viernes, 22 de septiembre de 2017

DEL PNUD Y DEL TRAIDOR

            ¿Por qué Mauricio Ramírez Villegas, representante del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD en Bolivia apoyó oficialmente la decisión del gobierno de Evo Morales para levantar la intangibilidad del Terrritorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure, TIPNIS?
            ¿Conoce el funcionario el contrato firmado por Patricia Ballivián para favorecer la construcción de una carretera en medio de un área protegida? ¿Sabe por qué marcharon los nativos en 2011? ¿Le informaron que el término de “intangibilidad” fue aceptado por las autoridades indígenas de tierras bajas como un nuevo candado ya que el Movimiento al Socialismo había vulnerado las condiciones establecidas en 1965 y en la década de los noventa?
            El tono del comunicado del PNUD emitido en la víspera de la firma de la ley que abre ese espacio al avance de los ganaderos, desde el norte, y de los cocaleros, desde el sur, no es casual. Es muy difícil creer que fue motivado por el Bien Común o para favorecer a los más vulnerables, como se supone debe actuar el Sistema de Naciones Unidas; para ello lo crearon los estados miembros.
            Incluso en la terminología utilizada y alabando la norma que “será de adecuada implementación” y el futuro luminoso que les espera a los habitantes del TIPNIS, la nota podría ser fácilmente firmada por Sonia Britto u otro parlamentario oficialista. ¿Hubo alguna llamada, alguna presión? No lo sabemos, pero sí conocemos el deterioro del PNUD en la última década.
            Lo más grave no son las palabras, sino que la ONU en Bolivia ha perdido la posibilidad de mediar en conflictos o de encabezar una cruzada anticorrupción, como hace en Guatemala. Varias veces hemos señalado el lamentable rol del representante de la oficina de Derechos Humanos que resumió en cuatro líneas la represión en Chaparina en el mismo informe de alabanzas a la elección judicial.
            Con la Defensoría del Pueblo capturada por los poderes oficiales, por fracciones partidarias que también alejan a antiguos combatientes del “proceso de cambio”, una débil Asamblea de Derechos Humanos, la mucha televisión y el clientelismo, los actores sociales bolivianos no tienen interlocutores como hace años.
            En la otra punta está el neocolonialismo más triste, Pedro Vare es un ejemplo, antiguo marchista y súbitamente defensor de “que lleguen los caminos, los proyectos productivos, la salud, la educación”. Una vez más los colonizadores, ahora cobrizos  interculturales, llegan con sus espejitos de colores, sus collares y coronitas.

            La historia los juzgará y recordará sus nombres y sus roles.

viernes, 15 de septiembre de 2017

TRIBUNAL ELECTORAL CONTAMINADO

            ¿Confían los jugadores en árbitros que manifiestan su predilección por una de las divisas en disputa? ¿Qué pensará un arquero si sabe que el réferi es simpatizante de su contrincante? ¿Cómo reaccionarán los integrantes de un seleccionado nacional si conocen que también los ayudantes de campo pertenecen, con más o menos intensidad, a uno de los países que quiere ganar la copa?
            El equilibrio, el apego a la normativa por encima de toda preferencia, el comportamiento correcto, analizando el asunto y no a las personas amigas o enemigas, son desafíos difíciles. Es frecuente que los jueces destinados a tratar un tema se inclinen por sus propios intereses económicos, gremiales, políticos, ideológicos o simplemente prefieran la sumisión para evitar sanciones o castigos de un todo poderoso.
            El peor Tribunal Supremo Electoral del Estado Plurinacional de Bolivia tuvo la marca del estilo de Wilma Velasco. El tribuno Ramiro Paredes bailando con un grupo de masistas fue sólo una foto simbólica del nivel académico y ciudadano de la Corte elegida por los parlamentarios del propio Movimiento Al Socialismo. A propósito, no se han difundido los avances, o resultados si ya los hay, de los procesos que debería seguir el TSE a Velasco, a sus colaboradores y a otros de las cortes departamentales, denunciados entre ellos mismos, por diferentes delitos electorales.
El actual TSE está todavía muy lejos de conseguir la confianza ciudadana, a pesar de intentos aislados, porque no logra desprenderse del tinte azul. Por ejemplo, la revista oficial “Andamio” que dirige el tribuno José Luis Exeni tiene entre sus colaboradores a analistas que han opinado frecuentemente a favor o en defensa del MAS y, sobre todo, del Presidente Evo Morales y del “proceso de cambio”. Incluso una investigadora también trabaja en la Vicepresidencia de la República. Encabeza el Consejo Editorial el profesor de Exeni y defensor acérrimo de Nicolás Maduro, Buenaventura de Souza Santos. Se refiere en una de sus notas, a la paz neoliberal en Colombia; ¿por qué semejante opinión en una publicación oficial del TSE boliviano?
¿Por qué el vocal Antonio Costas se apresura a cerrar el paso a la campaña opositora? ¿Por qué no hizo lo mismo cuando el aparato estatal se movió por el SI en 2016? No lo escuchamos ser tan firme para evitar que, encabezados por los mandatarios, los funcionarios participen en el proselitismo.
Por ello persiste el temor de alguna movida electrónica, como en Venezuela, para esconder la paliza del voto nulo el próximo 3 de diciembre.

           
           


viernes, 8 de septiembre de 2017

BESOS EN EL MONTÍCULO

            En ningún lugar de la ciudad se siente tanto la llegada de la primavera como en El Montículo, el parque de los enamorados que desde hace un siglo es testigo de todo tipo de arrumacos.
            El Observatorio Astronómico en Tarija explica el significado científico del paso de las estaciones y del próximo fenómeno entre el 22 y 23 de septiembre. Yo no sé cómo ese macrocosmo lejano se traduce en el microcosmos de los labios. Sólo sé que desde el inicio del mes hasta las palomas están alborotadas, más aún ahora con luna llena. Son asuntos esenciales, atávicos, que parece que nunca cambian; lo que pesa es nuestra percepción sobre ellos. Así veo desde que habito la colina más hermosa de La Paz.
            Recuerdo mis siete años, junto a mis hermanas y a mis primas, apostadas cerca del reloj del parque, para escondernos y divisar los abrazos y besos de las parejas que aprovechaban las brumas y el follaje para esconder su amor. Nosotras les tirábamos cocos de los eucaliptos, entre risitas nerviosas, no tanto porque nos podían pescar sino porque presenciábamos algo que intuíamos todavía prohibido.
            En la adolescencia intercambiábamos sorpresas. Seguían los puntos de espionaje, pero ya con algunos objetivos específicos como descubrir que la chica del frente se dejaba besar; o, más triste, confirmar que el chico que nos gustaba tenía otra pareja. Aún más dramático, cuando a una de nosotras le tocaba esconderse pues ese chango estrenaba nuestra boca en la glorieta o en el bosquecillo de retamas.
            Más tarde aprendimos a ser indiferentes. Tantas parejas, tantos besos. El parque era más la cita diurna para disfrutar con los hijos, con la ventaja de ser mamás chapadas a la antigua que se sentaban en los bancos pueblerinos en vez de ser jefas en una oficina.
            Desde mi ventana, donde escribo, vi y veo desfilar tantos enamorados, tantos colegiales chachones, tantas esperas de una muchacha, del joven con sus globos y la complicidad del amigo para que ella llegue sin sospechar que detrás del árbol está él con su enorme letrero: Te amo.
            Ninguna pareja tan hermosa como la más clandestina, ella más de sesenta, él casi 50, oficinista. Ella, de zapatos blancos, llega puntual al mediodía con una cesta de comida. Se sientan en la banqueta mirando al sur, comen, charlan, él le da un beso rápido y se va.
            Ahora está de moda tomarse fotos con un celular, estirando las getas para que las bocas se toquen. Últimamente llegan grupos de chicas, dos de ellas se besan ante el aplauso de las amigas. Viejos rituales, otros juegos, nuevos besos.


sábado, 2 de septiembre de 2017

AMBULANTES Y DESARROLLO

            El ordenamiento de las personas que trabajan en las calles paceñas tiene un alcance estratégico para el desarrollo de la ciudad, que grupos de los llamados “falsos pobres” y la visión de economía ilegal masista no alcanzan a comprender. Alientan protestas y presiones por razones políticas inmediatas, sin dimensionar cómo aquello afecta al propio discurso del gobierno central y sus planes económicos y sociales.
            El daño más visible es al turismo, ítem que se presentó en informes anuales y ante la Asamblea Legislativa como una de las salidas para ampliar la base ancha de los ingresos nacionales. Sin embargo, desde las decisiones sobre las áreas protegidas, la ampliación de los cocales, el aliento a bloqueos carreteros, las actividades que afectan el transcurrir de una jornada laboral, el masimo se mete una bala en su propio vientre.
            Los ambulantes, probablemente los más ligados al gran comercio ilegal, se autobloquearon por cuatro semanas porque seguramente sus ingresos económicos les permiten ese descanso. Las personas con trabajos legales, la mayoría de los vecinos, no pueden darse ese lujo. La zona más turística de La Paz se llenó de violencia.
            La falta de aportes de quienes se escudan como pobres porque sus puestos de comercio no tienen dirección reconocida o porque acumulan puestos en los mercados, afecta igualmente a los servicios de salud o de limpieza. Gozan beneficios costeados por los cada vez menos asalariados o cuentapropistas registrados. La recuperación de Lima, de Quito comenzó con sacar el comercio informal que ampara, además, la inseguridad.
            La oficialista Defensoría del Pueblo a través de Teresa Zubieta (la misma persona involucrada en la toma de las oficinas de Derechos Humanos) apoyó la protesta contra el Gobierno Municipal porque “tienen derecho al trabajo”. Entonces, ¿por qué un conductor debe tener licencia de conducir, o un abogado estar empadronado?
            En las esquinas de los teleféricos abundan los ilegales. Venden pan en la calle sin ningún carné, mientras al frente una panadería debe lucir el control sanitario, el control del peso y del precio y pagar salarios dentro de las normas establecidas. ¿Es ello justo? La venta de carne en las aceras es imposible desde hace un siglo en países vecinos. ¿Son carentes las carniceras de la Garita?

            Hay al menos tres poblaciones prósperas que impiden la venta callejera y concentran el comercio en el mercado local: Yanacachi en La Paz, Santiago de Chiquitos en Santa Cruz, Villa Abecia en Tarija… y los vecinos viven tranquilos.