viernes, 26 de enero de 2018

GARCÍA LINERA, ¿FALSO PROFETA O PRESTIGIOSO INTELECTUAL?


            Al inicio del año, Álvaro García Linera declaró en un programa televisivo que fue “a la cárcel para que un indígena fuese presidente de Bolivia”, frase que repite con matices en diferentes oportunidades. También se autodescribió como hombre de lucha, “soy de primera línea, no de retaguardia”.
            ¿Será que las acciones del EGTK pudieron más que las movilizaciones del pueblo boliviano y su derrotero diferente al de otros países con poblaciones de origen precolombino mayoritarias, como Perú, Ecuador o Guatemala? ¿Cuál es la historia de las conquistas sociales nacionales: es obra de iluminados o es más bien el resultado de acciones colectivas?
            Su propia biografía lo revela como persona detrás de los hechos y no como portaestandarte, ni en protestas, ni en marchas, ni en las grandes movilizaciones colectivas de los años noventa. Ocupó primera línea en la pantalla chica, tanto que en el 2002 pegaron afiches con su rostro en la Universidad Mayor San Andrés presentándolo como “¿Intelectual mediático o vedette de la televisión?”
            La antropóloga británica boliviana, Alison Spedding, prevenía en un folleto publicado en 2003 sobre la postura intelectual de García Linera y citaba, como ejemplo, sus frases “altisonantes y hueras”. Calificaba su producción como “demagogia sofisticada apta para fifís hechos los intelectuales” y desbarata sus argumentos “indigenistas”. Ella domina el aymara y vivió de cerca el mundo rural.
            Spedding, a quien nadie puede acusar de “derechista”, alertaba, además de las propuestas de García Linera que ocultarían los mismos argumentos que emplearon los creadores del Apartheid sudafricano basados en las diferencias culturales. En un detallado análisis que no podemos repetir en este breve espacio, también llamaba la atención sobre el discurso de Álvaro comparándolo con la visión estalinista en el tratamiento de las diferencias étnicas. “Parece que cada ciudadano/a va tener que portar una identificación étnica en sus documentos de identidad como era el caso en la URSS(..)” temía esta académica hace tres lustros.
            Muy diferente es la descripción de Pablo Stefanoni (2008) que lo presentaba como uno de los “intelectuales más destacados de Bolivia” y reproducía la frase de García Linera de ser “traductor entre campesinos e indígenas y las clases medias urbanas”. Este estudioso argentino lo ubica como criado en el seno de la clase media e interesado en las luchas sociales desde sus 17 años. Habla de su prestigio intelectual como “traductor” de la visión indígena para que sea entendible a la clase media.
            Ni Speding ni Stefanoni imaginaban que una década después, el “comunero” contrataría a una sofisticada empresa entrenada en eventos de la alta sociedad cruceña, para su propio matrimonio. García Linera se convirtió en un personaje vestido con fino abrigo que no abandona ni dentro de Palacio, camisas impecables y anillo.
            Duro para tratar a la “clase media decadente”, parece compartir mejor con otros interlocutores, el importador de vehículos japoneses, los hijos de militares golpistas, las misses, los dueños enmascarados de periódicos y canales de televisión, la burguesía china de nuevos millonarios, y los rusos post socialistas.



viernes, 19 de enero de 2018

EL DISCURSO DEL ODIO

            A fines de julio del año pasado, Lily Gabriela Montaño, al alabar el “cambio de lógica” del nuevo Código Penal, declaraba a la Agencia EFE que se planteaba castigar con 25 años de cárcel por forzar sexo en el matrimonio. “Es absolutamente posible que una mujer dentro del matrimonio en un momento no esté de acuerdo con tener relaciones sexuales con su pareja y su pareja tiene que tener la capacidad de respetarla y si no la respeta, es violación”. Dijo que el reto estará en “explicar a un juez, fiscal o policía que deje de exigir pruebas de violencia a las víctimas”.
            ¿En qué mejora esa idea al antiguo Código Penal? ¿Cuál es el sentido de ese castigo? ¿Qué interpretará un juez? ¿Hubo un forcejeo una vez, dos veces, cinco veces? ¿Por qué sigue entonces ese matrimonio? ¿Qué dicen de la esposa que no se deja tocar? ¿Quién probará realmente violación dentro del matrimonio? ¿Y si es una unión de dos personas del mismo sexo, cómo va la cosa?
            ¡25 años de cárcel para el marido que actuó con o sin violencia! Mientras se tiene compasión con los que roban al Estado o al Banco Unión, con las Zapatas y los traficantes de drogas en los colegios. Se niega a los médicos su objeción de conciencia en casos de aborto y se criminaliza a los pediatras que salvan miles de vidas.
            Así es el Código Penal que quieren imponer al pueblo boliviano. Y ese fue el tono permanente de Montaño en los meses de debate. Mientras Gisela López se limitó a insultar en vez de “canalizar” como es el mandato de su cartera el diálogo y la información entre el Poder Ejecutivo y la sociedad civil. Desde el otro frente, Ariana Campero se dedicó a echar fuego a lo que todavía era una brasa, imitada ahora por Alfredo Rada.
            El 25 de mayo, la otra defensora del proyecto, Susana Rivero “advirtió que el artículo sobre el aborto no cambiará un milímetro” y junto a su colega Adriana Salvatierra se burlaron de los miembros de la Plataforma por la Vida. “No vamos a negociar los derechos de las mujeres con mentiras y con infamias. Esta comisión no va a mover ni un milímetro lo que aprobó”.
            Eran vanas las reuniones y más tarde las legisladoras no recibieron a representantes católicos. Escucharon lo que ellas querían, aunque las encuestas mostraban que la posición mayoritaria de la población era otra. ¿Por qué se negaron a encontrar propuestas aceptables para todos? Rivero ahora pide diálogo, parece ya tarde.
            No es sorprendente la activa participación de las comunidades religiosas en las marchas de los últimos cuarenta días, la actitud de pastores, monjas y curas, obispos y de la propia Conferencia Episcopal. En varios momentos, diferentes representantes del Movimiento al Socialismo los han ofendido, sin respetar la confianza de los bolivianos en la Iglesia. Por algo la muchedumbre cruceña terminó su protesta rezando.
            Todavía siguen empeñados en no escuchar, en no entender lo que está sucediendo en las calles y en los paros cívicos, por qué salen los ciclistas, los ancianos, las mujeres, las comparsas, las caseras. ¡Y nadie les pide fichas!
            Olvidad las metas de su Plan de Desarrollo 2016-2020: “Saber Comunicarse y Escuchar: se ha promovido el diálogo y complementariedad entre las personas y la sociedad”; “Saber Amar y Ser Amado: se ha avanzado en la construcción de una sociedad con afectividad en todas sus expresiones”.

            

viernes, 12 de enero de 2018

TECHOS EN CAÍDA LIBRE


            A pesar de contar con todo el financiamiento y con un edificio confiscado a USAID, el Presidente Evo Morales se demoró dos años en inaugurar la imprenta del estado; aún en la víspera había problemas con el techo. ¿Quién, quiénes, qué autoridad, qué empresa es responsable de tantos anuncios fallidos, de tantas incapacidades acumuladas?
            A poco de estrenarse, el Aeropuerto de Alcantarí que atiende a la capital del Estado Plurinacional, Sucre, no soportó la primera granizada y los pasajeros comprobaron asombrados la cantidad de goteras que presentaba el techo. Apenas un mes después un albañil cayó gravemente herido al intentar parchar algunos de esos orificios y 30 días más tarde, en noviembre de 2016, falleció un ingeniero en similar tarea. En diciembre de ese año, la Sociedad de Ingenieros de Bolivia, SIB, confirmó fallas técnicas estructurales en esa cubierta.
            ¿Quién es el culpable? ¿Dónde estaba la mano del imperio para embrujar a esas instalaciones que no cuentan ni con papel higiénico ni jaboncillo? ¿Hay sanciones?
            En agosto de 2017, algunos parlamentarios de la oposición publicaron su preocupación por las fallas estructurales en los aeropuertos de Chuquisaca, Chimoré, Viru Viru y El Alto. El propio Sindicato de Trabajadores del Servicio de Aeropuertos Bolivianos (SABSA) denunció hace cinco meses que existen problemas en esas terminales, incluso pidió la intervención del Viceministerio de Transparencia, pero hasta la fecha no se conoce un informe.
            La plataforma de estacionamiento en Viru Viru se construyó a las apuradas para la Cumbre del G77 + China en 2014, donde, según la queja sindical, podría hundirse y donde los buses para trasladar a los pasajeros no tendrían documentos correctos. Aunque el gerente de esa empresa nacionalizada, Mauricio Rojas, desmintió a los trabajadores, al poco- en octubre- otra lluvia se llevó parte del techo lateral en el Aeropuerto de El Alto.
            Mientras los anuncios oficiales de otorgar de aeropuertos a los puntos turísticos como Copacabana en La Paz o San Ignacio de Velasco en Santa Cruz se quedaron en ello, simples anuncios. Ni hablar de BOA, TAM, LAMIA.
            Los aeropuertos bolivianos ocupan los últimos puestos en las calificaciones a nivel internacional, peleando la cola con Nicaragua, Haití y Venezuela. El Dorado de Bogotá ocupa el primer lugar y es actualmente el reflejo de la recuperación económica de Colombia. El Jorge Chávez de Lima traslada millones de pasajeros al año, los cuales expresaron su satisfacción en esas mismas encuestas. También los aeropuertos de Panamá y de Ecuador ganan posiciones en la oferta latinoamericana.
            Sin embargo, poco importa esto a la ministra de la no cultura Wilma Alanoca o al viceministro de turismo Ricardo Cox que está angustiado por las protestas sociales y la imagen que pueden dar a los pilotos del Dakar.
            Según frase de los expertos, un aeropuerto es uno de los símbolos más fuertes del estado de prosperidad o de desorden de una ciudad y de un país. En Bolivia, ese es el espejo de los doce años de gobierno masista.
            Se aplica a otros asuntos materiales y también a los inmateriales como coordinación interinstitucional, meritocracia, diálogo, democracia y estado de derecho.



viernes, 5 de enero de 2018

1968 Y EL NUEVO AÑO

          Se abre un año de nostalgia por los aniversarios que se cumplirán en estos 365 días, cuya actualidad hace pensar que al final nada cambia, que las injusticias y perversidades siguen inamovibles; aunque, al mismo tiempo- como escribió José Martí- “hay siempre otros hombres que se rebelan con fuerza terrible contra los que les roban a los pueblos su libertad”.
            Son cincuenta años del asesinato del ex Fiscal General estadounidense Robert Kennedy, terco servidor público que intentó desentrañar y desbaratar a las mafias incrustadas en los pasillos del estado más poderoso. Sucedió igual más tarde con los jueces italianos de Manos Limpias. Ahora el equipo de Sergio Moro en Brasil devela la descomposición de la izquierda y cuanta porquería envuelve a dirigentes del continente.
            También fue baleado el 68 Martín Luther King, un predicador baptista, seguidor de los métodos de la no violencia. Parece increíble que medio siglo después continúen los dramas motivados por razones étnicas, como el abominable caso de los rohinyas, asediados por los budistas. El racismo es cotidiano en todo el mundo; sin embargo, suman más los activistas, muchos jóvenes, en defensa de los migrantes y del “otro”, como el hermano soñado en el Himno a la Alegría.
            De esos acontecimientos, sin duda será de gran debate el caso del llamado “Mayo del 68”, o “Mayo francés”, que a la vez se cumplió en fechas similares a la famosa Comuna de París de 1871, cuando los guardias patriotas, los obreros y muchos jóvenes tomaron el poder por unos meses. La imagen de la Comuna libertaria es aún una referencia para quienes luchan contra lo opresión, aunque también hay otros que la usan para sus propios intereses mezquinos.
            Seguramente en los próximos meses tendremos otros foros sobre la gran movilización estudiantil de 1968. Ya en enero sobresale como un preludio el parecido de las imágenes del mayo parisino con los rostros y los mensajes de los nuevos movimientos juveniles en diferentes lugares del mundo.
            En Bolivia, el año que acaba de concluir fue el de las plataformas juveniles, bien reconocidas por varios anuarios periodísticos. Esos movimientos, espontáneos, sin jefes ni estructuras, sin ambiciones personales, son resonancias en el tiempo y el espacio de aquellos comuneros adolescentes asqueados del manejo de la cosa pública.
            Entre ellos, una vez más, el grito femenino es tan atrevido en la plaza de Santa Cruz de la Sierra, como el de esa muchacha emblemática que bandera al viento y camiseta rayada cruzaba el Sena para decir ¡basta! No buscaba el poder, ni siquiera la confrontación contra las fuerzas policiales. Quería mostrar que no estaban rendida, que no estaba cansada, que el consumismo no había aturdido su entendimiento.
            Las pancartas, los grafitis de entonces, las flores en la oreja, los largos cabellos son ahora originales memes, creativos afiches, artes sutiles donde las burlas contra el presidente del estado plurinacional, su vice y sus ministros no son por maldad sino por esperanza. Un gesto simple, la universitaria subida a la tarima en plena casona del cetro paceño, para defender al TIPNIS, es tan fuerte como “tomar el cielo por asalto”.
            Las protestas genuinas comienzan casi siempre así. La pregunta usual es, ¿cómo seguir? El transcurrir del 2018 dará las respuestas.