viernes, 30 de septiembre de 2022

UN MINISTERIO EXCLUSIVO PARA PACHAMAMISTAS

 

            Es desalentador comprobar una vez más que el llamado Ministerio de Culturas, Descolonización y Despatriarcalización es simplemente un rincón de personas con poco conocimiento de la patria. Sus propuestas, planes, acciones instrumentalizan el pachamamismo, sin considerar al resto de la nación. Alientan más la confrontación que la unidad de la nación.

            El (No) Estado Plurinacional ignora las ricas construcciones culturales que hubo en la administración pública en sus diferentes niveles o los aportes culturales desde la sociedad civil. Ofrece un “Plan Sectorial”, cuyos ejes centrales son el racismo, la descolonización y la despatriarcalización y, secundariamente la gestión cultural, con meses de retraso.

            ¿Le daría el presidente Luis Arce a una dirigente de las Bartolinas el manejo del ministerio de Hidrocarburos, o la presidencia del Banco Central? ¿Por qué confió a una persona que no se ocupó de la gestión cultural desde la sociedad civil para llevar adelante las políticas culturales?

            ¿Cuántos libros lee la ministra por año? ¿Cuántos artistas plásticos conoce? ¿Asistió en su vida a algún concierto de la Orquesta Sinfónica, o sabe por qué los niños tocan violín en Urubichá? ¿Le interesa el teatro, el ballet, los títeres? ¿Cuántas veces estuvo en los festivales culturales de Villamontes, o de Charazani o de Concepción? ¿Sabe cuántos museos tiene Cochabamba? ¿Leyó alguna investigación sobre el origen y el desarrollo de la pollera?

            Alguien dirá, no es su culpa, es reflejo de la realidad de la mayoría de las mujeres rurales. Sin embargo, son cientos los ejemplos de otras campesinas que aman la estética, como la inigualable Luzmila Carpio o la premiada Elvira Espejo y la lista es larga y centenaria.

            Sabina Orellana ni siquiera se ha rodeado de personal con experiencia. No es posible comprobar la lista del personal pues el portal del ministerio no ofrece la información. Tampoco se conoce cómo recluta a los funcionarios. ¿Todos tienen que firmar al Movimiento al Socialismo?

            Lo que sí se sabe es que el grueso de la masa crítica que tenía ese Ministerio desde hace años ya no está. Las noticias del despacho son la asistencia de la ministra a fiestas que ya existían o a marchas. El canal de Culturas se limita a mostrar antiguos videos y casi siempre de expresiones andinas y la página web celebra el aniversario de las Bartolinas (sic).

            Hace un siglo, desde los propios artistas, se inició la recuperación y visibilización del mundo andino y de saberes como la herbolaria kallawaya, la arquitectura aimara, la ingeniería en las tierras bajas, los tejidos, las construcciones. Bolivia fue un ejemplo. Actualmente, hay un énfasis mundial para combinar todas las expresiones culturales con el desarrollo económico y el fortalecimiento de ciudadanía participativa.

            En cambio, el Ministerio masista se empeña en el enfrentamiento urbano-rural, étnico, este-oeste, norte-sur, hombre-mujer. Las principales actividades se centran en difundir la Ley contra el Racismo, cuyas fallas ya fueron ampliamente expuestas en diferentes foros. Entre otras propuestas, quiere crear un Instituto de Descolonización y Despatriarcalización. Ofrece cifras absurdas para realizar 1500 acciones de investigación, 2000 registros de patrimonio. Un listado poco cohetente.

            Ni una palabra sobre el turismo. Ninguna señal para el trabajo con aliados en la sociedad civil. Ignora lo construido por los bolivianos antes de 2006, incluso lo trabajado hasta el 2021. El desmoronamiento de la institucionalidad será el signo histórico del gobierno de Arce-Choquehuanca.

lunes, 26 de septiembre de 2022

JACOBO LIBERMANN, EL RENACENTISTA QUE LLEGÓ DEL VIENTO

 

JACOBO LIBERMANN:

EL RENACENTISTA QUE LLEGÓ DEL VIENTO

LUPE CAJÍAS

 

            Quizá fueron los niños de la casona los primeros en darse cuenta de que su voz era como un susurro y a la vez como un trueno. Y su risa… ¡qué risa! Contagiaba a todos los que se reunían a su alrededor para escuchar sus cuentos y sus sentencias.

            En la familia, los amigos de los padres y de los tíos tenían nombre y apellido. A él, sobraba con sólo decir: “El Jacobo”. Todos sabían que esa identificación tenía un solo dueño en las tardes de domingo o en alguna velada vespertina. El hombrecito era tan delgado que podía parecer invisible, pequeño, de ojos intensos y saltones, con sus manos siempre en movimiento.

            De él siempre se contaron historias, anécdotas; se nombraban sus artículos, sus poemas, sus últimos libros. Su amor por la naturaleza, por la exuberancia de Yanacachi y sus ríos. Su caprichosa manía de caminar por los cerros y por esas areniscas arcillosas que llevan a las montañas azules. La Muela del Diablo era como su madriguera de felino hasta que las décadas se fueron acumulando en sus espaldas.

            A él le gustaba todo y de todo murmuraba acá y allá.

            Jacobo Libermann era un hombre renacentista que se equivocó de siglo y de lugar. Fue espadachín en la Revolución de Abril y maestro de ceremonias en el recital de los poetas del Cuarto Centenario. Ocupó con solvencia una cartera ministerial al lado de Víctor Paz Estenssoro; al mismo tiempo, era para los bohemios de Gesta Bárbara ese Hombre Mil, ese amigo leal que tanto nombra Rudyard Kipling.

Es posible que su estirpe le hubiese dejado profundas huellas que ni su cuerpo ni sus emociones podían olvidar. Era hijo de Máximo y Rosa, migrantes judíos de Polonia y Rusia que se asentaron en La Paz en los primeros años del siglo XX, cuando la ciudad salía de su comportamiento aldeano a abrirse a los forasteros que llegaban del mar, del viento, de las tierras bíblicas.

Ser judío no es una calidad que se pierde, opinaba en una ocasión Rosangela Conitzer. Puede ser que, para Jacobo, esa marca no fuese una práctica cotidiana, ni siquiera semanal. Sin embargo, su caminar estaba impregnado de esa errancia, de esa búsqueda incesante para entender el mundo y sus misterios.

Siempre recordaba con amor de amor primero su experiencia como maestro rural en los años cuarenta. Desde los 19 años recorrió las escuelas más entrañables que parecían imposibles, repartidas en puntos tan distantes como en el rebelde Achacachi (justamente en los años de grandes protestas agrarias); o en el minero Corocoro (donde había nacido Juan Lechín, que en esos años se convertía en el gran fantasma de la protesta obrera); o en el puerto de Guaqui, a orillas del Lago Titicaca  (que era el centro vital del comercio con los mares del sur); o en San Buenaventura (un punto apenas reconocible en el norte amazónico paceño). Como maestro también llegó a la Escuela Normal de Portachuelo en Santa Cruz y fue director de la Escuela Indígena de Vacas en Cochabamba.

Ese conocimiento del país profundo, de la Bolivia que se agitaba con las acciones de la Federación Agraria o con las huelgas de los mineros, llevó a Jacobo a militar en el Movimiento Nacionalista Revolucionario, en su época más revolucionaria.

Al mismo tiempo, el guerrero se daba tiempo para inscribirse a cursos de filosofía y para comprar y leer todos los escritos posibles. Él mismo se puso a redactar poemas y artículos que publica indistintamente en las páginas culturales de “La Calle” o de “La Razón”, “La Noche”, “El Diario” y en revistas municipales y universitarias.

En 1944 participó con otros jóvenes en el lanzamiento de la Segunda Generación de Gesta Bárbara. Dirigió la publicación de los primeros tres números de la Revista de Artes y Letras Gesta Bárbara, editados en 1950,1951 y 1952, con la colaboración más lúcida de los barbaros. También fue coautor del libro Trigo, Estaño y Mar, que ellos publicaron en 1950 con el impulso de Franz Tamayo

Él es el que contaba años más tarde las anécdotas más originales de esos bohemios, como trasladar cada vez el piano de Enriqueta de la Vega para dar serenatas a las amadas de Sopocachi. O los baños colectivos desnudos en la fuente helada del Neptuno en el Montículo, donde las risas rompían la escarcha del amanecer.

Caminante y poeta, maestro y periodista, todas las huellas lo llevaron junto a otros bárbaros, profesores y redactores como él, hasta Tupiza. Era esa pequeña ciudad centro cultural, como una minúscula Florencia de los Medici. Era imposible que los artistas de los años cuarenta no llegasen a su plaza. Ahí conoció a la amada, Berta Cruz en el círculo de La Caverna, ese espacio irrepetible de Nuevos Horizontes.

Era un amigo frecuente en la casa de la Vega Rodríguez. Aunque él era movimientista y ahí moraba la familia del máximo adversario del MNR, Óscar Únzaga de la Vega, compartían los cuentos, la música, la poesía y las risas que conmovían a los niños. Eran los tiempos donde la fraternidad derrotaba al encono político.

Entre sus colegas poetas de tertulia durante toda la vida estaban Julio de la Vega y Gonzalo Silva Sanjinés. Con Chalo convinó además el goce por el paisaje yungueño y las infinitas caminatas domingueras por los alrededores paceños. Se encontraban en cumpleaños, aniversarios y otras celebraciones. La floresta, el libro, la risa, siempre.

Jacobo Libermann fue director de medios y periodista cultural desde muy joven y fue parte de la Asociación de Periodistas de La Paz. En la gestión de 1992 a 1994 impulsó la redacción de un nuevo Código de Ética junto a otros miembros del Tribunal de Honor. Tuvo la capacidad de mantener siempre una relación equilibrada con sucesivas generaciones que admiraban su erudición infinita.

Entre todas sus ocupaciones, también se preocupó por reunir material sobre los libertadores venezolanos. En sus estantes caseros rebalsaban las fichas acumuladas por años. Sus textos más famosos en Bolivia y en el continente están relacionados con Simón Bolívar y con Antonio José de Sucre. Difundió esa pasión por radio y por prensa.

Nonagenario, mantuvo sus costumbres y sus valores, sobre todo la hospitalidad y la conversación, que sus familiares y amigos gozaron hasta el último suspiro.

 

 

 

viernes, 23 de septiembre de 2022

ARIAS: GESTIÓN CHABACANA, CIUDAD DESTROZADA

 

La etapa democrática iniciada en los años noventa trajo como protagonista al poder local. Los municipios, espacios territoriales y escenarios de mayor cercanía con la población, cobraron más importancia; incluso podían opacar al poder central.

            Desde las alcaldías se logró construir un estado alternativo. Brasil tuvo experiencias luminosas como Curitiba y Puerto Alegre. La recuperación de Bogotá y de Medellín fueron la evidencia de que era posible soñar con la transformación. Lima y Cuzco curaron heridas de la década sangrienta para abrirse a miles de visitantes. 

            Junto al Canal interoceánico, el cabildo panameño recuperó el atractivo del casco central; Montevideo, Quito tuvieron otras experiencias. Sin olvidar los ejemplos impecables de municipios españoles.

            Naturaleza: parques, avenidas de tilos o álamos, jardineras, saneamiento básico, construían el primer escenario. Cultura en la calle, al alcance de todos: conciertos, festivales de poesía, teatro, títeres, desfiles. Ciudadanía, para completar el triángulo.

           Desde 1985 hubo elecciones municipales en Bolivia. El municipio paceño contó con administraciones que intentaron modernizarla, pero más fueron los momentos de desorden. El momento estelar llegó al inicio del siglo.

El primer año de Juan del Granado cambió la cultura opaca por un funcionamiento más transparente, con el objetivo de ampliar la participación ciudadana, más allá de la legislación nacional. El GMLP comenzó un ascenso a través de la institucionalización de la entidad.

            El primer periodo de Luis Revilla continuó con el concepto de cultura ciudadana con una gran cantidad de iniciativas para atender a recién nacidos, niños, escolares, adultos, mujeres, artistas, emprendedores, vendedoras, artesanos. Respetó la carrera municipal y fortaleció las secretarías. 

            El segundo periodo fue una etapa de resistencia, de la alcaldía y de la ciudadanía, porque La Paz fue cercada de diferentes maneras por el poder central. La alcaldía no ponía ni intervenir en la plaza principal. Decenas de procesos, controles masivos de la Contraloría, sabotajes, violencias opacaron toda iniciativa. Aun así, la alcaldía era una referencia de la meritocracia, a pesar de los desaciertos que también tenía. 

            En cambio, la gestión de Iván Arias es chapucera y chabacana, más ocupada en fiestas y en espectáculos, que en hacer gestión pública. Sus anuncios son banales: el árbol más grande de Navidad; una escultura para competir con los cristos de Santa Cruz y Cochabamba (como si no existiera el Illimani); marraquetas artesanales y Alasitas en la mayor feria del país, donde otros departamentos lucieron tractores, cadenas productivas, vinos de exportación, ganado de competencia, joyería, hotelería, turismo.

            Arias ha despedido al personal más capacitado, como los expertos en la Gestión de Riesgos, otrora orgullo paceño. Ha desbaratado la Secretaría de Cultura, que fue vanguardia nacional. Inventa festejos en cualquier día y a cualquier hora. Un sábado, el ingreso a Río Abajo estaba bloqueado por un concierto cumbiero, mientras cientos de vehículos no podían pasar. La Alcaldía promovió una fiesta hasta las once de la noche en el Montículo, un jueves laboral. El saldo fue un cúmulo de basura, un escenario que quedó abandonado por días y un letrero roto que nadie recogió.

           Hay sabotaje interno al Pumakatari, en alianza con Jesús Vera y el sector delincuencial del MAS. Ahora se conoce el intento de empeorar la ciudad con edificios imposibles quitando lo mejor de La Paz: la luz y el intenso cielo azul.

            Es la visión de “progreso” que tiene el Gobierno Autónomo Municipal de La Paz. ¿O hay algo más oscuro como insinúan los internautas? Lo evidente es que, en pocos meses, Iván Arias ha destrozado lo que se había avanzado en dos décadas. Parece difícil que la gestión de Arias cambie y esté a la altura de la “Ciudad Maravilla”.

 

viernes, 16 de septiembre de 2022

DE ANTONIO A DORA MARÍA

 


            Octogenario, jamás imaginó que medio siglo después de su terca lucha contra la dictadura fascista, un funcionario mexicano lo detuviera en el aeropuerto. La orden de arrestarlo y deportarlo tenía su origen en La Paz, Bolivia. ¿Es un narcotraficante? ¿Es parte de algún cartel de la droga?  ¿Es un feminicida? ¿Es un pederasta? ¿Es un estafador? ¿Es un avasallador de tierras? ¿Es un paramilitar? No.

            El delito de Antonio Araníbar Quiroga (Cochabamba, 10 de noviembre de 1941) es haber puesto su rúbrica en contratos que presuntamente causaron daño económico al estado boliviano. Aunque ese tema data de hace 30 años y aún no se ha demostrado el delito en un debido proceso técnico, la condena está dada.

            Araníbar no tiene derecho a volver a su patria y ahora tampoco a viajar fuera de su asilo en Costa Rica porque así lo ha decretado el Movimiento al Socialismo. El MAS quiere borrar en la memoria colectiva los hechos y los protagonistas de la resistencia a la Doctrina de Seguridad Nacional. Quiere enterrar en vida a quienes estuvieron en las calles, en la clandestinidad, en la tribuna para abrir el cauce democrático en Bolivia.

            Esta es la línea de persecución política que se da con creciente fuerza en el país con nuevos arrestos y persecuciones, incluso a una madre y su guagüita: Soledad Chapetón. El largo brazo de Vladimir Putin, del sistema represivo cubano y chavista ha prendido en los regímenes populistas.

            El caso extremo es Nicaragua. Ha muerto en prisión el héroe de la toma del Palacio Nacional, Hugo Torres, que ayudó con su acción a liberar a 50 presos sandinistas y a cercar a la dictadura de Anastasio Somoza. La desquiciada Rosario Murillo y su marido Daniel Ortega trabajan desde hace años para desmontar la historia y aparecer ellos como los mártires.

            Por eso también está presa, entre otras 180 personas, Dora María Téllez Arguello (Matagalpa, 21 de noviembre de 1955). La Comandante Dos, que desde sus 19 años se consagró a la lucha antimperialista, está aislada en la prisión de El Chipote. Hace un año que no conoce el sol. Aislada, ha perdido la mitad de su peso normal y sólo su fuerza de escorpiona, su convicción, la mantienen lúcida.

            Téllez fue de las primeras sandinistas que alertó en 2007 que la pareja Ortega Murillo presentaba claros signos de autoritarismo con tendencias dictatoriales. Junto a otras voces femeninas, también heroicas en los años 70, como Gioconda Belli o la Comandante Mónica Baltodano, escribió, habló, participó en entrevistas para alertar a su pueblo. En los hogares, abuelos y padres se dan la tarea de contar a las nuevas generaciones la historia tal como fue, una extraordinaria forma de resistir la impostura.

            El régimen la ha condenado a 13 años de cárcel acusándola de subversión, como a otros nicaragüenses de la oposición. Pretenden que quede en prisión hasta que, octogenaria, salga derrotada. El delito de ella fue apoyar elecciones libres.

            Hasta ahora, Dora María no se doblega; ni siquiera cuando hace poco la expusieron a las cámaras de televisión para humillarla. Delgada, de cabello cortísimo y enrarecido, habló con su maravillosa mirada mientras su boca estaba silenciada.

            La Universidad de la Sorbona de París le ha otorgado un doctorado honorífico, junto a Ángela Merkel, por su lucha por la democracia y el bienestar de los pueblos. Mientras en otros foros, hay feministas ocupadas en discutir si hay seres mestruantes o eyaculantes, indiferentes a las torturas que sufre Dora María y decenas de mujeres insurrectas.

viernes, 9 de septiembre de 2022

EL MILLONARIO ESQUEMA DE LA SUMISIÓN

 

            ¿Alguien se imagina a Víctor Paz Estenssoro entregando recursos de los bolivianos a la agencia UPI para que aplaudiera sus actividades? En los doce años del gobierno del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) decenas de periodistas llegaron al país para admirar la Revolución de Abril, sin perder su postura crítica.

            ¿Cómo hubiese recibido la ministra Maria Nela Prada si Hugo Banzer hubiese pagado a la TELAM para ganar titulares en la prensa argentina? En las decenas de estudios sobre los medios de comunicación durante las dictaduras militares no aparecen contratos millonarios entre un ministerio y un corresponsal de agencia extranjera. Parece que a ella no le tembló la mano.

            Lo que hace el Movimiento al Socialismo con los sistemas de información no lo hicieron ni las corrientes nacionalistas, ni las dictaduras y mucho menos las democracias de los años 90. Acorrala la libertad de pensamiento y la libertad de expresión con múltiples acciones.

            Aplica la violencia “blanca” que no deja huellas como los asaltos a las imprentas, los apresamientos o los asesinatos, sin olvidar que también puede aplicar la violencia roja, como en Las Londras. El cerco es mayormente económico y judicial. No solamente niega la publicidad pública, sino que impide que empresas privadas contraten espacios en medios “enemigos” o traba las iniciativas para consolidar las finanzas de un periódico.

            Al mismo tiempo, envía a sus agentes disfrazados de impuestos nacionales, inspectores de trabajo, abogados, fiscales para obstaculizar la labor cotidiana de los periodistas.

            En la otra mano reparte dinero a quienes alaban al gran jefe, al gobierno, a sus medidas. Millonarios contratos de publicidad con medios o con programas específicos o con revistas de farándula para que sigan la línea oficial de la información. No son pocos los periodistas que han perdido el decoro a cambio del puesto. Tampoco faltan los testaferros que compran acciones en canales de televisión.

            El esquema funciona. ¿Se acuerdan cuando el otrora dirigente sindical y ministro de comunicación Iván Canelas afirmaba que su contratista coquero “seguía la senda de Jesús”? (¿O sería de Jesús Vera?) Mientras era parte del grupo de viajes y festejos del entorno palaciego, desde diferentes pegas. Los escándalos que involucraron a su hijo, también funcionario, son de dominio público. Es sólo un ejemplo.

            La cadena venezolana TELESUR recibe más dinero que los periódicos bolivianos que crean empleos y pagan impuestos en el país. Más que las radios que sientan soberanía en el lugar más lejano del territorio nacional y mucho más que cualquier canal universitario. A cambio, la sumisión de sus reporteros.

            Los periodistas bolivianos de base lucharon muchos años, desde sus medios o desde la investigación, para lograr el Nuevo Orden Informativo Internacional; para avanzar en el equilibrio de la información y en el flujo de las noticias norte sur y viceversa.

El populismo impone un esquema de desinformación y noticias falsas, erradica la crítica y la búsqueda de la verdad. Usa el arma más sencilla: paga el silencio.  

Los nuevos periodistas millonarios se visten de azul. Les encanta el socialismo caviar. ¿Qué pasará cuando falte la chequera del (no) estado plurinacional? Por lo pronto, mientras existan bolivianos que trabajan legalmente y paguen impuestos, tienen asegurados contratos y pautas publicitarias. El esquema de la sumisión funciona.

           

           

           

           

lunes, 5 de septiembre de 2022

LOS MUÑOZ, UNA FAMILIA DEDICADA A LA INGENIERÍA BOLIVIANA

 

 

            Hace siglo y medio comenzaba en Bolivia el desarrollo de la ingeniería como una  profesión moderna ligada al progreso en la producción minera, petrolera, en la construcción de caminos y puentes y en la urbanización de las ciudades.

           

El coronel Juan Luis Muñoz López (1847-1905) era hijo de Mariano Donato Muñoz, importante político del siglo XIX y de Úrsula López. Se formó empíricamente y fue uno de los primeros ingenieros geodestas de Bolivia. En las últimas décadas del siglo XIX resalta su labor en la Mesa Topográfica, siguiendo la huella de pioneros como el teniente coronel Juan Ondarza que trazó el primer mapa oficial de la República de Bolivia.

Muñoz cumplió también un importante rol en las exploraciones en el norte de Bolivia y en la delimitación de la frontera con Argentina.

            Juan Muñoz Reyes (c. 1870-1962) era hijo de Juan Luis y de Carmen Reyes Ortiz, descendiente del intelectual Serapio Reyes Ortiz. Fue uno de los primeros ingenieros bolivianos formados en el extranjero (Lima, Perú), fue fundador de la SIB y su primer presidente. Se casó con Esther Goytia Gutiérrez, hija del famoso empresario paceño y político liberal Benedicto Goytia, en 1914.

            Víctor Muñoz Reyes (1879-1937) era otro de los hijos de Juan Luis. Se casó con Carmen Ibargüen Ceballos, descendiente de una de las familias hacendadas que habían intentado consolidar la producción de tabaco y verduras en sus propiedades de los valles interandinos.

            Jorge Muñoz Reyes Ibargüen (1904-1984) era uno de los doce hijos de esta pareja. Nació en La Paz, donde inició sus primeros estudios escolares. Luego, cuando su padre fue enviado como el primer embajador de Bolivia ante el Japón, terminó sus estudios escolares en Tokio. Siguió su formación en Oakland y en Berkeley (ambas en California, Estados Unidos) donde se graduó como ingeniero geólogo. Ahí cursó también postgrados en petróleo.

            De retorno a Bolivia, continuó con su formación en geografía, minería y geología, recorriendo el inmenso territorio y adquiriendo más libros para la extensa biblioteca de sus antepasados, que aún se puede admirar en el barrio de Sopocachi. Es considerado la mayor autoridad en el conocimiento de los yacimientos mineros bolivianos.

            Por sus conocimientos, fue nombrado Director General de Aprovisionamiento de Combustible durante la Guerra del Chaco, cumpliendo uno de los roles más silenciosos y a la vez imprescindibles para defender la soberanía nacional. Posteriormente, como se dijo, fue uno de los fundadores de YPFB y su primer gerente general.

Cuando el gobierno nacionalizó la Standard, Jorge Muñoz Reyes Ibargüen ingresó a estudiar derecho a la Universidad Mayor de San Andrés, donde se graduó primero en Ciencias Políticas y Sociales y posteriormente obtuvo su título de abogado. Su objetivo era defender los intereses bolivianos para lograr un fallo favorable.

En las siguientes décadas, mientras enseñaba en la UMSA, se dedicó a estudiar y a publicar información relacionada con los hidrocarburos, como el nuevo importante recurso natural que podía aprovechar el país. Jorge Muñoz Reyes llegó a ser rector de esta universidad en 1961. Fue también fundador y primer presidente de la Academia de Ciencias de Bolivia.

Otros hijos de Víctor Muñoz Reyes estuvieron también vinculados a la ingeniería y participaron en la guerra del Chaco. Juan Víctor Muñoz Ibargüen (La Paz, 1906-2002) se graduó también en la Universidad de Berkeley, como Ingeniero Civil. Retornó al país para incorporarse como ingeniero a la Guerra del Chaco, donde desempeñó funciones en la Dirección General de Etapas. Realizó diferentes trabajos relacionados con la red caminera y tuvo a su cargo el levantamiento del plan regulador de Camiri.

            Fadrique Muñoz Ibargüen (1909-1966) era ingeniero agrónomo graduado en la Universidad de Davis. También retornó al país para alistarse en la Guerra del Chaco. Fue destinado a la Tercera División donde se mantuvo hasta el final del conflicto. Luego ocupó otras funciones como ingeniero agrónomo en la Corporación Boliviana de Fomento (CBF). También fue ministro de Minas y Petróleo y Contralor General de la República.

Reynaldo Muñoz Ibargüen (La Paz, 1913-1963) fue uno de los primeros estudiantes becados en México para estudiar ingeniería petrolera. Retornó a Bolivia para prestar sus conocimientos en la flamante empresa estatal YPFB como ingeniero geólogo por casi 20 años. Fue uno de los primeros superintendentes de Camiri. Luego, fundó Mandeyapegua y pasó por Sanandita, Bermejo, para volver a Camiri como jefe del distrito sur de explotación entre 1956 y 1957. En 1962 fue invitado a trabajar por la empresa petrolera nacional de México, Pemex, en la Ciudad de México, donde falleció a los 49 años.

Mercedes Muñoz Reyes era otra de las hijas de Juan Luis. Ella se casó con Francisco Mariaca Pando, con quien tuvo diferentes hijos. Uno de ellos fue Guillermo Mariaca Muñoz (1908), graduado en Estados Unidos como ingeniero petrolero. Mariaca Muñoz ayudó a fundar y organizar YPBF en sus primeros años. Su nombre aparece en varios debates organizados por la SIB sobre la empresa y sobre el futuro petrolero de Bolivia.

Mariano Donato Melo tuvo otros cuatro hijos con Rosaura Quevedo. El segundo de ellos fue Andrés S. Muñoz Quevedo, nacido en 1859, y héroe en la Guerra del Acre. Él se casó con Domitila Fernández y fueron padres del ingeniero Carlos Augusto Muñoz Fernández. Él fue uno de los primeros ingenieros eléctricos -sino el primero- de Bolivia y murió en 1930.

El tercer hijo de Donato Muñoz Melo y Rosaura Quevedo fue Rafael Víctor Muñoz Quevedo. Él fue el primer ingeniero boliviano graduado en Lima. Se casó con Isabel Roldán, con quien tuvo cinco hijos. Entre ellos, los ingenieros Carlos Muñoz Roldán y Rafael Muñoz Roldán. El primero fue ingeniero constructor graduado en la Universidad de Lausana y fue ministro de Obras Públicas en 1946.

 

Imaña Castro, Teodosio (1984, agosto 10) “El humanista y el universitario”. Semana-Última Hora, p. 8.

Sanjinés Goitia, Julio (1989, febrero 26) “Los Muñoz, cuatro generaciones de ingenieros al servicio de Bolivia”. El Diario, p. 3-6.

Siles Guevara, Juan (1984, agosto 10) “Jorge Muñoz Reyes, geógrafo”. Semana-Última Hora, p. 6.

 

También se realizó una entrevista a Gonzalo Muñoz y se consultó la siguiente página web:

https://gw.geneanet.org/julio4?lang=en&pz=julio+eduardo&nz=palacios+san+martin&p=jorge&n=munoz+reyes+ibarguen (último acceso, 21.07.2022), y el Cuadro Genealógico Muñoz Reyes/ Ibargüen elaborado por Silvia Schulze Muñoz de Vidangos, 2021,s/e.

 

viernes, 2 de septiembre de 2022

EL ÚLTIMO CONVITE

 

            El pasado jueves 25 de agosto, los bolivianos contemplaron el único carnaval urbano en el cual buena cantidad de quienes desfilaban y quienes observaban asistió obligada. Algunos hasta reciben un platillo de comida, sin necesidad de comprarlo.

            La marca de la fiesta, similar a otras celebraciones carnestolendas, fue la abundancia de bebidas. En algunos casos, se pudo ver al final del convite a los invitados con pasos inseguros subiendo a los buses que los habían traído gratis desde diversos lugares.

            Los prestes mayores disputaban en elegancia y disfraces novedosos. Uno lucía lentes y guirnaldas blancas y azules primorosamente preparadas por las floristas; seguramente, un regalo; igual que las banderitas.

            A un lado, estaba otro personaje disfrazado como los niños en los festivales de las escuelas: ponchillo rojo encima del conjunto de chompita y pantalones oscuros, zapatos de moda internacional. Lucía un sombrerito similar al que llevan por todo el país las bandas de “Los intocables”. Había expectativa, pero esta vez no bailó y ¡no cantó la melodía del Cóndor Pasa!

            Al otro extremo, imitando al enojo y misterio de los agentes de seguridad, apareció- sin ser parte de los prestes de esta gestión- otro guatón disfrazado con casco de minero (de empresa estatal o de cooperativista, no se supo). Sus oscuros lentes escondían su mirada, aunque no su gesto.

            Ninguno de ellos, ni los otros conjuntos tenían barbijo para cubrir la nariz y boca, pese a las recomendaciones del Ministerio de Salud y del Colegio Médico para evitar más contagios en la última ola de la pandemia del COVID 19. No era de su preocupación pues si enferman pueden curarse en Brasil o en Cuba, o comer pasto. O, por último, ocupar una de las escasas camas de los hospitales financiados por los paceños que trabajan de sol a sol.

            La mayoría de las agrupaciones lucían blusas, sombreros, banderas de color azul. ¿Una imitación de los devotos del Señor de los Milagros que se visten de violeta cada octubre? Había también vestimentas multicolores, banderas rojas, letreros, pancartas, wiphalas y muchos, muchos palos. Llegaron de ciudades, de provincias, del área rural. Un matutino local informaba emocionado: más de 100 organizaciones estaban comprometidas.

            Algunos de los que desfilaron salieron de distintos puntos de La Paz, en grupos pequeños. Al caminar soportaban estoicos los silbidos o algún insulto: “pagados, vendidos, vayan a trabajar”. Y seguían su recorrido, cabizbajos.

            Era jueves, pero parecía sábado. Todo estaba detenido desde las alturas de El Alto hasta las bajuras de la ollada. Unos cubrían el carril de subida de El Prado, mientras otros pasaban vociferantes por la vereda del frente. No interesaban las consignas, los motivos, las razones. Gritaban.

            Al este, un grupo de agricultores yungueños no entendía cómo su protesta había desencadenado semejante reacción. Un puñado de familias había provocado tanta ira en los poderosos prestes, o ¿era solo una demostración? ¿Para qué? ¿Por qué?

            Mientras, en algunas aulas, los estudiantes que pudieron llegar a tiempo intentaban aprender a leer, aunque los prestes les dicen todo el rato que ese esfuerzo es inútil.

            En fábricas, almacenes, oficinas, los bolivianos que trabajan y pagan impuestos continuaban con sus obligaciones, conscientes que su sudor había sido usado, una vez más, en un convite azul.