¡Qué triste Primero de Mayo este
2018! Yace al fondo del sepulcro la Central Obrera Boliviana, fundada el 17 de
abril de 1952; a su lado, agónica, la Federación Sindical de Trabajadores
Mineros de Bolivia, fundada el 11 de junio de 1944. Ya está liquidada la
Confederación Sindical de Trabajadores Campesinos de Bolivia, la más joven,
creada después de años de lucha para unir diferentes centrales agrarias. Otros
sindicatos están acallados, divididos, atrofiados, como el de los periodistas,
el de los petroleros, el de los ferroviarios.
El Proceso de Cambio logró con éxito
lo que no pudo el poderoso nacionalismo revolucionario en los años cincuenta;
las botas militares durante 18 años, las mismas que ahora cogobiernan; el
neoliberalismo y la relocalización de los ochenta; ni la televisión de los
noventa y sus reality shows.
El Movimiento Nacionalista
Revolucionario (MNR) intentó imitar al peronismo y a otros populismos, además
del ejemplo estalinista, para coaptar a los dirigentes obreros, principales
actores de la insurrección del 9 de abril, y tenerlos saciados con cuentitas de
colores. El proletariado, artesanos y profesionales, además de universitarios y
estudiantes de secundarias dijeron No. Defendemos la independencia de clase y
nuestro espacio.
El MNR probó entonces crear un
organismo paralelo, estilo CONALCAM, y sembrar la división con saldos trágicos
como en Huanuni y en Sora Sora. Las mujeres salieron en defensa de los
dirigentes y la COB se mantuvo digna.
Los militares- los mismos que hoy
gozan del 100 por ciento en sus jubilaciones- arrinconaron a los mineros
rebajando sus salarios, bombardeando campamentos, cercándolos, matándolos-
también a sus hijos- apresándolos, exiliándolos. La metralla no ganó a la
solidaridad, a la ternura de los históricos dirigentes.
Otra vez inventaron organismos
paralelos, los “coordinadores”, aprovechando la represión contra los elegidos
en los congresos laborales. Desde la clandestinidad la respuesta fue única:
¡Viva la COB!, ¡Viva la FSTMB!, independientes, combativas.
El despido masivo de mineros, las
empresas estatales fantasmas, las ofertas de grandes indemnizaciones no
acallaron ni bajaron la cabeza de Juan Lechín, de Simón Reyes, de Filemón Escobar,
de Guillermo Dalence, de Víctor López.
Disminuida, desmembrada, la COB
intentó mantener su protagonismo, con muchos baches. Los mineros asalariados
seguían como una reserva moral de la nación, aunque desparecían los antiguos
modelos de trabajo y de relaciones humanas y la televisión privada extendía un
sistema ideológico perverso.
La llegada del Estado Plurinacional,
los roles malvados de Alfredo Rada, de Sacha Llorenti, de Juan Ramón Quintana,
lograron modificar a la COB y, qué lástima, a la FSTMB. Un hotel de una estrella,
regalos, fiestas, comilonas. No hay peor pobreza que la miseria humana.
Unos autos usados (qué dice la
Contraloría, qué dice el Viceministerio de Transparencia) son suficientes para
el velorio, acompañado del desfile bufo del próximo Día del Trabajo.