viernes, 27 de agosto de 2021

LA AGONÍA DE LA Fundación Cultural del BCB

             ¿Qué significa que el presidente de la Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia Luis Oporto Ordoñez difunda un Twitter destacando la toma talibán de Kabul “poniendo fin a la guerra colonialista de ocupación del 2001”? ¿Es una posición personal? ¿Expresa la opinión de consejeras y directores de repositorios nacionales de la FCBCB? ¿Puede un funcionario público jerárquico expresar posiciones propias sin comprometer a la institución?

            Esperé algún desmentido al mensaje que circuló por las redes sociales y que mereció críticas en otras columnas de opinión y entre los internautas. Silencio. Por ello flota la pregunta: ¿qué significa el sutil respaldo de Oporto al Estado Islámico?

            Por lo que se conoce el bibliotecario no se pronunció cuando las tropas soviéticas invadieron en diciembre de 1978 a Afganistán para respaldar al gobierno contra la insurgencia de los muyahidines, guerrilleros islámicos, que ahora celebra. Curiosamente, los rebeldes nacionalistas fueron respaldados por Estados Unidos y otros países en el contexto de la Guerra Fría.

            Comenzó así la primera fase de una de las escaladas más complejas y sangrientas de las disputas por la hegemonía mundial. Después de nueve años, en medio del colapso de la Unión Soviética, las tropas invasoras se retiraron derrotadas. ¿Qué publicó Oporto sobre ello en 1989?

            El establecimiento de un Estado islámico y las nuevas organizaciones fundamentalistas estuvieron relacionadas con atentados terroristas, el más sangriento el del 11 de septiembre de 2001. Sobre ese hecho declaró Felipe Quispe, no Luis Oporto. Después se sucedieron cantidad de noticias que fueron develando el precio que pagan países marginales en la disputa de las grandes potencias internacionales; la invasión estadounidense a países árabes y otros conflictos que parecieron no interesar al archivista en sus conferencias o publicaciones.

            ¿Por qué ahora defiende un gobierno que se inicia con una política contraria a la igualdad de oportunidades para las mujeres? ¿Por qué callan las militantes masistas que suelen armar jaleo ante otras palabras menos duras contra los movimientos femeninos?

¿Por qué aplaude Oporto a un régimen que detiene a periodistas y asesina a sus familiares?

¿Es parte del esquema oficial que respalda a los gobiernos de Irán, Siria, Rusia, China, Cuba, Venezuela? ¿Sabe que ahí los historiadores se alinean a la versión oficial o no publican? ¿Es posible inferir que Luis Oporto actúa por oportunismo o por veleidad?

            ¿Cómo puede existir libertad de conciencia en una entidad cuyo presidente celebra de forma subliminal a tropas armadas que abiertamente declaran su rechazo a los valores democráticos de Occidente?

            Oporto encajó en una FCBCB ya desprestigiada desde el directorio de Roberto Borda cuando se echó a la calle a Marcela Inch pese a ser extraordinaria servidora pública por el delito de ser madre de un joven opositor al MAS. Fueron varios los mandaderos que arrinconaron a la mujer ante el silencio o la protesta tibia de historiadores y archivistas. Dijimos entonces que se daba paso al control político en uno de los más importantes centros culturales del país. Cergio Prudencio acentuó esa característica.

            El primer concurso que convoca Oporto es sobre Senkata y Sacaba. ¿Por qué? ¿Cuál es el interés de la entidad en ese tema? ¿Por qué no se ocupa de otras represiones? ¿Es parte de los objetivos de la Fundación? ¿Por qué no se permite trabajar a ningún académico que critique el “proceso de cambio”? Otra entidad destrozada por el MAS cuya capacidad de envilecer a Bolivia no tiene límites. Bajar la cerviz no tiene retorno

 

viernes, 20 de agosto de 2021

LOS AMOTINADOS, HÉROES ANÓNIMOS

            ¿Qué hubiese sucedido en Bolivia si el dirigente cocalero Evo Morales y el Movimiento al Socialismo hubiesen respetado la Constitución Política del Estado de 2009 en las elecciones de 2014? ¿Cómo hubiese mejorado su imagen si en vez de aplicar estrategias envolventes, el no matemático Álvaro García Linera no hubiese alentado un Referendo para cambiar las reglas del juego en 2015? ¿Qué saldo de muertos, heridos, quemas, pérdidas económicas se hubiese ahorrado el país si la corte electoral de los no notables hubiese impuesto el respeto a la victoria del “No” a la reelección indefinida? ¿Cómo estaría el Poder Judicial si no hubiesen utilizado el argumento de “derecho humano” para camuflar la mentira?

            La resistencia desde 2016 salvó al país de ser prisionero como Venezuela o Nicaragua. Las manifestaciones contra la quema intencionada de bosques fueron un ensayo general y convocaron incluso a capas sociales que no salían antes a las calles. La defensa del ingreso del Pumakatari a más barrios en agosto de 2019 unió a los vecinos contra los abusos del sindicalismo clientelar. Los jóvenes internautas contrastaban a los guerreros digitales financiados por el gobierno desde su libertad de creatividad.

            ¿Cómo estaría la democracia boliviana si los bolivianos hubiesen aceptado el conteo de los votos en octubre de 2019, las declaraciones de los vocales electorales, la interrupción del TREP, la aparición de papeletas en basureros públicos, la presencia de inteligencia extranjera, el rol del no árbitro electoral?

            Las lanas de colores, los coches infantiles, las camas, las hamacas, las mesas, las sillas, las pitas, los juegos para niños, la rayuela, los tejidos, fueron inventos de quienes ocuparon las calles y los parques para decir simplemente: ¡No! No va más. Por eso eran imposibles de derrotar.

            La resistencia ciudadana por su propia condición espontánea no contó (ni cuenta) con un aparato de prensa y propaganda, pero sí con el aporte de los más jóvenes que rápidamente circulaban memes, mensajes, noticias, informes, convocatorias. Artistas, algunos famosos, otros principiantes, crearon imágenes, canciones, consignas. En medio del hastío ciudadano hubo también instituciones, plataformas ciudadanas, organizaciones indígenas y sindicales, agrupaciones, clubes, universidades, entidades, alcaldías, comités cívicos, comités femeninos, políticos, partidos, con diversos motivos y distintos intereses.

            El uso de la bandera tricolor fue simultáneo en todo el país para identificar a los rebeldes, como en tantos otros momentos definitorios en la historia patria.

            En un momento clave, muchos policías optaron por dejar el rol represivo que imponía el gobierno para sumarse a la protesta popular. Cuando parecía imposible un desenlace rápido, policías de diferente graduación y desde distintas unidades y especialidades desconocieron las órdenes de atacar. Aquellos hombres y mujeres en techos, barandas, portones, trancas, sumaron su voz a la resistencia.

            Esa decisión les costó carísimo. Fueron los primeros en sufrir la venganza; sus sedes fueron saqueadas; las puertas de sus viviendas fueron selladas como en épocas de la persecución nazi. En La Paz, tuvieron que refugiarse en el Comando Nacional en Sopocachi, donde decenas de jóvenes llegaron para protegerlos. En esos días heroicos, la ciudadanía desarmada, pero unida, cambió el rol tradicional para dar seguridad a los uniformados. ¿Cómo hubiesen terminado la movida rebelde sin el motín policial? ¿Dónde estarían las autoridades actuales si se cumplía la orden de incendiar la ciudad?

 

 

viernes, 13 de agosto de 2021

AMAR LAS OLIMPIADAS

 

            ¿Qué significan las Olimpiadas para la Humanidad? ¿Qué significaron en el antiguo mundo de los griegos? ¿Por qué fueron “resucitadas” a fines del siglo XIX? ¿Qué consiguieron estos 100 años? ¿Por qué saltan las lágrimas cuando vemos el esfuerzo de un desconocido, la premiación a una adolescente, la caída de un atleta? ¿Por qué una carrera de 100 metros, 10 segundos, detiene el aliento de millones de televidentes?

            Las Olimpiadas Tokio 2020 (2021) invitaron a reflexionar sobre todo ello. Primero: la esperanza, porque las autoridades, los responsables de las entidades deportivas, los deportistas, los voluntarios, todo el personal involucrado hicieron posible su desarrollo en medio de la crítica pandemia mundial.  

            Las Olimpiadas, a pesar de todos los conflictos políticos, sociales, económicos, mostraron rostros de todos los tonos de tez; cabellos de formatos incontables, incluyendo llamativas extensiones amarillo patito o rosado fucsia; ojos redondos, rasgados, grandes, pequeños, negrísimos o claros como el cielo. Manos unidas, abrazos incontenibles, saludos con besos. Cuerpos perfectos, trabajados, desafiados. Algunos semejaban talladas esculturas de héroes griegos, de diosas romanas.

            La ceremonia de clausura, sin las tensiones del inicio, fue planificada hasta su último detalle para que cada palabra, cada bandera, cada ramo de girasoles, cada danza, cada tambor tenga un mensaje de paz, de amistad, de amor entre los seres humanos. A la vez, la entrega de la posta a París 2024 evidenció el desarrollo espectacular de la tecnología y los franceses privilegiaron mensajes de su ser nacional más profundo dándoles al mismo tiempo el vuelo al infinito, sin fronteras. “Más rápido, más alto, más fuerte”: “citius, altius, fortius” repitió Emmanuel Macron como De Coubertin en 1894.

            Diálogos y soportes que ilustran cuán lejos están países como Bolivia de la noción del bienestar, del confort, del desarrollo sostenible, de la planificación estatal, de las visiones de largo plazo, de las políticas públicas para lograr resultados.

            El océano que separa a las declaraciones políticas que escuchamos acá de los valores que demostraron los atletas allá: mente sana en cuerpo sano, disciplina, empeño, constancia, pasión por lograr la meta, confianza en el árbitro, ¡respeto a las reglas de juego! Mientras el régimen boliviano difundió su logo excluyente y grotesco, Japón, Francia o Kenia o Jamaica flamearon sus banderas y símbolos nacionales, inclusivos, emotivos.

            Me siento privilegiada porque amo las Olimpiadas, sus historias originales en el mundo griego- ese vaso de conocimiento siempre actual- que nos llega desde la cultura occidental. Tuve la oportunidad de leer sobre ellas y sobre las competiciones modernas porque tuve libros en mi infancia.

            En mi barrio nos reuníamos para seguir las competencias a través de la radio o para intercambiar las revistas “Estrellas del deporte” con biografías tan inolvidables como la de Wilma Rudolph, campeona en 100 metros, negra, pobre, con polio y vencedora de su propio destino, la “gacela negra”.

            En mi colegio “Mariscal Braun” nos enseñaban a amar y a practicar el atletismo; teníamos una cancha para distintas disciplinas; un foso para salto largo; un gimnasio bien equipado y ganábamos muchas competencias estudiantiles.

            Mirábamos las Olimpiadas como un horizonte que se abría. En cambio, la narrativa del MAS quiere negar esa visión amplia. En vez de ayudar a que todos los niños bolivianos aprendan de la cultura universal, buscan negarla y ningunearla.

 

           

viernes, 6 de agosto de 2021

TRES MOMENTOS DE LA PATRIA

 

            Vísperas del Bicentenario del nacimiento de la República de Bolivia, la criatura heredera del territorio de la Audiencia de Charcas; del corazón de Potosí- mejor decir del Sumaj Orko-; y de las venas bulliciosas de etnias dispersas en la puna, el valle y la llanura; entre ellas, la más notable: la de los señoríos aimaras.

            Habían sido las conspiraciones en La Plata, la Academia Carolina, las pioneras en marcar la ruta para la revuelta generalizada. Desde ahí, las repercusiones y las réplicas en el resto del continente. Como habría de ocurrir durante doscientos años, los habitantes del Alto Perú serían los portaestandartes de ideas libertarias, de rebeldías. Así lo reconoció Simón Bolívar al describir a su Hija Predilecta: “Bolivia, un amor desenfrenado por la Libertad”.

            La República de Bolivia comenzó su vida independiente con los mejores augurios, a pesar de las minas inundadas y del caos agrario y administrativo después de 15 años de guerra. Historiadores, como Erick Langer, comparándola con países latinoamericanos, demuestran que Bolivia contó con mejores funcionarios y planes de gobierno que sus vecinos. Antonio José de Sucre y, posteriormente, Andrés de Santa Cruz y Calahumana, tenían una mirada moderna y de largo alcance.

            El talón de Aquiles fue la politiquería que impidió la construcción de la institucionalidad. Desde la firma del Acta de la Independencia se dejó de lado a los protagonistas indígenas y ocuparon lugares de privilegio personajes que eran realistas hasta el último momento. Casimiro Olañeta- el Iván Lima de la época- descrito como “Juno” o el de Dos Caras por Gabriel René Moreno, se ocupó de torcer lo que pudo ser un régimen de unidad, progreso y paz después de años de luto. El siglo XIX mostró varias décadas una Bolivia despedazada, empobrecida y gobernada por una plebe inculta y “caudillos bárbaros”.

            Al cumplirse el primer Centenario en 1925, otra vez la imagen de Bolivia era una de las más alentadoras en el continente, con una democracia restringida pero sostenida y con un potencial económico renovado. La explotación de la quinina, de la goma y, sobre todo, de las minas de estaño, atrajeron a migrantes que habrían de realizar la principal ola de industrialización en la historia nacional.

            La fundación de cervecerías, panaderías, fábricas de alimentos, manufacturas, curtiembres, imprentas, jabonerías, textilerías, unieron las manos de bolivianos, alemanes, italianos, ingleses, árabes, judíos, turcos, libaneses, peruanos. La colonia germana reunió fondos para regalar el primer avión a la nación, base del emblemático Lloyd Aéreo Boliviano. Los padres de la marraqueta Figliozzi, de la pasta Ferrari, de la papaya Salvietti pusieron sus ahorros para donar la estatua de Cristóbal Colón y otros conjuntos de mármol que adornan paseos paceños. Las fábricas eran construidas por arquitectos de primer nivel, como la CBN, la Forno, la Soligno. Los barrios obreros estaban rodeados de bosques, jardines y centros deportivos como Pura Pura o Achachicala en la sede de gobierno, Cala Cala en Oruro o Taquiña en Cochabamba.

            En el otro lado de la medalla, quedaban postergadas las demandas de los originarios. Un siglo después, ¿cómo están las etnias más desfavorecidas: mojeños, trinitarios, guarayos, chiquitanos. ¿Tienen bienestar los trabajadores? ¿Hay mejores condiciones en las minas? ¿Los chinos y rusos han traído fuentes de trabajo, cultura, belleza? ¿Logrará Luis Arce ser absuelto por la Historia? ¿Llegará Bolivia al 2125?