es capaz de negar la ayuda humanitaria urgente a quienes enfrentan
hambruna, muerte de prematuros por congelamiento, operaciones sin anestesia,
desplazamientos permanentes.
El
tercero es el primer presidente convicto de su país. No por defender las
libertades, no por luchar por sus ideales, no por objeciones de consciencia. Ha
sido llevado a los estrados por falsificación de registros comerciales en
relación con los pagos opacos a una joven (no activista, no brigadista) que
trabajaba como actriz porno. La triangulación del dinero era para silenciar la
versión de la chica sobre sus relaciones sexuales con el candidato.
También
fue investigado por la fiscalía por intentar anular ilegalmente el resultado de
las elecciones de 2020. Asuntos que hasta hace poco parecían reservados a las
repúblicas más inestables, a las que se despreciaba como apartadas de las
reglas democráticas.
Los tres
manejan billeteras millonarias. Investigaciones independientes han denunciado
sus relaciones con empresarios de comunicaciones, de inmobiliarias y de otras
áreas, a pesar del conflicto de intereses o de las redes que se extienden hacia
contactos delictivos.
Sus
adversarios políticos son tratados como enemigos y toda la maquinaria del
estado es aprovechada para hundirlos, humillarlos, acusarlos, silenciarlos.
Los tres
tratan de controlar a la prensa con censuras, prohibiciones o casos más graves
como el asesinato de reporteros en Gaza, hasta los sobornos disimulados a
cambio de coberturas favorables, halagos, conveniencias y concesiones mutuas,
el espacio de las entrevistas pactadas, de los titulares amañados.
Los tres
quieren expandir su poder mucho más allá del tiempo constitucional de sus
mandatos; mucho más lejos de sus fronteras reconocidas internacionalmente y
tienen la idea de tener derecho a ejercer mandatos sobre el resto de los
habitantes del planeta Tierra.
Los tres
están dispuestos a emplear todo su potencial militar y su capacidad de
persecución para cumplir sus objetivos. En sus discursos no disimulan su admiración
por las salidas violentas, por convocar a las guerras, a los enfrentamientos
más intensos. Sin límites.
Los tres
consiguen aduladores en todas partes del mundo. En el (No) Estado Plurinacional
los sucesivos cancilleres mezclan la Operación Cóndor de los años 70 con el
derecho de Rusia a invadir Ucrania. Hay periódicos que abren sus puertas al
embajador de Moscú y hay grupos que lo reciben en sus actos públicos.
Así
también, en escenarios diversos hay voces que los señalan y que claman por la
resistencia a estos malvados, sea a través de mensajes, memes o artículos o en
el discurso al recibir uno de los premios en la gala de los Oscar.
Y hay
presidentes que no se dejan. El poderoso temblaba de ira, índice amenazante,
chaqueta estirada, jopo despeinado. Frente a él, Volodimir Zelenski, en su
propio idioma, luciendo la ropa simbólica de la emergencia, sereno, dio una
lección que el resto del mundo le agradece.
Ojalá se
entere que en este país que sabe de invasiones nefastas, son muchos los que
respaldan a su patria soberana.