viernes, 24 de febrero de 2023

SIN NOVEDAD EN EL FRENTE

 

            Es muy fácil terminar la invasión de Rusia a Ucrania, escribió hace poco un columnista europeo. Basta que Vladimir Putin ordene cesar la “operación especial” y miles de vidas podrían salvarse. El planeta podría retornar a una lenta recuperación económica y anímica. Los gobiernos del mundo entero podrían enfocar sus esfuerzos en reparar la salud pública tan golpeada por el virus que llegó desde China.

            Sin embargo, no existen indicios de que el gobernante ruso se atreva a dar ese paso. Al contrario, sus últimas declaraciones y decisiones permiten prever que sigue empeñado en una meta fantasmal, donde él conquistaría territorios europeos como intentó su admirado Josef Stalin.

            Así como el sanguinario georgiano quiso imitar los crueles métodos de Iván el Terrible para mostrar al mundo que un líder puede sobrepasar cualquier límite de respeto al ser humano. La paranoia y la esquizofrenia de Stalin se fueron agravando a medida que mandaba torturar y matar a millones de sus súbditos. Putin muestra también su insania mental y su paranoia, un Atila con misiles.

            En esta semana, al mismo tiempo que leía las últimas noticias de muerte y destrucción en las ciudades ucranianas, veía atenta la película “Sin novedad en el frente”. Ese título me lleva a la infancia porque era una novela muy citada por mi padre y sabía que había una extraordinaria versión cinematográfica de 1930.

            El filme que ofrece Netflix dura más de dos horas. Cada imagen parece un bordado precioso con contenido de horror. Cada escena cuida la fotografía bajo una luz que no es de día ni de noche, sino indefinida. Igualmente, la banda sonora anuncia como una alarma que la siguiente escena de agonía y desesperanza será peor de la que acaba de terminar. Ni en los escasos momentos de tregua cabe la ilusión.

            El protagonista, un joven recluta alemán, sueña con las medallas en el pecho, los himnos y desfiles que esperan a los héroes. Pronto se da cuenta que la realidad es muy diferente a los discursos de los políticos. En el frente sólo existe muerte y más muerte y la máxima victoria es conseguir dos huevos batidos, aunque ese trofeo signifique más tarde el asesinato de su amigo en manos de un niño de siete años.

            El argumento es conocido y no guarda sorpresas. Desde el principio, el espectador sabe que nada saldrá bien. La historia de las trincheras en la Primera Guerra Mundial, sobre todo en el frente germano francés, es uno de los ejemplos más terribles del absurdo de toda guerra. Millones de jóvenes murieron durante tres años intentando avanzar unos metros. Ahí se ensayaron los primeros gases venenosos, las bombas, los lanzallamas.

            Los mandos germanos conocían su derrota, pero aun así siguieron enviando reclutas. Los generales, desde sus pulcros manteles y su vino espumoso, jugaban sobre tableros imaginarios sin reconocer la cantidad de bajas. Igual que, un siglo después, Putin se sienta en su larga mesa, temeroso de todo y de todos, derrotado, y al mismo tiempo enviando más y más rusos a la tumba.

            Lo más angustioso de la película dirigida por Edward Berger es que no es ficción. Siempre hay dirigentes que se escudan en propaganda chauvinista y falsa para sembrar la maldad. El orgullo del Alto Mando del Kaiser ordenó el innecesario ataque final, aunque en pocos minutos, a las 11 de la mañana del 11 de noviembre de 1918, entraba el armisticio después de cuatro años de devastación.

            En 2023 hay más muertes de civiles que de militares en las poblaciones ucranianas. Las tropas rusas no tienen ni la valentía de enfrentar cara cara a quien declaran enemigo. Mientras, los mercenarios del Grupo Wagner, reclutados en las cárceles con permiso de Putin, siguen descuartizando a pobladores y atacando hospitales de niños y escuelas. La resistencia bajo el liderazgo de Volodomir Zelensky no los deja pasar, pero a un costo demasiado alto.

            En Moscú nadie puede criticar al asesino de un juez, a quien torturó con una sierra eléctrica, porque la orden del Kremlin es tratar como héroes a los convictos que retornan del frente de batalla. Hasta la dignidad histórica de los soldados que lucharon en Leningrado es burlada y pisoteada por los invasores.

            En la Plaza Murillo, silencio en el Palacio y en el Parlamento. Luis Arce abraza a los enviados de Putin. El embajador ruso se pasea por Bolivia. El torpe canciller sigue con su discurso: Bolivia no condena la invasión porque fue víctima del imperialismo yanqui en los años de la Guerra Fría. Otra ocasión más para convertir al (No) gobierno en un autómata sin pensamiento propio, extraviado en su desconocimiento de la Historia.

           

viernes, 17 de febrero de 2023

ESCASA NARRATIVA

 

            ¿Qué distingue la narrativa de partidos políticos, agrupaciones ciudadanas, candidatos de la oposición, plataformas y demás organizaciones que resisten al gobierno del Movimiento al Socialismo? Aparentemente, el discurso alternativo intenta cobijarse bajo el paraguas del respeto a la democracia y al Estado de Derecho.

            Sin embargo, en los hechos y en el propio mensaje cotidiano no existe coherencia con ese enunciado. Es más, a veces las declaraciones, los comportamientos y las acciones de los autollamados demócratas están lejos de los principios esenciales de la democracia.

Existen contradicciones. Por ejemplo, cuando algún dirigente critica la reelección y al mismo tiempo no busca la renovación en su propio partido. O su partido es un partido/empresa. Algo similar ocurre en sindicatos, asociaciones o en entidades como la propia Asamblea Permanente de Derechos Humanos de Bolivia.

            A ello se suman las dificultades materiales. El MAS cuenta con un inmenso caudal que se nutre con aportes voluntarios de militantes, pagos obligados de doscientos mil funcionarios públicos, dineros estatales, pagos extraordinarios como el de YPFB a los dirigentes cocaleros. Existe la sospecha de que también fluyen dineros de origen más oscuro, generados en Bolivia y externos.

            Además, como repetimos regularmente, el MAS forma parte de la internacional del socialismo caviar (también lo llaman del capitalismo salvaje) que le da eco regional y mundial. O con el servicio de agencias como la oscura Neurona, denunciada en varios países, pero siempre impune.

            El caso más dramático es el del invento del golpe de estado para explicar el desenlace de la protesta ciudadana de 2019. La narrativa del MAS recortó rápidamente los antecedentes, como su derrota en el Referendo del 2016 (derrota a pesar del Tribunal Electoral masista). En cambio, posesionó la idea de que el litio era el centro de la disputa.

            Personajes como José Mujica no dudaron en respaldar el argumento. Otros se conmovieron por la imagen de Evo Morales en una carpa de nylon rosado, sin cuestionar cómo alguien perseguido podía esconderse con tanta fosforescencia y celular en mano. La “cantaleta” como bien la califica la Iglesia Católica, sigue y recrudece cada que la economía nacional se hunde un poco más.

            Desde la oposición no hay una narrativa suficiente para contrastar. Tampoco desde los medios de comunicación que tienen otras voces a la oficial. Por ejemplo, visitó Bolivia un influyente miembro de “El País” de España y periodistas locales lo entrevistaron deslumbrados por su poder, en vez de cuestionar por qué ese medio no intentó ni intenta entender las protestas ciudadanas bolivianas; al contrario, confunde.

            La agenda la pone el MAS. La oposición se limita a reaccionar. Evo sale en las noticias de forma permanente, directa o indirectamente. Hay periódicos que le dan hasta siete titulares diarios en estos tres años, por si juega, por si viaja, por si dice. Morales sabe muy bien como enredar a los comunicadores ingenuos (o quizá no tanto).

            Los reclamos de los médicos o de los discapacitados o de los potosinos, el paro de 30 días en la región más próspera, el secuestro de un gobernador, la golpiza a periodistas, no logran la atención de las agencias de noticias. La tarea más urgente del Comité pro Santa Cruz, para dar un ejemplo, es revisar sus palabras, sus gestos y construir una línea comunicacional de largo alcance, si quiere avanzar de la resistencia a la propuesta nacional/ regional. Información es poder, hay que recordar siempre.

            Asuntos internacionales como la invasión rusa a Ucrania, las acciones del Grupo Wagner, los saqueos chinos de materias primas en América Latina, la situación de los presos políticos nicaragüenses, la construcción de casas israelíes en territorios palestinos, las masacres en México o la destrucción de la Amazonía no aparecen en la narrativa de la oposición.

            Existen voces aisladas, de vez en cuando, sin conseguir articular un discurso diferente para una Bolivia con un horizonte distinto a estos tres lustros. Un país, al borde del Bicentenario, seguramente sin salida soberana al mar, pero al menos con una mirada que deje de ser mediterránea y localista.

 

martes, 14 de febrero de 2023

LIDERAZGOS OPACOS

 

            Hace una semana resumí apretadamente algunos ejemplos de la disposición de los ciudadanos bolivianos, sobre todo en los espacios urbanos, para resistir, combatir y derrotar iniciativas autoritarias, arbitrarias y/o con matices dictatoriales. La segunda parte de esa reflexión es relacionar esa capacidad de organización espontanea, mayormente pacífica y valiente, con los liderazgos políticos y sociales.

            Aunque existe un dicho popular que asegura que cada pueblo se merece el gobierno (y la oposición) que tiene, hay que volver a preguntar: “¿Se merece la población  boliviana los líderes que tiene desde hace dos décadas?

            Los habitantes de este territorio tienen derecho a ser guiados y a votar por personas que respondan a las expectativas y reflejen el coraje y la alegría de las familias que salen una y otra vez a las calles. No los pagados, los embriagados, los que reciben fichas y un sándwich, sino aquellos que mantienen la utopía de ser más libres.

            Sin embargo, la contraparte de dirigentes o candidatos de partidos políticos estuvo y está lejos de dar la respuesta oportuna y necesaria. La gran movilización del 2016, que obviamente tenía una mirada más lejana que solo censurar el enriquecimiento de la Zapata y los empresarios chinos, no tuvo un resultado coherente.

            Los candidatos (y los voceros) de los diferentes partidos no lograron un plan alternativo y fortalecido para contrastar con el poderoso esquema del oficialismo. No existen partidos bolivianos que consigan la red internacional (ideológica, académica, mediática) que tiene el Movimiento al Socialismo en todo el mundo. No existe la propuesta completa de un modelo alternativo.

            La huida de Evo Morales y del grupo palaciego fue aprovechada por un puñado de políticos absolutamente ajenos a lo que fueron los 21 días de movilizaciones en lo ancho y largo del país y en capitales europeas y americanas. Al contrario, Jeanine Añez no será juzgada por la historia por un inexistente golpe de estado, sino por su ambición personal que traicionó la movida ciudadana del 19 y su presidencia por azar.

            Miembros del partido Demócratas que no habían alcanzado ni el 4% de los votos (incluidas las irregularidades de las elecciones) capturaron ministerios, direcciones y puestos claves en la burocracia central con escaso conocimiento del manejo del Estado. Aparte, flamantes funcionarios tardaban más en posesionarse que en invitar a sus amigos y en inventar esquemas para su propio beneficio. El raudo saqueo  de ENTEL es solo un ejemplo.

            En 2020, se confirmó la tendencia de los “evitos” para imitar al “jefazo”. Añez quiso candidatear junto a Samuel Doria Medina. Es el más nefasto ejemplo, pero no el único que ilustra la decadencia de quienes critican las prácticas del MAS.

            Las torpes preguntas de los multitudinarios cabildos en Santa Cruz (y los coros sin razonamiento) también muestran la escasa visión de los dirigentes. Se equivocan quienes piensan que el respaldo a una entidad y a una causa es un apoyo personal. Resoluciones que reflejan ignorancia de la historia nacional, del rol que cumplió cada territorio, cada sector económico y social, cada segmento a lo largo de doscientos años.

            Así, la primera  condición de los futuros líderes y candidatos debe ser el respeto a las reglas de la democracia y también conocer Bolivia. No más discursos de quienes nunca entraron al Cerro Rico ni cruzaron un río amazónico, ni sudaron en el Chaco. No más líderes que no leen los textos de historia de los historiadores competentes. No más gente que no lee periódicos, sobre todo las páginas de opinión. No más personas que quieren dar soluciones y ni siquiera aprenden la agenda internacional.

 

 

viernes, 3 de febrero de 2023

LA CIUDADANÍA GANA LAS PULSETAS

  

            Existen espacios en la resistencia política del pueblo boliviano que ninguna violencia masista logra vencer. El primero es esa movida difusa pero activa y siempre presente que defino como “ciudadanía”; esa gente que sale una y otra vez a enfrentar los abusos. El segundo es el Comité Cívico de Santa Cruz, una de las pocas entidades que ha conseguido mantenerse unidad en sus divergencias, mientras muchas otras sufren paralelismos oficiales o sumisiones clientelares.

            La movida durante el primer semestre de 2016, más allá de los intereses particulares de algunos políticos, fue ante todo una rebeldía ciudadana, urbana, interclasista. La gente sentía una motivación para expresar muchos asuntos atorados. La lucha fue alegre: los memes, las bromas, los comentarios. Miles de iniciativas anónimas para decir “NO”.

            El régimen y sus personajes represores no consiguieron en ningún momento competir con las risas. Al contrario, las declaraciones del propio amante de Gabriela Zapata o de sus competidores eran material para nuevas burlas. La cereza fueron las declaraciones sobre la “barriguita” de la entonces ministra Marianela Paco, tan floridas, que el propio entrevistador no podía disimular sus ganas de carcajear.

            Había como una euforia compartida que anunciaba la derrota del gobierno, seguramente con cifras mucho más altas que las maquilladas por el sistema oscuro del Tribunal Electoral. Los mensajes masistas fueron siempre de amenaza, de insulto, chicotes, escupitajos, patadas. La sonrisa espontánea no combina con su pensamiento.

            También desbordó ciudadanía la resistencia a las evidentes irregularidades antes, durante y después de las elecciones de 2019. El ciudadano no necesitaba que llegue el informe de la OEA sobre los comicios para darse cuenta de que los datos que vio en su mesa o en su propio recinto electoral no aparecían en el recuento ficticio.

            Otra vez, las redes con sus memes, las convocatorias, las canciones de los grupos juveniles, las bromas en las redes, los disfraces para imitar a las autoridades, la gente en las calles. Como ya dijimos, fue una revuelta territorial, horizontal y vertical y más allá de nuestras fronteras, inédita en nuestra historia.

            La respuesta oficial fue otra vez la violencia, los autoatentados, los incendios, la convocatoria a la guerra civil, la orden de dejar sin alimentos a las ciudades. No podían competir con las composiciones de Marraqueta Blindada o de Luis Rico. Las muertes podrían haberse evitado si no hubiese habido el macabro plan de enfrentar a los bolivianos, como ahora sufren los peruanos. El octubre festivo fue convertido en un noviembre luctuoso.

            Tampoco el gobierno logró contrarrestar con creatividad las protestas de los médicos y sus originales estrategias. No consiguió que el heladero, la vecina, el abuelo, la señora apoyen a los organismos paralelos que intentaron crear.

            En torno a los sucesivos cabildos cruceños, la masiva presencia ciudadana es seguramente lo que más fatiga a los organismos de represión. Ni cubanos ni venezolanos, mucho menos rusos o chinos, pueden dar consejos ciertos para neutralizar a esa movida. ¿Cómo lograr esa espontaneidad para las marchas del MAS? ¿Cómo conseguir al menos trescientos mil ciudadanos en torno a Luis Arce? ¿Por qué no reparten fichas? ¿Cuántos son funcionarios públicos? ¿Cuántos fueron traídos en buses desde otros departamentos?

            Esta semana, la movida fue para apoyar la firma de libros con el objetivo de encontrar un camino para reformar el podrido Poder Judicial. Otra vez, los insultos y las amenazas. Pero la gente hace largas colas, firma e intenta aportar un poquito