viernes, 29 de mayo de 2020

VICTORIAS LEJANAS



            Hace un par de años, en mi amada Estambul, escuché la conferencia de un periodista estadounidense que me dejó perpleja. Aunque la he contado varias veces, no se agota mi agobio.
            Por primera vez conocí cifras reales, dimensiones geográficas, número de habitantes y las múltiples, infinitas, oscuras capas de las corporaciones en el descubrimiento del nuevo mundo con la revolución del internet, de la “nube”, de las nuevas tecnologías.
            Él describió los nuevos estados, más extensos que el imperio romano cuando creía que todos los mares eran suyos; más poblados que China, India y Rusia juntos; más omnipresentes que todos los dioses que inventaron los hombres asustados por la soledad y por la muerte; más ricos que todos los reyes europeos y más anónimos que todos los pintores de las cuevas rupestres, de aquellos lejanos años, cuando los hombres pensaban que un añil o un blanco eran suficientes para contar historias.
            En efecto, el estado “Google”, o el estado “Facebook” y sus diferentes ramificaciones, los estados subalternos de “WhatsApp”, Instagram, Twitter tienen más alcance que cualquiera de los más poderosos imperios antes del siglo XXI y más habitantes que cualquiera de los países más habitados del planeta tierra.
            En estos aciagos días de la cada vez más oscura pandemia originada en una república popular y feroz, los únicos estados victoriosos son esos estados sin bandera ni himno, ni héroes. En algunos periódicos se discute cuál superpotencia sacará mayor provecho de este caos terráqueo; vanos debates, todos son perdedores de una u otra forma y existen varios imperialismos que no volverán a gobernar el mundo.
            En cambio, los dueños del firmamento ganan todas las partidas. No existen rivales. Los amateurs como los originados en Asia, son aún más peligrosos.
            ¿Dónde encontrar un refugio?
            De pronto, estudiantes, profesores, padres, amigos, deudos, tuvieron que apararse en el desconocido “Zoom” para poder sobrevivir. Enloquecidos, sin reflexionar qué era, cómo era, de quién era, cuánto de privacidad quedaba en el camino, millones de millones de seres urbanos se pasaron a ese cuarto que no existe en la realidad.
            Aprendieron los niños a saludar desde tan lejos. De pronto podían estar en la esquina del barrio, a dos cuadras, pero era prohibido atravesarlo con los pies descalzos. La maestra intangible hablaba a alumnos que podían estar o no estar, que de pronto eran sólo imágenes congeladas.
            Desde enero, sólo por azar, releo “1984” y no puedo pasar las páginas porque comparto toda la angustia de los hechos autoritarios que conoció Georg Owen y que siguen actuales.
            Los victoriosos, además, ganaron la partida a los libertarios.
            ¿Quién o quiénes podrían acusar a esas corporaciones informes y sin nombres ni apellidos de ser seres malvados? ¿Qué gladiador podría enfrentar a semejantes leones? Antes, con la imprenta era más fácil, igual que la radio. La televisión ya fue un salto al vacío y las redes son el peor engaño.
            ¡Ilusos si pensáis que son útiles para lograr una generación de personas libres!
            El mundo no volverá a una normalidad porque ya no existía esa “normalidad” más que en la apariencia del bienestar económico y de consumos masivos. Encontrará una nueva hoja de ruta para ver cómo y dónde sigue el camino. Cualquier opción seguro que será construida sobre un planeta teledirigido.

viernes, 22 de mayo de 2020

CULTURA EN TIEMPOS DE VIRUS



            A las 19: 58 sonó la “primera llamada” con el envío de la conexión para quienes habían pagado el Súper Ticket generado por el Teatro Municipal de La Paz para participar en una experiencia inédita: teatro virtual. A las 20:00 era ya posible divisar el tradicional escenario que desde hace siglo y medio abre y cierra telones para el público paceño. A las 20:10 comenzó la cuenta regresiva. Silencio.
            Éramos tres en la fila de espectadores compartiendo con otras decenas que, desde diferentes hogares en la ciudad, fuera de ella y también fuera del país, seguíamos el esfuerzo de Christian Mercado para interpretar al músico de orquesta enamorado.
            De forma virtual, con el cabello muy largo por falta de peluquero, el actor paceño había invitado al público a presenciar el inédito proceso de creación del espectáculo: “El solo del contrabajo”, original de Patrick Suskind, con el impulso de Luigui Antezana, la dirección de Percy Jiménez, que está en Bélgica. El teatro es “presencia” y por ello la opción de hacerlo a través de una cámara, pero no filmada era arriesgada.
            Pulcra, la sencilla puesta en escena inició el programa. Toda una movilización para conseguir que el actor esté en el propio escenario, cerca de su “público”. Es verdad que faltó la antesala, los besos y saludos comunes entre los espectadores, entre los “consumidores” de cultura bolivianos, que suelen ser pocos y casi siempre conocidos.
            Mercado se refirió también al futuro de las artes durante y muchos meses después de la pandemia originada en China. Es una de las consecuencias más dramáticas de lo que vive el mundo. Muchos museos, teatros, casas de culturas han salido con decenas de ofertas virtuales para recorrer exposiciones, compartir conciertos, conocer óperas.
            En La Paz, la Secretaría de Cultura del Gobierno Municipal de La Paz, siempre a la vanguardia, recapituló inmediatamente sus ofertas. En primer lugar, invitó a paseos virtuales por los museos y por las iglesias históricas. Con mis alumnos recorrimos el centro paceño con esa posibilidad.
            La Biblioteca Municipal ofreció gran cantidad de consultas en sus archivos. Justamente mi última actividad presencial fue recorrer sus salas, donde presentó las principales colecciones de folletos, periódicos y libros en los repositorios municipales.
            Al mismo tiempo, la Casa del Poeta, con el apoyo de artistas nacionales, emitió audiocuentos con los textos de los principales premiados por el Franz Tamayo, como “Delfín del mundo” de Francisco Cajías.
            Este fin de semana, aunque ya empezó desde el lunes, se concentran gran cantidad de actividades culturales en la más original “Larga Noche de Museos”. Una vez más decenas de entidades públicas y privadas se suman a la iniciativa municipal que se confirma como la mayor expresión de la cultura paceña.
            Hay gran cantidad de posibilidades, aunque muchas por Facebook que no todos usamos. Seguramente extrañaremos los paseos, sobre todo por las galerías de Sopocachi: las paradas, los encuentros, las ofertas culinarias, las sangrías y festejos.
            Es tan importante encontrar un clavel rojo en medio del barro. No hay titulares como consiguen los casos de corrupción, los delitos. Sin embargo, Es una pequeña victoria frente a la nostalgia. Es el triunfo de lo humano frente a los bichos. Es lo que quedará en el tiempo, aunque una masa esté desesperada por comprar papel higiénico, otras personas están ansiosas por un libro.

viernes, 15 de mayo de 2020

REGALO PERVERSO



            En la fecha más emblemática de la centenaria lucha de los periodistas para defender el derecho constitucional a la libertad de pensamiento, la presidenta Jeanine Añez entrega un decreto de regalo. Un decreto que abre las compuertas feroces de la persecución contra cualquier persona que escriba, diga, dibuje, cuente, chismee cositas que el gobierno de transición considere “des- información”.
            Añez y su equipo han iniciado en las últimas semanas un harakiri personal e institucional difícil de justificar. Algo que se agrava porque sus desaciertos no sólo los afectan en el aprecio ciudadano, sino que fomentan protestas con consecuencias inesperadas.
            El gobierno de transición es legal como lo han confirmado diferentes interpretaciones constitucionales de alto nivel. Sin embargo, no tiene la legitimidad de su antecesor pues no llegó al poder por el apoyo popular sino por la sucesión prevista en la normativa. Fue una “lotería” y en los primeros días, los más difíciles, las actitudes, las palabras y sobre todo las decisiones de Añez lograron el respaldo de una buena mayoría boliviana.
            También la forma en la cual encaró la pandemia y la crisis sanitaria inédita en Bolivia fue bien recibida por tres cuartas partes de los habitantes, como muestran encuestas y comentarios. Parecía que las medidas asumidas eran las correctas y tenían el objetivo de contener daños mayores.
            Sin embargo, decisiones como la relacionada con los transgénicos sin consultas previas; el uso de aviones estatales para fines particulares; las fiestas privadas entre los privilegiados y el decreto mordaza muestran el lado perverso del régimen actual.
            Me limitaré a comentar la orden de penalizar los (supuestos) excesos de periodistas, internautas, pintores, escritores, poetas, artistas, caricaturistas. En primer lugar, porque hay un desconocimiento de las convenciones internacionales sobre derechos humanos ratificadas por Bolivia; de las constituciones desde 1826 a 2009; de la Ley de Imprenta; de la Declaración de Chapultepec; de los códigos de ética de la prensa boliviana; del trabajo del Consejo de Ética nacional; y de la larguísima resistencia de los periodistas a los abusos del poder.
            Las propias normas apoyadas por las organizaciones de prensa prevén los límites a la libertad de prensa; alientan la responsabilidad; protegen el respeto al honor de las personas. Los periodistas lograron incluir en la CPE la auto regulación. Como pocos otros gremios, los periodistas insisten en la autocrítica y conocen sus debilidades. En decenas de seminarios o libros aparecen estas autocríticas. Cada medio de comunicación y cada reportero sabe que su futuro está cimentado principalmente en el grado de confianza que logra en la opinión pública.
            También los directivos de las asociaciones de periodistas repiten decenas de veces que hay libertinaje, banalidad, falta de rigor en las fuentes y otras sombras en el quehacer diario. Así como también la prensa boliviana es portaestandarte en las luchas contra los excesos de los políticos, en los conflictos sociales o en crisis como la actual pandemia.
            Ningún caso justifica la censura, las amenazas, la penalización. Ningún presunto delito de prensa tiene pena corporal. Mejor el desborde que la mordaza.
            Me falta espacio para protestar por las amenazas contra los artistas, contra las expresiones culturales. Tendré otro momento para expresarme sobre ello. Por ahora, recordar que, quienes persiguen la libertad de pensamiento y de opinión, nunca ganan.

           

viernes, 8 de mayo de 2020

RESPONSABILIDAD CIUDADANA




            Contemplo, desde mi ventana, a una candidata a senadora por La Paz que pasea casi cada día por el parque, toma fotos, no siempre usa barbijo. ¿Qué privilegios tiene? ¿No tiene idea de que debería dar ejemplo a los demás para el cumplimiento de la cuarentena? Si así es el llano, cómo será en el poder.
            Leo que otra candidata y su hijo toman un avión militar por gusto; asisten a reuniones sociales en otra ciudad, se sacan fotos para compartir sin importarles que lo hecho es uso indebido de bienes del estado, un delito. Mientras decenas de personas están desesperadas porque el padre está enfermo en el pueblo o porque no pueden trasladar al nieto con cáncer. Explicaciones que empeoran el ambiente de cinismo.
            Escucho petardos y convocatorias de otros candidatos que invitan a la población a desobedecer el mandato de quedarse en casa y guardar el distanciamiento social. ¿Es posible entender semejante despropósito? ¿Cuál es el pensamiento, el análisis estratégico, la visión de un partido político para alentar esas protestas?
            Veo a diputados detenidos por la policía porque intentan burlar un control caminero con argumentos destinados al público televidente más despistado. Claramente, la mayoría de los telespectadores considera que es simplemente un insulto a su inteligencia.
            Colecciono el listado de maldades que han salido estas semanas de encierro porque son parte de la historia de la infamia de los bolivianos. Insultos a una enfermera para que abandone el edificio donde vive con su hijita; rotura de vidrios de una ambulancia porque es de un centro de salud público; estafas en los cobros de bonos.
            ¿Y los demás? Hay disciplina en general; sin embargo, no es suficiente. También deberíamos examinar cada uno de nosotros cuál es nuestra conducta cotidiana para ayudar al otro y con ello a la comunidad, al país, para salir lo menos lastimado de la emergencia sanitaria causada por el virus originado en China.
            En este inicio de mes preocupa que personas que podrían cumplir con su deber de pagar facturas de servicio, prefieren no hacerlo amparándose en la normativa que busca proteger a los más desvalidos.
            Padres de familia no cancelan pensiones en los colegios o en las universidades privadas, aunque estos establecimientos, me refiero a los urbanos, hacen el esfuerzo de crear plataformas, sistemas y capacitaciones aceleradas para que los profesores impartan las materias.
            Para todos es difícil, pero todos debemos aportar en la medida de lo posible. Si no el resultado puede ser catastrófico: colegios cerrados, facultades en receso indefinido, servicios de agua irregulares, cortes de luz, cortes de internet o de telefonía. Las empresas tienen un límite para atender emergencias. ¡Cuidado!
            No comparto la solución de “igualar hacia abajo” como sucede en universidades públicas donde existen carreras que podían seguir funcionando, pero cortaron las clases virtuales porque otras carreras más técnicas no usaban esa metodología. O porque hay otros estudiantes sin internet en casa.
            También hay que apelar a la responsabilidad de cada habitante de Bolivia que tiene créditos bancarios para que los deudores con propia voluntad mantengan los pagos al día y negocien de forma honesta y realista con su entidad bancaria.
            Hay países que vencieron incluso la herencia de guerras, siempre con disciplina y solidaridad. Hay otros países que se hundieron para siempre por la corrupción y el desorden.


           

viernes, 1 de mayo de 2020

ADIÓS PRIMERO DE MAYO



            ¿Qué desfile hay este Primero de Mayo, dónde, con quiénes, para qué? La ausencia de masas en la calle, de concentraciones en históricas plazas desde Berlín a Huanuni, desde Barcelona a Chicago graficará ante la Historia que el tipo de mundo que soñaron los abuelos hace más de un siglo no fue posible y nunca lo será.
            Hace 150 años los primeros obreros, sobre todo las primeras trabajadoras en esas oscuras fábricas europeas sacrificaban el escaso tiempo libre para organizarse; para redactar unos manifiestos de protesta; para presentar reclamos a la patronal; para convertir su desnutrición en una huelga. Parar las máquinas era detener la maldad llena de hollín y miseria que había cambiado la servidumbre al aire libre en una cadena de producción.
            Los proletarios se unieron por encima de las fronteras y de los mares y pasaron de mano en mano jornadas de protestas, de masacres y de victorias. El aumento de un chelín en el salario o el beneficio de un día libre. Se reunieron para comprobar que su fuerza física era también su poder moral. Aparecían como la reserva de la humanidad: querían conquistar el cielo.
            Mucha literatura, poemas, novelas, y más tarde películas y series de televisión, preciosos afiches, nos relatan desde la ternura y la convicción aquellas luchas de los trabajadores en diferentes espacios del mundo. Hasta aquel momento fundacional para exigir las ocho horas de trabajo.
            No sólo hubo mártires en Chicago, sino en todo lugar donde hubiese un capitalista. En Bolivia, las conmemoraciones por esa reivindicación comenzaron al inicio del Siglo XX en Tupiza. Llegaron las corrientes socialistas, comunistas, anarquistas y también las experiencias de los pampinos que retornaban de Iquique, de las salitreras, donde habían aprendido el alance de la lucha internacionalista.
            ¡Ocho horas de Trabajo! Era lograr un sueño, una utopía, una línea imposible. Sin embargo, poco a poco, las leyes en casi todo el mundo incluyeron las demandas para consagrar las ocho horas de trabajo y los beneficios laborales.
            Recuerdo mi primer Primero de Mayo, el 72, cuando acudí colegiala al mitin organizado clandestinamente por la Federación de Mineros y la Central Obrera Boliviana en la Plaza Venezuela, en el centro paceño. Apenas entendí lo que habló Oscar Salas y no me di cuenta cómo lo sacaron velozmente antes de la arremetida policial. Desde entonces pensé que el Primero de Mayo era algo mágico y profundamente humano.
            Alrededor de esa fecha, de una u otra forma, se componían los espacios de la resistencia a las dictaduras militares; se reafirmaban los compromisos con las luchas sociales y se trazaban las tesis para una Libertad que se entendía como un sueño real.
            Con los primeros años del neoliberalismo, los trabajadores perdieron palmo a palmo conquistas centenarias y el trabajo de ocho horas se disolvió para todos. ¿Quién trabaja ocho horas? Ni los funcionarios públicos, ni los consultores, menos los obreros, los cuentapropistas, los vende-lo-todo.
            En el caso boliviano, el MAS hundió, además, la independencia de clase. Sepultó a la COB que ya no dice nada a nadie y quebró la imagen impecable de la FSTMB. Un presidente parlanchín se adueño del desfile. Clientelismo, circo y farra pudieron más que balas, cárceles y exilios.
            Ahora, 2020, no habrá ni desfile ni manifiesto, ni compañerismo, ni pancarta. La agonía fue larga, acá, en la América Latina y en el mundo. Hoy, 010520 es el epitafio para un sepulcro vacío.