viernes, 26 de octubre de 2018

“MURALLA”



            Hace unos meses, invitada por el Ministerio de Gobierno y por Naciones Unidas, expuse en un seminario interinstitucional sobre el rol de los periodistas bolivianos en el oscuro negocio de la Trata y Tráfico de personas, uno de los delitos más viles y rentables.
            Aquello que hace décadas se ocultaba como “Trata de blancas” es un negocio multinacional, vinculado a grandes capitales que se mueven a través de las fronteras y, además, está relacionado con los otros grandes contrabandos: el tráfico de drogas ilegales y el de armas. En algunos casos extremos, el narcotráfico capturó al estado y ambos actúan como cómplices, ejemplo Venezuela. La venta de armamento de países europeos y de Estados Unidos a regímenes que no respetan los Derechos Humanos y que a su vez trafican con grupos mafiosos, aumenta las ganancias para pocos, mientras poblaciones íntegras son afectadas.
            Antes se asustaba a los niños traviesos contando sobre los “robachicos”, identificando más de una vez a aquel “malvado” con algún inocente mendigo o un gitano de paso. En las dictaduras militares de los años 70 los represores se apropiaban de bebés de las detenidas/desaparecidas. Actualmente, bandas internacionales secuestran chicos para vender sus órganos o para entregarlos a prostíbulos en diferentes poblaciones.
            Aunque muchos medios bolivianos difunden avisos preventivos sobre la Trata de personas, sobre todo de menores, esos mensajes aparecen poco vinculados con una campaña más amplia en coberturas informativas y en páginas de opinión. Salvo algunos casos emblemáticos, el periodismo de investigación no ha mantenido una constante vigilia sobre esa fechoría, que aumenta día a día.
            Hay poco conocimiento de la normativa internacional y nacional y también hay uso poco prolijo de los términos jurídicos y de los procedimientos penales. Los errores de lenguaje en la cobertura policial y/o judicial son demasiado frecuentes en la prensa boliviana. ¿Cómo ayudar? ¿Cómo trabajar para una prevención más efectiva?
            Hay muchas opiniones y opciones. Sin embargo, tampoco existe un trabajo eficiente de los organismos de prevención y de sanción contra ese delito. Escasean los casos policiales exitosos donde se desbarate una banda y se le dé castigo ejemplar.
            “Muralla”, la extraordinaria película de Gory Patiño, revela las aristas peligrosas de esta mafia que comercializa seres humanos. Fernando Arce, Christian Mercado y un grupo de excelentes actores desmenuzan en el film la complejidad de los estamentos reunidos en la Trata: desde el alcohólico hasta el elegante doctor, el silencio de los policías, el dejar hacer de las autoridades.
            En 2005, la Policía Nacional, en un momento de menos represión, menos politización y más institucionalización, obtuvo una aprobación ciudadana del 75% en una encuesta organizada por el PNUD. El camino de su reforma interna fue truncado por Juan Ramón Quintana y el retroceso institucional es evidente.
            Una Policía distraída en cercar las plazas principales de cada ciudad, con jefes nombrados por favor político, sin presupuesto, no puede atender delitos de esa envergadura. Los periodistas ayudarán más y mejor si las fuerzas especiales de lucha contra el delito cumplen su parte.

viernes, 19 de octubre de 2018

SANTO ROMERO DE AMÉRICA


            Junto a la española boliviana Nazaria Ignacia, fue canonizado el salvadoreño Oscar Arnulfo Romero, asesinado en 1980, dos días después que Luis Espinal, mientras elevaba la hostia en el púlpito, donde había vuelto a rogar para que los militares dejen de reprimir a su pueblo.
            Nazaria y Oscar representan dos formas de ejercer la convicción cristiana, la profunda fe en una divinidad y en un mandato de servicio a los demás, de opción por los más pobres y vulnerables. Ahora que tanto barro se echa sobre la Iglesia Católica por los desvíos imperdonables de muchos de sus miembros, hay que recordar también a los otros millares de religiosas y religiosos que entregan su vida día a día, y también su muerte, para atender a huérfanos, a enfermos terminales, a enfermos mentales, a mendigos. Ahí donde ni llega el Estado, hay una vocación al servicio del prójimo.
            La amable misionera no padeció la persecución política. En cambio, Oscar tuvo que lidiar desde sus diferentes ocupaciones con el poder de las 14 familias dueñas de El Salvador y, desde los años 70, con la creciente represión a sus religiosos y obispos. Su muerte desató la larga guerra civil con más de 100.000 muertos.
            Desde los años 60, la Iglesia del Concilio Vaticano II, de Medellín y de Puebla había subrayado su labor pastoral luchando codo a codo con campesinos, obreros y desposeídos para cambiar el estado injusto de la sociedad. Podemos recorrer el continente americano de punta a punta y encontrar curas y monjas estadounidenses, canadienses, mexicanos, centroamericanos, sudamericanos y muchos españoles trabajando en las comunidades eclesiásticas de base, en las parroquias de villas miseria, en los pueblos más aislados.
            Era la misma época del surgimiento de las guerrillas inspiradas en Cuba y muchos caminos de ejércitos populares se cruzaban con los mismos objetivos que los religiosos. Camilo Torres cayó en Colombia por los años en que Ernesto Cardenal fundaba la colonia en Solentiname. En Bolivia, 99 sacerdotes y monjas firmaron el famoso manifiesto de 1973 denunciando a la dictadura de Hugo Banzer. ¡Qué tiempos aquellos!, ¡cuánto compromiso y cuántos sueños! Ahora, la memoria oficial borra esas historias.
            Las tropas acusaban a los párrocos de comunistas y comenzaron a ingresar a los conventos, a torturar y violar a monjas, a matar o a desaparecer a laicos.
            Romero denunció todo aquello con voz firme y constante, más aún cuando asesinaron al combativo Padre Rutillo.  Además, el Vaticano de Juan Pablo II también lo veía a él y a otros curas como peligrosos; oponían la Teología de la Reconciliación a la Teología de la Liberación.
            Su cabeza tenía precio; ya se sabía que los paramilitares bajo el mando de Roberto D’Aubinsson estaban dispuestos a matarlo. Pero no se calló.
            Fue acribillado y la multitud que siguió su entierro también fue baleada en la plaza de la Catedral. Durante años, la oligarquía protegió a los asesinos e intentó diluir la figura de Monseñor. Para los pobres, él ya fue santo desde siempre.
            Hoy, su tumba está en una zona roja. Es difícil caminar hasta la plaza. Después de tanta sangre, los pobres siguen igual en Centroamérica. Lo peor, la izquierda en el poder resultó más corrupta que los antiguos fascistas. También sanguinaria, como Daniel Ortega en Nicaragua.


viernes, 12 de octubre de 2018

¿TENEMOS RELACIONES EXTERNAS?


            El amargo trago en La Haya durará años, décadas, aunque el vicepresidente intente igualar 12 con 3 en sus discursos ante escolares obligados a escucharlo. Enviar notas, hablar mal de los jueces, buscar premios consuelos, no cambiarán el veredicto.
            En cambio, la nación se pregunta cómo funciona el Ministerio de Relaciones Exteriores desde enero de 2006. Aparentemente, en la distribución de poderes, esta cartera fue destinada a dar una imagen internacional de un gobierno indígena. Fueron cancilleres David Choquehuanca, Fernando Huanacuni y sigue Diego Pary.
            Ninguno de los tres tenía experiencia en diplomacia y escaso conocimiento del principal idioma del mundo, el inglés. Choquehuanca venía de un trabajo intenso con las ONGs y pudo viajar dentro y fuera de Bolivia. Sin embargo, era ignorante en el manejo de las negociaciones. Comenzó a desmantelar la Academia Diplomática y a botar a personal de carrera, formado y con capacidad; no tiene ni portal electrónico.
            Peor aún, su exdirector en estos oscuros años, Esteban Ticona A., acaba de publicar algo inaudito: “incluso oí decir a muchos ciudadanos que no es raro que Chile haya pagado a los nueve jueces. Todo es posible, un mundo jurídico nacional e internacional sobornable”. ¿Se dará cuenta de lo que escribió? ¿Podrá probar lo que dice si alguien se anima a juzgarlo? Es el nivel bajísimo al que han llegado para justificar la derrota.
            Varios de sus funcionarios protagonizaron bochornosas escenas en recepciones en alguna representación internacional en La Paz. Terminó como titular de una agónica ALBA. Nunca fue capaz de alentar relaciones internacionales plurales. No se difundieron los informes de la Contraloría sobre los muchos encuentros internacionales que organizó.
            Huanacuni llegó a la Cancillería porque aparecía en un programa de televisión popular con sus ideas esotéricas. Su poco profesionalismo en el protocolo durante la Cumbre de los 77 más China lo sacó fuera, pero luego volvió en un enroque AGL/DCH. Hasta ahora no se ha explicado qué comportamiento personal tuvo al mando del MRREE y por qué no fue denunciado a tiempo. Debe rendir cuentas al país sobre sus acciones.
            Las anécdotas sobre sus “hazañas” no son diferentes de otros masistas y podrían pasar desapercibidas. El problema es que no fue capaz de dirigir una cancillería que acompañe a la negociación en La Haya. No fue capaz de completar desde su despacho lo que avanzaban los agentes especiales.
            Mientras perdíamos las vías fluidas con los países vecinos, incluyendo los que nos compran gas, la Cancillería preparaba visitas de dictadores africanos que no tienen pisada en las naciones democráticas. Se les dio honores sin que Bolivia reciba ningún beneficio con ello.
            Un extremo fue el acuerdo con Bielorrusia para fabricar armas. ¿Cuál fue el interés de las relaciones externas bolivianas para estrechar lazos con ese país? ¿Qué representa Bielorrusia en América Latina? El acuerdo firmado en 2016 fue luego ratificado por el Congreso nacional. Una vez más la senadora Adriana Salvatierra se encargó de hacer de lobista para un interés externo.
            Al cerrar esta gestión, Bolivia está más aislada que hace una década y muy lejos del mejor momento de lo que fue UNASUR. Tiene tensa amistad con Brasil, con Chile y con Argentina y tímidos saludos con Perú y Paraguay. Están suspendidas las relaciones con Estados Unidos y la Unión Europea ve preocupada cómo el voto boliviano defiende a Nicolás Maduro y a Daniel Ortega.
            En vez, en la cancillería se enseña más artes marciales que historia.


viernes, 5 de octubre de 2018

EVO, DE LA CIMA A LA SIMA


            Evo Morales Ayma fue el boliviano más reconocido en el exterior, más que Simón Patiño, más que Víctor Paz Estenssoro. Por años, se escuchó en ciudades dispersas en el mundo algún comentario sobre él, casi siempre con admiración. En América Latina lo vieron como una esperanza, aquel que reivindicaría siglos de opresión.

            Muchos mandatarios quisieron conocerlo cuando participó por primera vez en la Asamblea de Naciones Unidas, los corresponsales se disputaban una entrevista con él, decenas lo fotografiaban y se sucedían biografías escritas o filmadas.
            Internamente, había construido su liderazgo desde el escalón más débil, desde lo rural hasta la capital, desde la coca hasta el gas. Más de una vez repetí que su propia vida lo rodeaba de leyenda: la familia aimara expulsada al trópico, por hambre y sequía; el migrante zafrero en el norte argentino; el heladero y trompetista; el guía valiente de las protestas de su gremio.
            De hecho, desde los años noventa no aparece ninguna figura política con su vigor y capacidad de trabajo. Los dirigentes de la oposición, casi todos perdedores en lides electorales, no le hacen sombra. Morales tiene una gran vocación de poder, de emprendimiento, de riesgo, de coraje y es capaz de pasar y de pisar, sin medir las consecuencias ni la legalidad de sus actos. Así lo quieren demasiados bolivianos.
            Sin embargo, desde que aceptó una candidatura inconstitucional en 2015- ya ensombrecida desde la “interpretación” para habilitarlo el 2010 y el episodio TIPNIS- aquel torrente impresionante, no ha parado de caer y caer y caer, esparcido en gotas sueltas que desdibujan para la Historia todo lo que fue, lo que pudo ser.
            Desde hace un lustro es un nuevo Prisionero de Palacio, rodeado de personajes que saben que sin aferrarse a su casaca- sin chuparle las tetillas- no son nada y no serán nada fuera del poder efímero. Cantos de sirena que no frenaron su ilegal candidatura y llenaron desde “el dedazo” las listas parlamentarias con figuras opacas, listas para el aplauso, duras para la reflexión.
            Anécdotas de maltratos, de pequeños y grandes abusos fueron desgastando la imagen del que quería ser como el Ché, del que era presentado como un Hombre Nuevo, como el indígena que era la reserva moral de la nación. El caso Zapata lo desnudó en su debilidad y cada defensa de sus adláteres no hizo más que embarrar más su imagen. El desconocimiento del NO a su reelección desnudó al político; era otro ambicioso más.
            El costo mayor está afuera, no sólo para él sino para Bolivia. Él fue el 2006 su mejor embajador y él es ahora su peor diplomático. Cancilleres ignorantes de lo que son y por qué son como son las relaciones exteriores afearon los esfuerzos nacionales. Por una lealtad mal entendida, más ideológica que patriótica, prefirió defender a los ensangrentados Nicolás Maduro y Daniel Ortega, olvidó la buena vecindad y a los aliados naturales de Bolivia. Diego Pari votó a favor de los dictadores y de los masacradores en foros internacionales y eso no se olvida.
            La factura es altísima.
            Morales tiene aún una puerta para no salir por la ventana: anunciar que no será candidato el 2019 y que respetará la voluntad popular del 21 de febrero de 2016. Así como Bolivia deberá acatar el fallo de la Corte de La Haya con humildad y sin pretextos.



martes, 2 de octubre de 2018

EL BUEN MORIR DEL TEATRO DE LOS ANDES


            Salía la luna redonda al este de la capilla y se hundían en el horizonte las constelaciones de Leo y de Virgo, mientras llegaban al amplio patio de la vieja casona de Yotala decenas de rostros de artistas y amigos que alguna vez acompañaron al Teatro de los Andes.
            “Es fantástico, sigue la magia, no sé cómo lo logran”, comentó el actor y gestor cultural Marcelo Alcón, desembarcado de Santa Cruz de la Sierra junto al escultor Juan Bustillo, al arquitecto César Morón y a Piotr Nawrot, entre otros que desde los llanos dijeron: “¡presente!”
            Ya en la noche anterior se alojaban en la antigua hacienda Lourdes, al ingreso del pueblo, la consagrada artista y maestra Marta Monzón, el actor Sergio Alabi, Mabel Franco, crítica de artes escénicas y actual directora del Teatro Municipal Alberto Saavedra Pérez de La Paz. Conversaban la plana mayor de “Correo del Sur” y de Radio La Plata con la familia Campos, semillero de artistas, además de amigos de Cochabamba y algunos extranjeros.
            Estaban los vecinos del pueblo, la antigua cocinera, el hortelano y sus parientes, las guaguas ya adolescentes. Exquisitos anfitriones Luchas Achiro, Gonzalo Callejas y Alice Guimarães y sus familiares que dieron tiempo a todos, la bienvenida cálida, el cafecito, un pan con palta, las frutas de temporada y al cierre la estupenda cena con lechoncito al horno como gustaba a Gianpaolo Nalli.
            El motivo de la cita era para homenajearlo, para que todos recuerden sus 25 años como responsable de la administración del teatro. Como escribimos en 1995, él fue el Sancho escondido que permitió que los demás salgan a escena a recibir los aplausos.
            Era mucha su ausencia y muchos lo recordaron en diferentes momentos, en diferentes espacios, como el gestor, el amigo, el comelón, el cómplice, el siempre presente, casi un padre, casi un abuelo. Lo recordaron cantando tonadas del norte potosino, a la Chavela Vargas, los bailecitos yotaleños.
            Eran muchos los ausentes, se los sentía en las charlas, en las añoranzas y al ver en el horizonte las nuevas casas, los recientes inquilinos, las ventanas cerradas.

MUCHOS OTOÑOS
            La mayoría de las personas e instituciones cumplen años, los adultos mayores cumplen inviernos; pasar un invierno es tener una oportunidad más sobre la tierra.
            El Teatro Los Andes cumple otoños. Cada otoño parece llevarse hojas y ramas desde su fundación en agosto de 1991, el mes de los vientos. Primero la muchacha, la mitad de los dos que reunieron ahorros para venir a crear un elenco en una comunidad andina, lejos de la Europa envejecida. Después el español que sólo apareció en “Colón”; más tarde el italiano que hacía de cura y cantaba hermoso; las chicas bolivianas que dieron vida a las reinas de belleza; los muchos collas y argentinos que asistieron a los talleres.
            Se fue la rama más hermosa, nacida en Ferrara, la de voz dulce y temperamento troyano y con ella parecieron quebrarse todos los nidos colgados en las nervaduras ya heridas.
            Se fue el director y pareció un huracán, volaban hojas y hojitas, los verdes serenos de las huertas consumidos por el vendaval, agotados.
            Sin embargo, como podría recordar César Vallejo, ay el árbol siguió de pie y siguió floreciendo, cada primavera, cada verano con nuevas flores y nuevos frutos.
            Hace poco pareció que las raíces se levantaban arrancadas por la guadaña que no respeta tiempos ni esfuerzos. Murió la sabia que las nutría, la sombra y el descanso, la pascana de las turbulencias más violentas.
            Alguien despistado podría creer en la caída final del cedro bajo el hacha mortal de los hombres o bajo la motosierra de los bancos.
            Y ahí está que el capullo portuespañol, la serena Alice/Palas Atenea, es más resistente que las especies nativas y mantiene el frente interno. Ahí está el músico que canta y toca su amado charanguito y sigue caminante, desde El Alto a Varsovia, ida y vuelta.
            Sobre todo, ahí está la profunda raíz que dio y da sentido al Teatro Los Andes, aquel minotauro que, de guitarrero y bailarín, de escenógrafo y carpintero, de actor y comediante se ha convertido en una bestia.
            Porque sólo una bestia como Gonzalo Calleja puede simplificar y significar el acta de nacimiento del elenco de Yotala y ser a la vez el presente y el futuro. Es la raíz profunda porque no se representa a si mismo sino a una historia, de acá y más allá de los mares, la que unió la frescura de la campiña pueblerina con las sofisticadas técnicas de la escena nórdica y centroeuropea.

La OBRA
            “El Buen Morir” representa todo ello y todas las historias de todos nosotros. Representa la muerte decadente y atrevida, pero sobre todo representa al amor en todas sus estancias.
            Conmueve porque no dice nada de Gianpaolo Nalli, a quien está dedicada, pero a la vez dice todo en un pentagrama tan hundido que la conmoción en la sala no podía ser otra que espectadores con la respiración contenida y los llantos brotados.
            Cada abrazo de los amantes es el abrazo de la humanidad, filial, hermanado, amoroso, cansado.
            Quizá los textos, a pesar de las voces colectivas y de los matices poéticos, sean los menos pulcros en el transcurrir de la hora que dura el espectáculo; hasta innecesariamente confusos, en un escenario prolijo y con dos actores que han encontrado su perfecta madurez, la más duradera. El desorden del tiempo cronológico es la columna vertebral narrativa.
            La gran diferencia del teatro boliviano es el manejo impecable de los silencios. Comentaba un afamado actor local que después de asistir a la función sintió que no era ya posible llegar al nivel del Teatro de los Andes. Esos actores están fuera del alcance de la escena boliviana.
               Verla para sentirla, para llorarla.