viernes, 22 de noviembre de 2024

MÉDICOS ESCRITORES

 

            Hace unos años, el nefrólogo Renán Chávez Córdova (La Paz, 1940) me invitó para presentar su autobiografía novelada: “Vida y muerte en mina Kelluani” (2015) que relata pasajes de su vida como médico, especialmente durante los obligados años en provincia. Le tocó iniciarse en un campamento minero, cerca de La Paz. Quedé sorprendida por la excelencia del lenguaje y del argumento.

            Chávez, ya jubilado como galeno, publicó posteriormente otros cuentos y ensayos históricos, incluso un tomo sobre las experiencias de los médicos durante el covid-19. Aprendí con él que una cosa es la letra de los doctores en sus recetas, casi siempre encriptada, y otra es el potencial literario de quienes ejercen la medicina. (Quiero recordar que el evangelista sirio San Lucas era médico.)

            Ellos cumplen una profesión que los acerca a las condiciones más profundas del alma humana; a experimentar la vida y la muerte cotidianamente; a amar a la ciencia y a la vez respetar el margen de los milagros de santos y vírgenes. Los médicos suelen recorrer las orillas del país ejerciendo sus primeros años de trabajo, labores solidarias, investigaciones específicas, campañas de salud o atendiendo desastres.

            Tienen mucho que contar.

            Con razón, apasionan tanto al espectador las series televisivas que se desarrollan en un hospital. Especialmente me emocionaba en la niñez una de las más famosas (1966) tanto por el guapo Richard Chamberlain como por cada drama intenso que debía atender el doctor Kildare.

            Con ese impulso recopilé algunos nombres de médicos bolivianos que han publicado sus ideas.

            Uno de los pioneros es el admirable Antonio Vaca Diez (Trinidad 1849-Uyucali 1897) cuya obra “La propuesta” es considerada el primer libro escrito en el Beni. En ella, el médico, científico, explorador, empresario, planteaba al gobierno una serie de medidas para interconectar al país desde las sierras a las selvas. Fue también un notable periodista. Dirigió “El Clarín” en Potosí, “La República” en Sucre, “El Monitor Médico” en Santa Cruz y la famosa “Gaceta del Norte” en su amada tierra natal. Una provincia beniana lleva su nombre. Guillermo Aponte Burela, pediatra beniano, escribió su biografía.

            En el otro extremo geográfico y a la vez en el vecindario, otro doctor, Jaime Mendoza Gonzáles (Sucre 1974-1939) fue poeta, músico, escritor y geógrafo. Como Vaca Diez hizo propuestas a la nación para integrar al país que conoció en sus recorridos como médico, desde la sureña Uncía hasta la norteña floresta. Su novela “En las tierras de Potosí” y su ensayo sobre la tragedia en el Chaco, entre otros escritos, reflejan su experiencia de médico conviviendo con el dolor humano y el devenir boliviano.

            Ambos fueron a la vez científicos interesados en investigar sobre las enfermedades de la pobreza, como la tuberculosis, y otras dolencias.

            Menos reconocido por las nuevas generaciones, pero de gran importancia es el pediatra Juan Manuel Balcázar (Potosí 1894-La Paz 1956), quien fue historiador, catedrático, autor de manuales y de la historia de la medicina en Bolivia. Muy joven, fundó la Cruz Roja Boliviana en 1917. Como médico organizó junto con otros colegas los servicios sanitarios durante la Guerra del Chaco y también formó al personal para atender las urgencias durante la contienda.

            Balcázar escribió sobre la masacre minera en Catavi y sobre otros asuntos sociales y políticos. Es muy importante su rol y el de la Facultad de Medicina de la Universidad Mayor de San Andrés en la conquista de la autonomía universitaria en 1930, ideal donde también colaboró Jaime Mendoza desde Sucre. Existe muchísimo material poco difundido sobre su trabajo combinando la ciencia, las letras y las luchas sociales.

            Junto a él, actuaba el Dr. Renato Riverín, quien fue rector paceño y presidió la Convención Nacional en 1938, después de la experiencia en el Chaco. Él estudió en Argentina de donde trajo la influencia del movimiento autonomista de Córdova. Escribió “Hacia la unificación de las fuerzas socialistas democráticas”.

            Gonzalo Silva Sanjinés (La Paz 1925-2007) curaba a los niños y dividía su tiempo entre ciencia y literatura, como partícipe de la bohemia “Gesta Bárbara”, famoso grupo de escritores de mediados del siglo XX. Publicó varias obras. Con “La Muela del Diablo” ganó el premio Franz Tamayo en 1986. Estudió en Chile y en Colombia, pero el escenario preferido de sus relatos fueron los espacios rurales de las cercanías paceñas, la montaña, los Yungas, las serranías de colores que conoció en sus caminatas dominicales.

            Enrique Saint Loup Bustillo (Potosí 1889- La Paz 1966) fue médico destacado, otro de los que acudió al frente de guerra en 1932, y a la vez literato y pensador. Su obra recibió las mejores críticas en la prensa paceña. “Historia de la medicina”, publicada de forma póstuma en 1991, mantiene su pulcritud en la investigación y en el lenguaje.

            El médico beniano Orlando Montenegro Melgar se ocupó de recoger la historia y los mitos de los pueblos de Moxos, texto publicado por la Universidad Técnica del Beni “Mariscal José Ballivián”. Son varios los médicos bolivianos preocupados por la historia de la medicina y por la historia boliviana. Existe inclusive una Academia Boliviana de la Historia de la Medicina y dos museos, uno en La Paz en el Hospital de Clínica y otro en Cochabamba, en el antiguo Hospital Viedma. Doctores como Luis Edgar Quiroga o Javier Luna Orozco se han preocupado por mantener la memoria colectiva.

            La lista es larga y llena de nombres ilustres, como el psiquiatra José María Alvarado, de extraordinaria trayectoria al frente del manicomio Pacheco, escribió biografías, ensayos, obras científicas, gacetas especializadas.

            Mención especial para el recientemente fallecido Dr. Rolando Costa Arduz, autor de casi medio centenar de libros de historia, ficción, experiencias en su profesión, asuntos nacionales. A sus 92 años continuaba inquieto por recopilar papeles sobre biografías de paceños, geografía nacional, política, cartografía. Mantuvo abiertas las puertas de su casa para compartir su hermosa biblioteca.

             Son bolivianos que muestran que en el país existen generaciones de estudiosos que podían ser excepcionales científicos y a la vez notables narradores. La mayoría de ellos participó en política, en la dirigencia gremial, en la enseñanza. Era gente decente.

           

           

 

viernes, 15 de noviembre de 2024

¡AHORCADO!

 

            En mi ya lejana época colegial existía un juego que se llamaba: ¡Ahorcado! Uno de los jugadores anotaba una palabra. El contrincante debía adivinarla con base en algunas pistas, como el asunto, el número de letras, las vocales, las consonantes. Si adivinaba la palabra, ganaba el juego. Por cada error, el primero dibujaba un elemento del cuerpo humano: un pie, otro pie, una pierna, otra pierna, un brazo. Si perdía, terminaba ahorcado.

            Como en la mayoría de los desafíos infantiles o adultos, el ganador solía ser aquel con conocimientos previos -en este caso de lenguaje y de cultura en general-; el atento, paciente, astuto.  

            El perdedor, casi siempre, era el que se enojaba, impaciente; el chico que prefiere culpar a los demás de sus propios errores. El ignorante.

            Traslado esas imágenes infantiles a Luis Arce Catacora y David Choquehuanca Céspedes, quienes fueron perdiendo cada una de las oportunidades que tuvieron y ahora sólo faltan una o dos letras para que el pueblo boliviano sentencie a su gobierno: “¡Ahorcado!”

            La primera condición equivocada fue su propia ambición. No examinaron sus limitaciones para asumir posiciones que traen poder, pero también responsabilidades. Su incapacidad se reflejó en la destrucción sistemática de las instituciones.

            Su prioridad inaugural fue el discurso de odio. Una narrativa redactada por Iván Lima que perdió el chance de lucirse ya que era uno de los pocos ministros con formación competente para ocupar el cargo. Se encegueció con la hoja de ruta del Grupo de Puebla, que da eco en su amplia red multimedia a falacias como “golpe en Bolivia” en 2019 o “victoria de Nicolás Maduro” en 2024.

            El apresamiento de Jeaninne Añez sin respetar su condición de expresidenta, el secuestro de Luis Fernando Camacho, el cautiverio de Marco Pumari y de decenas de políticos confirmó su desconocimiento de la normativa vigente y su irrespeto a los derechos humanos consagrados en la Constitución Política del Estado. Con ese discurso permanente de “golpe” alejaron la reconciliación nacional y abrieron su propio desastre. Esa fue la “A”.

            La “H” fue la humillación a policías institucionalistas y a militares que actuaron para evitar una guerra civil; en vez de investigar las responsabilidades reales en la tragedia de Sacaba y de Senkata, actuaron con impulsos ideológicos. Impulsos que les impiden actualmente procesar a vándalos, bloqueadores, avasalladores.

            La “O” fatal fue inventar un alzamiento armado protagonizado por un tribilín intentando distraer la atención con otro peliculón: “Golpe II” que fracasó en todos sus extremos. El resultado fue más incertidumbre.

            La “R” que define la derrota fue escoger a ministros obedeciendo a cuotas de los llamados movimientos sociales, que más parecen agencias de empleo clientelar. Cada uno peor que otro. Una ministra de cultura que cree que la mayoría de los bolivianos son “inquilinos”, incluyendo a los afrodescendientes. Unos cancilleres que no saben geografía. Un ministro de Obras Públicas que se vuelve agitador callejero contra los cruceños y desaparece frente a los chapareños. Un viceministro de Defensa Civil que desconoce el territorio nacional, con antecedentes de perversidad. Una viceministra de educación que insulta, mientras mastica su chicle. Una adolescente viceministra de deportes del grupo de las mimadas del trópico cochabambino. Una No Asamblea Legislativa, un No Poder Judicial; un No Tribunal electoral; una No Contraloría: un No Estado.

            Para la “C” podríamos escoger las mentiras en materia de economía y finanzas. El derrumbe final de lo que empezó en enero de 2006 cuando llegaron los que se gastaron el dinero acumulado por los que pagan impuestos; por los que ahorran jubilaciones; por los que gestionaron el perdón de la deuda externa; por los que ordenaron la casa; por los que consiguieron contratos de largo plazo; por los que atrajeron inversión externa directa; por los que guardaron dólares en las arcas públicas.

            En la “A” quedan las falacias en torno a los carburantes. El país está paralizado. ¿Puede avisar algún historiador, algún analista, algún experto cuando hubo en este territorio una situación similar? Durante la Guerra del Chaco, gracias a migrantes europeos y a profesionales de la clase alta, funcionó una logística inclusive en el frente de batalla. ¿Volveremos a cocinar con anafe y kerosén? ¿O con las últimas leñas que dejen los incendiarios?

            La “D” es porque Luis Arce ignoró a los empresarios, grandes- medianos -pequeños. No sabe lo que cuesta generar una parcela de arroz, un litro de leche, un manojo de hierbas finas, una tabla lisa, un suero hospitalario, unos mocasines, cartones corrugados, panes exquisitos, criar vacas, pastar llamas, carnear ovejas. Inventó el “Doble Aguinaldo” porque no era su plata. Rehuyó a quienes podían salvarlo.

            Queda la “O”. ¿Podrá Luis Arce revertir el estropicio? ¿Cumplirá algún rol activo David Choquehuanca? ¿Conseguirán llegar al Bicentenario? ¿Lograrán los bolivianos celebrar las Navidades con las familias en cualquier lugar del país o del mundo? ¿Qué doce deseos pedirán mientras tragan apurados las últimas uvas tarijeñas?

viernes, 8 de noviembre de 2024

LOS ISMOS DERROTARON A LA HISTORIA

 

            La derrota de Evo Morales Ayma, aun con toda su teatralidad, es una derrota secular, cuyos alcances los entenderán mejor las generaciones futuras. El comportamiento de Morales desde que fue líder de los cocaleros -el sector campesino relacionado con el circuito coca cocaína- y mucho más desde 2006 ha trizado las utopías.

            Los ismos que surcaron el siglo como corrientes filosóficas, como doctrinas o como vanguardias del pensamiento revolucionario resisten en el papel, pero no a la administración del poder. Indigenismo, ecologismo, feminismo son más discursos, convertidos en imposturas cuando se relacionan con un personaje como Morales y con su tropilla de vándalos del Movimiento al Socialismo (MAS).

            Está trizada la narrativa del indigenismo, tal como se presentaba hace un siglo. Novelas, poemas, dramaturgias, películas describían al indio como un ser esencialmente puro, valiente, leal y a la vez rebelde contra la opresión que padecía desde la llegada de los españoles y la república criolla.

            Esa idea del indio como “reserva moral” se tornó más política y organizada en los años sesenta. Jóvenes que querían lucir ponchos, peñas folklóricas, gringos con quenas. Casi al mismo tiempo del Manifiesto de Tiahuanacu (1974) aparecieron los primeros partidos “kataristas” autoidentificados con las rebeliones indígenas de 1780-81. Diversos movimientos para buscar el derecho a la autodeterminación.

            Las conmemoraciones del Quinto Centenario en 1992 fueron espacios para combinar ese imaginario con las protestas contra el estado, el modelo de crecimiento económico liberal, el racismo, la situación de las mujeres, el ecologismo.

            Además, la fecha coincidió con la consolidación de las organizaciones de los nativos de tierras bajas que llegaron hasta el poder central para exigir sus tierras de origen, más atención del estado y un nuevo orden constitucional.

            En 2006, después de 20 años del 21060 -tal como había pronosticado que duraría su firmante Víctor Paz Estenssoro- la aparición de un hombre de piel cobriza, de padres aimaras, nacido en una comunidad rural, alegró el horizonte de un país, de un continente, de los pueblos del sur, de muchos religiosos, de las ONGs.

            Paradójicamente, ese mismo hombre apadrinó que la sombra detrás de la Asamblea Constituyente sean jóvenes españoles (los “buenos” entre los malos colonialistas), los mismos que tres lustros después cayeron enredados en sus propios discursos de falsos redentores. Habían sido solamente “personajes”, no personas, como se autodescribió Iñigo Errejón en medio del escándalo que ha hundido su carrera política; coautor de textos “revolucionarios” con el falso matemático. Su espejo.

            Una constitución a la medida de las culpas de los falsos profetas, con sus articulados que no se cumplen desde 2009: hablar un idioma nativo, por ejemplo, que ni balbucean Evo Morales ni Luis Arce. Larga lista de imposturas.

            Un “indígena” que envía a reprimir a otros indígenas que reclaman por el respeto a su territorio y al parque nacional TIPNIS. Un “indígena” que no duda en repartir dádiva y dineros para corromper a las organizaciones campesinas, como no habían logrado ni los militares ni los capitalistas.

            Un “indígena” que aborrece el verde, como ya escribimos en 2019 y ratificamos cada año. Falsos pobres, falsos sin tierra que la quieren para incendiarla, para traficarla, para ocuparla con casuchas que esconden sus riquezas que sólo aparecerán en las chupas.

            Una Pachamama cientos de veces violentada, maltratada, utilizada, instrumentalizada, como bajo ningún otro gobierno, de dictadores, de liberales o de políticos de derecha.

            Un territorio entregado a la angurria de chinos que no dudan en matar jaguares para sus ritos eróticos; en echar mercurio a los ríos para llevarse riquezas naturales; que se apoderan en silencio de Amayapampa, de las faldas del Illimani, de la floresta beniana.

            El indio “reserva moral” que no dudó en entregar la seguridad de sus pasos a agentes cubanos y venezolanos; que utiliza vagonetas de empresas extranjeras. ¿Cuántas divisas se llevaron esos forasteros? Un indio que grita a los yanquis, pero baja la cabeza ante los rusos. Los bolivianos no reciben beneficios ni del litio, ni del mutún, perdieron el gas y perdieron otra vez el mar.

            Evo compartía concubina con el jerarca de una empresa asiática, como el inimaginable argumento de la más decadente filmografía noir. Teñida de rubia, detalle no casual, enriquecida con dinero público.

            El capítulo que llena de vergüenza es el del uso del poder político y económico para someter a las mujeres, sobre todo a las más indefensas. ¿O fueron los capitalistas los que encerraron a una chica en la asamblea departamental de Chuquisaca para violarla? Parlamentarios, concejales, dirigentes de movimientos sociales aparecen involucrados en abusos sexuales de diferente intensidad y gravedad. Alguno llegó al asesinato contra una concejala por ser mujer.

            El estupro es un delito personal. Sin embargo, cuando se comente en el contexto de un grupo palaciego, con múltiples celestinos y edecanes, el efecto es terrible. Con sus acciones acorrala también a ese otro “ismo” de la centuria. ¿Dónde estuvieron, dónde están, esas feministas radicales, esas disfrazadas, esas opulentas, que hubiesen linchado a cualquier otro dirigente político con menos culpas que las de Evo? Ante el indio libertino callaron, ante los dineros públicos callaron, ante la cooperación internacional, callaron.

            Una imagen resume la absoluta inmoralidad de estos años del MAS: la medalla presidencial olvidada en el prostíbulo porque su uniformado custodio “hacía pieza” entre vuelo y vuelo de su jefe.

            Evo, Álvaro García Linera, Luis Arce, David Choquehuanca, Andrónico Rodríguez y el MAS son la prueba de la distancia que existe entre los supuestos proyectos idealistas con la realidad enlodada.

            ¿Habrá Bolivia aprendido la lección o volverán los votos a tropezar con la misma piedra?

 

 

           

viernes, 1 de noviembre de 2024

DE CIUDADANOS Y DE MANADAS

 

            Desde temprano, el domingo 27 de octubre de 2024, los uruguayos habilitados para ejercer su derecho al voto acudieron a las urnas para escoger su preferencia. La población sabía que los resultados serían transparentes; se difundirán según el plan previsto hasta la posesión del nuevo mandatario el próximo 1 de marzo. Una masiva concurrencia no temía violencia ni presiones.

            “Unas elecciones aburridas” me comentó un amigo corresponsal. El respeto a la Constitución, a las leyes y a los reglamentos no ocupa los titulares de la prensa internacional. Los dos candidatos con mayores probabilidades representaban a corrientes de centro izquierda y de centro derecha, con leves diferencias en sus programas.

            Uruguay realiza elecciones cada cinco años y la reelección inmediata está prohibida. En las últimas décadas se han sucedido gobiernos de los partidos tradicionales Colorado y Blanco y de la tercera fuerza que emergió en los años 70, el Frente Amplio. Mantienen su Parlamento abierto y hasta el momento no hay denuncias de fraudes en comicios nacionales o municipales y los elegidos conviven en relativa tranquilidad.

            Uno de sus últimos mandatarios, José Mojica, se retiró con un amplio índice de popularidad. Exguerrillero, en ningún momento planteó que “el pueblo” le pedía reelegirse. Cuidó durante su mandato las medidas económicas de sus predecesores, aunque eran de otros partidos, igual que su adversario Luis Lacalle Pou respetó las medidas sociales de “Pepe” que habían sido beneficiosas para la población.

            El estado uruguayo publica los presupuestos de las campañas de cada partido; las donaciones que recibe, las contribuciones. Todas las personas, dentro o fuera del país, tienen acceso a verificar el total de los habilitados para votar y a los resultados desagregados. Todos los canales difunden sus tarifas para las propagandas políticas.

            Al final de la jornada, se conocieron los resultados, sin apagones de luz ni denuncias de fraude. Los uruguayos se fueron a dormir con la certeza de tener una democracia donde las reglas se respetan. Reglas que ayudan que estos años, junto con Panamá y Chile sus ciudadanos gocen un PIB per cápita mayor de 30 mil dólares.

            Uruguay, igual que Chile y Costa Rica, otro país con reglas democráticas, aparece en los primeros peldaños de la esperanza de vida de sus ciudadanos. Los chicos chilenos, uruguayos y ticos ocupan los mejores lugares en escolaridad. Son países que invierten en educación y sus ciudadanos leen, escriben, compran periódicos y libros, piensan.

            El Índice de Desarrollo Humano de Uruguay está entre los “Muy Altos” del continente y entre los primeros 50 del mundo. Chile es el que encabeza. Uruguay es el país que tiene mejor posición en el Índice de Percepción de Transparencia; Chile ocupa el tercer puesto.

            Ese mismo domingo 27 de octubre, mes fatídico en el Siglo XXI, los bolivianos se despertaron con imágenes, noticias y gritos, muchos gritos de mujeres histéricas, de un nuevo capítulo violento. Atentado, autoatentado (según libreto del golpe/ autogolpe), operativo antinarcóticos, abortado plan policial, toma de cuartel, quema de vehículos. Vagonetas blindadas prestadas por empresas extranjeras a un exmandatario boliviano. “Yo disparé. “No, no fui yo, fueron ellos, no sé hablar bien castellano.”

            Asunto que abrió por varias horas las páginas digitales de la prensa boliviana y de la prensa internacional. Intento de magnicidio contra un indígena. Fascismo en acción, tuiteó un presidente del continente. Conmoción. Solidaridad del Grupo de Puebla.

            El Estado Plurinacional de Bolivia está en el puesto 120 del ranking mundial en el Índice de Desarrollo Humano (2024) (el peor del subcontinente) después de tres lustros de bonanza económica (por factores endógenos). El PIB per cápita más alto fue de USD 3.736.

Las provincias de Tiraque (Shinahota, Lauca Ñ), Chapare (Sacaba, Colomi, Villa Tunari, Villa 14 de septiembre), Carrasco (Totora, Chimoré, Ivirgarzama, Puerto Villarroel) mantienen bajos niveles de educación y de permanencia escolar. La capacidad de sus jóvenes para comprender un texto o realizar una operación matemática ni siquiera aparece en los reportes mundiales. En toda la centuria, los municipios no estrenaron bibliotecas. No aparecieron mecenas para apoyar el desarrollo de las artes.

 ¿Cuántos leerán periódicos? ¿Cuántos tendrán libros de historia en su casa, en su colegio? ¿Cuántos escucharán otra emisora que no masque coca? ¿Cuántos emitirán libremente su voto?

Sus habitantes no vivirán más de 63 años, en promedio. No tienen ningún hospital destacado. ¿Cuántas jóvenes abortan clandestinamente? ¿Cuántas cuentan con parto seguro? ¿Sabrán que una prueba de ADN confirma la paternidad de algún sujeto? Es más barata que el costo de 1.500 millones de dólares en 16 días de bloqueos.

            Parece que a alguien o a alguienes conviene que la mayoría de la población se mantenga en índices de pobreza o de pobreza extrema, ignorante. La circulación de vehículos que valen más de 80 mil dólares es para unos pocos; igual que otras expresiones de lujo y de lujuria.

            La producción agropecuaria abarca varios ítems; también hay pesca, productos perecederos. No han podido consolidarse fábricas de alimentos. Ahí no llegó “el proceso de industrialización”.

            Hubo una gran oportunidad para llevar ese fruto del trabajo honrado a todo el país y más allá de las fronteras. Sin embargo, los continuos cortes de rutas han alejado el proyecto del Corredor Vial Bioceánico, el sueño de tantos cochabambinos, de tantos cruceños, de Joaquín Aguirre, de Ivo Kuljis, de las cámaras industriales. Los caminos son dinamitados, destrozados. Cada acto, que parece tan sublime para los que creen en “rituales de sangre” cuesta la esperanza de generaciones.

            La toma del aeropuerto anula para siempre la categoría de “internacional” que ya era dudosa para una pista donde solo aterrizan unas avionetas extraviadas.

            La noche del domingo 27, los bolivianos se fueron a dormir llenos de incertidumbre. ¿Lograré mañana llenar el tanque de gasolina? ¿Habrá paro de transportistas? ¿Conseguiré pollo? ¿Dónde comprar dólares para enviar a mi hijo que ha migrado como miles de jóvenes?

            Los trabajadores legales se enteraron entre líneas que el gobierno les quitará otro poco más de su salario para financiar la “jubilación solidaria”, la de cocaleros o personas que nunca pagaron impuestos. Noticia, que, como otros graves asuntos, quedó enterrada bajo las notas sobre peleas políticas.

            La única certeza que queda a los bolivianos es que su gobierno es un gobierno de opas, de opas irresponsables.

           

 

           

 

 

 

viernes, 25 de octubre de 2024

LOS IMPRESCINDIBLES II

 

            En el siglo XX hubo hombres y mujeres y colectividades que nacieron en Bolivia que lograron impactar en la región y en el resto del mundo. Personas que tuvieron un amor profundo por su patria, por su bandera, y las defendieron en distintas circunstancias, a pesar de que esa patria siempre fue una hembra esquiva y desagradecida.

Simón Patiño (Santibáñez 1860-1947) es el boliviano más famoso de la historia nacional y uno de los menos comprendidos porque leyendas maliciosas nublaron su figura. Vivió en distintos lugares del país, en Nueva York, París, Buenos Aires, pero nunca olvidó su natal Cochabamba y su patria Bolivia. Su trabajo principal lo desarrolló en las minas de Oruro y de Potosí. Aprendió en Huanchaca, la firma de Aniceto Arce, la compleja organización de una empresa minera que exporta a los principales mercados internacionales. Conoció la visión de los Aramayo de Chichas para aprovechar la tecnología y la capacidad de profesionales extranjeros.

Con esa experiencia y una gran visión del negocio fue el principal empresario minero de la historia boliviana y uno de los hombres más ricos de su época. No logró realizar su sueño de integrar al país con trenes y carreteras y sembrar los excedentes mineros en empresas agroindustriales en Pairumani, en el Chapare y en los Cintis. Patiño nacionalizó con su dinero minas que estaban en manos chilenas. Ayudó al estado durante la Guerra del Chaco. Creó la Fundación Patiño para aprovechar los mejores recursos humanos nacionales. Fue un hombre leal con su país, con su familia, con su esposa Albina. Murió en Argentina.

Las biografías de una gran mayoría de dueños de minas grandes, medianas y pequeñas son una muestra de la capacidad del boliviano de crear empresas con empleos formales, aportar al estado y relacionarse con el mundo ofertando una producción legal.

Jaime Mendoza Gonzáles (Sucre 1874-1939) es el humanista que ejerció la medicina en las minas, la selva, las barriadas; que defendió a los pobres como diputado; que ejerció el periodismo, la poesía, la novela realista. Su obra “En las tierras de Potosí” es el mejor retrato de los trabajadores mineros en el apogeo de la explotación estañífera. Contribuyó como cirujano en la Guerra del Acre, en el norte amazónico y, como senador, buscó salidas pacíficas al conflicto en el Chaco, al sur. Fue amigo de Gabriel René Moreno y como él entregó su vida para trazar una hoja de ruta para la patria, tanto ética como física (“El Macizo boliviano”, la Diagonal Mendoza).

Su hijo, Gunnar (Uncía 1914-1994) fue el imprescindible director del Archivo Nacional y Biblioteca de Bolivia, fundados sobre la base del trabajo del ilustre cruceño. Su nombre es el ejemplo del funcionario público que ejerce su puesto como un servicio. La nieta Matilde Cazasola Mendoza es la poetisa y cantautora que continuó la misma línea de entrañable amor por Bolivia.

Juan Mendoza y Nernuldes (Obrajes, Oruro 1893- 1976) fue un destacado alumno, deportista y trabajador desde sus ocho años. Fue un ejemplo de esos mecánicos bolivianos que tienen la capacidad de arreglar motores y de inventar herramientas sin tener cursos universitarios. Su biografía es una aventura desde su inicial ambición de ser piloto en 1910 hasta convertirse en el primer boliviano en tener brevete para la aviación.

Con su empeño consiguió que la aviación boliviana se desarrollara. Puso esas habilidades para ayudar en la Guerra del Chaco, como ejemplo de los muchos profesionales que combatieron en primera línea. Recibió decenas de medallas y reconocimientos. El aeropuerto de Oruro lleva su nombre, denominación defendida por su pueblo cuando Evo Morales pretendió ponerle el suyo en sus desmanes de grandeza.

Domitila Barrios de Chungara (Catavi 1937-2012) es una boliviana que destaca como persona y a la vez como representante de un colectivo, el más extraordinario de las mujeres bolivianas: las mineras. Trabajó desde niña como palliri y tuvo que hacerse cargo de cinco hermanos menores. Con otras esposas de obreros fue parte del legendario Comité de Amas de Casa de Siglo XX, perseguida, apresada, torturada, exiliada.

Aunque su biografía es la más conocida, aún queda la tarea de difundir la lucha de las mineras, su coraje. Sin las Domitilas faltaría la esencia de Bolivia, ese amor inmenso a la libertad y el ejercicio de la maternidad como primer compromiso.

Los trabajadores mineros y la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (FSTMB) fueron símbolo de valentía, de hospitalidad, de solidaridad, de fraternidad hasta el 2006. Existen muchísimos libros, tesis, debates sobre ello. Sin embargo, los datos históricos muestran que los gérmenes de los sindicatos y de las huelgas desde 1918, 1919, 1923, 1930, 1932, 1936, 1942 hasta la gran huelga de hambre de 1978 fueron protagonizadas en primera línea por las mujeres mineras.

Sin esos combates, Bolivia no hubiese abierto el cauce de la democracia amplia y horizontal que duró hasta el siglo XXI.

En el ámbito de la cultura se suman muchos nombres y colectividades de todo el país que han llevado la música, la danza, la poesía más allá de las fronteras. Entre todo ese aporte, destaca Gladys Moreno Cuéllar (Santa Cruz de la Sierra 1937- 2005), la mujer que con su extraordinaria voz unió las tierras bajas con las montañas, las playas benianas con los rumores del bosque, las huérfanas virginias con los carreteros.

Hay muchos periodistas que podrían representar el mejor rostro de Bolivia. Me quedo con Huáscar Cajías Kaufmann (Santa Cruz 1921-1986), sabio y honrado en todos los aspectos de su vida, que demostró que cuando una persona es decente, lo es cuando da cátedra, cuando escribe editoriales o cuando preside una corte electoral.