viernes, 30 de octubre de 2020

ELECCIONES LIBRES Y TRANSPARENTES

 

            Luis Arce Catacora y David Choquehuanca son los candidatos electos para presidir Bolivia durante los próximos cinco años y gozan de legalidad y de legitimidad porque fueron respaldados por más de la mitad de los votantes en sufragio libre y transparente.

            Esta elección histórica- con una participación ciudadana que pocos países logran en la región- fue posible por la rebeldía de la población, sobre todo jóvenes y mujeres, en octubre y noviembre de 2019, frente a la cantidad de irregularidades de los comicios de ese año. Fue gracias al sacrificio de miles de bolivianos y de su revuelta absolutamente pacífica y voluntaria, que en 2020 el país acudió a las urnas en paz, serenidad y sin amenazas desde el estado.

            Ese será el mejor legado histórico de la generación “pititas”, aunque toda la narrativa del “Socialismo siglo 21” intentó enlodarla y negarla. Es el sello de los pensamientos autoritarios, como el estalinismo borrando de la historia rusa la figura de León Trotsky; o los militares colombianos asegurando que jamás existió la masacre de las bananeras en 1928; o el discurso de Luis García Meza aclarando que él tomó el poder porque Lidia Gueiler renunció.

            Por ello, los sucesivos ataques al actual Tribunal Supremo Electoral llegan desde dos extremos, los llamados “duros” del Movimiento al Socialismo (MAS) y los derrotados de Creemos, quienes imaginaron una victoria nacional que no se sustentaba en la realidad. Importantes funcionarios de gobierno y sus adláteres también se empeñaron en dañar lo que fue el mejor momento de la presidente Jeanine Añez y de la saliente Asamblea Legislativa Plurinacional: dar paso a un TSE técnico y mucho más institucional que los precedentes.

            El pueblo boliviano agradece y agradecerá la valentía de Salvador Romero Ballivián quien- como José María Bacovic en su momento- prefirió dejar la comodidad de un trabajo privado y tranquilo para aceptar el enorme desafío de reconstruir una entidad pública hecha pedazos.

            Los ambientes dejados por María Eugenia Choque y José Luis Exeni olían a podrido, como pasó con otros recintos públicos después de vendavales de corrupción y manejos al servicio de intereses mezquinos. Cuando las máximas autoridades ejecutivas son responsables de tanto estropicio, como es el caso del TSE del 2019, es imposible que funcionen bien otras dependencias, sean las administrativas, las comunicacionales o las de servicios.

            Romero junto con la vicepresidenta del TSE, Angélica Ruiz Vaca Diez y demás vocales prepararon elecciones que ahora son citadas como ejemplo para otros países. Todo ese esfuerzo en medio de la peor crisis mundial desde la Segunda Guerra.

            ¿Fueron perfectos? Claro que no. ¿Fueron correctos y comprometidos? Seguramente que sí. Dejaron otras tareas, faltaron ajustes en las notarías, en los tribunales departamentales, pero cumplieron con la demanda de los miles de bolivianos que salieron a las calles y caminos en 2019 y como servidores públicos.

            Ahora les tocan dos tareas inmensas: seguir el proceso contra las responsables del quiebre del 20 de octubre pasado y sus consecuencias; y organizar el próximo año otras elecciones libres y transparentes para cambiar gobernadores y alcaldes.

            Esa será la prueba real para comprobar cuál es el grado de compromiso con el cambio y con una visión institucional y no partidaria del futuro presidente Luis Arce.

            El actual TSE debe continuar como piedra angular de la reconstrucción nacional.

viernes, 23 de octubre de 2020

LOS INÚTILES (NO) DEBATES

 

            ¿Sirvieron de algo los promocionados (no) debates presidenciales del último tramo en la campaña electoral para las elecciones generales 2020? Por los resultados, la respuesta es: ¡no! ¿A qué elector ayudaron en su decisión? Por sus alcances, tampoco reflejan la extensa democracia boliviana. ¿Cuál audiencia los siguió, qué comunidad?

            Además, una segunda lectura del contexto retrata, como un microcosmos, aspectos del deterioro de la prensa boliviana que al mismo tiempo es parte de la descomposición de la sociedad boliviana, sobre todo en lo referido a la polarización y a la falta de decoro personal y colectivo.

            El (no) debate del sábado 3 de octubre fue auspiciado por la Federación de Asociaciones Municipales de Bolivia (FAM) que pasó de ser una entidad técnica a ser otra más al servicio del Movimiento al Socialismo; igual que la Confederación Universitaria Boliviana, CUB, desconocida por sus bases y con liderazgos de estudiantes veteranos. Usaron un canal privado, cuyo exgerente está preso, otro prófugo y ensombrecido como cómplice de oscuros negocios de empresarios masistas.

            El (no) debate, del domingo 4 de octubre, partió con una no verdad, o como ahora se disfraza la mentira como una “posverdad”, para distorsionar la realidad. Sus organizadores afirmaron en diferentes publicidades que era el “primer debate” después de 15 años. ¡Falso!, tan falso que toca la infamia. Sin embargo, repitieron tanto el slogan que gran parte de la opinión pública lo aceptó como “verdad”.

            Como escribió una líder política en las redes, entonces “a qué asistimos en el Hotel Europa hace seis años”. ¿Eran montadas las fotos con los candidatos a la vicepresidencia y a la presidencia de ese momento? ¿Eran los centenares de asistentes un público fantasma? ¿Vivimos un desdoblamiento colectivo?

            Cuando algunos periodistas reclamaron a sus colegas por la manipulación, uno de ellos intentó justificarse: “es que en 2014 “uno de los candidatos” (Evo Morales) no asistió.” Entonces, en 2020, ¿cómo leer la no asistencia de no uno, sino de dos de los candidatos sobrevivientes? La respuesta es típica del concepto de la posverdad como estafa a la audiencia.

            En septiembre de 2014, la Asociación de Periodistas de La Paz, con el respaldo de Canal 13 Televisión Universitaria, Cadena A, Erbol organizó el foro debate tradicional, suspendido por otros directorios desde 2002. El encuentro pudo darse por el decidido apoyo de Maximilian Hedrich de la Fundación Konrad Adenauer que lo financió, dentro de su línea de fortalecimiento democrático. Recién llegado a Bolivia, Max enfrentó una cantidad de presiones, incluida la de su colega de la otra fundación alemana, la FES, para desistir de ese respaldo. Naciones Unidas instruyó a sus funcionarios no asistir.

            Durante 20 días, titulares de la prensa reprodujeron noticias, editoriales y entrevistas sobre este asunto. La propia exministra Amanda Dávila y periodistas del canal oficialista TVB gestionaron sin éxito la asistencia de Morales. Pocas personas conocieron el enorme esfuerzo detrás de bambalinas para dar seguridad a los candidatos y al propio hotel. Homenaje especial para Waldo Albarracín que, en este aporte democrático, como en 2019, puso todo su empeño institucional y su esfuerzo personal para romper el cerco.

            La posverdad manejada este 2020, como suele suceder, quedó evidente cuando los organizadores copiaron el formato del 2014 sin darse cuenta de que, en esta ocasión, era inútil. Juntaron payasos con candidatos serios y repitieron preguntas ya respondidas.

            Como decíamos al inicio, esto podría ser una anécdota, pero es el reflejo en lo micro de lo macro: una sociedad, sin memoria, con el complejo de Adán para ser siempre “el primero”, “por primera vez”, mediocre, mezquina.

            ¿Acaso detrás del voto por el MAS no está también ese pueblo enfermo que vota por el que quemó la casa de su vecino o por el que incendió sus únicos buses decentes o por el jefe depredador sexual? ¿Olvido? ¿Conveniencia? ¿Posverdad?

            O es la ausencia del decoro que, como dice José Martí, debe acumular toda nación para sentirse digna y ver el futuro aprendiendo del pasado.

viernes, 16 de octubre de 2020

LIBERTAD, IGUALDAD, FRATERNIDAD

 


            Hace más de dos centurias comenzó a expandirse por el mundo las consignas de la Revolución Francesa: Libertad, Igualdad, Fraternidad. Como es notorio en las noticias cotidianas, 231 años después, la Humanidad no logró alcanzar esos ideales. Este 18 de octubre, los bolivianos intentarán una vez más apostar por una nueva oportunidad.

            Casi todos quieren Libertad, aun cuando existan diferentes enfoques y puntos de vista. No faltan autoridades o líderes políticos que buscan ponerle frenos, pero la sociedad persigue siempre aquella línea escurridiza en el horizonte que le garantice libertad de pensamiento, libertad de consciencia, libertad de expresión y libertad de multiplicar por cualquier medio sus propias ideas.

            En vísperas del adiós al gobierno de la presidenta Jeanine Añez, el mejor recuerdo para los periodistas será el respiro que les dio. No humilló redactores en el Palacio; no mandó cercar con hordas embriagadas a los canales de televisión; ni hubo bombas paramilitares en antenas repetidoras; ni se sintieron despidos selectivos por la molestia de una ministra; ni se financiaron documentales contra “carteles de la mentira”; ni tampoco los conductores de programas nocturnos tuvieron que cambiar súbitamente de posición política para mantener el negocio.

            Bolivia está aún muy lejos de terminar de tallar la Libertad, aunque Simón Bolívar la describía como el territorio donde desbordaba el amor a ella. Es aún difícil escribir sobre temas que alguien considera tabúes sin provocar reacciones iracundas, emotivas. El foro está muy lejos de un ejercicio pleno de debate y conversación.

            La Igualdad es aún más precaria. Es un panorama desalentador contemplar cómo los que luchan por la Igualdad en el llano, desde el poder arremeten contra el más débil y repiten la historia de los siglos. La represión contra los marchistas que defendían el bosque en 2011, los discursos contra ellos, los silogismos, las imposturas, mostraron que los métodos se reeditaban como el mito de Sísifo.

            La Fraternidad pareció posible a fines de los noventa, cuando Bolivia ingresaba a la modernidad estatal y política. Había la ilusión que finalmente el ejercicio democrático era una realidad; el respeto a las reglas del juego; los avances en la cultura ciudadana; los talleres con múltiples actores sociales, políticos, económicos.

            Es más, un ideal que no apareció ni en las religiones ni en las revoluciones, se abría paso en la convivencia cotidiana: la Tolerancia, sobre todo entre los más jóvenes. Algunas expresiones eran más evidentes que otras, como el respeto a las opciones sexuales o a las propuestas estéticas en narrativa, artes escénicas, pintura.

            A regañadientes, pero ya presente, estaba el imaginario de un país multicultural, más horizontal e inclusivo. La participación popular; la cantidad de proyectos creativos; los nuevos parques nacionales; la preocupación creciente por el cuidado de la naturaleza; los alcances del poder local mostraban que era posible cambiar.

            Ahora, la mayoría de esos sueños están rotos. Ni siquiera está la ilusión de que un acto mágico, la creencia en una varita de hada madrina para transformar de un momento al otro la calabaza en un carruaje y los ratones en caballos.

            Y, sin embargo, como escribía Rafael Barret, “vamos a cambiar el mundo, aunque el mundo no quiera”. Vamos a ir a votar, a pesar de la pandemia. Vamos a respetar el resultado, nos guste o no nos guste. Vamos a imaginar que los nietos vivirán en libertad, con igualdad de oportunidades, en el gran abrazo fraterno que predijo Liber Forti.

 

 

 

viernes, 9 de octubre de 2020

¿POR QUIÉN VOTARÁ EL AGRONEGOCIO?

 

            El sector económicamente más poderoso de Bolivia la tiene difícil para las elecciones generales del próximo 18 de octubre; ninguno de los siete candidatos representa directamente sus intereses, como sucedía desde hace décadas, y los tres principales le causan dudas existenciales, casi esquizofrénicas.

            Si los dueños del agronegocio más expansivo en Santa Cruz y Beni son coherentes con su posición de los últimos años, deberían votar por la fórmula andina Luis Arce Catacora- David Choquehuanca. En efecto, ellos- la agroindustria como institución y muchos como miembros individuales- fueron el mayor sostén político de Evo Morales y del Movimiento al Socialismo (MAS) este periodo, especialmente después de la Marcha por el TIPNIS (Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure.

            Las ventajas de ganaderos y soyeros benianos y, sobre todo cruceños, no es ajena a una línea seguida desde la temprana época del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) que los favoreció desde 1952 con cantidad de medidas legales, políticas y la apertura de la carretera Cochabamba- Santa Cruz.  El aporte de los trabajadores mineros para esa dinámica es poco reconocido en los textos de historia y discursos de los beneficiados.

            Los mimos oficiales a la agroindustria se ampliaron, incluso ilegalmente, con entregas de tierra o perdones a los impuestos, durante las dictaduras militares, especialmente en el septenio de Hugo Banzer (1971-78), pero también en los pocos meses de Luis García Mesa (1980). Así lo revelan decenas de estudios sobre la tenencia de la tierra en Bolivia, su legislación, la distribución legal e ilegal y los favoritismos políticos.

            Paradójicamente, el gobierno que mejor intentó equilibrar ese poder fue el de Gonzalo Sánchez de Lozada en los noventa con el debate y aprobación de la Ley INRA (1996), perforada por los mismos empresarios que nunca la aceptaron ni escucharon la voz de José Guillermo Justiniano.

            La llegada del MAS al poder y sus iniciales discursos ideológicos, no faltos de amenazas, tensaron la relación entre el agro poder y el poder central, pero desde 2008 las aguas volvieron a su cauce y llegaron a un enamoramiento total. No por casualidad, Alex Ferrier y las familias benianas más ricas apoyaron al MAS.

            El agronegocio fue uno de los pocos sectores que no pidió la renuncia de Evo. Es más, le hizo homenajes hasta la víspera de su caída, celebrando la exportación de carne a China, mientras ardía la Chiquitanía. Ahora se sabe que le prometieron fidelidad hasta las últimas horas. Varios personajes, incluyendo periodistas, cayeron en la trampa.

            El candidato regional (y como un intento de tener finalmente liderazgo oriental para el país) es Luis Fernando Camacho. Pero Camacho fue el primero que valientemente señaló las incoherencias del sector, motivadas por intereses mezquinos. Además, es una persona que reforzaría el imaginario de que los ganaderos son audaces pero emotivos y poco reflexivos.

            Les queda Carlos Mesa, pero no lo quieren. Este candidato tiene el programa de defensa al medioambiente más opuesto a sus ambiciones de expansión de la frontera agrícola. ¿Cómo apoyar a la persona, cuyo gobierno ayudaron a desestabilizar con un agresivo cerco hace 15 años? Entonces gritaban “autonomía” muy fuerte; con el MAS se olvidaron de ella, como olvidaron a los muertos, heridos y perseguidos cruceños de ese periodo.

            ¿Votarán por Chi, o quizá Feliciano?

           

           

viernes, 2 de octubre de 2020

FORTALEZA E IMPOSTURAS DEL MAS

 

            ¿Acaso sorprende el caudal de posibles votos para el Movimiento al Socialismo (MAS) el próximo 18 de octubre? El MAS estuvo tres lustros en el poder central y casi tres décadas en el poder municipal. Tiene dinero, estructura, discurso y medios de comunicación.

            El MAS es, además, el partido que mejor entendió que había que llegar a las orillas del país, a la frontera, al poblado más alejado. La presencia territorial del MAS es inédita. Presencia de los activistas, pero sobre todo del Estado. La lejana Plaza Murillo llegaba a la puerta de la casa a través de muchos programas, sean o no exitosos.

            Presencia reforzada por el expresidente Evo Morales, de cuyos defectos ya nos hemos ocupado antes, pero que tenía la capacidad de compartir con quien comía chuño o sábalo o lechón. Desde sus épocas de dirigente y de candidato era capaz de dormir en cualquier espacio. Esa cercanía no será fácil de borrar en miles de pobladores.

            Por ello, paradójicamente, el MAS es el único partido actual con posibilidades de romper regiones, de tener una luna creciente aún cuando no sea un plenilunio. A ello se agrega su otra gran ventaja que es una constelación mayor, el MAS tiene una llegada internacional que los otros partidos no han comprendido. A pesar de ser parte de internacionales políticas, personajes como Samuel Doria o Jorge Quiroga no conmueven a una audiencia externa.

            También el MAS tiene un alcance vertical porque le dice algo al pobre más pobre, al estudiante o al profesional. Además, sus puntales más importantes están en el agronegocio cruceño. Aún ya en agonía, empresarios de la carne homenajearon a Morales y entre sus últimos defensores estaban dirigentes de los empresarios privados, algo que no harían por ninguno de los candidatos de otros partidos.

            El MAS logró entender muchas de las demandas acumuladas entre las poblaciones más marginadas y, al menos, les dio la sensación térmica de una inédita inclusión en los planes y programas oficiales. Había un rostro creíble y que dura tanto que es como un traje de seguridad para evitar la combustión de sus líderes con tantas denuncias que no se dieron en ningún momento de la democracia boliviana.

            Sin embargo, el MAS fue perforado desde un principio por los grupos violentos ilegales con fines corporativos, como los muchos masistas ligados al circuito de la coca/cocaína, desde productores, pisacocas, micro fabricantes, narco funcionarios, clanes familiares hasta carteles internacionales. Ese inmenso poder le dará su voto al MAS y, seguramente, será el primero en provocar violencia cuando el MAS no gane.

            Los otros sectores violentos, alimentados por los discursos ideológicos de los enriquecidos hermanos García Linera, también se aprontan como grupos de choque, como quisieron provocar hace un año. Nunca aceptaron al sistema democrático y añoran las bandas paramilitares que defienden a Maduro o a Ortega y las patotas kirscheneristas.

            Bajo el amparo del MAS florecieron ganancias ilícitas con tráfico de tierras rurales, semiurbanas y urbanas, incluyendo a un exgobernador; con tráfico de personas; delincuentes comunes protegidos por exministros de estado. No quieren perder el espacio ganado. Lo defenderán con cercos o con extorciones, como ya se ha visto.

            David Choquehuanca denunció a los impostores, la duda es qué piensa Luis Arce.

¿Aceptarán las reglas de la democracia o no se resignarán a la derrota?