sábado, 29 de septiembre de 2018

ELLOS NO SON LA PATRIA


            Tenía la sensación física del vómito al escuchar el audio de una jueza que resume el estado de situación del Poder Judicial y del Ministerio Público del Estado Plurinacional de Bolivia. La farra descontrolada, el lenguaje de la peor cantina, la desvergüenza para dictar sentencias amañadas, la intromisión del poder político; la clase emergente o, mejor dicho, la escoria, que controla nuestra cotidianeidad.
            Sentía coraje a nombre de tantos colegiales que están obligados a atender las estupideces del vicepresidente Álvaro García Linera. Lo peor no es su incapacidad para multiplicar 3x9, sino su actitud. ¿Cómo admite el Ministerio de Educación esta prepotencia? ¿Por qué hace campaña con la juventud ante el silencio cómplice del Tribunal Electoral?
            Hace poco, el mismo personaje anunciaba soberbio que el MAS abrirá más caminos secundarios para que los vehículos chutos puedan transitarlos. Es decir, para que lo ilegal que corre en zonas cocaleras tenga más comodidad. Son sus “instrumentos de trabajo”, discurseaba demagógico. ¿Por qué cumplir las reglas de la aduana? ¿Por qué pagar impuestos? Ese es asunto para los ingenuos.
            Mientras, el Presidente Evo Morales declaró el 11 de julio en Caranavi: “Cuando vengo acá, yo pensé que eran cocales. Había sido cafés. (…) Me ha sorprendido. De verdad estamos abriendo por primera vez la exportación de algunos productos como la quinua y el café”. Dice que el gobierno va a regalar unos millones para renovar las plantas. ¿Ignora que desde hace décadas hay productores y empresarios bolivianos que con gran esfuerzo mantienen café de alta calidad en los Yungas? ¿Ignora que hay café boliviano de exportación premiado en concursos internacionales?
            A momentos, las noticias que genera el poder central refuerzan el pesimismo que se extiende por la nación. Lo importante es que ellos no son la Patria; ni Bolivia termina en el palacio del rey Midas, ni en el festejo del cumpleaños del fiscal Ramiro Guerrero, ni en las borracheras de los militares.
            Aún existe la Bolivia profunda llena de buenas noticias. Por ejemplo, el Festival Internacional de Afrodescendiente que reunió a representantes de Bolivia, Perú, Ecuador, Cuba, Senegal. Música, baile, gastronomía, películas en diferentes escenarios: Santa Cruz de la Sierra, La Paz, Coroico, Chijchipa. El liderazgo del activo yungueño Jorge Medina, la logística del Centro Afroboliviano para el Desarrollo Integral y Comunitario, CADIC; el apoyo de gobiernos municipales, del Centro Cultural de España.
            Los vimos compartir en la plaza de Coroico, llena de colores y de hermandad. Mientras sonaban tambores de todos los continentes, degustábamos el café de don Mauro. El famoso MyM que recibió hace años asesoramiento de Agroyungas y de técnicos colombianos para aprovechar las bondades del dulce café paceño. Él es un boliviano que desecha el camino fácil de los cocales y opta por un producto alternativo y de alta calidad. Ahí está, además, la cooperativa de mujeres ayudadas por CARITAS para tostar café de altura, la tacita que marca la diferencia.
            En cada lugar de la patria, hay alguien y hay algo que nos alivia del desastre.
                       

viernes, 21 de septiembre de 2018

¿QUEREMOS EMPRESAS CHINAS?


            Estoy entre los bolivianos que admiramos la historia y la cultura milenaria de China y contemplamos impresionados su esfuerzo desde 1949 para salir de un atraso secular hasta un desarrollo moderno. Sin embargo, como no podría ser de otra manera, amo más a Bolivia, a sus habitantes y a su naturaleza.
            Por ello, no deja de preocuparme- incluso de provocarme enojo- las permanentes noticias difundidas por los medios de comunicación o por el boca a boca que cuentan sobre los abusos de las empresas chinas contra los bolivianos y los atentados contra la fauna de la nación.
            No se trata de propaganda “de la derecha” sino de datos cotidianos. El maltrato a los trabajadores no es una excepción y los anuncios de superar aquellas maldades no son más que eso, anuncios. Hay casos que conocemos por informes personales de los afectados, como una jefa china que intentó arañar a su subalterna boliviana porque no entregó las fotocopias con la rapidez que ella exigía.
            Los casos más dramáticos son los ejercitados de forma colectiva y regular contra obreros eventuales. Ahí la ausencia de la legislación laboral boliviana y de acciones efectivas de las autoridades son un drama. ¿Por qué el Ministerio de Trabajo no inspecciona con la drasticidad que emplea contra los medios de comunicación?
            ¿Por qué no informa en qué condiciones trabajan los contratados para realizar carreteras en diferentes departamentos del país que, dicho sea de paso, fueron adjudicadas sin procesos transparentes a empresas chinas? Además de las huelgas de los bolivianos en los últimos años denunciando las pésimas condiciones, habría que mostrar cuántos asiáticos trabajan ahí y bajo qué legislación.
            Un caso reciente, silenciado, es el de los obreros en el Salar de Uyuni. Al parecer, por lo que cuentan, los bolivianos duermen en galpones más cómodos. En cambio, los obreros chinos descansan en carpas a pesar de las condiciones climáticas, no tienen servicios salvo cuando van al pueblo cada dos o tres semanas. En Uyuni se comenta sobre su agresividad pues llegan sucios, malolientes y con deseos de prostitutas. ¿Sería mucho pedir una comisión legislativa acompañada por periodistas para ver in situ y recolectar allá las evidencias?
            El caso del contrabando de colmillos de jaguar y las abortadas audiencias judiciales para castigar a la banda china son una muestra de la impunidad que los protege. Qué hacen en el Illimani, qué hacen en Guanay.
            En difícil imaginar la acción de autoridades judiciales que fueron invitadas en masa a visitar al gigante asiático; de oficiales que tienen relaciones de privilegio con su embajada. China además se convierte en el salvavidas de países en caída libre como es el caso de Venezuela y de Nicaragua (donde se intentó un mega fracasado canal interoceánico).
            Algunos estudiosos (CEDLA; FES) publicaron lo que significa el desembarco chino en la economía. También toca analizar qué pasa con su política laboral, las horas de trabajo, los beneficiosos sociales, los salarios mínimos y las condiciones de salud ocupacional. ¿O volvemos al siglo XVIII?

           




viernes, 14 de septiembre de 2018

DEL PALO SANTO A LA LEY DE LA MENTIRA


            En medio de las patéticas noticias de agosto, pasó casi desapercibida la peor de ellas: un periodista fue detenido por la parapolicía del Chapare, al centro de Bolivia. Lo secuestraron cuatro horas y le amenazaron con amarrarlo a “un árbol” para que lo coman las hormigas; lo soltaron después de copiar su cédula de identidad y amonestarlo: “sabemos dónde vives”.
            Lo acusaron de entrar “sin permiso” a la zona (donde el gobierno construye una carretera violentando un parque nacional y territorio indígena) y de acompañar a una comisión internacional. El Ministro de Gobierno, Carlos Romero, justificó las medidas violentas de quienes abren más brechas para sembrar coca y amplían, queriendo o sin querer, el circuito coca cocaína.
            Ese método de castigo fue empleado por afines al MAS contra sus adversarios usualmente, como admite la cocalera Leonilda Zurita en el documental “El cocalero”: amarrar a la persona al palo santo donde temibles hormigas pican con su letal veneno.
            Usar grupos de choque contra el trabajo de la prensa es una forma antigua con demasiados ejemplos. Recuerdo uno feroz, las “patotas” golpeando a periodistas que denunciaron casos de corrupción de los gobiernos peronistas. Así sucedió contra un reportero de “Página 12” en agosto de 1993; ataques similares en la era Kirchner.
            Carlos Menem definió a los periodistas como sus enemigos. Intentó enjuiciar a un reportero de “Clarín” que develó el tráfico de armas hacia Croacia, por el cual luego condenado. También denunció a dos responsables de “Noticias” por publicar que tenía un hijo fuera de matrimonio, caso que fue resuelto ante la CIDH a favor de los periodistas; el gobierno negó todo y acusó al periódico de afectar el derecho a la intimidad. El año pasado el hijo apareció en ese mismo medio dando sus primeras declaraciones. Hubo ataques contra radios y canales, tanto en la capital como en las provincias. El más doloroso fue el asesinato del fotógrafo José Luis Cabezas por publicar el perfil de un mafioso beneficiado por el peronismo.
            Menem empleó el concepto “libertad con palo” para “pegar” a los periodistas porque “abusan de la libertad de prensa”. Dijo luego que sólo era una “anécdota”, pero Amnistía Internacional contó decenas de abusos contra los medios de comunicación.
            Entre la batería de proyectos legales que Menem intentó aprobar para controlar el trabajo de la prensa, estuvo la idea de una norma sobre la verdad, en la cual los gobiernos podrían definir qué es verdad y qué es mentira. Fracasó esa iniciativa, pero sí logró interpretar la Constitución para reelegirse.
            Los cocaleros no sólo no dejan trabajar a periodistas no masistas en el Chapare, también proponen normas contra ese oficio y las redes sociales. Últimamente, su máximo dirigente, Evo Morales, exigue otra vez una ley contra la mentira.  El mayor Juan Ramón Quintana en 2010 propuso una ley contra la difamación, anuncio reiterado el 2016 y 2017.
            Los permanentes ataques al fortín de la libertad de expresión, desde los grupos de poder fáctico y desde el Estado, amenazan con derrotar la resistencia, muchas veces solitaria, de los periodistas y de sus organizaciones.

viernes, 7 de septiembre de 2018

LEY DE CULTURA Y VISIÓN DE MUNICIPIO


            Se desgarra la camisa el presidente, llora el gobernador y dice el intendente: “no fui yo”. Los transeúntes se abrazan incrédulos y decenas de estudiantes suspiran nostálgicos. Ya es tarde. El fuego consumió el más grande y más antiguo museo de Río de Janeiro y el más emblemático para la historia brasileña.
            ¿Quién tuvo la culpa? ¿Una chispa, el bombero ineficiente, el clima, los materiales? No. Esta es la típica historia de muchos responsables que recortaron día a día el presupuesto para la cultura, para la preservación de la memoria y politizaron el arte.
            ¿Cómo andamos en Bolivia?
            A nivel nacional, la tristeza es inmensa. Un vicepresidente se casa en medio de ruinas milenarias; una ministra prioriza fondos para un oscuro repositorio de camisetas sudadas; una fundación cultural al servicio del oficialismo y otras obras descuidadas.
            A nivel departamental son pocas las actividades, ninguna de gran impacto.
            A nivel local, solo el Gobierno Autónomo Municipal de La Paz aumenta los gastos destinados a la creación, abre nuevos escenarios, tiene bibliotecas y archivos bien ordenados y auspicia semanalmente festivales y presentaciones. Sobre todo, es el único que aprobó una Ley de Culturas consensuada con los propios y diversos interesados.
            En cambio, la ciudad más habitada, Santa Cruz de la Sierra no tiene ni un teatro municipal, ni los equipos modernos para acompañar artes escénicas. El alcalde Percy Fernández no da importancia al quehacer cultural y en los últimos días una burda valla de escudos policiales intentó esconder la marcha fúnebre de los artistas desamparados.
            Después se quejarán de cómo se descuidó la cruceñidad, de cómo se confundió el preparar horneado con la dramaturgia, de cómo brilló la miss mientras faltan salones para los artistas plásticos. ¡Será tarde!
            Santa Cruz cultural depende del amor de entidades de la sociedad civil que apuestan a diferentes propuestas, conscientes de que la cultura es lo que salva a los pueblos, la cultura ligada a la belleza y al deicidio. Colombia no se hundió bajo el narcoestado porque preservó sus libros y fomentó a los artistas.
            Visité hace unos meses los museos en Cochabamba. Salvo la oferta de Portales, el descuido es inmenso, aún en el museo que alberga la Universidad Mayor de San Simón, la Casa de la Cultura, el Museo D’Orbigny, lleno de maleza.
            La alcaldía de Sucre no compra hasta ahora un panel de luces y otros insumos imprescindibles para una buena presentación en el Teatro 3 de Febrero. Hace años que dejó de brillar el otrora famoso Festival de Cultura. En Beni y en Potosí hay más esfuerzos privados, tanto en la capital como en las provincias.
            Tarija está mejor por la actividad que desarrolla la Casa Dorada y otras instancias. Sobre todo, porque- todavía- el gran guardián de su memoria está en manos de los franciscanos que, celosos, preservan cada documento, bordado, pintura o candelabro.
            Los municipios podrían darse cuenta de que, más que cemento, el ciudadano quiere esparcimiento, áreas verdes y mucha música, pintura, danza, teatro, y también silencio, calma para su alma herida por la rutina y las bocinas.