miércoles, 28 de febrero de 2024

CAYARA VALE UN POTOSÍ

 

CAYARA VALE UN POTOSÍ

LUPE CAJÍAS

REVISTA ECOS, Correo del Sur (Sucre) y El Potosí (Potosí)

25 de febrero de 2024

https://correodelsur.com/ecos/20240225_cayara-vale-un-potosi.html

 

            Mi recuerdo era lejano, lejanísimo. Mi padre, el periodista y filósofo Huáscar Cajías, nos llevó a siete de sus 10 hijos en un vehículo destartalado a visitar la hacienda “Cayara” como parte de un recorrido por Sucre, Potosí y Tarija. La imagen de una anciana elegantemente ataviada en medio de la oscuridad, sentada en unos sillones forrados de seda ajada en una sala repleta de objetos, quedó grabada en mi retina por medio siglo.

            Imagino que llegamos hasta ese lugar por gestiones de Luis Soux, heredero de la familia que ocupó la casona en el siglo XX, amigo de papá y colega en el periódico “Presencia”.

            La única anécdota que aprendí en esa adolescencia fue que la casa soleada quedaba cerca de la ciudad de Potosí y que ahí había pernoctado el Libertador antes de continuar viaje a La Paz. Durante años creí que era una referencia al trayecto de Simón Bolívar. Estaba equivocada. La cama que aún existe recibió el cuerpo tibio, moreno, del hombre de crespos cabellos, Antonio José de Sucre, guerrero y amante que dejó su rastro bajo esas cobijas antes de volver a empuñar la espada cuando apenas amanecía.

            Esa primera visita fue en enero de 1974 como parte del programa que Huáscar, viudo desde 1968, regaló a sus rebeldes descendientes para que vean la patria con sus propias experiencias. El retorno no fue tranquilo pues en la carretera pasaban los camiones repletos de campesinos detenidos. Era la época del dictador Hugo Banzer y las tropas habían acallado a bala las protestas agrarias en Tolata y Epizana.

            Caminar Bolivia es una de las mayores enseñanzas que dejó el patriarca boliviano. Sus hijos siguen esa huella y la trasmiten a los nietos. Antes de cualquier aventura, la primera valija es maravillarse con el paisaje, las gentes y la cultura del país.

            Ahora el viaje es parte de un tour planificado, organizado desde un ordenador y en condiciones muy diferentes, sobre todo porque el camino es asfaltado y por la calidad del transporte privado que es posible alquilar en las rutas turísticas de Potosí.

            Sin embargo -imposible esconderlo- el rumor de amenazas con bloqueos carreteros es la sombra permanente en todo viaje por Bolivia. Cualquier motivo político o social puede desencadenar un corte causando un perjuicio incalculable al potencial turístico del territorio más diverso del continente.

 

LA HACIENDA

            La Hacienda Museo Hotel Cayara queda a media hora de la ciudad de Potosí, en en dirección a Oruro, pasando por la famosa Cueva del Diablo. Existe un camino directo y otros desvíos para cortar el tiempo y contemplar imágenes de las montañas y la silueta del inigualable Cerro Rico “Sumaj Orko”.

            El recorrido está bordeado de álamos, molles y sauces, algunos solitarios, otros apiñados en arboledas preciosas, rodeadas de los colores mágicos del altiplano. Quedan varias edificaciones antiguas antes de divisar en medio de jardines la antigua hacienda colonial.

            Cayara está ubicada en un valle a 3.550 msnm, protegida por cerrillos y cañadones que crean un microclima, típico de paisajes potosinos y chuquisaqueños: manchas verdes en medio del páramo. El silbido del viento es el único sonido cuando se atraviesan los muros de calicanto hasta el primer patio empedrado.

            La tranquilidad es el principal signo en este singular hospedaje.

            Desde el principal portón se divisa la arquitectura colonial con sucesivas galerías rodeando los parques, balcones y graderías de piedra. La Hacienda Cayara es una antigua encomienda, quizá la pionera pues data de 1557, pocos años después de la fundación de Potosí. Inicialmente perteneció a Juan de Pendones. Posteriormente pasó por diferentes manos y modificaciones, sin perder su esencia original, toda una historia única.

A inicios del siglo XX la compró el famoso ingeniero francés Luis Soux Rives, que llegó a Bolivia contratado por Aniceto Arce para su compañía minera en Huanchaca. Fue heredada por una de sus hijas casada con el escocés Aitken. La familia Aitken Soux es la responsable de la restauración de la hacienda, con el atinado consejo de historiadores.

La propiedad ofrece decenas de rincones dentro de la construcción o al aire libre porque se han recuperado los ambientes apacibles, desde la capilla con sus imágenes manieristas y barrocas, hasta los poyos para ver pasar las horas en compañía de gorriones y vencejos.

 

EL MUSEO

            La pequeña iglesia es parte del conjunto del Museo Cayara que se abre al lado de los principales salones. La primera sala mantiene los frescos decimonónicos, muebles, lámparas, decorados y objetos de épocas pasadas. El comedor de fiesta es amplio con mesas y sillas de madera fina, vitrinas llenas de vajillas europeas.

            Este hogar de marqueses y nobles españoles presenta dormitorios y espacios donde vivían, dormían y morían los antepasados. Falta tiempo para observar los encajes, las muñequitas, los almohadones, los utensilios, el tamaño de los zapatos de mujer, la vestimenta festiva, las telas descoloridas.

            El museo ofrece al visitante muestras de la vida cotidiana durante los últimos cuatro siglos.

Está cuidadosamente mantenida la habitación donde pernoctó Antonio José de Sucre y la habitación de la última matrona.

En el segundo piso, con una maravillosa vista a la huerta, está el Gran Salón Jack Aitken Soux, el responsable de recuperar la hacienda después de los años compulsos de mediados del siglo pasado. Ahí se exhiben diferentes colecciones, entre ellas armas y armaduras, sables históricos, pistolas, fusiles utilizados en sucesivas guerras. También hay cerámica precolombina.

La amplia biblioteca es un enlace entre el pasado y el estudio actual. Está bien organizada con libros de diferentes épocas y otras publicaciones. Los mayores tesoros son los propios documentos de la hacienda y de sus habitantes como reflejo de siglos de producción agrícola.

Es notable el interés de los propietarios por la historia. De hecho, la traducción del famoso Informe Pentland (1826) que tanto importa para entender la historia inicial de Bolivia fue realizada en 1975 por Jack Aitken.

 

EL HOTEL

 

            El Hotel convive con las reliquias. Las habitaciones son antiguos dormitorios de los primigenios habitantes; mantienen los ventanales, los amplios lechos, parte de un mobiliario de anticuario.

            Al mismo tiempo acogen la modernidad con el confort de colchones, almohadas y sábanas adecuados para un huésped exigente. Los suaves tonos permiten que cada cuarto sea cálido y a la vez caliente, además del servicio de aseo impecable.

            El restaurante funciona en la parte antigua de la casona y las mesas para comer están rodeadas de objetos históricos. Los ventanales miran a una parte de la huerta.

            El servicio es casero con toque internacional, la combinación perfecta. Cada desayuno tiene alguna novedad potosina: api con tawatawas, buñuelos con miel, empanadas, bollería. La leche, los quesos, los yogures, las natillas son producidos por la propia hacienda. Las mermeladas las preparan las cocineras con frutas de los propios árboles o de la zona. Todo fresco.

            El menú es variado, entre pueblerino y afrancesado. Las sopas y caldillos abren el almuerzo y la cena, plato central y el postre con olor a mano de abuela, como debería gozar cada hogar boliviano, en vez de las dietas de modas o las restricciones por las desigualdades económicas. La canastilla de pan para untar con llaywa y el jugo de fruta de temporada tampoco faltan.

            El café se sirve en la sala principal, donde siempre arde una chimenea rodeada de sillones. Hay varios espacios para la lectura, la tertulia o el juego de mesa; con preferencia cuentos de aparecidos o novelas de Agatha Christie y Edgar Alan Poe.

            No es un hotel para grandes grupos; es un lugar reservado para familias, para parejas, para estudiosos. El silencio sólo es quebrado por un sistema de música culta que acompaña sin estridencias o por el canto de cientos de aves.

 

PASEOS

            Cayara está ubicada en un espacio con ofertas originales para realizar paseos, caminatas, escalinatas, excursiones. La casa está rodeada por arboledas y huertos como un primer atractivo.

            A pocos minutos está una represa, donde es posible navegar en pequeñas embarcaciones y disfrutar una merienda matutina que ofrece el propio hotel.

            Otra alternativa es visitar la llamada ciudad de piedra, a ocho kilómetros, con una antigua capilla de piedra y un altar también de piedra, aunque en ruinas. La escalada no es difícil para niños o mayores que se encuentran con nidos de distintas aves, pasadizos, quebradas.

            También es posible visitar la famosa hidroeléctrica construida por Soux como una de las pioneras en el país para generar electricidad para las labores mineras. La empresa funciona en una amplia habitación de piedra, donde se cuidad las turbinas de origen europeo. Algunas casas de empleados y una parte del patio están descuidadas. Al fondo cae una hermosa cascada de unos 200 metros. Este es un atractivo que abre varias opciones para conocerlo durante diferentes jornadas.

            El otro plan es ir hasta la lechería, cerca de la casa. Es el rostro de una industria moderna con vacas de raza Holstein y pardo suizo. La instalación refleja una inversión importante y los productos que ofrecen son de alta calidad, sobre todo la rama de los yogures. Todo el proceso cuenta con riguroses controles sanitarios y de higiene.

            La instalación está rodeada de sembradíos de cultivos para forraje como cebada, avena, haba, alfalfa. Un recorrido por la naturaleza especialmente alegre para los niños.

            Sobre la Hacienda Cayara se han escrito muchos artículos y libros por sus múltiples tesoros y encantos. Nada se iguala con la experiencia propia. Cayara bien vale un Potosí.

           

FOTOS

 

viernes, 23 de febrero de 2024

OLIMPIADAS EN PARÍS

 


            En este año bisiesto, las Olimpiadas se desarrollarán en París y en otros escenarios franceses entre el 26 de julio y el 11 de agosto. Este encuentro de los atletas trae siempre una esperanza para la paz mundial porque muestra que es posible el abrazo fraterno entre hermanos, como soñaron Schiller y Beethoven; la paz que tanto anhela la mayor parte de la humanidad.

            El escenario adquiere en 2024 un simbolismo especial pues Francia es la patria del barón Pierre de Coubertin, el padre de las olimpiadas modernas, quien desarrolló su idea -aparentemente imposible y loca- en la imponente Universidad de la Sorbona de París en 1894. Probablemente somos muchos los niños y adolescentes que admiramos a este personaje y su lema: “citius, altius, fortius”: “más rápido, más alto, más fuerte”. La serie “Estrellas del Deporte”, revista de la editorial mexicana Novaro, contaba a los pequeños latinoamericanos sobre el barón y los héroes de cada juego.

            Pierre (1863-1937) fue un pedagogo y un historiador, aristócrata y académico, que imaginó sociedades atléticas como parte de sus métodos de enseñanza. Mostró que el deporte era más que una afición juvenil o una práctica corporal. Dictó conferencias en Europa y en Estados Unidos para destacar la importancia de la práctica deportiva como motor de la disciplina, el honor, la lealtad, la salud. La singular doctrina del cristianismo muscular buscaba la perfección del espíritu a través del deporte y de la higiene y él se inspiró en esa posibilidad.

            La educación física se convirtió en parte de la currícula escolar: correr, saltar, lanzar jabalina, subir al caballete, pasar las pelotas, cubrir los arcos, doblar las piernas, alcanzar la soga, trepar la rampa, ayudaron y ayudan a moldear los temperamentos mucho más que otras materias.

            El deporte siempre fue un ritual, desde los calzados especiales, las medias, los pantalones cortos, las camisetas anchas, la banda para el cabello. Ritual que tuvieron la mayoría de las culturas de una u otra forma. Sin embargo, fueron los griegos los que consiguieron perfeccionar las competencias para darles un sentido sacro.

            Las historias sobre las maratones, los laureles, las medallas de las antiguas gestas y de los juegos olímpicos modernos en estos cien años son interminables, siempre emocionantes. La participación de los atletas bolivianos fue generalmente marginal, tímida, con delegaciones llenas de funcionarios y escasos deportistas.

            En el nuevo siglo se perdieron las oportunidades. No es este lugar para describir los errores en los nombramientos de viceministros/tras ignorantes y de la falta de políticas públicas para alentar la práctica deportiva. Desde el Estado no se trabajó lo suficiente para descubrir y alentar talentos, como consiguió Colombia en los últimos quinquenios como parte del proceso de paz interna.

            Pese a ello, actualmente existen atletas bolivianos que han destacado internacionalmente por su propio esfuerzo, el respaldo de sus familias, de sus clubes o la dedicación de algún entrenador. La empresa privada apoya el desarrollo de disciplinas y ello se refleja en victorias deportivas que dan alegría al país. Es decir, desde la sociedad civil se abre paso la ilusión.

            El Comité Olímpico francés, como publica diariamente su página oficial, está empeñado en organizar un campeonato inolvidable, digno de Pierre de Coubertin. A pesar de los conflictos sociales, el presidente Emmanuel Macron está comprometido para cumplir las expectativas y que Francia muestre al mundo su mejor rostro.

            Estas Olimpiadas tienen además la particularidad de realizarse después de las de Tokio, Japón durante la pandemia del COVID. El país asiático puso su mayor inversión, pero las competencias no fueron las mejores, aunque no se suspendieron como en 1916, 1940 y 1944 por las guerras mundiales.

            Seguramente la situación política mundial estará presente. Europa es testigo de una nueva invasión rusa a su territorio, en Ucrania, como no pasaba desde el final de la Segunda Guerra Mundial. La masacre de Israel contra la población palestina ha afectado al Comité Olímpico de Palestina y a atletas que viven en Gaza, aunque otros radican en países vecinos. Seguramente el desfile de esa delegación tendrá mucho simbolismo, más de lo sucedido en 2020.

            A pesar de esas condiciones, el mundo espera ansioso los XXXIII Juegos Olímpicos de verano. Ojalá que los medios de comunicación y los responsables del deporte nacional aporten para conseguir la máxima difusión para el mayor disfrute de la competencia entre atletas y público bolivianos. Sin olvidar que en otoño seguirán los juegos paraolímpicos; cada versión es más hermosa que la anterior y merece ser aplaudida.

 

viernes, 16 de febrero de 2024

PURA PURA EN EL PRIMER CENTENARIO

 


            Cada amanecer nos acercamos más al Bicentenario de la firma del Acta de la Independencia de la República de Bolivia, el 6 de agosto de 1825; una fecha conmemorativa de gran significado para el destino de los habitantes -originarios o arribados desde un barco- de la Audiencia de Charcas.

            Las naciones vecinas, salvo Brasil, han celebrado sus respectivas emancipaciones. Acá, desde hace un par de años, aparecieron publicaciones y debates sobre el impacto de esa fecha para Bolivia (para el Alto Perú) y para América Latina. También asoman teorías, algunas polémicas y de simple alcance doméstico, que seguramente serán desmenuzadas en los próximos meses por los especialistas en ese proceso histórico.

            En cambio, hay escasos textos sobre lo que fue el centenario de las repúblicas, entre 1910 y 1925. La América continental y caribeña se mostraba entonces altiva y llena de esperanzas para la humanidad. No exigía trámites engorrosos ni visas a los millones de migrantes que Europa expulsaba por razones económicas, políticas, científicas. También huían familias afectadas por los combates de la Primera Guerra Mundial o por la creciente expansión imperial británica y francesa en las antiguas provincias del derrotado imperio otomano.

            No era fácil llegar a Bolivia, ya sin puerto propio, sin conexiones eficientes en una compleja realidad topográfica, con poca y dispersa población. Sin embargo, la fama del magnate cochabambino-orureño Simón Patiño y el espejismo de la riqueza minera en los Andes atraía a inversionistas, profesionales y aventureros. La primera senda de migración moderna había sido abierta por la explotación en los gomales del norte, la región amazónica del país, desde las últimas décadas de los novecientos.

            En el primer cuarto del siglo XX, La Paz y Oruro concentraron la aparición de cientos de viajeros. León Bieber estudió la venida de europeos judíos; varios autores cuentan sobre los alemanes; Alan Shave prepara un gran volumen sobre los ingleses y Alberto Asbún documentó más de mil páginas con cientos de fichas de familias árabes (palestinas) y su descendencia en Bolivia.

            Esa migración trajo conocimiento (sobre todo en nuevas profesiones como las ingenierías); capitales de diversa importancia; gastronomía renovada; bebidas espirituosas sofisticadas; gaseosas industrializadas; molinos, zapaterías, cementeras, estudios fotográficos: la modernidad. Al mismo tiempo importó una forma de vivir el día a día con más confort, practicando algún deporte de moda, brindando con el copetín en los nuevos clubes sociales o tomando té en las flamantes confiterías; más teatros, dancings, cinematógrafos, exposiciones.

            El goce se centró en lo urbano y La Paz fue beneficiada. En 1910 todavía era una semi aldea; en 1925, se extendían los servicios básicos de agua potable, luz eléctrica y transporte moderno a más barrios y villas. La arborización de las calles, parques, miradores y el cuidado de las manchas verdes eran una prioridad del municipio.

            El buen gusto trascendía las capas sociales porque las iniciativas de la sociedad en su conjunto empataban con las novedades forasteras. Así lo detallamos en un libro junto a José Alejandro Peres-Cajías sobre la industrialización en Bolivia y en una investigación sobre el significado de la ingeniería en el desarrollo nacional.

            En La Paz, el bosquecillo de Pura Pura (sembrado por vecinos) y toda la zona de Achachicala son representativos de esa visión de vida. Ahí quedaba la Estación Central, las viviendas de los ferroviarios, los primeros clubes deportivos que perviven con canchas de tenis y de pelota vasca; las primeras industrias con fantásticas construcciones como la chimenea de la Cervecería Boliviana Nacional (CBN) o el complejo de fábricas y viviendas de la Soligno, la Forno, SIMSA, Venado, la empresa del agua, el cementerio inglés, el Puente de la Villa.

            Las empresas y los ciudadanos crearon alamedas, jardines, paseos, escuelas de oficios, templos. Las viviendas fabriles compartían espacio con las viviendas de los gerentes. Aún hoy sobreviven esas huellas, como los pinos y eucaliptos que bordean la Autopista entre La Paz y El Alto y la avenida Naciones Unidas y las primorosas casitas de tejas rojas y piedra laja.

            Alrededor de esa pujanza se fundaron colegios y carreras universitarias que sembraron saberes; varios establecimientos celebraron su centenario el 2023. Personajes de clases altas, medias y emergentes, hombres y mujeres, sobresalieron en diversidad de profesiones y oficios.

            El modelo liberal, aún con todas sus deficiencias en igualdad y fraternidad, era un marco auspicioso. El economista uruguayo Luis Bertola describe cómo Bolivia brillaba en el contexto regional en vísperas del Centenario, tal como brilló también en 1825, como relata Erick Lange.

            En cambio, en estas vísperas no sentimos el mismo entusiasmo. En 2025 habrá mayor igualdad social en Bolivia, pero no más conocimiento. Las instituciones republicanas están trizadas. No existen políticas para fomentar el saber y el arte. Los chinos, rusos, iraníes o cubanos extraen riquezas de Bolivia sin sembrar futuro. Los incendios provocados y los avasallamientos tienen respaldo oficial y esa parece ser la principal motivación con relación a la Naturaleza.

            En La Paz, ni las autoridades ni los vecinos defienden los espacios verdes; los perros han ganado a los niños, la farra ha derrotado al libro y el bosquecillo de Pura Pura es ambicionado por los loteadores y cerricidas. ¿Qué quedará de él el próximo año?

 

 

 

 

viernes, 9 de febrero de 2024

GENOCIDIO CONTRA EL PUEBLO PALESTINO

 

            El primer ministro de Israel Benjamín Netanyahu comentó en todo burlón la demanda presentada por Sudáfrica ante la Corte Internacional de Justicia contra Tel Aviv por propiciar el genocidio contra el pueblo palestino. El máximo tribunal internacional dio una respuesta rápida después de escuchar los alegatos en La Haya y ordenó a Israel prevenir actos de genocidio en Gaza, conclusión que muestra que el mundo ya no es indiferente con el sufrimiento palestino.

            Fue la primera vez que Israel se vio obligado a comparecer ante este tribunal, acusado de violar la Convención de Naciones Unidas Contra el Genocidio. A lo largo de la historia, especialmente en el siglo XX, se lamentaron genocidios contra poblaciones enteras, como la armenia. Pero, la urgencia para contar con un instrumento jurídico internacional contra el exterminio deliberado de pueblos fue el asesinato planificado de seis millones de judíos promovido por el nazismo

            En los alegatos, Alemania sustento la defensa que presentó el gobierno de Israel y rechazó la acusación de genocidio presentada por la nación de Nelson Mandela. Inmediatamente Namibia recordó a los alemanes que sus abuelos no solamente crearon campos de exterminio en Europa, sino que también asesinaron a poblaciones originarias. Recién en 2021 Berlín reconoció su responsabilidad por las muertes de 150 mil hereros y namas. Esos pueblos fueron exterminados entre 1904 y 1908. (Esas historias no salen en las películas de la Metro o de la Paramount.)

            El gobierno sudafricano fue representado por un equipo multiétnico y plural de juristas que detallaron los hechos por los cuales acusan a Israel de violar las leyes internacionales. Medio centenar de abogados preparan otra acusación contra Estados Unidos y contra el Reino Unido por complicidad con los crímenes de guerra de Israel en la Franja de Gaza.

            Varios gobiernos de América Latina, de África y de Asia, además de los países árabes, expresaron su respaldo a la acción de Sudáfrica, uno de los países con más derecho moral para denunciar los excesos de un estado contra seres indefensos.

            El debate encendió muchos escenarios mundiales, opiniones divididas, sobre todo en torno al término “genocidio”: ¿promueve o no Israel la eliminación sistemática de los palestinos por razones de etnia, religión, nacionalidad?

            Las noticias cotidianas nos muestran- y los discursos oficiales israelitas lo subrayan- que la intención del gobierno de Netanyahu es exterminar al pueblo palestino. Por ello, matan cada quince minutos a un niño palestino desde hace cuatro meses, sin contar los niños y adolescentes muertos en las últimas décadas.

            El ministro de defensa israelí asegura que han liquidado a 10 mil terroristas. Un dato polémico pues de los 28 mil muertos, más de la mitad son niños, ancianos y mujeres. Israel sabe que no podrá detener a los combatientes palestinos, de las cenizas surgirán nuevos combatientes, nuevas Intifadas como ha sucedido desde 1948. Por ello su objetivo es la destrucción total (léanse las declaraciones de los ministros más radicales y sus temibles propuestas). No es casual que en el gobierno estén los supremacistas judíos que creen que hay que exterminar a todos los árabes.

            Además de las balas utilizan la hambruna. Las autoridades de la FAO denunciaron esta semana que la falta de acceso a alimentos se cierne sobre dos millones de palestinos. “Jamás habíamos visto esto en ningún país”. No hay agua potable; las raciones de comida alcanzan para una vez al día, cuando hay suerte. Los niños intentan en filas interminables que algún mendrugo llene sus escudillas. Hace meses que no pueden bañarse, ni cambiarse de ropa ni ser atendidos en centros de salud por enfermedades comunes.

            Los israelíes bombardean hospitales con el pretexto de que ahí se esconden miembros de Hamas. Un comando disfrazado ingresó a una sala y asesinó a tres personas asegurando que eran “terroristas”. Sólo ellos pueden actuar con esa impunidad. En cualquier lugar del mundo, hasta el peor asesino tiene derecho a un proceso.

            Israel también mata a los periodistas palestinos -van más de 80- en sus casas, con toda su familia, para que nadie cuente la historia. Esto no sucedió ni en Vietnam, ni en Uganda ni con Pinochet. La prensa extranjera no puede ingresar para verificar el genocidio. Los corresponsales de la cadena Al Jazeera son acribillados; el principal editor vio morir a su esposa, sus hijos, sus nietos, hasta verse obligado a salir a Egipto. Lamento la indiferencia de la APLP sobre este asunto que conmueve a la prensa mundial.

            El 30 de enero de 1933 Adolfo Hitler llegó al poder; pocos imaginaron de lo que era capaz. El 27 de enero de 1945, las tropas rusas abrieron el campo de exterminio nazi de Auschwitz-Birkenau; los pocos sobrevivientes relataron el horror que vivieron en esos doce años.

            Esa fecha fue destinada por la ONU para conmemorar la Memoria de las Víctimas. “No olvidar lo que pasó”. En 2024 vemos en vivo y en directo la muerte de miles de palestinos. ¿Quiénes quedarán para contarlo? Netanyahu no va a detener el exterminio y las grandes potencias son sus cómplices, como expresaron los juristas sudafricanos.

           

 

 

 

viernes, 2 de febrero de 2024

MEDIO SIGLO DE TOLATA Y EPIZANA

 

            La memoria histórica es una asignatura siempre pendiente entre los bolivianos. En la intensidad cotidiana, se olvidan los hechos trascendentales que de una u otra forma cambiaron el curso de una época abriendo nuevas corrientes.

            Hace medio siglo, entre el 22 y el 31 de enero de 1974, las balas de las Fuerzas Armadas de Bolivia reprimieron la primera gran protesta agraria desde las grandes movilizaciones de los años cuarenta del siglo XX. El alzamiento campesino en el Valle Alto de Cochabamba puso el punto final al llamado Pacto Militar Campesino.

            En mi retina quedó grabada la imagen de los camiones cargados de campesinos apresados que transitaban por la carretera de Oruro a La Paz. Mi padre Huáscar, con el afán de mostrar a sus hijos lo que era la patria en vivo y en directo, nos había llevado a recorrer los departamentos del sur. Ese viaje nos marcó a todos, herencia que también llega a los nietos. Bolivia era (es) la gran madre desangrada por sus propios vástagos, como la más dramática de las epopeyas clásicas.

En Potosí escuchamos las primeras noticias de las protestas entre los fabriles de la industria “Manaco”, famosa por sus calzados escolares y por su combativo sindicato.  Pocos días atrás, el dictador Hugo Banzer había anunciado una serie de decretos con drásticas medidas económicas. Una vez más, el costo de las correcciones caía sobre las espaldas de los asalariados. El incremento de los precios de los artículos de primera necesidad afectaba directamente a los campesinos. La cotización de la moneda boliviana pasó de 12 a 20 por dólar; los dólares escaseaban en todo el país.

El primer punto de bloqueo fue obrero, en Quillacollo. El 24 de enero, los campesinos del Valle Alto bloquearon la carretera a Santa Cruz colocando piedras por más de 100 kilómetros. Días después, fueron los de Sacaba los que cortaron la ruta al Chapare.

Los periodistas informaron sobre la indignación y la impotencia de las familias campesinas empobrecidas. La Reforma Agraria de 1953 les había dado títulos de tierras a la vez que los había abandonado sin planes para mejorar sus técnicas agrícolas o para encontrar más y mejores mercados para sus productos. La ilusión del “cambio” había pasado; igual que el entusiasmo por el general que los había engañado a pesar de hablar quechua y disfrazarse con poncho y guirnaldas.

Los soldados fueron apoyados por aviones que ametrallaron a campesinos en Epizana causando los primeros muertos y heridos. Tolata fue la otra población especialmente reprimida. ¿Cuántos murieron? Nunca se sabrán las cifras; se calcula que al menos hubo ochenta fallecidos y decenas de heridos. Lo cierto es que muchas familias no lograron rescatar ni reubicar a sus seres queridos desaparecidos.

La masacre continuó en otras poblaciones rurales cochabambinas declaradas “zona militar”. Era ministro de Gobierno Walter Castro Avendaño, reemplazado en febrero por Juan Peredo Asbún. Así se iniciaba la etapa más feroz de la dictadura, ya dentro del Plan Cóndor.

Las fotos de los cadáveres y del llanto de hombres y mujeres publicadas por “Presencia” resumen los hechos. Banzer, en el apogeo de su poder declaró: “si encuentran a un comunista, mátenlo”, ofreciendo recompensa a quien le obedeciera.

La masacre tuvo un resultado inesperado para los militares. Comenzó el lento proceso de unificación de las organizaciones campesinas hasta la fundación de la Central Única Sindical de Trabajadores Campesinos de Bolivia, CSUTCB, que mantuvo su independencia hasta la intromisión clientelar del MAS.

En 1998, aunque parezca increíble, el mismo personaje convertido en presidente constitucional, a través de su ministro de Educación, ordenó que se destruyeran miles de calendarios que se habían impreso con fechas históricas. No quería que se recordasen los sucesos del 28 y 29 de enero de 1974. Asunto que denuncié en otros artículos. En 2013 autoridades municipales de Tolata (del MAS) ofrecieron un mural como memoria y como homenaje; ignoro si esa promesa fue cumplida porque en su momento no se quería ofender al pacto FFAA- MAS.

Lo triste de olvidar la historia es que se repite. Así lo demuestra la represión de Evo Morales- David Choquehuanca- Sacha Llorenti contra campesinos en Chaparina. Así como nunca hubo sanciones contra los autores de la Masacre del Valle Alto, tampoco hubo un juicio contra Sacha Llorenti, quien terminó premiado con cargos internacionales como ¡defensor de los Derechos Humanos!