viernes, 26 de mayo de 2023

DEL TERRORISMO CALLEJERO AL TERRORISMO DE ESTADO

 

            La biografía del grupo armado peronista “Montoneros” está llena de episodios sangrientos, desde el asesinato del general Pedro Aramburo hasta masacres como las del comedor donde acudían policías y parroquianos con más de 20 muertos y más de 100 heridos. Sin embargo, estos hechos se difunden como “heroicos”, a diferencia de condenas a similares atentados cometidos desde el fascismo.

            Un nombre sale frecuentemente como autor intelectual y material: Mario Eduardo Firmenich (Buenos Aires, 1948), de quien incluso se duda dónde realmente militaba y a quiénes servía con su visión terrorista. Aunque se cuenta que su rebeldía comenzó al visitar los barrios pobres con el padre Mojica, también se cuenta que ese sacerdote fue asesinado por los propios “Montoneros” en 1974.

            Las actividades terroristas del grupo, paradójicamente, aceleraron la caída del gobierno democrático también peronista en 1976. Su extremo se tocaba sutilmente con el terrorismo de la Triple A, igualmente de origen peronista. Actualmente los grupos de choque de la “Cámpora”, liderados por el hijo de los Kirchner, consideran héroes a los “Montoneros” y especialmente a Firmenich, el más violento.

            Cuando los “Montoneros” comenzaron a enfrentar al “establishment” denunciando las desigualdades sociales, Argentina tenía una amplísima capa media con alto poder adquisitivo y 4% de pobreza. Actualmente, la pobreza alcanza en Argentina al 40% y la clase media agoniza.

            Firmenich fue juzgado y condenado a 30 años de cárcel, pero Carlos Menem -neoliberal, pero también peronista- lo indultó junto a otros terroristas. La prensa señaló que los “Montoneros” financiaron su campaña electoral. Aunque varios exguerrilleros se adecuaron a la vida política en democracia, otros se acomodaron en la izquierda “caviar”.

            Hace unas semanas, la investigación de dos medios digitales nicaragüenses demostró que Mario Firmenich es asesor de Daniel Ortega con un salario que bordea los 4.000 dólares americanos, vivienda de lujo, además de otros beneficios. Jennifet Ortiz y Leonardo Olivas, entre otros jóvenes que aún se atreven a denunciar la dictadura Ortega Murillo, reconstruyeron los negros lazos que unen a “La Orga” y los sandinistas.

            Los argentinos obtuvieron 60 millones de dólares del secuestro más caro del mundo y depositaron ese dinero en Cuba (la historia de esa fortuna es otro tema, digno de las feroces transnacionales). Parte se entregaba al Frente Sandinista, como lo detalla en su libro Humberto Ortega. (También Pablo Escobar ayudó con cocaína y dólares al primer gobierno de Ortega).

            Daniel y Rosario tienen deuda con Firmenich y le han entregado una buena tabla para que viva cómodamente sus 75 años. Fue “veedor” en las últimas elecciones, cuando se apresaron a los otros candidatos. Ahora aparece como funcionario a sueldo. En estos últimos meses, la dictadura de los somocistas orteguistas ha apretado los niveles de persecución al punto de llenar las cárceles, prohibir las procesiones católicas, cerrar la Cruz Roja, cancelar relaciones diplomáticas con la Unión Europea, expatriar a sus mejores intelectuales.

            Mientras, el gobierno de Alberto Fernández mantiene una relación amistosa con el régimen nicaragüense, Nicolás Maduro los felicita, Luis Ignacio da Silva se queda callado, Manuel López Obrador mira a otro lado y Luis Arce Catacora los abraza. Solamente Gabriel Boric condenó con palabras claras a este gobierno que ha instalado el terrorismo de estado.

            En La Paz, el embajador de ese país ocupa una hermosa casona en uno de los barrios más caros de la Zona Sur (obvio) y aparece frecuentemente en actos oficiales.

            La Cancillería mantiene su sumisión a los criterios que llegan de los nuevos amos. Este es el actual cambalache de la política latinoamericana que enriquece -como pocas veces- a un puñado de funcionarios y empresarios y revienta de hambre y exilio a la mayoría de los ciudadanos.

           

           

 

martes, 23 de mayo de 2023

TURISMO PARA LA TERCERA EDAD

 

            Hace algún tiempo constaté que mis canas no son solamente un adorno coqueto sino la expresión del paso lento y sin pausa de los inviernos que se cumplen inexorablemente. Más aún durante la pandemia. Ya no estoy dispuesta a viajar a cualquier parte y de cualquier manera. Pese a ello, quiero seguir como visitante afortunada de la belleza natural que ofrece Bolivia (todavía). A pesar de que el mundo no quiera, insisto, como diría Rafael Barret. No hay cansancio ni pretexto cuando se abre la posibilidad de preparar maletas.

            Finalmente aparecen nuevas ofertas turísticas para los menos jóvenes. Suficiente tener un mínimo de condiciones  físicas y una dieta abierta para nuevos sabores y experiencias. La exigencia va por otro lado: llegar a un alojamiento limpio, ojala con buen colchón y buenas almohadas, buena ducha con agua caliente. ¡Delicioso y completo desayuno con panes distintos, frutas, embutidos, jugos, bollería local! Cuando además hay mimos con cafecito de cortesía, mate al atardecer, botella de agua en la habitación, dulces masitas, es posible ser feliz.

            En esta temporada regresé al Ecolodge “La Estancia” en la Isla del Sol, un lujo con precios accesibles. Conté la travesía épica en el festival de la vendimia en Camargo y Villa Abecia. Ahora partí al otro extremo,  al este, a las estribaciones de las serranías, los bosques secos, otros ríos y no lagos, otros montes no nevados, otros cultivos, más calientes y más diversos tonos en la floresta. Otras gentes, otros colores, otros bailes, otros dichos, más arroz que papa, más charque que trucha, más chicha de maíz que vino tinto. Al fondo, la misma bandera con su rojo, amarillo y verde.

            Conocí la experiencia de una Ruta que se llama “Saborearte Chiquitos” que une iniciativas públicas locales con el entusiasmo de hoteleros, como la “Villa Chiquitana”, gastronómicos, artesanos, mascareros, la academia, expertos en arte colonial. Esta Ruta está abierta todo el año en San José de Chiquitos, a pocas horas desde Santa Cruz de la Sierra.

En la plaza principal de la población hay un menú variado y garantizado, desde locro de gallina criolla a milanesa napolitana, silpalcho o majadito, arroz con leche o gelatina de pata. Ahí es posible entrar al conjunto misional donde una guía de origen potosino explica la historia para que entienda hasta el menos avispado. La iglesia y su frontis es un ejemplar famoso de los templos chiquitanos. El CEPAD organizó un nuevo museo para aprender mejor dónde y cómo empezó la historia cruceña, sus diferencias y complementariedades con el resto del país.

            El visitante puede preparar su propio pan de arroz o empanadita de queso en horno de barro o pintar la máscara del abuelo o encargar un vestido con sello indígena y a la vez moderno. Hay baile con los miembros del cabildo indígena en la “Casa del Bastón”.

            Las caminatas por el Parque Nacional Histórico Santa Cruz la Vieja no demandan mayor esfuerzo. También es posible recorrer senderos, pasear en bicicleta, ir a la piscina.

            Es importante que las agencias de turismo, las propias alcaldías, organicen estas ofertas para los jubilados, los llamados adultos mayores, como existen en tantas otras partes del mundo y también en Sudamérica. Estos territorios y sus habitantes son las trincheras que quedan  para confiar en el país y en sus posibilidades. No ocupan titulares ni muchos espacios en los medios, pero son las noticias inolvidables

 

LA ÚLTIMA BATALLA DEL GENERAL

 

            Aún muerto, el General Gary Prado Salmón ganó su última batalla. No aceptó que los kalimanes y los quintana perturben su velorio. En cambio, congregó a militares de la etapa democrática para que honren sus restos. Consiguió que una multitud autoconvocada rebalse la catedral cruceña y que ciudadanos anónimos aplaudieran el paso de su cortejo fúnebre por las calles capitalinas. Las lúgubres campanas doblaron por él. ¡Adiós!

            La única vez que vi a Gary Prado fue en la reciente Feria del Libro de La Paz. Subía a un conversatorio cuando me obstruía el paso una larga fila de personas. Había hombres y mujeres, adultos, muchos jóvenes, algunos ancianos. Pregunté qué sucedía, mientras intentaba abrirme paso.

            Entonces lo vi, esbelto a pesar de la vejez, sentado en la silla de ruedas. La gente le compraba sus libros, le pedía autógrafos y la mayoría quería sacarse una foto con él. Quedé absolutamente sorprendida. No sabía que escenas similares se habían producido en Santa Cruz. ¿Por qué les interesaba este militar boliviano?

            Las respuestas fueron varias, reflejando la pluralidad del público ahí reunido. En resumen, sobre todo los jóvenes, lo reconocían como una persona valiente, que había vencido a invasores extranjeros. Me asombró aquello pues se supone que son 14 años de adoctrinamiento en las escuelas contra las Fuerzas Armadas de la República de Bolivia. Es un asunto que hay que verificar con mayor atención. Ya me pasó en las aulas universitarias, el poco apego de las nuevas generaciones al mito del Ché Guevara.

            Otro grupo, mayormente mujeres adultas, defendía a Gary Prado como víctima de la justicia macabra que lo encerró once años en su casa y lo maltrató a pesar de su condición de inválido. Recuerdo particularmente a una señora que en alta voz acusaba al gobierno por inventar la trama del caso “terrorismo”.

            Prado Salmón fue militar en la época de la Doctrina de Seguridad Nacional que tantas heridas causó en América Latina. Sin embargo, nadie lo señaló como autor de masacres, como contrabandista de autos chutos, como amarra huatos de jefazos o como cómplice de delitos. No leí jamás que alguien diga que el General Gary Prado Salmón era un cobarde.

            Al contrario, él fue parte de los militares institucionalistas que conspiraron contra los dictadores. Primero contra Hugo Banzer, cuando liberaron a los presos políticos de la DOP; luego contra los narcogobiernos. En la época democrática intentó consolidar un rol productivo de las FFAA, salvar a la institución de la mala fama heredada.

            Muchos oficiales que han renunciado al Ejército y también a la Fuerza Naval o a la Fuerza Aérea consideran que en esos años se introdujo un germen maligno en los cuarteles. Las noticias, las declaraciones, las personalidades de los comandantes son un signo de aquello, aunque nadie analice en profundidad por qué esa decadencia y esa sumisión.

            Prado se dedicó a dar clases magistrales y a escribir libros hasta sus últimos días. Lo invité a preparar un texto sobre los militares desde la Guerra del Chaco para el libro “Un amor desenfrenado por la libertad”, que auspició la KAS. Disciplinado, a pesar de la cuarentena por el COVID, cumplió con su compromiso. Su nombre figura junto con otros 35 autores que describieron al país en la víspera del Bicentenario.

            Su figura queda en la historia nacional, muy a pesar de los resentidos que quisieron rendirle acusándolo de “separatismo”. Su biografía, y la de su familia, muestran que -por el contrario- fue un nacionalista y un nacionalista de izquierdas.

            Seguramente Fidel Castro y varios historiadores cubanos hubiesen reconocido su dignidad. En cambio, los fundamentalistas del circuito coca cocaína no son capaces ni siquiera de ese gesto decoroso.

 

           

viernes, 5 de mayo de 2023

“SER JUANCHO”

 

            Durante décadas, muchos amigos se presentaban con orgullo: “Soy Juancho”; esto significaba ser ex alumno de una de las experiencias educativas experimentales más avanzadas y de excelencia de Bolivia: el Colegio Juan XXIII. Fundado en 1964 por un sacerdote diocesano belga tuvo varias etapas en su recorrido.

            El nombre homenajeaba al papa obrero, de mentalidad abierta al cambio y a otras creencias; la localización era en un predio rural valluno donado por un católico y luego en otro ambiente también agrícola; el aprendizaje tradicional se completaba con prácticas artesanas y campesinas. Casi todos los profesores eran catedráticos universitarios de fama nacional.

            Los alumnos procedían de diversidades geográficas y sociales, aunque había un énfasis entre los que llegaron desde las minas, las provincias y desde hogares sin oportunidades para el estudio. Se trazó una política autogestionaria y con respaldos de padrinos y organizaciones católicas. Los “Juanchos” estaban internos y tenían en común un fuerte sentido de hermandad, de pertenencia, casi como a una logia.

            Muchos de ellos ocuparon puestos de liderazgo en la política y en la academia. Otros fueron alcaldes o parlamentarios, como menos éxito. No faltó el “Juancho” periodista famoso que posteriormente renegó de su madre de pollera.

            Sin embargo, desde hace años, cada vez con voz más fuerte, se expandieron las sombras del colegio, principalmente en la etapa del sacerdote español que todos nombraban como “Pica” (1972-1987). Entre los compañeros se comenzaba a confirmar aquello que alguna vez fue un susurro, una tímida confesión, una denuncia aislada.

            El colegio, como ha ocurrido en otros establecimientos católicos y parroquias en todo el mundo, escondía prácticas aberrantes de homosexualismo, pederastia y abusos sexuales diversos. La difusión de la denuncia de un sobrino del cura valenciano se convirtió en la piedra angular de la búsqueda de la verdad, con pocas esperanzas de conseguir sanciones y mucho menos lograr la reparación de las víctimas.

            La publicación en el madrileño “El País”, el domingo pasado, con detalles del diario de “Pica” -casi en tono pornográfico-, y confesiones de algunas de las víctimas provocó la tormenta. Los suscriptores de ese medio tuvimos acceso a las grabaciones de la versión digital, organizadas en un amplio dossier de investigación periodística.

            Al leer y escuchar sentí que mi militancia católica tambaleaba, aunque no la fe. Soy una defensora de la Iglesia y particularmente de la Conferencia Episcopal Boliviana y de sus miembros porque soy testigo de su trabajo en las orillas del país y en defensa de la población más desprotegida.

            Sin embargo, los comentarios del propio cura y ¡sobre todo! de sus superiores bolivianos y españoles me colocan en una enorme desilusión. ¿Cómo es posible? No aparecen palabras de perdón, ni de búsqueda de solución y menos de sanción. La preocupación de “Pica” es que sus perversiones sean conocidas. La jerarquía lo consuela. Se hacen cambios para peor; por ejemplo, que guíe a los novicios.

            Las palabras de Oscar Uzín, aparentemente textuales, que recomienda a “Pica” únicamente “no hacerlo con menores” es un golpe bajo a quienes en su momento admiramos a este dominico literato. Fue llamado “el gran teólogo boliviano” y provocó premios con su obra sobre el celibato. Fatal.

            No se dice nada del triple pecado: contra niños y jóvenes que verán de una u otra forma afectados sus futuros en forma negativa. Los abusos son contra subalternos que poco espacio tenían para la resistencia. Además, contra hombres de escasos recursos que no podían abandonar fácilmente la oportunidad de acceder a un colegio privado. No era una caída coyuntural, una flaqueza humana, era una conducta permanente.

            ¡Pobres madres que envían a sus hijos a internados pensando que ahí estarán mejor que en las calles y en realidad los están mandando a las fauces del diablo! Les entregaron inocentes y les devolvieron hombres violados, obligados a actos degradantes. No sólo es uno la víctima; la violación y el abuso sexual hunden a todo el entorno familiar.

            Seguramente somos muchos los católicos que sentimos que un techo de cristal está hecho trizas. Esto va mucho más allá de la campaña liberal contra la Iglesia para anularla como actor social. Va más allá de la decadencia del extraviado papa Francisco. Es un dolor inmenso en el pecho y un aullido en la razón.

            Encima escuchar cómo reaccionan personas como la ministra de la presidencia que pide explicaciones, cuando podría empezar mirando a su entorno más inmediato para hablar de moral. O los siempre exabruptos del procurador que estuvo tan calladito con los excesos degradantes de su Jefazo, dentro y fuera del Palacio. Pierde juicios del (No) Estado y ahora quiere poner en el banquillo a ancianos.

 

 

 

martes, 2 de mayo de 2023

LAS MASCARAS DE LULA

 

            Luis Ignacio da Silva, Lula, presidente de Brasil, intentó esta semana, en una pequeña gira por el sur europeo, deshacer la pésima impresión que han causado sus palabras sobre la invasión a Ucrania, cuando recibió alborozado al canciller de Rusia.

            Para muchos comentaristas de la prensa internacional las opiniones de Lula acusando al país invadido y a sus aliados de ser responsables de la situación. Quizá, como apuntaba un periodista español, hubo un exceso de expectativa mundial con el retorno de Lula al poder después del gobierno de Jair Bolsonaro.

            Mucha gente cree todavía en el dirigente del Partido de los Trabajadores como una persona sencilla, amante de la paz y dispuesta a liderizar un Brasil con liderazgo regional, como un puente entre el norte y el sur y también con una voz propia para buscar una mesa de diálogo entre Ucrania y Rusia.

            Sin embargo, al declarar- además con un énfasis no casual, que la culpa del desangramiento en el territorio ucraniano no está en Rusia sino en Estados Unidos (y de alguna manera en la Unión Europea por las sanciones a Moscú) revele el mismo rostro que otros mandatarios aliados de Vladimir Putin. No sorprende que Brasilia fue la primera escala del recorrido de Sergei Viktorovich Lavron, antes de los abrazos con los dictadores de Venezuela, Nicaragua y Cuba.

            Muchos bolivianos sabemos desde el 2010 que el discurso de Lula es en gran parte una impostura. Estuvo directa y tercamente involucrado en la financiación y en la ejecución de la carretera que cortaba en dos el núcleo del Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sècure. En ningún momento censuró la represión a las mujeres originarias que encabezaban la marcha el 2011, como sí se metió en otros asuntos políticos internos.

            Las manchas sobre su conducta y sobre el manejo económico del PT no han sido aclaradas, a pesar de los errores judiciales que hubo en la investigación del Lava Jato. Sus expresiones para buscar la venganza también muestran que este septuagenario está lejos de aquel dirigente metalurgista de los años 80. Solamente que, como es “izquierdista” la academia y cierta prensa nunca lo verán en sus fallas humanas.

            Solamente la historia podrá evaluar lo que ha significado la ola del socialismo Siglo XXI para los países latinoamericanos, qué cambios fueron estructurales, cuánto se avanzó para conseguir un estado de derecho, un estado de bienestar para la población, un discurso propio, relaciones internacionales oportunas.

            Recordemos que Itamaraty es, sobre todo desde los años 30 del siglo pasado, un modelo de cancillería, institucionalizada, con personal de carrera y una visión de largo alcance. En duros momentos de la política  interna boliviana supo intervenir con prudencia y discreción. Brasil, a diferencia de Argentina o Venezuela, envió generalmente equipos diplomáticos de alto nivel a nuestro país.

            Es difícil creer que este ministerio tenga la misma posición emocional y soberbia de Lula frente a la invasión de un imperio contra una nación vecina. Hay preocupación en organizaciones de la sociedad civil por las palabras de Lula. Incluso queda la pregunta flotando: ¿esta Lula a favor de Rusia en su invasión a Kiev? ¿Es por su presencia en el BRIC que cree de entrada que Crimea debe quedar bajo bandera rusa?

            ¿Por qué si quiere buscar una posición de equilibrio no empezó por escuchar a Volodimir Zelenski? ¿Què es para él la posición de equilibrio? ¿Esa es una postura equidistante? ¿O es por la dependencia brasileña del comercio con Rusia y con China? Es curioso que tenga una agenda de visitas aparentemente amplia, empezando por Estados Unidos y a la vez diga las palabras a favor del invasor. ¿O no dijo lo que dicen que dijo?

 

PACIENTES PERSONAJES IMBÉCILES

 

            Escojo sustantivos que terminan en “e” para que la moderna inquisición no me acuse de no ser suficientemente inclusiva, políticamente correcta o tránsfoba/o. Por lo menos tengo tres buenos escudos: soy morocha, soy vieja y soy mujer para enfrentar el discurso farsante que se agudiza cada día.

            Si fuese blanca estaría condenada de entrada. Cualquier condición de belleza fresca puede provocar el hostigamiento de las hordas de lesbianas que recorren las ciudades pintarrajeadas y pintarrajeando las herencias culturales. Como mujer ahora tengo el derecho a cualquier maldad o mentira contra un hombre porque cierta prensa siempre saldrá a favor de una fémina, en el nuevo diseño de totalitarismo.

            Desde organismos internacionales, desde parlamentos y brigadas políticas se alientan proyectos o se firman leyes que consideran que la mujer por ser hembra tiende a tener la razón en cualquier conflicto con el macho. Hace poco, la abogada Gisela Derpic explicaba con su sabiduría jurídica este asunto fatal, al cual no se le presta suficiente atención. Un piropo obsceno en Madrid -o que una adolescente considere obsceno- basta para condenar con tres o más años de cárcel al atrevido.

            Seguramente en el caso boliviano, la sentencia a William Kushner es un ejemplo ilustrativo. Una tesis universitaria desvelaba que, a pocas horas de la tragedia, ya varios periodistas y editorialistas habían calificado el hecho de feminicidio, lo habían colocado en las estadísticas y habían condenado al varón (¿por ser varón?). Mientras las emociones reemplacen a los criminólogos, los gritos a los testigos y los titulares a los informes técnicos, jamás conoceremos la verdad.

            La lucha por superar el racismo que tanto laceró la dignidad de la humanidad es ahora un pretexto para perseguir a ciudadanos, como se evidencia en sucesivos intentos legislativos y en acciones legales alentadas desde el (No) Estado. En el mundo, una campaña impidió que una prestigiosa académica blanca traduzca a una poeta negra, a pesar de la autorización de la autora, Amanda Gorman. Como escribió Marina Perezuaga, en vez de superar el racismo, nos obligan a fijarnos más en el color de cada cual.

            El respaldo para que termine la homofobia, en sus manifestaciones cotidianas o normativas, ha desembocado en un abanico de propuestas de sexos que confunde a la mayoría, pero crea como una aureola de superioridad moral a los nuevos predicadores. Hay leyes, como en España, o libros de texto escolar plagiados, como en el (No) Ministerio de Educación plurinacional, que parecen una pantomima, pero son reales.

            Las editoriales están adecuando los textos de Agatha Christie porque alguien la considera discriminadora. Preserven sus ediciones antiguas, porque no sabemos en qué terminará esta mutación; ella, que se hacia la burla de los ingleses y de sí misma. También se revisan libros que hablen de negros, incluyendo una fábrica de chocolate.

            Hace unos años, se tergiversó el libreto de “Carmen” porque era insoportable para las feministas europeas la pasión del soldado y la gitana. Hay tendencias para condenar las obras de Pablo Picasso porque fue un mujeriego incorregible; los museos han tenido que extremar cuidados para que las chicas chillonas no se sientan ofendidas.

            El español es el idioma más criticado. En cambio, como el artículo “the” en inglés es neutro y se aplica por igual a lo femenino o a lo masculino es “in”. O en alemán, el sol es femenino (die Sonne), y la luna es masculina (der Mond), o sea “super”.

            Mientras se suman las tonterías, hay cada vez más mujeres maltratadas, sumisas, violentadas, asesinadas. El enfoque de la dignidad humana debería ser el faro de todo combate por la igualdad de oportunidades en este planeta, y no este entuerto mutilador. Su máxima meta es lograr la uniformización de los seres humanos, en vez de la plenitud de cada persona.

            Aún más lamentable: parece que ese ejército de savaranolas necesita al racismo o a los feminicidios para seguir recibiendo dineros, como los militares colombianos necesitaban de la guerrilla o los curas medievales favorecían a los limosneros en los templos. Sin las víctimas y victimarios, el sermón se desportilla.