viernes, 27 de enero de 2023

LA CUMBRE DE LOS PAÍSES DESHECHOS

 


            Esta semana se reunieron en la capital argentina jefes de estado y representantes de 33 países del continente en la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC), en un contexto de deterioro general del estado de derecho, la gobernabilidad y la calidad de vida.

            Cuando se fundó la Organización de Estados Americanos (OEA) como mecanismo continental pionero en el mundo, América era el refugio de miles de migrantes europeos y asiáticos. Parecía la reserva humana después del horror de las guerras mundiales.

            Hace cincuenta años comenzaron las cumbres presidenciales para encontrar caminos diplomáticos a la violencia política en Centroamérica y el Cono Sur. Con el liderazgo panameño y la participación de las últimas democracias (México, Venezuela y Colombia), Latinoamérica mostraba al mundo que los conflictos no eran Este Oeste, sino Norte Sur. En los 90, con regímenes democráticos en casi todo el continente, estabilidad económica, reformas estructurales, procesos inclusivos, se crearon mecanismos como el Grupo de Río y MERCOSUR para el diálogo político y económico con otras regiones.

            Bolivia cumplió en cada ocasión interesantes roles, incluso como líder con las reformas estructurales. En el siglo XX, fueron México, Brasil, Argentina y Venezuela las naciones que impulsaron procesos de integración regional.

            La creación de la CELAC en 2010 pudo ser una respuesta a la necesidad de reunirse sin Estados Unidos o Canadá, pero pronto esta comunidad se convirtió en un “club de amigos”, como la calificó hace poco el presidente uruguayo Luis Lacalle. Su orientación se centró en lo ideológico y en su cercanía a imperialismos extracontinentales como la China del capitalismo salvaje y la Rusia guerrerista e invasora.

            Los principales países que alentaron la CELAC están hundidos. Millones de refugiados huyen de Venezuela desesperados, en un registro que nunca conoció la región, ni siquiera en las guerras independentistas. Nicolás Maduro no puede viajar por temor a ser detenido por sus múltiples delitos y crímenes. Aunque Luis Arce lo abrace y Luis Ignacio da Silva marque reunión con él, la patria de Simón Bolívar está deshecha.

            Cuba dejó de ser la imagen romántica del pulgarcito para ser también expulsora de población joven. La represión contra artistas y adolescentes reveló la máscara escondida detrás del antiimperialismo. Quedó al descubierto el hambre y el agotamiento de su población.

            El país anfitrión tiene la inflación más alta del continente y no puede detener la escalada de dólares que salen del país porque los ciudadanos no confían en sus gobernantes. Miles -ya deben ser millones- de jóvenes calificados hacen el camino inverso de sus abuelos hacia Europa o Australia. Buenos Aires está en ruinas y su esplendoroso pasado no le alcanza para maquillarse, ni a su vicepresidenta condenada por la justicia.

            Brasil, el más extenso y el más poblado del subcontinente está dividido en dos. Extremos de un lado y de otro, fanatismos, asaltos a los edificios públicos, desconfianzas. Lula ya no representa a ese metalurgista católico de los años 80 y el peso de la corrupción durante su gobierno y dentro de su partido lo muestra como otro del montón.

            México, que fue vanguardia internacionalista, tiene como presidente a un bufón. Hundido en la violencia, la delincuencia, el narco que convive con el poder. Es el territorio donde se asesinan a más periodistas en todo el mundo -incluyendo los países en guerra- y desaparecen cientos de habitantes. La obesidad en la población pobre es apenas un ejemplo del colapso de sus indicadores de Desarrollo Humano.

            Los ajusticiamientos a líderes sociales en Colombia, la situación en Perú, el lento genocidio en Nicaragua, la represión endémica en El Salvador y Venezuela, Honduras invivible, cientos de caribeños buscando desesperados caminos a Estados Unidos… La lista es larga; larga y triste. ¿Qué momento la América de la esperanza se convirtió en el continente de los sucesivos fracasos?

 

viernes, 13 de enero de 2023

JOSÉ BAYRO NO ES UN ÁRBOL PORQUE CAMINA

 

JOSÉ BAYRO NO ES UN ÁRBOL PORQUE CAMINA

LUPE CAJÍAS

Presentación de la obra: Bayro Barroco: Deconstruyendo el trampantojo

Jueves 12 de enero de 2023, Espacio Patiño, La Paz, Bolivia

         Cuando un Bayro te llama por teléfono, se produce un extraño escozor en el vientre. ¿Qué puede querer un Bayro de mí? ¿Qué puedo decirle yo a un Bayro? Maripositas de temor y de asombro recorren el cuerpo. Enfrentar a un Bayro es saludar a una estirpe condenada a cien años de excelencia.

         Recibir el encargo de presentar una obra desmesurada es poner a prueba todos los sentidos. Aceptar estar acá es un atrevimiento, que sólo se puede aliviar con el agradecimiento a José Bayro Corrochano por la invitación y al Espacio Patiño por el auspicio.

         De lo mucho que provoca este libro: “Bayro Barroco: Deconstruyendo el trampantojo”, escogí apenas unas puertas de ingreso que titulan: “José Bayro no es un árbol porque camina”.

         Primera aldaba: Un cauce desbordado

         Entre los Bayro Corrochano todo es exagerado: desde el sonido de los apellidos forasteros para registrar a los nueve hermanos, todos hombres, nacidos entre La Paz y Cochabamba. Sólo una madre alegre puede contener semejante cataclismo. Una interminable mesa para comer, la incansable cocina, la hilera de catres, la pila de ropa sucia y los cuadernos y lápices de colores por todas partes.

Pasaron una niñez y una adolescencia de barrio, de calle y pelota, con vecinos cariñosos, en una ciudad amable y tormentosa durante las décadas de los 60 y 70 del siglo pasado.

         Un hogar acostumbrado a abrir las puertas para ir a jugar y, sobre todo, para recibir a la muchachada del colegio San Agustín. Llegaban visitas de todas partes. En la casa de los Bayro Corrochano todo se compartía y sus habitantes estaban acostumbrados a servir tantas sopas como en un convento y a veladas en cualquier día de la semana.

         El amor al arte comenzó desde palpar los muchos objetos que coleccionaba el padre, la música que escuchaba la madre, los retratos en las paredes, los paisajes en los corredores. Más tarde, tener un lugar en el garaje donde se podía crear artesanías, cuencos, esculturas, dibujos y pinturas.

         En una época de clandestinidades, recuerdo que cuando había un cochabambino en la reunión, siempre se mentaba de una u otra manera a alguno de los Bayro. Así me volvió a suceder hace un puñado de años cuando escribí un homenaje a Carlos, el segundo de la prole. La gente no comentaba mi nota sino traía un recuerdo o una anécdota acerca de la amistad con los Bayro.

         Mientras leía el libro de José Bayro que hoy se presenta en La Paz comprendía que su historia es más lejana: un siglo, dos siglos, el barroco, la colonia, la sierra y el mar. “Bayro barroco: deconstruyendo el trampantojo” es un reflejo de espejos infinitos sobre la memoria de las lecturas, de visitas a los museos, de aulas mexicanas y de talleres infantiles, pero sobre todo es un recorrido de las huellas en la piel, magia y alquimia.

         El título, el juego de palabras en su pronunciación y en su diseño es la primera trampa. ¿Quién vuelve, dónde retorna, qué presente es ese pasado? “Deconstruyendo” es en verdad una construcción ladrillo a ladrillo, recuerdo con recuerdo. Una licencia que puede unir al gigante Camacho del ambiente pueblerino boliviano con la madrileña desvestida luciendo portaligas, que no es igual que copiar una maja desnuda.

         “El trampantojo” es una técnica pictórica que va bien con los desmanes del barroco. Esa ilusión óptica, ese engaño a ojos vistas, ese aviso de José que advierte: entra, pero ya sabes que todo es adivinar los escondites. Bayro aprovecha sus múltiples sentidos para hacernos ver lo que no es. Una cantidad de láminas en el libro reproducen tazones, o bailes, o carteles, o esculturas y fetiches para hacernos creer que son centenarias y no del año pasado.

         Aunque es un enredo avisado -como en los títeres traviesos, cuando sabemos por dónde saldrá el lobo y queremos avisar a la abuelita- es imposible zafarse del trazo, las figuras, la paleta, el azul que nos persigue. Mucho ha escrito José y también sus críticos sobre el simbolismo del azul en su obra y no voy a citar esas frases. Sin embargo, algo queda imborrable: el azul del cielo y del agua son los únicos elementos comunes en toda esa “deconstrucción”.

         Segunda aldaba: José no es un árbol porque camina

         José Bayro me hace cuestionar una consigna que me duró toda la vida porque la aprendí de mi padre que nos aconsejaba: sean personas con raíces, pero sin fronteras. Sin embargo, su obra me hace suscribir otra frase. Es una cita de Ahmed Salman Rushdie.

Cuando la leí no le hice mucho caso y ahora, al preparar este texto, no encontré mi apunte con la frase completa. Sólo quiero aclarar que la siguiente imagen no es de mi autoría.

         Dice el escritor indio británico: los hombres no pueden ser árboles porque tienen dos pies y caminan. José Bayro es una evidencia de ello. La memoria que lo sustenta no lo arraiga a un sitio, le da alas, lo traslada.

         No es el árbol “pegao a la tierra y naides me arranca del pago en que vivo” que describió Oscar Alfaro en El Chapaco Alzao, sino es el hombre que deja estelas en la mar, verso a verso, golpe a golpe, el caminante que ama los mundos sutiles, ingrávidos y gentiles, como poetizó Antonio Machado en su inolvidable: Caminante no hay camino, se hace camino al andar.

         Físicamente es fácil comprobar ese desplazamiento incesante en la biografía de José Miguel Bayro Corrachano, nacido en Cochabamba, Bolivia en 1960. Estudios, exposiciones, conferencias, presentaciones en varias ciudades de Bolivia, de México, de Estados Unidos, Puerto Rico, Canadá, Francia, Italia, Perú, Chile, España. Reside oficialmente en Puebla, al norte del continente americano, pero viaja por el mundo aún en tiempos de pandemia.

         Espiritualmente, emotivamente, sensorialmente, el andar de José Bayro es más complejo que los sellos que quedan en el pasaporte.

Es precisamente el uso del azul el que delata al corazón del Bayro andariego. Sus imágenes aparentemente alegres y festivas revelan al mismo tiempo una profunda melancolía, la nostalgia del apátrida. Después de tres días de carnaval llega el entierro del pepino.

Demasiado cochabambino para ser mexicano, demasiado mexicano para ser de cualquier parte, como escribió una poetisa en su exilio.

Le gusta vivir, brindar, cantar, bromear y así lo expresan sus cuadros con bailes de carnaval, juegos de cartas, arlequines y modistas, pero es capaz de detener la mirada y contemplar en silencio como un monje en un monasterio del Monte Athos.

 

 

 

Tercera y última aldaba: El esfuerzo

El lector del libro que hoy se presenta estará por siempre agradecido a José Bayro.

La edición es preciosa. Cada página está cuidada para el deleite de la obra, para que el lector goce inmerso en el barroco mestizo americano, para que descubra secretos, como sucede en rinconcitos detrás de los altares de Calamarca o en ranuras de la fachada del templo paceño de San Francisco.

Hay un esfuerzo personal y de su equipo para mostrar que es posible unir arte con empresa, creación con calidad, sentimiento con modernidad. En esa exuberancia que comentábamos desde el inicio, José Bayro nos regala más de 100 páginas de color impreso con precisión, con los tonos cercanos al original.

         Bayro está por encima de esos lugares comunes del artista maldito o del artista pobre boliviano o del   creador solitario que no puede vender sus cuadros. Le pregunté, cuando lo conocí, si tuvo muchas hadas madrinas cuando nació y me confesó que sí, que siempre las sintió en sus recorridos. Recibió dones, 10 talentos, y los convirtió en méritos y en el doble de las monedas heredadas. Así podrá presentarse ante el Señor.

         Con sus alas desplazadas por el azul del infinito nos muestra cómo un pintor acunado en un valle del sur puede lograr convertirse en un autor de dimensión planetaria.

 

 

 

        

 

 

DESDE LA TIERRA

DEMOCRACIA, CUÁNTOS CRÍMENES SE COMETEN EN TU NOMBRE

LUPE CAJÍAS

 

            El asalto a los edificios de los principales poderes públicos en Brasilia revela la profunda crisis del sistema democrático en el mundo, principalmente en el continente. Bandas entreveradas de militantes y delincuentes comunes destrozaron fachadas, ventanales y mobiliario en protesta por los resultados de las elecciones pasadas.

            Los comicios se organizaron con sistemas modernos y oportunos que permitieron canalizar millones de votos y difundir rápidamente las cifras, tanto en la primera como en la segunda vuelta. No existe ningún informe internacional que cuestione la transparencia del tribunal electoral. Ganó la oposición representada por el Partido de los Trabajadores.

            En Brasil aún se mantienen independientes las instituciones. El Poder Judicial juzgó, condenó y luego liberó al expresidente Luis Ignacio da Silva, a pesar de ser el principal adversario del entonces presidente Jair Bolsonaro.

            Sin embargo, el mandatario saliente se negó a entregar el mando como manda el protocolo y sus partidarios intentaron crear un clima de incertidumbre. En el discurso hablaban en nombre de la democracia, en la práctica buscaron ahogarla.

            Hace solo dos años, otros fanáticos asaltaron el Capitolio en Estados Unidos para impedir la transición constitucional pacífica. Si ya era difícil entender cómo fue elegido Donald Trump en el país con las mejores universidades del mundo y con una longeva democracia, fue inaudito contemplar cómo este “príncipe idiota” consiguió movilizar a las turbas con base en mentiras y “a nombre de la libertad y de la democracia”.

            En Bolivia, los grupos que se negaron a aceptar su derrota en el referendo de 2016 y la segunda vuelta en las elecciones de 2019 incendiaron tribunales electorales y convocaron a una guerra civil.

            Curiosamente manejan un discurso de “golpe” y se auto presentan como defensores de la democracia. ¿Cómo pueden ser demócratas las mismas personas que engullen el Poder Judicial y anulan la independencia del árbitro electoral? ¿Cómo pueden ser demócratas los que persiguen y encarcelan a ciudadanos por sus opiniones políticas?

            El 2014, escribí una nota con la certeza de que jamás Evo Morales entregaría el mando de la nación a su sucesor constitucional. ¿O alguien lo imagina estrechando la mano de Jorge Quiroga, Jaime Paz, Carlos Mesa, como era usual entre 1982 a 2006?

            La piedra angular de la democracia es la libertad de expresión y de prensa. El Movimiento al Socialismo (MAS), en todas sus versiones y desde el poder o desde el llano, no soporta ese derecho constitucional.

            El MAS es aliado de chinos y de colombianos para saquear el oro, la flora, la fauna y recursos naturales del país. Existen muchas denuncias y versiones sobre la presencia de cubanos y venezolanos en los espacios de espionaje y represión del gobierno. Ahora también hay testimonios del asesoramiento de patoteros argentinos para atacar a periodistas bolivianos. Los Kirschner usaron barras bravas delincuenciales para hostigar a la prensa. En 1980, la Triple A argentina torturó a los presos en el Estado Mayor de Miraflores y organizó a los Novios de la Muerte. Y hablan de democracia…

            Un tal Pascual Mamani Marca amenaza quemar o linchar a periodistas y goza de impunidad. Las neobarzolas arremeten contra camarógrafos y reporteros de medios no estatales o paraestatales.

            Los uniformados están entrenados para proteger a los grupos de choque y no para resguardar a los ciudadanos. Durante el 2022 agredieron de forma directa y planificada a periodistas en el ejercicio de su profesión. No necesitan orden escrita para actuar así.

            La situación de la libertad de prensa en Bolivia pasó del naranja al rojo en los veredictos de organizaciones que siguen ese indicador del estado de la democracia en cada país. Aunque en Bolivia no hay una ley mordaza ni asesinatos de periodistas, el accionar y la permisividad del gobierno central y de otras instancias estatales coloca al ejercicio del periodismo en su máximo peligro desde las dictaduras militares.

            Aparece en el horizonte el nubarrón oscuro: a nombre de la democracia se alienta “debatir el rol de los medios”. Quizá sea el aviso para iniciar otro acto de la persecución al que piensa distinto: apresar a periodistas, cerrar medios y continuar con el uso de testaferros de cuello blanco para comprar canales y hundir radioemisoras.

viernes, 6 de enero de 2023

LUIS ARCE CATACORA EN SU LABERINTO

 

            Luis Arce Catacora quedará en la historia como el presidente que trizó las instituciones republicanas y causó daños irreparables a la patria. Quebró vidrios que no podrán pegarse ni en las subsiguientes generaciones. Al mismo tiempo, en su falta de visión, se ha metido en un laberinto que lo ata de manos para lo que le queda de presidente.

            Arce mostró sus miedos desde el inicio de su mandato. Se rodeó de personajes oscuros, sin prestigio profesional, ambiciosos e ignorantes de las materias supuestamente encargadas, tanto en el gabinete como en el parlamento. También optó por mandos policiales y militares opacos.

            ¡Qué diferencia con los mandatarios izquierdistas de Chile, Colombia, Brasil que han elegido a personalidades con hojas de vida impecables y con notables experiencias en sus respectivas áreas de conocimiento!

            No sorprende, por ello, que los gabinetes políticos y los consejeros de Arce Catacora asuman discursos y acciones que únicamente les dan respiros pasajeros. La carencia de una estrategia propia es notable. Desde el inicio se han ocupado de fantasmas, se han sometido a la agenda que les impone Evo Morales y han actuado mirando el 2025, como si esas elecciones fuesen su única meta.

            Entre tanto, han cedido a Bolivia a potencias extranjeras. Los únicos beneficiarios de este extravío institucional y gubernamental son los chinos que saquean oro, litio y otros recursos nacionales. Abrazan al gobierno iraní que mata a mujeres inermes. Se inclinan ante la rosca moscovita que invade territorios ajenos causando penurias mundiales.

            El No Estado Plurinacional está capturado por la ilegalidad: mafias que se apoderan de haciendas productivas; grupos armados que golpean a periodistas y emboscan a patrullas; contrabandistas que ingresan autos chutos con la complicidad de militares y policías; acusaciones sobre grupos de narcotraficantes que solo se publicitan por las peleas internas del oficialismo.

            Cada secuencia tiene las mismas características: discurso (indigenista, feminista, populista) para justificar acciones violentas y venganzas; hostilidad contra los últimos espacios de la prensa que cumple su función de control social; amenazas de fiscales y jueces contra los ciudadanos que protestan; provocaciones en manifestaciones pacíficas; victimización para confundir los hechos; uso de personas ignorantes para armar tramoyas; apresamientos. Finalmente, desatar enfrentamientos y quemas con agentes infiltrados y grupos paramilitares de choque o turbas embriagadas.

            Es el mismo esquema utilizado en Venezuela y en Nicaragua, en algún momento en Ecuador. Al final, los personajes de primera y segunda línea se apoderan de bienes, casas, fincas, ganado, industrias y empresas (que pronto las llevan a la quiebra). Sindicatos y falsos pobres son usados en la fachada. Así aparecen los nuevos ricos del socialismo siglo XXI, que sueñan con Miami y Madrid.

            El secuestro del gobernador cruceño elegido por amplia mayoría en su departamento, Luis Fernando Camacho, no es un hecho aislado. Es un capítulo de este libreto, con un máximo de clímax por el significado de esta persona en la gran movilización ciudadana de 2019, por la región que representa y porque es empresario.

            Arce y su equipo calcularon, otra vez más, de forma errónea, seguramente siguiendo consejos de asesores extranjeros que no conocen la historia boliviana y menos la historia cruceña y mucho menos la capacidad de lucha de la mujer de estas tierras.

            Igual que con la inútil equivocación en torno al censo, este fin de año provocan la ira popular y la indignación nacional. Se colocan en un laberinto sin salida. En cualquier escenario serán engullidos por el minotauro y no hay Teseo ni Adriana que les dé la solución.

            El torpe apresamiento ha mostrado que la policía boliviana actúa como Pablo Escobar secuestrando a sus enemigos. Sin ningún respeto al Derecho y al ser humano. Las características físicas de los secuestradores los asemejan a los miembros de la Mara Salvatrucha. ¿Son esos los policías que deben cuidar a la población y sus bienes?

            Tienen miedo de enfrentar a los que humillaron a sus camaradas en Las Londras. Se excusan de sacar a los avasalladores armados que ocupan terrenos de fincas o de comunidades originarias. ¿Alguien los vio actuar con tanto afán persiguiendo a narcotraficantes?

            La Justicia no existe. Si Arce ordena liberar al gobernador secuestrado, las turbas cocaleras lo cercarán. ¿Qué hará Choquehuanca? Aún si lo libera, las fuerzas sociales y económicas de Santa Cruz no le perdonarán su maldad. Ha engrandecido la imagen de Camacho entre propios y extraños.

            En su ceguera ha herido profundamente a la gallina de los huevos de oro, ha alimentado viejos racismos, prejuicios y regionalismos y ha quebrado para siempre el imaginario de una Bolivia unida en la diversidad.

            En ningún escenario tendrá un buen año 2023.