viernes, 27 de enero de 2017

DE PUENTES DE PRECIPÌCIOS


MINISTERIO DE LA PRESIDENCIA: DE BOLIVIA

            En la última década el Ministerio de la Presidencia de Bolivia ha concentrado el poder económico, al encargarse de repartir dinero a través de programas asistenciales dentro o no del programa social y de desarrollo del estado; y el poder político, al juntar las tareas de vocero, de primer jinete en la arremetida contra “el imperio”, contra los políticos ajenos al partido oficial y contra la prensa.
            Sin embargo, no siempre fue así. Una visión rápida al pasado nos permite comprender que en la historia de la República de Bolivia, el Ministerio de la Presidencia- con diferentes nombres- cumplió más bien el rol inverso, el de crear puentes de relacionamiento interno, con el Poder Legislativo, con los otros partidos, las instituciones y la sociedad civil.
            Sobre todo en la etapa democrática iniciada en 1982. Los gobernantes fueron muy cuidadosos para elegir a su “room made”, es decir al secretario/ministro que los acompañaría “cama adentro”, al del “rancho” compartido. Destacan figuras como Gustavo Fernández, culto, internacionalista, académico, capaz de proteger a Jaime Paz Zamora, sin necesidad de insultos ni encargando documentales a algún corresponsal extranjero.
            Uno de los ministros más emblemáticos en esa cartera fue José Guillermo Justiniano, quien cumplió una gestión de relacionamiento con la sociedad civil y de coordinación entre los ministros con una visión de largo plazo, dentro del Plan de Todos (1993-1997). Su trabajo, más silencioso que estrepitoso, lograba desarmar conflictos sociales a través del diálogo en el propio Palacio de Gobierno. Sobre todo evitaba la exposición innecesaria o sobre exposición del Presidente Gonzalo Sánchez de Lozada. Por ello, en esos años de modernización del Estado, se pensó que el puesto era el germen de un futuro cargo de Primer Ministro, en una democracia más parlamentaria que presidencialista. Mauro Bertero fue el rostro amable del gobierno constitucional de Hugo Banzer.
            Tampoco se puede olvidar a Salvador Romero P., extraordinario profesional, que aceptó el cargo de Secretario Ministro en medio de la grave crisis de 1979. Su leal actuación en defensa de la vida y del honor de la Presidenta Lidia Gueiler, durante el golpe militar de 1980, están certificados por múltiples testimonios.
            Personalmente conocí el trabajo incansable de José Galindo en el gobierno de ciudadanos que encabezó Carlos Mesa (2003-2005) afrontando un complejo momento político. La cara opuesta de su antecesor Carlos Sánchez, quien inició el rol de confrontación en esa cartera.

ANTECEDENTES INSTITUCIONALES

            Los antecedentes institucionales del Ministerio de la Presidencia se remontan a la Primera Ley de Organización Política y Administrativa, firmada en 1888, es decir dentro de la primera etapa de estabilidad política y crecimiento económico, cuando se consolidó  el Estado liberal. En ese instrumento legal se nombra a un "Oficial Mayor", como el encargado de sentar en un libro especial de actas los acuerdos del consejo de gabinete.
            Aunque no encontramos la resolución legal, en los años 40 existía la figura del Secretario General de la Presidencia, más administrador que político y quien se encargaba de organizar la agenda del Presidente y de algunas tareas de coordinación. Algunos testimonios recuerdan el rol de mediación que cumplía esta persona para que se den audiencias presidenciales por diferentes motivos.
            Recién en 1970, casi un siglo después del primer ordenamiento del Poder Ejecutivo, dentro del ciclo militar del Capitalismo de Estado, se aprobó mediante Decreto Ley 09195 la "Ley General de Bases del Poder Ejecutivo."
            En esa ley se formalizó el cargo de Secretario General de la Presidencia de la República, el mismo que "será desempeñado por un Secretario General con rango de Ministro que tendrá a su cargo la coordinación de todas las actividades de la Presidencia de la República y del Consejo de Ministros, la coordinación de las disposiciones legales relacionadas con el Poder Ejecutivo y, la orientación y control de los procedimientos de documentación y archivo".
            Dos años más tarde, durante otro gobierno de facto que concentraba el poder, se aprobó el Decreto Ley 10460 "Ley de Organización Administrativa del Poder Ejecutivo".
            En esa norma se nombraba a un Ministerio de Planeamiento y Coordinación de la Presidencia de la República. Ese mismo instrumento creó un sistema de gobierno con base en cuatro consejos que se interrelacionaban, de los que el más importante fue el Consejo Nacional de Coordinación y Planeamiento, CONEPLAN.
            Otros artículos normaban el rol del Secretario General, quien además de las funciones de coordinación interna, debía organizar el órgano central del sistema jurídico, la documentación y el Archivo.
            El D.L. 11353 de 1974 transfirió esas funciones al Ministerio de Planeamiento y Coordinación, pero semanas después otro decreto volvió a crear la Secretaría General de la Presidencia, con funciones poco claras por sobreposiciones con el Ministerio de Planeamiento y Coordinación.
            En 1981, el D.L. 18633 reformuló la Secretaría General de la Presidencia de la República con rango de Ministerio, con las tareas de coordinar el Consejo de Ministros y canalizar los asuntos pendientes.
            Ese mismo Decreto-Ley creó la subsecretaría de la Presidencia de la República y la Dirección Jurídica en Materia Agraria y la Administrativa, además del Departamento de Administración de la Secretaría General, la Dirección del Archivo General y la Gaceta Oficial.
            A los pocos minutos de la posesión presidencial, en 1989 se firmó el primer decreto presidencial 22292, para modificar expresamente la denominación del Ministerio de la Secretaría General de la Presidencia por la de Ministerio de la Presidencia, "que tendrá las subsecretarías necesarias para el cumplimiento de sus fines". Se encarga a una futura redacción de reglamento interno la organización del Ministerio.
            Además de la coordinación interna, el nuevo Ministro debía realizar gestiones y misiones especiales encomendadas por el Presidente.
            Es importante notar la gradual importancia política del puesto, desde su inicial tarea de secretario de actas a la coordinación interna y luego como responsable de las misiones especiales del Presidente de la República, hacia el exterior del Estado.
            Informalmente, de acuerdo a la memoria oral y a recortes de prensa de diferentes épocas, el antiguo Secretario General adquirió características de vocero de la Presidencia, y del gobierno, tarea no especificada legalmente, pero que aportó para aumentar el peso político del cargo.
            El diseño del "Plan de Todos", la conceptualización del Desarrollo Sostenible, y la formalización del nuevo estado regulador y de sus tareas explicitadas por el PDGES, precisaban de un nuevo ordenamiento de las funciones dentro del Poder Ejecutivo, cuyo principal motor era la nuclearización acorde con la nueva política integral.
            El Ministerio de la Presidencia era el rostro más visible de la modernización del estado desde 1993 al 2005 y de los procesos de participación popular y de descentralización administrativa. Tradicionalmente también se ocupó de mantener el Archivo que en general es la memoria de cada gobierno desde 1825, otrora abierto a los ciudadanos que querían investigar ahí.
            Por eso fue también una cartera con personal de carrera, otras convocadas por el Servicio Civil y sólo un puñado era de libre nombramiento.

ATRIBUCIONES ACTUALES

            El Ministerio de la Presidencia en el Estado Plurinacional de Bolivia cumple un rol también articulador con la sociedad civil, específicamente con las “organizaciones sociales” (D.S. 29894), a las cuales se socializa y comunica las políticas oficiales.
            Entre sus competencias está instalar y construir capacidades institucionales ejecutivas en cada departamento mediante gabinetes territoriales para fortalecer la “articulación de políticas públicas en diferentes niveles”.
            El actual ministerio tiene trece objetivos estratégicos y se propuso en la pasada gestión 28 objetivos relacionados sobre todo con la idea de negociar y articular.
            Su Visión es: “En 2017 somos una institución moderna, eficaz, eficiente, transparente y estratégica en la construcción del Estado Plurinacional comunitario e inclusivo con organizaciones sociales empoderadas en el proceso de cambio, que utiliza mecanismos de negociación, comunicación, articulación y coordinación fluidas en el seguimiento, evaluación y socialización de resultados entre Estado y Sociedad en cuanto a políticas económicas y sociales, reconocida por la población boliviana y por sus servicios de calidad en la búsqueda del vivir bien”. Posteriormente se agregó la frase “y la construcción de la patria en el marco de una plataforma de gobierno electrónico.”
            A fin de año, podremos evaluar si esta Visión fue cumplida o no y cómo avanzó el Plan Estratégico Institucional 2013-2017. Algunas pistas ya aparecen, por ejemplo el Plan se proponía como primer asunto “mejorar el acceso a la información”; sin embargo no hay acciones para permitir aquello. De hecho, por ejemplo, la polémica Unidad de Gestión Social no tiene página web, o por lo menos no se puede abrir desde hace meses. Tampoco está el nombre del responsable de la Unidad de Transparencia y el trabajo de ésta, mucho menos cómo pasó lo que pasó en los manejos de Gabriela Zapata. Tampoco se conoce qué hace a Unidad de la “revolución institucional” ni qué avances tuvo la “Representación Presidencial de los Ayllus en Paz”.
            Lo que no pudimos encontrar en ningún documento oficial del MINPRE, ni en sus objetivos de gestión, qué unidad y bajo qué presupuesto se ubica la contratación directa de extranjeros para realizar documentales sobre la historia de la relaciones con Estados Unidos (qué dice la Cancillería?) y contra medios y periodistas bolivianos. ¿Es ésta la gestión por resultados que prevé la Ley SAFCO y suscribe el MINPRE?

            (Con base en documentos originales del Ministerio de la Presidencia).



ONCE AÑOS DESPUÉS



            En abril de 1963, Víctor Paz Estenssoro- ya decadente- conmemoraba las medidas que once años antes habían cambiado las relaciones del estado con la sociedad boliviana. Aunque la más mediatizada había sido la nacionalización de las minas- después de la del petróleo en los años 30 y de similar audacia mexicana-, era la Reforma Agraria la más revolucionaria.
            Era tal el impacto en el continente que muchos estudiosos llegaron a Bolivia para proponerla en países como Colombia o Guatemala. Las Naciones Unidas comprendieron que era un ejemplo mundial y fue parte de su agenda, tanto que diferentes bolivianos participaron en esos debates. Cuando llegaron los militares no pudieron revertir la entrega de tierras que firmó el MNR.
            En los años 90, Bolivia impulsó otra larga ola para reencauzar esa medida de tantas consecuencias sociales y económicas. Entre ellas estuvo la ampliación de los parques nacionales (áreas protegidas) iniciados en 1939 y la creación de las Tierras Comunitarias de Origen. Recién el 2011 un gobierno se atrevió a dividirlos con carreteras y a liberarlos para la exploración petrolera a cargo de empresas foráneas (venezolanas).
            Paz también recordó otras leyes que subvirtieron el orden republicano, el voto universal que permitió desde 1956 la participación política de analfabetos, mujeres, de personas sin renta. Aunque ya desde la Constituyente de 1938 hubo presencia obrera, en los nuevos parlamentos también participaron campesinos. Paz sabía que ningún futuro gobierno anularía la conquista, con o sin él.
            El derecho de ser elegido fue empoderado en Bolivia con la Ley de Participación Popular. Esa medida sufrió varios embates pero ningún partido pudo derogar el proceso de municipalización de Bolivia, la entrega de la coparticipación tributaria y la participación de las bases. Cuando cumplió once años, países de América (toda Centroamérica) y de África habían imitado a los bolivianos. Igualmente, el sistema mundial reforzó la experiencia boliviana de poder local y descentralización.
            En 1963, Bolivia había logrado una presencia única en el proceso de descolonización en Asia y África. Por eso Argelia creó una plaza con su nombre y Etiopía/Eritrea se beneficiaron con esa gestión. Hay textos de (verdaderos) diplomáticos bolivianos que relatan esa labor.
            Y en cultura…. El MNR había facilitado la multiplicación de las radios sindicales, a pesar que tanto lo atacaban. Creó el Instituto Cinematográfico que produjo lo mejor del cine boliviano (sin censuras ni loas), promovió el muralismo en los edificios públicos y museos de arte, ajenos a la vida de sus jefes.


viernes, 20 de enero de 2017

MILITARES EN LA DEMOCRACIA

No suelo contestar a quienes comentan o critican mis artículos de opinión porque en general respeto esos criterios y esas reacciones. Sin embargo hago una excepción con una nota del Ministro Reimy Ferreira, a quien tanto admiro como poeta del amor. Él realiza un recuento de acciones represivas de las Fuerzas Armadas entre 1982 y 2003, con él cual estoy de acuerdo; sólo escribo detalles adicionales.
            Tal como él relata, las Fuerzas Armadas “no sólo eran utilizadas para defender intereses de empresas extranjeras sino que estaban subordinadas a las fuerzas de la DEA”. Sin duda alguna; por ello es tan incoherente que sus actuales mandos se autocalifiquen como “siempre fuimos antiimperialistas”; que coreen “patria o muerte, venceremos” (consigna foránea) y que suscriban contratos chimbos con los chinos.
            La DEA atropelló permanentemente la dignidad de los uniformados y de la sociedad boliviana. Sin embargo, por ejemplo el ex capitán Juan Ramón Quintana no la atacó entre las fechas que cita (1990-2005). En cambio los periodistas (era yo dirigente del gremio) y la Iglesia Católica organizamos comisiones de denuncia, de visita in situ para verificar esos extremos en el Chapare y comunicarlos al mundo entero. El Ministro Saavedra Bruno en una ocasión, parlamentarios oficialistas y opositores, en otra, nos facilitaron los medios. Mantuve una polémica pública con el embajador de Estados Unidos por el caso boliviano y colombiano; los estadounidenses respetaron mis argumentos.
            El senador del MNR, Guillermo Aponte y otros diputados benianos no sólo enfrentaron las acciones represivas de la DEA, su falsa moral, sino también la llegada de tropas extranjeras con pretextos de acción social. En esta década ningún parlamentario se atrevió a preguntar que hacían militares venezolanos en la zona del uranio (Santiago de Chiquitos), cuántos vuelos con esos uniformados llegaban y salían del país. ¡Ningún aviador indagó qué eran esos aviones de LAMIA en un recinto oficial!
            Recuerda también la masacre de mineros en Amayapampa y Capacirca. Fueron Radio Pío XII y la Red Erbol las que la describieron. Personalmente participé en las marchas convocadas por la FSTMB y, qué curioso, éramos apenas un puñado. Estaba una amiga inglesa, de OXFAM, pero no fue expulsada del país por esa solidaridad.
            Rechazamos interna y externamente la acción militar en 2003 y conocimos a militares como César López que se oponían a ello, oficial que después sufrió persecución personal y familiar.

            Reymi se olvida de Chaparina en su recuento (septiembre 2011) y por qué renunció la ministra Cecilia Chacón. 

viernes, 13 de enero de 2017

RASPUTÍN, UN SIGLO DESPUÉS

        Hace un siglo, en diciembre de 1916, moría el santón Rasputín, inseparable figura del ocaso del imperio zarista y el desenlace de la Revolución de Octubre que en 1917 conmemorará cien años de la mayor utopía y de la mayor frustración de la humanidad en búsqueda de pan y libertad, libertad y pan.
            Gregori Yefinovich (1889?), conocido como Rasputín, un monje curandero, ingresó por azar al palacio real ruso, donde consiguió aliviar la hemofilia que padecía Alexis, el único hijo varón del zar Nicolás II y de la sensible zarina Alexandra. A partir de ese hecho y de embobar a la familia real con mensajes esotéricos, logró manejar al soberano.
            Mucho se ha escrito sobre su capacidad de dominar a las personas a través de un discurso seudo místico, con los argumentos de la época que hoy podríamos traducir como ensayos populistas típicos de las mentes emocionales y poco racionales. Conseguía lo que quería porque combinaba con astucia el temor a perder los beneficios del poder y las sesiones de hipnotismo.
            Rasputín era de la secta flagelante e invocaba a Dios al mismo tiempo que organizaba exuberantes orgías que harían palidecer a los libertinos franceses. Al punto que entre las leyendas que se publican sobre él hay varias sobre sus hormonas y su miembro viril, del que se dice que se conserva como reliquia en un museo moscovita.
            Para describirlo sus biógrafos emplean muchos adjetivos: dictador diabólico, despiadado, feroz, cómo el hijo de campesinos analfabetos logró influir en el poderoso imperio de los Romanov. La aristocracia veía con recelo su capacidad de convicción y un grupo organizó su muerte, al mando del Príncipe Yosupov. Fue necesario dosis de cianuro para matar a un caballo, balas y dejarlo helarse en el río Neva para que muera.
            Un siglo después otros rasputines aparecen en la escena de la política moderna, usando los mismos trucos: mesianismo para que el jefe se crea un predestinado; la amenaza y el obsequio para controlar a las masas; el miedo a la pérdida del poder y a la muerte; el discurso apocalíptico.
            El caso más notable es de la rasputina surcoreana Choi Soon-sil, quien logró tener tanta influencia en la Presidenta Park Geun-hye que provocó su caída en medio del lodo de la corrupción millonaria y escándalos en las empresas públicas.
            Choi es hija del fundador de la secta “Iglesia de la vida eterna” y convenció a la mandataria que ella era una semidiosa por encima de las leyes que rigen al resto de los mortales. Unió sus ambiciones con discursos chamanísticos. Los especialistas describen como una especia de “teocracia” los últimos años del gobierno coreano. Finalmente el pueblo las expulsó a las dos.

            

EN EL HAMMAM

            Desde que llegué a la edad consciente amé los rituales con agua, las fuentes y tinajas, las formas infinitas de darse un baño con agua clara, las espumas, los perfumes, los aceites de semillas, los inciensos y jabones, las pulpas de frutas tropicales.
            Quizá mi herencia marroquí me hizo soñar desde niña con las historias de esas mujeres lavadas con agua de rosas, clara, tibia y perfumada y las toallas de muselina blanca. Muchos son los pintores, sobre todo impresionistas, cautivados por los baños de las mujeres y sus cuerpos mojados. Hay demasiados ejemplos.
            El ritual del aseo, de la limpieza, aparece en las culturas con diferentes intensidades y su sofisticación está ligada al desarrollo económico, a la concentración urbana. A lo largo de los años asistí a diferentes formatos, casi siempre relacionados con la limpia espiritual. Los masajes mayas en la costa mexicana, la sala de piscinas doradas en la campiña coreana, el pasaje híbrido en una casa china, el spa de los moros en Granada, el sauna en plena nevada muniquesa, los manantiales en el Parque Tairona.
            De todo lo que existe, nada se iguala con el hammam de los turcos. Cuenta la escritora turco francesa Kenizé Mourand, hija de princesa y de rajá, su experiencia en el  libro autobiográfico “De parte de la Princesa Muerta”, cuando su abuela la Annedjim Hatitjé Sultana organizó una cita en el hammam del palacio de Ortakoy.
            Así como las inglesas se reúnen a tomar té, las turcas se reúnen para compartir un baño. Son recibidas en el vestíbulo con una lluvia de pétalos de rosas. “Tras quitarles sus charchafs, las kalfas las conducen a los tocadores adornados con espejos y flores. Una esclava les trenza los cabellos con largas cintas de oro o plata y se las sube en espirales sobre la cabeza, luego las envuelven en un pestemal, gran toalla de baño finamente bordada y las calzan con coturnos incrustados de nácar”.
            Luego entran al salón circular para disfrutar el café al cardamomo que las árabes toman para resistir los grandes calores. Después pasan a las salas de vapor donde las esclavas las bañan, las masajean, depilan y perfuman de pies a cabeza. Todo es de mármol blanco hasta salir a la piscina de agua fresca y de ahí a tenderse en la sala de reposo, llena de flores, donde disfrutan bebidas de violetas. “Tendidas voluptuosamente saborean sus sorbetes”.
             “En medio de esta atmósfera de refinada sensualidad hasta las más feas se sienten deseables. En aquella intimidad, la naturaleza oriental, generosa, propicia al placer, libre de prejuicios como de culpabilidad, rompe las barreras de un decoro. Entre estas mujeres abandonadas a sus cuerpos, atentas a su bienestar, hay una feliz complicidad hecha tanto de erotismo como de complicidad infantil”. Se tocan, se acarician levemente y se ríen de las mujeres europeas.
            El hammam está relacionado con el esoterismo. Uno de los maestros del Cuarto Camino George Gurdjief escribe sobre la necesidad de disfrutar esos baños dentro del trabajo interno con uno mismo. Cuenta en su texto “Relatos de Belzebú a su nieto” que estos locales fueron inventados por un asiático en tiempos antiguos.
            La importancia de la respiración no es un proceso sólo nasal sino a través de la piel y en el baño turco se elimina lo que no sirve y se recibe lo que nutre. El invento de la vestimenta obstaculizó el proceso natural y por eso Amambaklutre se fijó en que la acumulación de grasas en la piel causaba muchas enfermedades. La asistencia regular al hammam ayuda al equilibrio.
            Gurdjieff relaciona la eliminación de esa grasa de los poros en el cuerpo con la limpieza más profunda de todo el ser y por ello para comunidades espirituales es vital asistir al hammam (él instaló uno en su escuela en Francia). En cambio, los europeos despiden un tufillo por no asistir a esos locales (escribe en 1930) y lamenta que inclusive alienten su clausura en sus colonias porque lo consideran “indecente”.
            El hammam es un lugar que todos deberíamos disfrutar. En Estambul hay algunos de estos sitios que datan de 1450 y conservan la misma estructura aunque regularmente se renuevan cañerías y se modernizan las comodidades. En casi todos hay un horario para mujeres y otro para hombres.
            Prefiero un hammam que aún funciona en la construcción complementaria a la mezquita azul. Antiguamente, las esclavas o doncellas y hasta algún eunuco se especializaban en bañar a las sultanas y sus amigas o parientes. Actualmente, hay un personal calificado y hay que reservar hora porque una kalfa estará encargada de todo el ritual. En algunos casos, las amigas intercambian roles y una baña a la otra y viceversas, en un juego casi erótico, lleno de risitas y murmullos, que se da donde existen comunidades turcas.
            El hammam tiene la misma forma de una mezquita y la luz y el aire entran por aperturas en la parte altísima del techo, en forma de estrellas, técnica que permite circular al aire y da luminosidad sin requerir vidrios ni cerrojos.
            La puerta está abierta. Nadie toca timbre o golpea porque desde el umbral se respeta el silencio y el misterio. Cada cual sabe su hora y su turno. Entro al vestíbulo, donde en voz baja me entrega el pestemal color marfil, una tanga desechable, suaves sandalias y me indica el rincón con casilleros. Mientras hago un primer contacto visual con las otras visitas, sin hablar, compartiendo un té de naranja y jengibre.
            La muchacha que funciona como mi kalfa (antigua dama de honor en el palacio) se inclina con respeto y me guía hasta un patio. Me pone en cuchillas mientras me lanza chorros de agua helada, luego tibia, fría, otra vez helada, calentita, sin dejarme ni suspirar. Me sorprende cómo siempre empieza por los pies y así mantengo la temperatura adecuada.
            Después paso a la sala del vapor donde una gran piedra de mármol, octagonal, recibe los cuerpos de todas, desnudas, mojadas, sin frío, sin calor, frescas. Cada tanto vuelve la kalfa para invitarme una limonada helada. Sin darme cuenta, mi cuerpo suda, sin sentir el sofoco del sauna. La piel se abre. Contemplo a mis compañeras, me maravillo de la perfección de sus formas, bromeo conmigo misma: “con razón se esconden detrás de tantos velos”. El tono de sus vientres es dorado, senos perfectos y pezones muy oscuros. Unas tienen ojos negros pero otras lucen ojos muy claros. Y los cabellos… mejor dicho las cabelleras…. Hermosísimas, caobas, negras, largas, atadas con su mismo cabello o con horquillas coloridas, o sueltas, salpicando agua.
            Me siento en un ambiente sensual y pulcro, de cuerpos expuestos sin grosería ni maldad. La muchacha me invita a pasar a un poyo de piedra y otra vez me sienta de cuclillas. Recién me doy cuenta que sudo a borbotones. Me pregunta si me siento bien, le dijo que estoy bien y feliz. Comienza a exfoliarme desde los pequeños dedos de cada pie, con una esponja de mar mientras los sistemas del agua que fluye constantemente se llevan mis escamas. Me asombro, se ríe, es “normal” me consuela. Siento que por primera vez limpio mi cuerpo.
            Sigue frotándome. Me sorprende no sentir frío ni calor, aunque estoy sobre una piedra y en una postura que en otro momento sería incómoda. Me toma la cabeza y la revuelve. Sus duras manos no me hacen daño. Después frota con jabón de lavanda un delgado tul y así produce mucha espuma que cae poco a poco sobre mi cuerpo llevándose los restos de las escamas.
            Muchas veces frota el jabón en su tul y me lo pasa por la cabeza, los hombros, la espalda, las piernas. Siento una calidez extraña. Agarra mi cabello y lo frota con otro líquido aromático, no con cuidado, casi con torpeza, apretando grandes porciones de mechones. Lo enjuaga con agua helada. Al final pasa algo suave por mi cara. Estamos listas, me dice, mientras me envuelve en otro pestemal, esta vez color malva.
            Me toco los brazos sin poder acreditar en la suavidad de mi piel ya sexagenaria. Paso a un saloncito donde me orea con otra toalla el cabello y me invita al descanso. Vuelvo al vestíbulo donde me espera un largo diván de fina seda verde mar con almohadones y cojines de tonos claros para apoyar mi cabeza, mis brazos, los pies. Recuerdo la imagen de la Odalisca en el Museo de París.
            En silencio comparto un té caliente, con algo de canela y clavo de olor. Puedo quedarme el rato que desee, me informan.
            Duermo un poco, divisando el cielo azul que se asoma por las estrellas de la bóveda, allá en lo alto. Imagino cómo estará el bello Bósforo, el Puente de Gálata a esta hora.
            Al final paso al masaje con los aceites perfumados. Esta vez es un hombre, blanco y de pelo negrísimo, el encargado de recorrer todo mi cuerpo con sus pulgares para reventar los últimos grumos que aparecen por mis venas, no sé ni desde cuándo. Frota la cabeza para ahuyentar recuerdos negativos y me dejar dormitar otro poco.
            Al salir no puedo creer cómo floto. Me voy a rezar a la mezquita, detrás del sitio reservado a las mujeres. Miro los arabescos, tantos mosaicos perfectamente trabajados, me siento en la alfombra sin zapatos. Siento a mis antepasados.
            Entiendo ahora por qué ellos aman su hammam y por qué aquellos lo prohibieron.


BARRIOS EN PROCESO DE CAMBIO

            El tránsito al 2017 confirma una tendencia que empezó hace lustros y quedó consolidada durante el proceso de cambio- ya decenal-, sobre todo después de la construcción improvisada y descoordinada del Teleférico.
            Sopocachi ha dejado de ser el barrio emblemático del apogeo paceño; barrio de diseño armónico con veredas arboladas y parques continuos, casi cada cinco cuadras, entre ellos el más famoso y recordado, el Mirador El Montículo, datado en 1898. Las construcciones apuradas de edificios son una carga de sombra y de movimiento que no puede ser soportado por sus estrechas veredas. Surgen casas del peor estilo andino, ladrillos sin planos, calaminas y no tejas, puertas de acero para albergar tiendas y ya no zaguanes ni porches con maceteros.
            El colapso de los sistemas de agua potable, de alcantarillado, de parqueos y calzadas está anunciado y ya se siente. Diariamente revientan cañerías de la empresa emblemática del MAS, EPSAS, incapacitada para enfrentar estas presiones por su administración político partidaria y no técnica.
            El Teleférico no fue una solución sino un problema más para el transporte público con una aparente conexión rápida a El Alto pero sin contemplar qué pasa con las miles de personas que ahora disputan a los vecinos un vehículo al centro, a Miraflores o a otras zonas. La Plaza España es la nueva Pérez Velasco.
            Como tal está repleta de dinámicos puestos de venta callejeros, incluso en autos parqueados. Ofrecen camisetas deportivas, calzados de toda procedencia, más allá una señora vende chompas o blusas. Vendedoras de pan compiten con las antiguas panaderías legales y en pleno césped hay ofertas de la gastronomía nacional, más baratas que los restaurantes controlados por la sanidad municipal.
            Lo más notable es cómo desparecen los oficios barriales. En vez del zapatero está una entidad minera. La librería que surtía a todos los escolares está ocupada por una representante internacional. Hay un canal para estatal, una recepción del Ministerio de Gobierno, una semi clandestina red de inteligencia, en vez de la costurera, de la peluquera y del arregla todo.
            Decenas de perros sustituyen a los chiquilines que otrora llenaban el Montículo. Ya no hay hogares, sino departamentos, ya no familias sino parejas o solitarios habitantes. Aún recuerdo como corrían los niños por todo el monte. Sus antiguas casas son ahora oficinas de empresas públicas que no tienen ningún cariño por la zona. No salieron con sus juguetes el 25 de diciembre, como era tan usual, ni con sus risas cantarinas.
  

¿QUIÉN QUIERE SER MINISTRO?

         ¡Qué difícil encontrar personas comprometidas con el proceso de cambio! se lamentaba una autoridad al comentar la necesidad de reemplazar ministros  aplazados hace rato, pero que nunca renunciaron ni fueron renunciados y cuyas deficiencias han estropeado la implementación de los planes oficiales.
            La complejidad quedó ejemplificada en el último enroque en el Banco Central de Bolivia, entidad que se mantiene bajo interinatos. Un técnico altamente calificado fue reemplazado por un octogenario. Un jubilado que ha dejado de aportar iniciativas hace décadas no debería aceptar semejante responsabilidad. Como sucede en los últimos años, un mismo equipo va de uno a otro cargo. Los jóvenes convocados son, en el otro extremo, de una absoluta inexperiencia o de otra profesión.
            Sin embargo están unidos por un símbolo: el puño en alto que- como ya escribimos- significa: no cumplo mi palabra. Los une también la adulación, el llunkerío más lamentable de nuestra historia. Por eso es difícil encontrar técnicos, profesionales con prestigio, que estén dispuestos a amarrar zapatos, a bajar la cabeza.
            Las ministras de este gabinete resultaron un ramillete amarrado. Imagínense a Lidia Gueiler escribiendo loas a Juan Lechín o a Rosa Lema admitiendo humillaciones del Jefe Víctor Paz Estenssoro, encima, en público. ¡Todo un Procurador ocupado de la repostulación! Y los militares….
            Imposible creer que cruceños como Carlos Valverde Barbery soben el hombro a Hugo Banzer, dediquen su tiempo a novelar sus historias de amor extraconyugal o declaren que nadie como él para conducir la Agenda 1971. ¿Dónde quedaron esos cambas de cepo que enfrentaron todo tipo de rigores para defender sus ideales?
            El sometimiento no es propio tampoco del sindicalismo boliviano, otrora la carátula más ética del país. En ningún congreso minero, Víctor López obedeció calladito a Juan Lechín. Ni Simón Reyes, ni Filemón Escóbar, ni Domitila Chungara. Al contrario, mantener su pensamiento propio era parte de su grandeza y la de su líder.
            Dónde encontrar alguna referencia histórica para demostrar si hubo otro presidente del máximo tribunal de justicia lamiendo como un galgo al patrón para garantizarse la continuidad en su cargo (que tanto estropeó, incluyendo alabanzas al sistema judicial chino). ¡Después ellos mismos se quejan de la justicia gangrenada!

            La lisonja es la amistad más perversa porque produce exactamente el efecto contrario, denigra tanto al halagado que deja de ver la realidad, como al súbdito rendido. Un gabinete sumiso es la peor opción para sacar adelante una gestión.