viernes, 28 de mayo de 2021

LAS LIBRERÍAS DE BARRIO

 


            Hace unos años lamenté la lenta y sin pausa desaparición de las farmacias barriales donde cada boticario conocía los males que aquejaban a un cliente y le daba consejos fraternales mientras entregaba el medicamento. Las cadenas, a pesar de su origen familiar, engullen a los pequeños establecimientos y alejan imágenes de nuestra infancia.

            Lo mismo sucede con las librerías de barrio; esas islas de tesoros infinitos son sólo fantasmas. Escondidas en un estante de supermercado o en alguna vitrina vendelotodo han perdido su encanto y no marcan recuerdos en los compradores.

            Ahora, Día de las Madres, quiero recordar a dos mujeres extraordinarias que marcaron mi niñez devoradora de letras a través de una librería de barrio.

            En primer lugar, mi madre Beatriz de la Vega Rodríguez, amante de los libros y de las revistas desde su propia niñez. Algún pariente en Cochabamba tenía su negocio librero, donde a veces atendía su primo Oscar de la Vega y ella compraba sus antojos. En La Paz, habitante pionera en “El Montículo”, Beatriz esperaba ansiosa al cartero que traía los últimos ejemplares de las ediciones argentinas con aventuras en “El Tony” y otras de historietas o de novedades cinematográficas; folletines con dramas románticos.

            Ella publicó poemas en el anuario estudiantil del colegio “Inglés Católico” y organizó el grupo cultural de señoritas de Sopocachi. Gustavo Medinaceli la invitó a participar en “Gesta Bárbara”, antes de su hermano, el escritor y bardo Julio de la Vega. Aunque redactó una breve novela, el casamiento y los muchos hijos la alejaron de la narrativa, aunque jamás de la lectura cotidiana y voraz.

            En algún momento entró en relación con otra madre, Corina Camacho viuda de Molina, quien atendía en la librería del barrio, en la Avenida Ecuador, entre Pedro Salazar y Belisario Salinas. Un local pequeño que desde 1958 a 1984 jugó un rol central en los sueños de la familia Cajías.

            La señora Molina conocía los gustos de los hermanos que esperaban ansiosos la llegada quincenal- creo que los miércoles- de las revistas de Editorial Novarro: “Vidas Ilustres”, “Grandes Viajes”, “Mujeres Célebres”, “Joyas de la Mitología”, “Vidas Ejemplares”. Me gustaba pedir permiso a mi mamá para ir a reservar el ejemplar a primera hora porque otros chicos del colegio también esperaban ansiosos esos cofres divertidos.

            Doña Corina nos atendía cariñosamente y anotaba en su cuaderno cuántas revistas llevábamos porque mi padre pagaría la cuenta a fin de mes. Era el goce inmenso del asombro, del descubrimiento, de aprender de memoria biografías insólitas de escritores, de héroes, de dioses. Cada uno podía leer muchas veces cada tomo. Es curioso cómo se recuerdan más esos aprendizajes que combinaban lectura, ocio y placer, que otros formatos más estandarizados, incluso audiovisuales.

            Eran redes sociales acompañadas con el saludo amable, la sonrisa, la búsqueda, la toma de decisiones, la elección, la responsabilidad de escoger la mejor oferta del día.

            La librería de los Molina ofrecía, además, otros baúles fantásticos: cuadernos rayados, libretas cuadriculadas, el tintero, el papel secante, el papel carbónico, la goma para borrar, el tajador y, sobre todo, lápices, lápices negros, lápices bicolores al entrar a secundaria y lo más esperado al cumplir doce años: ¡la caja grande de lápices de colores!

            Revistas, cuadernos, lápices, la trilogía que marcó mi designio.

viernes, 21 de mayo de 2021

ANIMOSIDAD CON LA ÉLITE PRODUCTIVA

 

            Los discursos, las actitudes y las amenazas de Evo Morales y de Luis Arce Catacora contra lo que podemos ilustrar como la élite productiva, a la que parecería quieren ahogar, contradice el objetivo nacional de enfrentar la crisis económica.

            No es una consigna ideológica de encono contra los ricos, pues hay millonarios que gozan del amparo oficial. ¿Acaso los hermanos García Linera devolvieron los 400.000 dólares robados a la universidad pública? ¿Acaso se aísla a los clanes narcos que lucen mansiones, finos autos, clubes de fútbol y avionetas? ¿Algún dueño de lujosos vehículos y salones de fiesta en Ivirgarzama enfrenta inspecciones del SIN?

            Carlos Valverde considera que Arce odia a Santa Cruz. Otros analistas lamentan la vendetta contra la región que contuvo el avance del Movimiento Al Socialismo en momentos de tensión política. Muchos, dentro y fuera de ese departamento, difunden mensajes de protesta por el maltrato a los cruceños. Morales los calificó de flojos; cuando la prensa paceña reprodujo el desatino, la respuesta fue enjuiciar a varios medios de comunicación. Esta semana maltrató a los jóvenes que lograron derribar su autoritarismo llamándolos “pandilleros”.

            Una mirada más larga muestra que el resentimiento del dúo Arce/Morales abarca no solamente a una región sino a un sector de personas, entidades y empresas que- paradójicamente- deberían ser fortalecidas para mejorar la economía nacional. Da la impresión de una hostilidad hacia ellos, aunque son los responsables de la modernidad productiva del país. ¿Quizá porque son una élite con estudios superiores, con conocimiento técnico, con capacidad de imaginar cómo mejorar sus emprendimientos?

            Cuando Arce dispuso el segundo aguinaldo hubo reclamos porque la medida afectaba a industrias, servicios turísticos, clubes, asociaciones profesionales; a pequeñas y medianas empresas. Él respondió altivo que habían ganado dinero suficiente. Él pagaba el segundo aguinaldo con plata del estado y con los aportes de los bolivianos legales. ¿Alguna vez supo cuántos empleos legales se perdieron o cuántas iniciativas productivas cerraron sus puertas como efecto de esa medida?

             La ojeriza es justamente contra los que podrán ser aliados estratégicos para los planes económicos y sociales del gobierno, si los tuviera. Más impuestos, más controles, más persecución contra las empresas que luchan por sobrevivir en un ambiente que no es propicio, pues Bolivia no cuenta con facilidades para acceder competitivamente a la electricidad, al internet, al transporte internacional, a los mercados externos. Enfrentan trámites enredados, aduanas ineficientes, burocracia y corrupción.

            Si el binomio Arce-Morales dedicase sus horas de ocio a leer la historia política y económica boliviana (esa historiografía que recoge datos y biografías), más allá de narrativas ideologizadas, aprenderían a respetar a esa élite productiva a la que desprecian.

            Podrían imitar a esos migrantes que crearon las marcas emblemáticas de alimentos, embutidos, pastas, gaseosas, cervezas; a tantos bolivianos que producen café, té, arroz, aceite, vinos, telas, cartones, cemento, muebles, panes y galletas, máquinas, sueros, jarabes, pomadas, pinturas, quinua, quesos, chocolates.

            Luis Arce eligió a un gabinete con ministros enmudecidos y cada ministerio es una olla de grillos, donde triunfa el responsable de recursos humanos que cobra los diezmos. De ahí no saldrán buenos consejos. ¿No tendrá un pariente, un buen amigo, un conocido con una mirada estratégica que lo ayude a salvarse del naufragio? El tiempo se acorta. Los votos de ayer pueden volverse humo.

viernes, 14 de mayo de 2021

ARCE, CAPITÁN DE LA ZOZOBRA

 

           En las estadísticas mundiales y regionales sobre la lucha contra el COVID 19, Bolivia ocupa lugares desde pésimos, malos a regulares y, con relación a otros países, parece que la estricta cuarentena del año pasado y la asombrosa disciplina de la población impidió una catástrofe como en Ecuador o en Brasil. Sin embargo, el asunto de las vacunas contra el virus se ha politizado al punto de extraviar al Poder Ejecutivo.

            En Bolivia la mayoría de la población se acuesta y se despierta con creciente incertidumbre. Cada amanecer es más difícil entender cuál es el objetivo del presidente Luis Arce y del régimen que comparte con su consejero Evo Morales.

            Arce participó directamente en la campaña de su partido para las elecciones subnacionales del pasado 7 de marzo en vez de priorizar los angustiosos problemas económicos y de salud. Durante sus visitas oficiales amenazó a los ancianos con no entregar vacunas contra el COVID 19 si no apoyaban a su partido.

            Estremeció a los habitantes de Tarija, un departamento y una ciudad que se esfuerzan por mejorar sus indicadores económicos y sociales, cuando prometió no autorizar vacunas para los “oligarcas”. Ni siquiera en las dictaduras militares se desconoció el derecho humano a la salud. ¿Quién es el “pueblo”, quién es el “oligarca”? ¿Cómo un líder puede ordenar la discriminación a ese nivel?

            El presidente Arce no se preocupa por tranquilizar a la población dando la seguridad de tener una hoja de ruta para sacar al país de la crisis económica iniciada hace un lustro y empeorada por la pandemia. Aunque no acepta entrevistas con la prensa independiente, declara datos contradictorios cada que habla.

            El 22 de enero, en conferencia pública anunciaba la llegada de “15 millones de vacunas” “la próxima semana”. Dijo que su plan contra el COVID no se basaba en la represión y el miedo sino en la prevención. Pasó enero, pasó febrero, pasó marzo, pasó abril. ¿Qué sucederá en mayo?

            El 26 de marzo agradeció a China y a Rusia a tiempo de anunciar un millón seiscientos mil vacunas para “el próximo mes”. Pasó marzo, pasó abril. Los cronogramas no se pudieron cumplir. Los rangos de edades para vacunar se fueron espaciando. No hay vacunas en los seguros de salud desde hace una semana.

            Ni 300 mil habitantes están vacunados con las dosis correspondientes.

            Al inicio de la semana anunció la llegada de un millón y medio de vacunas chinas. El martes sólo llegaron 334 mil. Se acabaron las vacunas en casi todas las capitales. Desde el miércoles tampoco hay material para las pruebas PSR. Se suma la suspensión de la segunda dosis para cerca de 700 mil vacunados desde marzo, a pesar de tener papeletas con sus fechas correspondientes. ¿Valen primeras dosis sin el refuerzo? ¿Es una buena estrategia priorizar el área dispersa y no a las urbes densamente pobladas?

            Lo más preocupante de tener un líder como Arce Catacora es que tampoco autoriza a que otros sí logren traer vacunas y alivien a la población. Su gobierno impidió importarlas a una fundación que ya tenía los inyectables en puerto vecino y cierra el paso a las alcaldías y gobernaciones opositoras.

            Esta semana, la peligrosa incoherencia del mandatario llegó al extremo de negar a los empresarios privados un plan de salvataje y su vigorosa propuesta de vacunar masivamente a los trabajadores, los pocos con empleos dignos en el país.

            Con un capitán que provoca sus propias tormentas, una madre boliviana no puede dormir tranquila. Una familia tiene insomnio. Una ciudad se deprime. Un país delira.

           

 

 

 

 

viernes, 7 de mayo de 2021

MUJERES CUENTAN LA HISTORIA

 


            La humanidad olvida los principales roles que cumplieron las mujeres y como mantienen el hilo conductor de cada civilización: la memoria colectiva. En un contexto de tanta discusión sobre asuntos de género, este aspecto queda relegado.

            Está poco visibilizado en el día a día el origen de la poesía, del canto, del relato. Las madres, cargando a sus niños en la espalda- como todavía lo hacen en Bolivia- tratando de dormirlos, cantan, cuentan, unen frases. Lo run runs son la riqueza original del lenguaje. En Macha, en Chayanta, mientras los guerreros se golpean con manoplas, las novias entonan trinos como pájaros, sonidos como arroyos, palabras que recuerdan a los vientos; decenas de Luzmila Carpio preservando las coplas. Los chiquitos las contemplaban arropados; aprenden de ellas más que en las aulas. La madre da de mamar leche, impresiones y visiones.

            En el pasado “Día del Libro”, algún amable internauta envió un mensaje uniendo cuadros de diferentes épocas con personas de diversas edades aferradas a alguna obra, en una hamaca, en un lecho, en un escritorio, en un sillón al sol. En más de un retrato, al lado del fogón, los niños escuchan asombrados los cuentos de fantasmas de una abuelita con cofia y mandil. Ella reproduce mitos y leyendas que explican el destino de un pueblo, aunque quizá ni es consciente de ello.

            Abuelas, tías, madres, hermanas, las mujeres en la cocina preservaron por generaciones las recetas de los alimentos del clan, de la tribu, de la cultura. Ahora que están de moda las medallas “Michelín” y las entrevistas a los chefs, casi todos reconocen que el inicio de su gusto estuvo en la casa. “Mi madre”; “mi abuela”, “la nona” son esas hadas que combinaron sabores y semillas que significan la construcción de una sociedad.

            Los tejidos, los telares, los hilos, los nudos, los diseños son la herencia más lujosa de cada pueblo, de cada nación. ¡Qué orgullo sienten los modistos de ser italianos, de ser mayas, de ser parisinos! ¿Se acordarán de quiénes preparaban las telas originales, los dibujos, la combinación de colores? En cada costurero se ha contado una historia, un recuerdo de una familia, de los migrantes, de los asesinos, de los novios, de los fallecidos.

            Y cómo no nombrar a las consejeras con sus consejos, con sus murmullos de oído a oído para preservar los valores, los mejores caminos; para alertar de los peligros, para contar novelas interminables como eternas Scherezades para que los amores no destemplen a los jóvenes. Entre bordados, zurcidos, sopas y guisos vive una nación.

            Las amas de casa son la memoria más larga de los presupuestos, de las formas más útiles de ahorro y previsión, de menús, de economía doméstica. Las anotaciones de las compras en el mercado de Frida Khalo revelan su ser, su familia, su época.

            Y las estrellas menos comprendidas, las hechiceras, las sabias, las ancianas de cada pueblo que saben cómo alejar los virus, cómo esperar el invierno, cómo sanar los bronquios, cómo mover el anillo sobre el vientre de la embarazada para conocer el sexo del niño, cómo preparar jarabes, cómo poner cataplasmas.

            La pandemia tuvo al menos un rostro positivo, reunir otra vez a las familias en la sobremesa, en la hora vespertina, el sábado temprano, la noche del domingo. Sin la memoria femenina en ese “frente interno” donde se canta, se hilvana y se cocina las historias del “frente externo” son sólo fechas, nombres, cargos pasajeros, olvidos.