viernes, 12 de abril de 2024

LOS EXTRAVÍOS DE CELINDA SOSA LUNDA

 

            Las giras internacionales, las declaraciones y las noticias que publica la ministra de Relaciones Exteriores del (No) Estado Plurinacional, Celinda Sosa Lunda, confirman el grave extravío de la política externa del país. Extravío que expone a Bolivia a ser manejada por potencias extranjeras como sucedía durante las peores dictaduras.

            La ignorancia es peligrosa.

            Sosa, oriunda de la comunidad tarijeña de Yresesa, dirigió por casi 20 años un centro de capacitación y de investigación para fortalecer a las mujeres del agro, un sector con limitada tradición de empoderamiento colectivo. Fundó la federación sindical unificada de trabajadoras campesinas, germen de la organización Bartolina Sisa.

            Era (re) conocida en el ambiente de las ONGs relacionadas con el desarrollo productivo. Seguramente por esa experiencia, Sosa fue nombrada por el presidente Evo Morales como ministra de Producción y Microempresa (2006- 2007). Después fue delegada presidencial en Tarija (2008) y vicepresidenta en dos ocasiones del directorio del Banco de Desarrollo Productivo.

Sus aportes fueron limitados, muy distinto al caso de Antonia Rodríguez Medrano, campesina quechua de Potosí, quien -como ministra de Desarrollo Productivo y Economía Plural (2010-2011)- trabajó en favor de los pequeños empresarios, sin distinciones políticas. Artesana avecinada en El Alto, lució su pollera, su manta y su sombrero de fieltro con gran dignidad.

En cambio, Sosa ha preferido seguir el camino de María Eugenia Choque, la nefasta presidenta del Tribunal Supremo Electoral, quien por ignorante o por sumisa, llevó adelante las elecciones de 2019 y colocó al país al borde de una guerra civil. Sosa dejó el sombrero chapaco para colocarse un extraño bombín, mientras Choque se disfrazó de chola, aunque nunca logró equilibrar el borsalino, el arte de la verdadera chola paceña.

La pinta no es lo de menos. Refleja las imposturas a las que nos quiere acostumbrar el Movimiento al Socialismo (MAS) y el (No) Estado Plurinacional. Impostura atrevida. Así como Choque se animó a ser el árbitro de unos tensos comicios sin cumplir los mandatos constitucionales, Sosa ha aceptado ser ministra de Relaciones Exteriores. aunque seguramente no podría pasar un examen de historia de Bolivia, nombrar los principales tratados firmados por el país, ubicar las capitales europeas o explicar sobre las fronteras porosas de Bolivia.

Expertos en diplomacia han escrito con autoridad sobre las limitaciones de las actuaciones de Celinda Sosa. Por mi parte, como periodista que cubrió 25 años reuniones internacionales, siento vergüenza. Recuerdo cuando en noviembre de 1979, movimientistas y militares hundieron el logro de la cancillería institucionalizada en la Asamblea de la Organización de Estados Americanos. La delegación chilena se reía después de semejante bochorno.

En cambio, con más luces que sombras, desde 1982 hasta el 2005, la Cancillería boliviana se fortaleció con una academia diplomática seria y moderna. En cuántas reuniones, en diferentes organismos internacionales, escuchamos los aplausos a las propuestas de la delegación tricolor. Hombres, mujeres, casi todos con dos o tres títulos, dominando el idioma inglés, el francés, el portugués.

En las cumbres de jefes de estado y de gobierno a nivel continental o a nivel iberoamericano, con temas específicos, Bolivia llevaba propuestas y lideraba al GRULA o Grupo Latinoamericano. Gobiernos neoliberales se opusieron duramente a los intentos de Estados Unidos para extender a la región el Plan Colombia.

Bolivia avanzó en temas que Sosa no entiende: visados, convenios culturales, intercambios comerciales, grupos de integración, facilidades en las fronteras, beneficios para la exportación de textiles. Actualmente, los bolivianos están entre los pocos latinoamericanos que necesitan visas para viajar a la zona Schengen.

Sosa declaró al posesionarse en su cargo, en noviembre de 2023, que seguiría la “diplomacia de los pueblos para la vida en el marco de la filosofía del vivir bien”, ese engendro inventado por pajpakus.

Así en su primera gira para “difundir la industrialización del (No) Estado Plurinacional” visitó Venezuela: el país con ocho millones de migrantes y que no pagó las exportaciones usurpadas a AMETEX por el clan Morales Dávila; Cuba: la isla donde la gente no tiene ni pan, ni agua ni luz; Nicaragua, donde gobierna un dúo paranoico que encarcela obispos y deja sin patria a los más notables intelectuales nicas.

¿Cuál es la ganancia para el gobierno de Luis Arce?

Además. Sosa confunde la Cancillería con la fiesta de compadres. Varias notas de prensa de su oficina la muestran en mercados tarijeños repartiendo cositas junto al presidente. ¿Qué tiene que ver las efemérides del 15 de abril con la invasión rusa a Ucrania, con Gaza ensangrentada, con las citas diplomáticas?

El despacho de la esquina de la Plaza Murillo ya fue degradado en estos años, pero ahora la caída es vertical.

           

           

 

viernes, 5 de abril de 2024

HAN MUERTO TRES GRANDES HISTORIADORES

 

            ¡Ay la Parca tan implacable! En pocos días se llevó a tres hombres que trabajaron para que los bolivianos comprendieran más y mejor la compleja sociedad donde les tocó vivir. William, Bill, Lofstrom escogió Sucre para vivir, para estudiar, para escribir y para morir. Javier Mendoza publicó pocas obras, pero con ellas provocó extraordinarias reflexiones. Tristán Platt dedicó su principal obra al gran ayllu Macha; formó familia en Bolivia; retornaba a Potosí con frecuencia.

            Lofstrom (California, Estados Unidos, 1939) fue catedrático de historia en la cuatro centenaria Universidad San Francisco Xavier; socio honorario de la Sociedad Geográfica y de Historia Sucre; miembro Honorario de la Academia de Historia, recibió el Cóndor de los Andes y otras distinciones. Desde el inicio del siglo XXI, fijó su residencia en la capital de Bolivia.

            Era historiador y diplomático, doctor en Historia Latinoamericana de la Universidad de Cornell, Ithaca, Nueva York. Durante medio siglo investigó diferentes tópicos de la vida colonial en Charcas, sobre todo en su dimensión socioeconómica. Igualmente se preocupó por conocer la provincia paceña de Omasuyos.

            Su mayor aporte fue la biografía de Antonio José de Sucre, el presidente que organizó la administración de la naciente Bolivia y ordenó el caos después de tres quinquenios de guerra. Lofstrom investigó en diferentes archivos continentales para mostrar la grandeza de este personaje, al cual no todos los bolivianos comprenden. Lofstrom indagó sobre el litoral boliviano y el puerto de Cobija visto por ojos extranjeros entre 1825 y 1880, complementando las tesis de notables historiadores bolivianos.

            En contraste, en vísperas del Bicentenario de la Independencia de Bolivia, aparecen escritos, discursos, muchos mensajes simplones en las redes sociales que no parecen fruto del estudio y de la investigación. Lamentablemente, las masas se informan por tiktoks y no por libros inteligentes.

            Es aconsejable la lectura de estos textos que, junto a los de otro estadounidense Eric Langer, permiten comprender mejor la enorme dificultad de construir un país. Retornar a Gabriel René Moreno, quien no solamente retrató los últimos días coloniales en el Alto Perú, sino que rescató la documentación original que consultan los historiadores serios.

            Moreno está también presente en la biografía del otro historiador que partió este aciago marzo: Javier Mendoza Pizarro (Sucre, 1944). Mendoza bebió historia desde la tierna infancia como nieto del doctor Jaime Mendoza -cuyos escritos y propuestas deberían ser más difundidos- y como hijo de Gunnar Mendoza. Don Gunnar marcó el prestigio del Archivo y la Biblioteca Nacionales de Bolivia, que engendró Gabriel René Moreno y que hasta la actualidad es consultado por importantes investigadores de todo el mundo.

            Mendoza escribió sobre asuntos igualmente relacionados con el próximo bicentenario, justamente a partir del bicentenario de las revueltas independentistas en Charcas y en La Paz. Su libro “La mesa coja” provocó debates, algunos encendidos, con base en datos y en argumentos.

            El senador Félix Ajpi Ajpi (MAS), originario de Teoponte, La Paz, organizó un homenaje a Mendoza. Javier falleció una semana antes de ese reconocimiento. Estuvieron en su representación sus familiares. Destaco este acto porque los parlamentarios suelen olvidar el aporte de los intelectuales.

            A los pocos días, llegó la triste noticia de la muerte del historiador inglés Tristán Platt (1944), otro enamorado de Bolivia como tantos académicos “bolivianistas” que escogen a esta patria. La obra de Tristán revela al país de los ríos profundos.

            Estudió lenguas clásicas, historia y filosofía en Oxford, antropología social en la London School of Economics y lengua quechua en Cornel University. Su hoja de vida es frondosa. Platt escribió sobre el alcance del ayllu, desde Macha, donde vivió desde 1970 en varias ocasiones, alternando estadías en Londres, París y prestigiosas universidades de América y Europa.

            Platt, junto con otra inglesa bolivianista Olivia Harris y Thérese Bouysse y otros historiadores y antropólogos estudió la relación compleja y complementaria del Estado boliviano con el ayllu. Describió la resistencia de los qaraqara, de los charkas, de los señoríos aimaras a los incas, a los españoles, a las reformas borbónicas, a las leyes de ex vinculación, a las reformas agrarias.

            Su libro es uno de los textos fundamentales de la Biblioteca del Bicentenario de Bolivia. Obra que se complementa con la monumental descripción sobre los mecanismos de los pactos que explican mucho de la historia nacional. Una visión diametralmente opuesta a la que manifiesta Carlos Valverde Bravo que suele referirse al ayllu con total desprecio.

            Platt nos ayuda a comprender esas “monteras y guardatojos”; esos “guerreros del alba”; la combatividad de los trabajadores mineros; o la fuerza originaria de los migrantes andinos para ocupar el cordón agrícola de Buenos Aires, para fundar barrios en San Pablo o para bailar tinku en el centro de Berlín.

            Los tres hombres que partieron nos dejaron una herencia: para entender Bolivia hay que leer y hay que viajar; para escribir sobre Bolivia hay que consultar las fuentes primarias y contrastarlas.

            Los tres enseñan que Bolivia nació porque hubo un eje articulador que se llama Potosí, cuya riqueza dio de comer a todo el territorio de la Audiencia de Charcas, incluyendo Santa Cruz, al Virreinato de la Plata y a buena parte de Europa.

jueves, 4 de abril de 2024

LUZMILA CARPIO, CUANDO EL AYLLU POTOSINO CONQUISTÓ PARÍS

 

            Cuando Luzmila Carpio anuncia un concierto es mejor comprar las entradas inmediatamente para no perder la función. Con sus trenzas al viento, su amplia falta y la coqueta bisutería del norte potosino conquista desde sus 17 años los escenarios de Oruro o de París con la misma sencillez que acompaña su voz de alondra. Acaba de llegar de Chayanta, donde bailó en el carnaval como cualquier paisana. Ríe con sonido cristalino cuando cuenta los rumores de las nuevas parejas “robadas” durante las carnestolendas. “Eso se llama pacoma, pero ahora hay pocos jóvenes en el pueblo.

            Ella es así, alegre, sincera, combativa, apasionada por su trabajo y agradecida por los designios que le permitieron difundir la cultura de su comunidad Qala Qala ayllu Panacachi por todo el mundo. Muchos bolivianos todavía no entienden que el ayllu es más que un modo de producción; es todo un sistema que protege a la familia y preserva las costumbres de una milenaria concepción del mundo.

            “A mí me criaron mi mamá, mi abuela y la comunidad porque no hubo papá. Yo apellidaba Sangüeza como mi mamá, pero en la escuelita de Chayanta no querían inscribirme con solo un apellido. Todos sabemos que es hija del Rodolfo Carpio, si no es reconocida, yo misma voy a atestiguar, le dijo la directora a mi mamá. Así tuve el apellido que lo uso más como apellido artístico. Al final, esa profesora, Ricarda Chavarría, fue mi madrina de confirmación”.

Luzmila comenzó a cantar desde sus once años. “¿Tienes una foto de esa época?”, le pregunté como periodista urbana ignorante de la realidad. Como muchos niños del área rural del siglo pasado, ella no conoció una cámara fotográfica hasta llegar a Oruro, la ciudad más cercana a la provincia Bustillo.

“Mi mamá Fermina era muy luchadora. No quería que mi hermana y yo seamos marginadas como ella. Quería que seamos señoritas. Lo curioso es que yo comencé a cantar y a actuar todo en quechua y con mi vestimenta originaria, calzados y adornos de mi tierra. Decía mi mamá: has resultado más india que yo.”

El primer disco de Luzmila fue un simple producido por la disquera Lauro. Era parte del conjunto Los Provincianos, acompañada por el profesor Luis García, una chayanteño famoso por sus punteos en la guitarra. Ella le decía “tío” por la costumbre en Los Andes de dar ese parentesco a todas las personas mayores. Julio Tovar rasgaba el charango y Arsenio Ayaviri tocaba la guitarra.

“No tenía la intención de que pusieran mi nombre por delante, pero el sello averiguó y en la tapa colocaron: Luzmila Carpio y Los Provincianos. Así metieron mi nombre desde el principio, tal vez con mucha suerte para una jovencita campesina como era yo y a la vez creando para mí un gran compromiso que trato de cumplir siempre”. Carpio no sabía que el disco había salido hasta que reconoció su voz en la radio que escuchaba una vendedora caseta del mercado en Oruro. El huayño se lucía con el tono de tiple de la adolescente. El tema “Siway Azucena” comenzó a sonar en las radios, en los boliches, en las oficinas y en las casas, como ahora se repite con las nuevas tecnologías

Era 1970. El país vivía otra etapa de turbulencia política, como consecuencia de su propia historia, pero también por las guerrillas de 1967, el movimiento estudiantil de 1968 y la revolución cultural de 1969. En varias ciudades bolivianas aparecían grupos musicales con vestimenta andina. El poncho y el lluchu se pusieron de moda, igual que locales míticos como la Peña Naira. Las películas de Jorge Sanjinés, el teatro de la Alianza Francesa, los conjuntos de zampoñas de Cochabamba, los festivales en Compi fueron parte de toda una movida.

Estudiosos europeos y estadounidenses llegaron para conocer mejor el significado del ayllu. ¿Por qué Macha resistió a sucesivos intentos de dominación de incas, españoles, liberales? Publicaron estudios destacando la fuerza de esa población de “guardatojos y monteras”. Las nuevas interpretaciones antropológicas del carnaval de Oruro revelaban la relación de la música, el baile y la máscara con las luchas de los pueblos originarios. Tristán Platt, Olivia Harris, Giles Riviere, Thérese Bouysse-Cassagne, entre otros, descubrieron el alcance subcontinental de esa cultura, cuyos fundamentos centrales aún persisten.

Radio Indoamérica de Potosí, que difundía las culturas aimara y quechua, la invitó para dar un recital en el famoso escenario del Teatro Cuarto Centenario. “Ahí ya me sentí artista. La gente nos esperaba en la Terminal. Todos querían tocarme. Las mujeres cargando a sus guaguas me rodeaban. Me sentí muy emocionada. En el camino un zorrito nos había cruzado de derecha a la izquierda y eso era signo de buena suerte. Llegamos empolvados. Apenas tuvimos tiempo para prepararnos. El público de tanda nos pedía más y yo seguía cantando, pero la gente de la función de noche protestaba ruidosamente.”

“Ese concierto me hizo dar cuenta que yo podía llevar adelante el canto de las mujeres quechuas; nuestra identidad. Estaba segura de su fuerza y de la importancia de la voz femenina que he heredado de mi pueblo, el tono con el que interpretamos la música en Chayanta. Es increíble que años más tarde con ese mi tono pude unirme al gran concierto Voces por la Paz en el Circo Royal de Bruselas. Cantamos varias mujeres, entre ellas la famosa africana Miriam Makeba”.

Volviendo a 1970, cuando Luzmila retornó a Oruro, el gobierno municipal la invitó para representar a ese departamento en el Tercer Festival de la Canción Boliviana, aunque era potosina. “No importa dije yo; soy de Bolivia”. Tenía que concursar para ser ñusta y las ñustas tenía que tocar diferentes instrumentos. Meses atrás, el sello Lauro también la había nombrado Ñusta por el éxito de su disco.

“Un estudiante que estaba con el alcalde me ayudó y en una semana aprendí guitarra, charango, tarka, mozeño, sicus, ensayando desde las siete de la mañana a las ocho de la noche. Ni siquiera almorzábamos. Era en el Teatro Rex de Oruro. Por sorteo, recién salí a las cuatro de la mañana. Había el primer conjunto de mujeres tocando zampoñas y ellas me ayudaron generosamente con el compás. Parecía que todo estaba preparado. Salí, toqué, canté, bailé y gané”

Desde ese concierto, Luzmila Carpio Sangüeza, 69 años, ha recorrido América y Europa como invitada para cantar en importantes escenarios del mundo. También fue una de las más distinguidas embajadoras en Francia, representando al Estado Plurinacional de Bolivia.

“Nunca me he barateado. Vienen a contratarme, les doy mi precio. Algunos me dicen que es muy caro, que hay gente tocando música andina en el metro. Yo les digo: contrátenlos a ellos. Yo llevo mi canto, mi quechua, mi comunidad, mi Bolivia. Prefiero planchar camisas que baratear mi cultura.”

Durante toda su vida se ha esforzado por mejorar su voz, su arte, con mucho esfuerzo. Trabaja permanentemente en el enriquecimiento del quechua para aprovechar el sonido amoroso y poético de ese idioma andino, lengua con la que se comunica mayormente, aunque domina el español y el francés.

“Te voy a confesar cuál ha sido mi mayor reto. Yo tengo una tos crónica pues cuando era niña me hicieron caer al río. Muy tarde supo mi mamá y los curanderos no pudieron hacer mucho para que supere ese gran susto. He estado en balnearios con aguas sulfurosas en Europa; he visitado muchos especialistas; también he consultado medicinas alternativas para curarme. Nadie sabe. Es la primera vez que cuento. Antes de salir a cada concierto tengo que concentrarme mucho para no toser. Un día toso, otro día no, a veces seguido. Hasta ahora no se sabe. Cumplo una disciplina muy estricta para continuar en los escenarios.”

El cariño del público compensa ese compromiso. “Los hablantes del quechua entienden más mis rimas, pero todos los públicos me gustan. Mucho me miman. Fue una sorpresa ver mi cartel con mi foto en las estaciones de metro de París anunciando mi actuación.”

Desde su vivienda en el Barrio Latino de la Ciudad Luz, Luzmila contemplaba el Arco del Triunfo como un Apu, una montaña. “Me invitaba a mí misma a pasear. Yo también voy a triunfar, me decía. He vencido porque me he impuesto desde mi primer concierto la misión de representar al ayllu, a mi comunidad quechua, a mi país Bolivia”.

“Mi nuevo disco Inti Watana, el Retorno del Sol, ha recibido comentarios y artículos en muchos medios internacionales, inclusive la BBC Radio, Radio France, Billboard en español, en la revista Rolling Stone, en medios de Italia.” Carpio preparó a otras niñas potosinas que también se lucieron en grandes teatros europeos y en el Teatro Municipal de La Paz. Sus actuales músicos son argentinos.

Altiva como una vicuña y alegre como una chayñita es una potosina vencedora de todos los obstáculos.

Sin embargo, en medio siglo, Luzmila Carpio nunca cantó para el público en Santa Cruz de la Sierra. “Tampoco he tocado en Trinidad. Ojalá se dé una oportunidad. Mi música se entiende fácil. Espero recorrer todo mi país”.

 

 

           

EL TROMPETISTA QUE VOLVIÓ AL POLVO

 

            La biografía de Evo Morales Ayma (cantón Orinoca- Oruro, 1959) es contada de las formas más mitológicas. Iván Canelas aseguró que Evo seguía el camino de Jesús; en el pesebre de la Plaza Murillo colocaron un niñito cabezón como Morales. Nadie sabe cuánto se gastó para que Martín Sivac lo siga durante tres años para escribir las loas en “Jefazo”. Los argentinos aseguran que una viejecita profesora de Salta se acordaba de ese “bolita” que ya daba muestras de liderazgo en primero de primaria.

            Decenas de artículos de prensa en todo el mundo repiten historias que nadie comprobó. Quizá los únicos que podrían aclarar algunas escenas de sus primeros videos biográficos son Iván Iporre o Alex Contreras. El campesinito corriendo detrás de unas naranjas parece más una escena de Isico en “Chuquiago” que una anécdota real. Ese cuento de que era buen jugador de fútbol y por eso lo invitaron a ser dirigente parece más una imitación a los inicios de Juan Lechín; Morales necesita patear al contrincante para ganar, así lo vimos. Se enojó cuando el equipo de CNN venció a los jugadores que llevaba en sus aviones. ¿Cuánto pagaba y con qué presupuesto trasladaba su equipo?

            El propio Morales gustaba contar hechos de una forma y luego de otra; por ejemplo, el pasaje de su padre sobornando al maestro rural para que su hijo pase de curso. En los 18 años de gobierno, además de sus décadas de dirigente sindical, relató estampas que no tienen otra fuente para ser verificadas.

            Sin embargo, los datos duros de la trayectoria de este hombre son suficientes para asombrar. Nacido en un típico hogar de agricultores pobres en uno de los páramos más alejados, sufrió junto a su familia los forzados exilios económicos. Fue migrante en el norte argentino. Después de la sequía que asoló al altiplano en los ochenta, partió al trópico en Cochabamba. Ahí se convirtió en un andino que usaba camisa con mangas cortas.

            Es muy posible que haya trabajado como panadero, ladrillero, heladero. Hay una foto que lo muestra cumpliendo su servicio militar con el rostro de muchos jóvenes rurales que lucen orgullosos el uniforme que consagra su ciudadanía.

Los orureños estaban felices por tener un paisano cuando él llegó al Palacio de Gobierno y salió al balcón en representación de tantos bolivianos postergados. Combativos como sus antepasados, fueron también los primeros en detener su ambición narcisista. Evo, en el momento de mayor poder, quería cambiar el nombre del aeropuerto dedicado al gran Juan Mendoza y poner su imagen como hizo en el Teleférico, en los alimentos del subsidio, en las carreteras. El Comité Cívico orureño no se lo permitió.

            En Oruro aseguran que tocaba la trompeta en una de las grandes bandas. En 2006, el público de la Entrada del famoso carnaval lo recibió con aplausos y vítores. Él parecía desfilar en su salsa (muy diferente a otros políticos que se convierten en bailarines Transformers). En otro carnaval, junto a futbolistas extranjeros que gozaron de su generosa amistad, se encontró con la “cara conocida “que fue parte de su perdición.

            En el carnaval de 2024, el antiguo trompetista fue declarado persona non grata por instar a bloqueos que afectaron al turismo en Oruro, la fuente más segura de ingresos para esa ciudad. El suntuoso museo que le adornó Juan Carlos Valdivia está empolvado. Si antes lo visitaban unos cuantos, ahora no llega nadie.

            El trompetista no tiene ni siquiera el chance de asistir como expresidente a un palco oficial. Está obligado a sentarse como un espectador más, de incógnito. Evo Morales no soporta ese anonimato. No puede caminar tranquilo en los aeropuertos o por la Plaza Murillo ni asistir a congresos sindicales. Está recluido en una cabina de radio.

            Él, que fue declarado Doctor Honoris Causa por distintas universidades, ahora es persona non grata en países vecinos y no puede pasar vacaciones donde le guste. Aislado, no puede ni contratar avionetas privadas de sus amigos que ahora se niegan a regalarle otros caballos.

            Evo fue un dirigente cocalero dedicado a sus bases hasta 1994; enfrentó al imperio que asolaba a los productores. Era querido, admirado. El poder y los consejeros de La Habana, de Caracas, de San Pablo y de Pueblo torcieron su destino. Él personalmente clavó la puñalada trapera en las espaldas de cada uno de sus camaradas de las épocas difíciles. La peor fue la daga envenenada para acabar con Filemón Escóbar.

            El traicionero se siente ahora traicionado.

            Solitario, empeoran sus antiguos signos de paranoia. Cree visiones donde se ve junto a Simón Bolívar o al lado de Víctor Paz. Su rostro, su gesto, su expresión dicen más que sus palabras.

            Ya no es trompetista; ya no puede bailar en la entrada del carnaval de Oruro.

            Peor aún, las drogas sintéticas están desplazando a la cocaína. Los precios de la coca caen en el mundo; los traficantes y los consumidores están en otra. Hasta la Hoja sagrada lo ha abandonado.

           

           

viernes, 22 de marzo de 2024

BOLIVIA TIENE CUATRO PUNTOS CARDINALES

 

            Este sábado 23 de marzo -en un atípico día dedicado a recordar la Guerra del Pacífico de 1879- los habitantes del territorio que actualmente ocupa el Estado Plurinacional de Bolivia serán contabilizados en números y en otras calidades. Este Censo se realiza con retraso, después de doce años y con escasa credibilidad.

            Pese a ello, nos debemos esforzar por el éxito del conteo y por tener los resultados más aproximados a una fotografía grupal en beneficio del futuro nacional. Los periodistas, los medios de comunicación y quienes acceden a redes -sobre todo las informativas- deberán actuar como aliados y no como adversarios del Instituto Nacional de Estadísticas (INE). Las especulaciones, las informaciones erradas, las tergiversaciones serán tan nefastas, como cualquier actitud gubernativa de controlar el trabajo de la prensa. La autorregulación responsable tendrá un gran desafío.

            Es mejor ser optimista. ¡Así será!

            Porque los habitantes de este territorio necesitan tener más certezas que incertidumbres o datos disfrazados. Es necesario, imprescindible, como lo fue hace casi dos siglos, o en 1900 o en 1950 realizar el Censo con la mayor precisión posible y limitar al máximo los márgenes de error.

            El “Bosquejo Estadístico” de José María Dalence o el “Informe de (Joseph B.) Pentland” nos remiten al nacimiento dificultoso de la patria; aún con sus limitaciones ayudan a entender por qué Bolivia brillaba con sus primeras estrellas y por qué los inmensos desafíos de territorio y población complejizaron su desarrollo.

            Las categorías de los censos (algunos sólo conteos) decimonónicos reflejan una ideología miope que calificaba a los habitantes de las tierras bajas como “selvicolas”, “bárbaros”, gente sin alma. Las cifras eran aproximaciones.

            Aunque los censos fueron importantes para las civilizaciones, incluyendo las continentales, desde hace milenios, en el siglo XX Bolivia tuvo hasta la Revolución de 1952 apenas dos estudios nacionales. Tampoco hubo estadísticas confiables durante los sucesivos ciclos inestables hasta 1976.

            El primer Censo moderno se realizó bajo el gobierno militar de Hugo Banzer quien delegó la tarea a un equipo altamente técnico. Jorge Félix Ballivián era un profesional formado en Europa y catedrático de Estadística de la Universidad Católica Boliviana. Con sólo 30 años organizó un staff interdisciplinario con economistas/estadísticos, gestores, administrativos, sociólogos, antropólogos.

            Ballivián, heredero de las cultas élites paceñas, es un nombre que debería ser más recordado porque demostró que los bolivianos pueden enfrentar con éxito las grandes tareas. El Censo de 1976 no sólo arrojó cifras reales, sino que pintó el país que era y que podía ser. Él murió joven, pero ayudó a consolidar la visión universitaria de los estadísticos.

            Una vez más, la inestabilidad política afectó el desarrollo de las tareas del INE y los conteos bianuales y decenales no siempre se cumplieron. Sin embargo, en medio de charreteras y gobiernos democráticos, el INE mantuvo un perfil técnico bajo la dirección de personal adecuado y responsable… hasta que llegó al poder el Movimiento al Socialismo (MAS).

            El Censo 2012 se realizó con retraso y contaminado por la política, jaloneado por corrientes pachamamistas y en un contexto de grandes migraciones internas. Algunos de esos traslados fueron artificiales con el objetivo de modificar resultados electorales, sobre todo al norte y este del territorio. Además, al mismo tiempo, las decisiones y opiniones de José Luis Exeni desde 2009 habían dañado para siempre la independencia del tribunal electoral. El sistema de registro civil y el sistema biométrico estaba (está) altamente contaminado. Todavía no se conoce el alcance de la intromisión venezolana.

            El Censo de este 2024 marcó fecha después de protestas regionales, sobre todo desde el departamento de Santa Cruz. La fotografía deberá ser muy distinta por los aumentos en la población urbana y periurbana y por las densidades poblacionales regionales. También deberá mostrar cómo están afectadas las provincias, incluyendo los valles mesotérmicos cruceños.

            Lo más difícil será evidenciar que Bolivia tiene cuatro puntos cardinales, que no se divide únicamente entre oriente y occidente, o entre tierra altas y tierras bajas, como se suele simplificar.

            Es momento de que los bolivianos, sobre todo los políticos, entiendan que la geografía y la población boliviana ocupa más que la división de la Cordillera Andina. Los benianos no son orientales, son sobre todo nordestinos, con bosques tropicales alternados por pampas. La Paz es más amazónica que altiplánica. Chuquisaca tiene valles ardientes. Potosí es mucho más diverso que la foto del Cerro Rico. Ese extraño paisaje árido y de matorrales llamado Chaco es muy diferente a las llanuras donde se lo suele incluir en los discursos regionalistas. Ojalá el Censo ayude a superar los imaginarios anticuados.

            Los comentaristas deportivos de la televisión argentina deben aprender que la selección boliviana no es la “del altiplano” sino la representación de una de las naciones para diversas y plurinacionales del continente. Esa es su fortaleza. ¡Con mucho orgullo!

 

viernes, 15 de marzo de 2024

LA PAZ: VULNERABLE Y MALTRATADA

 

            Llueve. Llueve y llueve. Caen gotas enormes junto con granizos. Es marzo; no es enero, que llueve poco, ni febrero loco. Algunos tenían la esperanza de que el cambio de mes traería las tibias mañanas del otoño paceño y la luminosidad de las tardes que suelen coincidir con la Semana Santa. La luna nueva que inicia el Ramadán tampoco modificó las nubes negras y el cielo encapotado.

            Son extrañas tormentas las que asustan al vecindario; pocas veces vistas, dicen los más veteranos. Me recuerdan a un diluvio universal que soporté en Coroico cuando precisamente leía por primera vez “Isabel viendo llover en Macondo” y sentía el olor a humedad, los zumbidos de los zancudos y la calle que bajaba al Hotel Prefectural absolutamente desbordada. Al poco salió el sol y escampó. Brillaban las hojas mojadas y la tierra se secó rápido. Acá no. Los lechos de los ríos citadinos siempre tan anónimos están oscurecidos y traen pedregones de quién sabe qué cerros; hacen ruido mientras caen. Las aguas forman olas que rebasan los antiguos muros.

            La Paz es una ciudad difícil desde siempre. Está a una altura sobre el nivel del mar similar al glaciar donde quedó el fuselaje del avión uruguayo en 1972 (11.710 pies). Seguramente a nadie se le ocurriría fundar una ciudad en ese Valle de las Lágrimas. Es una ollada que serpentea desde la puna hasta los cálidos valles y sus ríos dan origen a las grandes corrientes amazónicas.

            Sólo unas pocas manzanas ocupan terrenos planos y pueden seguir el orden del damero renacentista. La mayoría de los barrios se acomodan unos sobre otros abriendo los cerros de areniscas propias de los lagos. Los visitantes que no son futbolistas argentinos se admiran al comprobar que los servicios de luz y agua potable llegan hasta allá arriba. Las cimas son infinitas y muchas tienen las paredes de colores intensos y se asemejan a farallones. Ahí, no faltan quienes se atreven a lotear espacios y venderlos a altos precios porque la vivienda escasea. Últimamente talan árboles de los escasos bosquecillos en las laderas: aparecen ladrillos y tejados sin que nadie explique dónde está la autoridad.

            Desde arriba, donde están las cuencas de los muchos arroyos que bajan hacia la zona sur, escasean los trabajos de prevención desde los últimos tres años. La administración edil expulsó al personal con mayor conocimiento en la prevención de riesgos porque las prioridades eran los festejos.

            Hace unos años, un conocido dirigente futbolero construyó un edificio que partió la hermosa quinta que ocupaba en la calle 16 de Obrajes la residencia de la Embajada de Francia. Poco después, el boom de edificios en la misma zona afectó tanto a la bella residencia de la Embajada británica que el diplomático fue evacuado a medianoche por orden del Foreign Office para preservar su vida. Constructores improvisados que desean aprovechar la demanda, pero también empresas constructoras experimentadas, desafían las normas y las leyes de la naturaleza para vender pisos. No falta el antiguo ecologista que quita eucaliptos en Achumani porque estorban su improvisada urbanización.

            Basta ver cómo se aprovecharon de los bordes de ríos, militares, policías y políticos; cómo se aprueban planos para casas de tres, cinco, 10 pisos en lugares que ya fueron calificadas como zona roja. O pretenden abrir caminos “bicentenarios” estropeando todo a su paso, ahora tragados por el barro, incluyendo los banners gigantescos con la carita de Iván Arias.

Muchos creen que hasta ahora La Paz se salva de mayores desastres por los rituales como  el martes de challa y por las ofrendas de agosto. Parece, sin embargo, que hasta la Pachamama está enojada de tanto estropicio. Mucha provocación. Y la respuesta edil son jueguitos con baldecitos, enojos, ojeras y discursos, protagonismos nocturnos en lugar de planificación institucional y equipos de trabajo creíbles.

viernes, 1 de marzo de 2024

EL HORROR, EL HORROR,

 

            “El horror, el horror” susurra moribundo el coronel Kurtz con la mirada detenida en algún punto de la jungla. En su rostro, entre el sudor y la sangre, los labios se mueven apenas y los ojos parpadean lentos, agonizantes. El escenario se tiñe con la luz de la luna, el sacrificio de la vaca, los tambores rituales, el zumbido de las moscas.

            Como decía el director de “Apocalipsis Now”, Francis Ford Coppola, su película no era una versión sobre Vietnam, ¡era Vietnam! El ejército estadounidense no ahorró ninguna posibilidad para destruir a los habitantes del norte de ese país asiático. No eran monstruos, como apunta la presentación, eran hombres. Hombres matando a otros hombres; muchos necesitaban drogas, como los propios actores. Otros, entre ellos el protagonista, tenían la ilusión de defender su bandera. Terminaron enloquecidos por todo lo que vieron.

            Marlon Brando, en su magnífica actuación, aparece poco, casi siempre bajo una iluminación que resalta su cráneo, sus ojos, sus manos, el resto queda en sombras. “He visto horrores que tú has visto”, le apunta al joven asignado para matarlo. “Es imposible que las palabras puedan describir lo que necesitan aquellos que no saben lo que el horror significa; el horror”.

            La película de 1979 resume el horror que provocan las guerras, sobre todo entre los más indefensos, como esos niños que pierden sus bracitos. Vietnam fue un escenario que cambió la historia en muchos sentidos, incluyendo el arte. El periodismo se lució con sus reportajes, las famosas fotografías de denuncia, los programas radiales.

            En este febrero de 2024 vuelvo a ver la obra, basada en la crónica de Joseph Conrad “El corazón de las tinieblas” que describe el horror de la colonización belga en Congo, la violenta campaña para obtener marfil a nombre de la civilización. Horror silenciado por décadas hasta que el país europeo se vio obligado a reconocer su responsabilidad.

A continuación, reviso las noticias sobre la masacre cotidiana de las tropas israelíes contra la población civil de Gaza y la usurpación de las casas de familias palestinas en Cisjordania y alrededores. Algunas previenen a los espectadores que las imágenes pueden herir su sensibilidad; preferible que no las vean los menores.

            “El horror, el horror”. Un hombre llora porque la bomba que destrozó su vivienda no solo mató a su familia, sino que las caras de sus seres queridos quedaron como una bola blanca (que la cámara trata de mostrar sin morbosidad); algo que nunca se vio: los cadáveres no tienen facciones. Los muertos bajo los escombros tienen los cuerpos diseminados. Un paramédico llora cuando ordena juntar los restos esparcidos de una niña. Poco después él también será acribillado y su ambulancia incendiada. Los rescatistas de la niña de cinco años que pide desesperadamente auxilio desde un vehículo calcinado, rodeada de cadáveres de sus familiares, también serán ajusticiados.

            “El horror tiene rostro” afirma el coronel de las Fuerzas Especiales de Estados Unidos en la película. En los más de cien días de genocidio contra los palestinos, queda claro que el horror que se ha llevado a más de 30 mil ciudadanos no es únicamente una convicción del gobierno de Benjamín Netanyahu, de sus ministros o de los supramasistas sionistas.

            El horror es que la comunidad judía justifica cómo mueren sus vecinos -los dueños hasta 1948 de los terrenos que actualmente ocupan. Ningún argumento antisemitismo, derecho a la defensa, o el horror del ataque de Hamas a familias y jóvenes indefensos justifica la reacción de Tel Aviv. Grupos de choque evitan que lleguen alimentos y medicinas, aunque las agencias internacionales advierten de la hambruna en la zona.

            Existen protestas en muchos lugares del mundo y la mayoría de los gobiernos del sur del planeta condenan a Israel, pero nada detiene el horror de cada día. Israel se siente por encima de toda norma internacional y de toda moral. Gaza desnuda a la civilización occidental pues en estos meses está claro que las mujeres y los infantes palestinos valen menos que los europeos.

            ¿O Estados Unidos vetaría una resolución para el alto al fuego si fuesen niños británicos los asesinados cada 15 minutos? Los medios de comunicación están censurados, la prensa no tiene la libertad de informar, tal como lograba publicar desde Saigón. Los periodistas palestinos han sido eliminados uno a uno, igual que el personal de salud. Israel no quiere que el mundo sepa lo que sucede.

            A pesar de toda la presión, cada vez se escuchan más voces de condena como la mayoría de los artistas durante la entrega de los premios Goya o durante el festival de cine en Berlín. Otros temen perder contratos en un mundo dominado por capitales judíos.

“Yo quiero recordarlo, Jamás quiero olvidarlo”, murmura Marlon Brando cuando cuenta los horrores que presenció. “Eres soldado o eres asesino” le preguntan al protagonista de “Apocalipsis Now”. La respuesta es abierta. Vietnam, Irak, Ucrania, Gaza: el horror, el horror.

miércoles, 28 de febrero de 2024

CAYARA VALE UN POTOSÍ

 

CAYARA VALE UN POTOSÍ

LUPE CAJÍAS

REVISTA ECOS, Correo del Sur (Sucre) y El Potosí (Potosí)

25 de febrero de 2024

https://correodelsur.com/ecos/20240225_cayara-vale-un-potosi.html

 

            Mi recuerdo era lejano, lejanísimo. Mi padre, el periodista y filósofo Huáscar Cajías, nos llevó a siete de sus 10 hijos en un vehículo destartalado a visitar la hacienda “Cayara” como parte de un recorrido por Sucre, Potosí y Tarija. La imagen de una anciana elegantemente ataviada en medio de la oscuridad, sentada en unos sillones forrados de seda ajada en una sala repleta de objetos, quedó grabada en mi retina por medio siglo.

            Imagino que llegamos hasta ese lugar por gestiones de Luis Soux, heredero de la familia que ocupó la casona en el siglo XX, amigo de papá y colega en el periódico “Presencia”.

            La única anécdota que aprendí en esa adolescencia fue que la casa soleada quedaba cerca de la ciudad de Potosí y que ahí había pernoctado el Libertador antes de continuar viaje a La Paz. Durante años creí que era una referencia al trayecto de Simón Bolívar. Estaba equivocada. La cama que aún existe recibió el cuerpo tibio, moreno, del hombre de crespos cabellos, Antonio José de Sucre, guerrero y amante que dejó su rastro bajo esas cobijas antes de volver a empuñar la espada cuando apenas amanecía.

            Esa primera visita fue en enero de 1974 como parte del programa que Huáscar, viudo desde 1968, regaló a sus rebeldes descendientes para que vean la patria con sus propias experiencias. El retorno no fue tranquilo pues en la carretera pasaban los camiones repletos de campesinos detenidos. Era la época del dictador Hugo Banzer y las tropas habían acallado a bala las protestas agrarias en Tolata y Epizana.

            Caminar Bolivia es una de las mayores enseñanzas que dejó el patriarca boliviano. Sus hijos siguen esa huella y la trasmiten a los nietos. Antes de cualquier aventura, la primera valija es maravillarse con el paisaje, las gentes y la cultura del país.

            Ahora el viaje es parte de un tour planificado, organizado desde un ordenador y en condiciones muy diferentes, sobre todo porque el camino es asfaltado y por la calidad del transporte privado que es posible alquilar en las rutas turísticas de Potosí.

            Sin embargo -imposible esconderlo- el rumor de amenazas con bloqueos carreteros es la sombra permanente en todo viaje por Bolivia. Cualquier motivo político o social puede desencadenar un corte causando un perjuicio incalculable al potencial turístico del territorio más diverso del continente.

 

LA HACIENDA

            La Hacienda Museo Hotel Cayara queda a media hora de la ciudad de Potosí, en en dirección a Oruro, pasando por la famosa Cueva del Diablo. Existe un camino directo y otros desvíos para cortar el tiempo y contemplar imágenes de las montañas y la silueta del inigualable Cerro Rico “Sumaj Orko”.

            El recorrido está bordeado de álamos, molles y sauces, algunos solitarios, otros apiñados en arboledas preciosas, rodeadas de los colores mágicos del altiplano. Quedan varias edificaciones antiguas antes de divisar en medio de jardines la antigua hacienda colonial.

            Cayara está ubicada en un valle a 3.550 msnm, protegida por cerrillos y cañadones que crean un microclima, típico de paisajes potosinos y chuquisaqueños: manchas verdes en medio del páramo. El silbido del viento es el único sonido cuando se atraviesan los muros de calicanto hasta el primer patio empedrado.

            La tranquilidad es el principal signo en este singular hospedaje.

            Desde el principal portón se divisa la arquitectura colonial con sucesivas galerías rodeando los parques, balcones y graderías de piedra. La Hacienda Cayara es una antigua encomienda, quizá la pionera pues data de 1557, pocos años después de la fundación de Potosí. Inicialmente perteneció a Juan de Pendones. Posteriormente pasó por diferentes manos y modificaciones, sin perder su esencia original, toda una historia única.

A inicios del siglo XX la compró el famoso ingeniero francés Luis Soux Rives, que llegó a Bolivia contratado por Aniceto Arce para su compañía minera en Huanchaca. Fue heredada por una de sus hijas casada con el escocés Aitken. La familia Aitken Soux es la responsable de la restauración de la hacienda, con el atinado consejo de historiadores.

La propiedad ofrece decenas de rincones dentro de la construcción o al aire libre porque se han recuperado los ambientes apacibles, desde la capilla con sus imágenes manieristas y barrocas, hasta los poyos para ver pasar las horas en compañía de gorriones y vencejos.

 

EL MUSEO

            La pequeña iglesia es parte del conjunto del Museo Cayara que se abre al lado de los principales salones. La primera sala mantiene los frescos decimonónicos, muebles, lámparas, decorados y objetos de épocas pasadas. El comedor de fiesta es amplio con mesas y sillas de madera fina, vitrinas llenas de vajillas europeas.

            Este hogar de marqueses y nobles españoles presenta dormitorios y espacios donde vivían, dormían y morían los antepasados. Falta tiempo para observar los encajes, las muñequitas, los almohadones, los utensilios, el tamaño de los zapatos de mujer, la vestimenta festiva, las telas descoloridas.

            El museo ofrece al visitante muestras de la vida cotidiana durante los últimos cuatro siglos.

Está cuidadosamente mantenida la habitación donde pernoctó Antonio José de Sucre y la habitación de la última matrona.

En el segundo piso, con una maravillosa vista a la huerta, está el Gran Salón Jack Aitken Soux, el responsable de recuperar la hacienda después de los años compulsos de mediados del siglo pasado. Ahí se exhiben diferentes colecciones, entre ellas armas y armaduras, sables históricos, pistolas, fusiles utilizados en sucesivas guerras. También hay cerámica precolombina.

La amplia biblioteca es un enlace entre el pasado y el estudio actual. Está bien organizada con libros de diferentes épocas y otras publicaciones. Los mayores tesoros son los propios documentos de la hacienda y de sus habitantes como reflejo de siglos de producción agrícola.

Es notable el interés de los propietarios por la historia. De hecho, la traducción del famoso Informe Pentland (1826) que tanto importa para entender la historia inicial de Bolivia fue realizada en 1975 por Jack Aitken.

 

EL HOTEL

 

            El Hotel convive con las reliquias. Las habitaciones son antiguos dormitorios de los primigenios habitantes; mantienen los ventanales, los amplios lechos, parte de un mobiliario de anticuario.

            Al mismo tiempo acogen la modernidad con el confort de colchones, almohadas y sábanas adecuados para un huésped exigente. Los suaves tonos permiten que cada cuarto sea cálido y a la vez caliente, además del servicio de aseo impecable.

            El restaurante funciona en la parte antigua de la casona y las mesas para comer están rodeadas de objetos históricos. Los ventanales miran a una parte de la huerta.

            El servicio es casero con toque internacional, la combinación perfecta. Cada desayuno tiene alguna novedad potosina: api con tawatawas, buñuelos con miel, empanadas, bollería. La leche, los quesos, los yogures, las natillas son producidos por la propia hacienda. Las mermeladas las preparan las cocineras con frutas de los propios árboles o de la zona. Todo fresco.

            El menú es variado, entre pueblerino y afrancesado. Las sopas y caldillos abren el almuerzo y la cena, plato central y el postre con olor a mano de abuela, como debería gozar cada hogar boliviano, en vez de las dietas de modas o las restricciones por las desigualdades económicas. La canastilla de pan para untar con llaywa y el jugo de fruta de temporada tampoco faltan.

            El café se sirve en la sala principal, donde siempre arde una chimenea rodeada de sillones. Hay varios espacios para la lectura, la tertulia o el juego de mesa; con preferencia cuentos de aparecidos o novelas de Agatha Christie y Edgar Alan Poe.

            No es un hotel para grandes grupos; es un lugar reservado para familias, para parejas, para estudiosos. El silencio sólo es quebrado por un sistema de música culta que acompaña sin estridencias o por el canto de cientos de aves.

 

PASEOS

            Cayara está ubicada en un espacio con ofertas originales para realizar paseos, caminatas, escalinatas, excursiones. La casa está rodeada por arboledas y huertos como un primer atractivo.

            A pocos minutos está una represa, donde es posible navegar en pequeñas embarcaciones y disfrutar una merienda matutina que ofrece el propio hotel.

            Otra alternativa es visitar la llamada ciudad de piedra, a ocho kilómetros, con una antigua capilla de piedra y un altar también de piedra, aunque en ruinas. La escalada no es difícil para niños o mayores que se encuentran con nidos de distintas aves, pasadizos, quebradas.

            También es posible visitar la famosa hidroeléctrica construida por Soux como una de las pioneras en el país para generar electricidad para las labores mineras. La empresa funciona en una amplia habitación de piedra, donde se cuidad las turbinas de origen europeo. Algunas casas de empleados y una parte del patio están descuidadas. Al fondo cae una hermosa cascada de unos 200 metros. Este es un atractivo que abre varias opciones para conocerlo durante diferentes jornadas.

            El otro plan es ir hasta la lechería, cerca de la casa. Es el rostro de una industria moderna con vacas de raza Holstein y pardo suizo. La instalación refleja una inversión importante y los productos que ofrecen son de alta calidad, sobre todo la rama de los yogures. Todo el proceso cuenta con riguroses controles sanitarios y de higiene.

            La instalación está rodeada de sembradíos de cultivos para forraje como cebada, avena, haba, alfalfa. Un recorrido por la naturaleza especialmente alegre para los niños.

            Sobre la Hacienda Cayara se han escrito muchos artículos y libros por sus múltiples tesoros y encantos. Nada se iguala con la experiencia propia. Cayara bien vale un Potosí.

           

FOTOS

 

viernes, 23 de febrero de 2024

OLIMPIADAS EN PARÍS

 


            En este año bisiesto, las Olimpiadas se desarrollarán en París y en otros escenarios franceses entre el 26 de julio y el 11 de agosto. Este encuentro de los atletas trae siempre una esperanza para la paz mundial porque muestra que es posible el abrazo fraterno entre hermanos, como soñaron Schiller y Beethoven; la paz que tanto anhela la mayor parte de la humanidad.

            El escenario adquiere en 2024 un simbolismo especial pues Francia es la patria del barón Pierre de Coubertin, el padre de las olimpiadas modernas, quien desarrolló su idea -aparentemente imposible y loca- en la imponente Universidad de la Sorbona de París en 1894. Probablemente somos muchos los niños y adolescentes que admiramos a este personaje y su lema: “citius, altius, fortius”: “más rápido, más alto, más fuerte”. La serie “Estrellas del Deporte”, revista de la editorial mexicana Novaro, contaba a los pequeños latinoamericanos sobre el barón y los héroes de cada juego.

            Pierre (1863-1937) fue un pedagogo y un historiador, aristócrata y académico, que imaginó sociedades atléticas como parte de sus métodos de enseñanza. Mostró que el deporte era más que una afición juvenil o una práctica corporal. Dictó conferencias en Europa y en Estados Unidos para destacar la importancia de la práctica deportiva como motor de la disciplina, el honor, la lealtad, la salud. La singular doctrina del cristianismo muscular buscaba la perfección del espíritu a través del deporte y de la higiene y él se inspiró en esa posibilidad.

            La educación física se convirtió en parte de la currícula escolar: correr, saltar, lanzar jabalina, subir al caballete, pasar las pelotas, cubrir los arcos, doblar las piernas, alcanzar la soga, trepar la rampa, ayudaron y ayudan a moldear los temperamentos mucho más que otras materias.

            El deporte siempre fue un ritual, desde los calzados especiales, las medias, los pantalones cortos, las camisetas anchas, la banda para el cabello. Ritual que tuvieron la mayoría de las culturas de una u otra forma. Sin embargo, fueron los griegos los que consiguieron perfeccionar las competencias para darles un sentido sacro.

            Las historias sobre las maratones, los laureles, las medallas de las antiguas gestas y de los juegos olímpicos modernos en estos cien años son interminables, siempre emocionantes. La participación de los atletas bolivianos fue generalmente marginal, tímida, con delegaciones llenas de funcionarios y escasos deportistas.

            En el nuevo siglo se perdieron las oportunidades. No es este lugar para describir los errores en los nombramientos de viceministros/tras ignorantes y de la falta de políticas públicas para alentar la práctica deportiva. Desde el Estado no se trabajó lo suficiente para descubrir y alentar talentos, como consiguió Colombia en los últimos quinquenios como parte del proceso de paz interna.

            Pese a ello, actualmente existen atletas bolivianos que han destacado internacionalmente por su propio esfuerzo, el respaldo de sus familias, de sus clubes o la dedicación de algún entrenador. La empresa privada apoya el desarrollo de disciplinas y ello se refleja en victorias deportivas que dan alegría al país. Es decir, desde la sociedad civil se abre paso la ilusión.

            El Comité Olímpico francés, como publica diariamente su página oficial, está empeñado en organizar un campeonato inolvidable, digno de Pierre de Coubertin. A pesar de los conflictos sociales, el presidente Emmanuel Macron está comprometido para cumplir las expectativas y que Francia muestre al mundo su mejor rostro.

            Estas Olimpiadas tienen además la particularidad de realizarse después de las de Tokio, Japón durante la pandemia del COVID. El país asiático puso su mayor inversión, pero las competencias no fueron las mejores, aunque no se suspendieron como en 1916, 1940 y 1944 por las guerras mundiales.

            Seguramente la situación política mundial estará presente. Europa es testigo de una nueva invasión rusa a su territorio, en Ucrania, como no pasaba desde el final de la Segunda Guerra Mundial. La masacre de Israel contra la población palestina ha afectado al Comité Olímpico de Palestina y a atletas que viven en Gaza, aunque otros radican en países vecinos. Seguramente el desfile de esa delegación tendrá mucho simbolismo, más de lo sucedido en 2020.

            A pesar de esas condiciones, el mundo espera ansioso los XXXIII Juegos Olímpicos de verano. Ojalá que los medios de comunicación y los responsables del deporte nacional aporten para conseguir la máxima difusión para el mayor disfrute de la competencia entre atletas y público bolivianos. Sin olvidar que en otoño seguirán los juegos paraolímpicos; cada versión es más hermosa que la anterior y merece ser aplaudida.