viernes, 20 de octubre de 2017

NOS DESPOJAN DEL DON

            El último (o ya penúltimo) crimen que anuncia la radio contra una mujer es una violencia en plena morgue, donde un hombre arrebata la intimidad ya lánguida de una muchacha tan joven como él. En mi ya larga vida sólo conocí de cerca dos casos de necrofilia, aunque programas y libros han tratado desde hace tiempo el horror de esta mutilación a un cuerpo sin alma.
            Eros y Thatatos, aquellas deidades que por siglos sirvieron a poetas, filósofos, científicos para intentar explicar al mundo y, aún más, a la naturaleza humana que se motiva y se desplaza detrás de estos extremos. Las preguntas básicas en todas las civilizaciones están relacionadas con ello, por qué vine al mundo, quién decidió mi llegada, ¿sólo mis padres? O porque muere un niño juguetón y ese viejo dictador camina aún por las calles citadinas.
            En los primeros documentos de mujeres bolivianas, tanto desde las filas burguesas, clasemedieras como proletarias, que reclamaban los derechos civiles y sociales, no se perdía la perspectiva del don de la maternidad. El hombre afuera, como cazador, la mujer desde dentro, como la que alimenta a la criatura con leche, con valores y con la continuidad cultural. Madre, abuela, mujer Memoria.
            Hasta antes del duro discurso feminista de los setenta, florecido y difundido desde los centros del poder económico mundial, la imagen de la tierra, de la mujer, de la hembra, estaba relacionada en los más profundos niveles de nuestra psiquis con la Vida; la que recibe la lluvia y da los frutos, la que se abre y entreteje en sus entrañas al nuevo ser.
            El discurso abortero, basado en estadísticas, en intereses mezquinos y en falsas premisas contra las religiones y sentimientos, es el mayor responsable de cómo en estos días la mujer es más objeto que nunca, más abandonada que nunca, más madre sola, más sola sin hijo, contentada con “estudios y títulos”, cargos administrativos.
            Esas palabras poco a poco han calado en la mentalidad colectiva, tan hondo que ahora las noticias sobre la mujer son sobre las víctimas, cada vez muertes más sádicas y sin motivo. Ahora a las mujeres las asesinan y ocupan titulares todos los días en diferentes partes del mundo, finadas ensangrentadas, desintegradas.
            Algunas dicen que es porque ahora se visibiliza más; no lo creo. Ahora se multiplica y se agrede peor. Hasta parecería una competencia, un contagio. Si él la mató de una puñalada, el otro la descuartizó, un taxista le clavó un destornillador, ese le mató también al feto en su vientre y delante del hijo mayor. La madre del asesino, otra mujer, lo encubre y protege.
            La lista es infinita y seguirá infinita. Han ganado. La Comisión parlamentaria plurinacional se negó a escuchar las voces contrarias, se negó a leer las encuestas de amplio rechazo a propagar el aborto. Por los derechos de las mujeres, dicen. ¡Pobre miseria!
            Nos quitaron el don, nos dejan sin ser dadoras de Vida y nos cerca la Muerte.

           


viernes, 13 de octubre de 2017

Del canal 7 a la DW


            Hace algunos meses un europarlamentario cortó la demagogia de un alto funcionario boliviano cuando osaba comparar la nueva postulación de Ángela Merkel con las vías que busca el Movimiento al Socialismo para relanzar a Evo Morales. “La Constitución lo permite” le dijo. Una Constitución aprobada antes de las candidaturas y del gobierno de la líder democristiana.
            Si hubiese sido Bill Clinton frente a su adversario, hubiese sido más drástico: “Es la Constitución, estúpido”. Varias autoridades nacionales, jugando con los niveles de conocimiento de la población, intentan comparar la política del gigante europeo con la historia boliviana. Los discursos más sorprendentes fueron expresados por Alfredo Rada y por René Martínez, desde el Palacio de Gobierno.
            Si tanto admiran a Alemania podrían empezar con algunas medidas. Un primer paso podría ser que Canal 7, la televisión estatal de Bolivia sea similar a la Deutsche Welle, la televisión pública alemana.
            Por ejemplo, al día siguiente de las elecciones de septiembre, la DW difundió diferentes análisis, algunos muy críticos al oficialismo, tanto en sus programas televisivos como en su portal electrónico. En el día nacional, que recuerda la reunificación, la principal entrevista fue al líder opositor, de la socialdemocracia.
            La televisión pública alemana difunde las actividades de su país, de las autoridades y de la sociedad civil, de los parlamentarios de una u otra línea, de las organizaciones no gubernamentales, de las fundaciones de diferente rumbo ideológico, incluyendo a los espacios consagrados a la izquierda más radical.
            Rada podría ordenar un análisis de contenido y calcular cuántos minutos por día sale Evo en el Canal 7 y cuántas Ángela en la DW; cuántas transmisiones se hacen en directo, incluyendo partidos de futbol de la división palaciega y cuántas veces sale Merkel inaugurando losetas; cuántos programas nacionales invitan a parlamentarios opositores y cuántos en la DW; qué temas se tocan en los programas políticos y a quiénes se insulta.
            La DW defiende la libertad de prensa dentro de su país, en Europa y en otros lugares del mundo como la piedra fundamental de los arquitectos que construyeron y construyen la democracia alemana, la unidad europea y la división de poderes. Aplica la autorregulación y defiende el Estado de Derecho.

            El Ministerio de Comunicación podría aprovechar mejor y no poner condiciones, algunas inadmisibles como pretendía una ex ministra, a la ayuda técnica que ofrece la DW en Bolivia y comenzar ahí si quiere llegar más lejos.

GILL NO ES UN GIL

            Hace quinientos años éramos colonia en tiempos de Carlos V; hace 100 años éramos colonia anglosajona en tiempos de Churchill y Roosevelt; ahora somos colonia china, rusa y venezolana en tiempos de Maduro y del socialismo del Siglo XXI. Cambia el estilo, no las ambiciones.
            Carlos Gill (1956, paraguayo venezolano) representa claramente cómo Bolivia pasó de una dependencia a otra, aunque ahora de forma más salvaje y ordinaria, porque la nueva rosca (clase emergente la llaman en otros países), no trae tecnologías.
            Carlos Gill, esposo de una comunicadora, compró y hundió uno de los más sólidos periódicos paceños al ponerlo al servicio del oficialismo, a pesar del capital inyectado, a pesar de la publicidad estatal, a pesar de heredar un producto diverso y profesional. Lo hizo en silencio, escondido.
            Después figuró como presidente de las empresas ferroviarias bolivianas, capitalizadas en los años noventa, tanto la oriental como la andina. Empresas que el Estado Plurinacional decidió no “nacionalizar” ni salen en informes congresales sobre la capitalización. Hace poco, los transportistas cruceños se quejaban porque esos vagones acaparan la producción soyera.
            En sus directorios aparecen Mauricio Eloy Etienne Solares, a la vez relacionado con la obra civil para el teleférico, dueño de 224.500 hectáreas en Pando para explotar madera con su empresa MABET; Leonor Montiel Parra de Bedoya, (venezolana) esposa de un alto ejecutivo bancario y representante de PDVSA (Etienne declaraba hace años que ese banco y el Banco de la Unión lo ayudan en sus millonarias exportaciones); Mauricio Costa du Rels Flores, suplente del director titular (vicepresidente) Julio Augusto Montes de la Ferroviaria Andina, en 2015; Montes fue el primer embajador bolivariano de Venezuela en tiempos de Evo Morales (destituido intempestivamente el 2009), comprador de Gravetal a los colombianos.
            Accionistas de Gravetal: Inversiones Inversoja (99%), Katarina Gumucio Stanbuck (ligada a Abya Yala y a la fundación Evo, Juan Ramón Quintana les donó tres vehículos del Estado), Juan Valdivia Almaza. El socio mayoritario de Inversoja es Juan Valdivia Almaza (ex congresista masista). La empresa funciona en el edificio del BNB en Santa Cruz. Es familiar de compradores de hoteles en Santa Cruz y Cochabamba con varios procesos por incumplimiento de contratos. Socio minoritario era Sebastián Rivero Guzmán, hermano de Susana Rivero Guzmán, novia de Julio Peñaloza Bretel de Abya Yala.
            Gill y Montiel Bedoya aparecen como socios de una empresa constructora paraguaya Gómez Nuñez, contratada por Thales Air Systems para construir las torres para los radares que el Ministerio de Defensa compró a Francia en 2016. La filial boliviana fue inscrita cinco días antes del principal contrato sobre la base de una empresa con capital de Bs 1000 (Bogen SA) cuyo socio es Mauricio Costa du Rels Flores, y es “autorizada” a contratar a Mauricio Etienne (Cottiene SA), en un negocio de 23 millones de euros.
            Carlos Jorge Gómez Nuñez aparece en 2015 como suplente del director titular Mauricio Etienne en Ferroviaria Andina.
            Gill publica muchos de sus negocios en su portal empresarial, pero no está esta nueva inversión.
            En toda esta información, disponible en Internet, aparecen además datos sobre los problemas impositivos y de manejos bancarios de varios de estos personajes y de procesos que enfrentan por diversas causas. ¿Alguna entidad los investigará?
           


lunes, 2 de octubre de 2017

TURISMO INSOSTENIBLE


            Los ciudadanos somos testigos de las decadentes declaraciones de autoridades nacionales. El primer mandatario se ocupa de quienes hacen caca en el bosque, porque ya olvidó cómo son las letrinas en su altiplano natal. Se suma el senador que habla de baños en Washington porque no se informa cómo andan las cosas por casa.
            La escatología no es algo nuevo entre los conductores del proceso de cambio y hay un librito best seller que recopila esos dichos. La escatología en su significación más olorosa y no la otra traducción que hace referencia al estudio de la eternidad.
            Sería más interesante que se ocupen de investigar y mejorar los llamados servicios higiénicos a lo largo y ancho de la geografía nacional, ya que el tema tanto los inquieta. Un estudio de UNICEF en Trinidad revela cómo las condiciones de los excusados en los colegios son una agresión al pudor y a la dignidad de las adolescentes.
            Los turistas son los que más sufren, sobre todo los que están acostumbrados a un aseo decente. Un recorrido por los pueblos más emblemáticos en el ingreso de visitantes es casi horroroso. Por ejemplo, en Copacabana, donde, salvo los mejores hoteles, el forastero debe usar un baldecito para echar agua al inodoro y para lavarse las manos, sacando agua de un turril sucio. Situación que se repite a lo largo de la ruta hasta La Paz en las cuatro horas de viaje.
            En el hermoso Salar de Uyuni la experiencia es igual, los buses no tienen baños y el tren de la Ferroviaria Andina ofrece un servicio espantoso. Al llegar al gran centro turístico, el viajero no encuentra ni buenos baños, ni buenos restaurantes y el desorden es otro reflejo del descalabro nacional.
            En BOA ni los baños de primera clase en los aviones alquilados para la ruta a Europa tienen jabón líquido y toallas de papel suficientes. Lastimosamente la gentileza de sus empleados no suple los crecientes problemas como la suspensión de vuelos en todo el verano del norte y las últimas cancelaciones. El aspecto de los baños suelen ser el umbral de la buena administración en cualquier empresa.
            En el supuestamente principal aeropuerto en Santa Cruz de la Sierra no funcionan los secadores, ni hay jabón ni papel, como denunció un viajero hace poco. En el flamante aeropuerto de Sucre ni siquiera hay un aparato eléctrico instalado.
            La falta de previsión para atender las urgencias gástricas de los constituyentes y los usos y costumbres fueron uno de los choques culturales el 2007. Son muchas las historias que se podrían contar sobre los baños en Bolivia; son como su espejo.