¿Alguien se imagina a Víctor Paz Estenssoro entregando recursos de los bolivianos a la agencia UPI para que aplaudiera sus actividades? En los doce años del gobierno del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) decenas de periodistas llegaron al país para admirar la Revolución de Abril, sin perder su postura crítica.
¿Cómo hubiese recibido la ministra
Maria Nela Prada si Hugo Banzer hubiese pagado a la TELAM para ganar titulares
en la prensa argentina? En las decenas de estudios sobre los medios de
comunicación durante las dictaduras militares no aparecen contratos millonarios
entre un ministerio y un corresponsal de agencia extranjera. Parece que a ella
no le tembló la mano.
Lo que hace el Movimiento al
Socialismo con los sistemas de información no lo hicieron ni las corrientes
nacionalistas, ni las dictaduras y mucho menos las democracias de los años 90.
Acorrala la libertad de pensamiento y la libertad de expresión con múltiples
acciones.
Aplica la violencia “blanca” que no
deja huellas como los asaltos a las imprentas, los apresamientos o los
asesinatos, sin olvidar que también puede aplicar la violencia roja, como en
Las Londras. El cerco es mayormente económico y judicial. No solamente niega la
publicidad pública, sino que impide que empresas privadas contraten espacios en
medios “enemigos” o traba las iniciativas para consolidar las finanzas de un
periódico.
Al mismo tiempo, envía a sus agentes
disfrazados de impuestos nacionales, inspectores de trabajo, abogados, fiscales
para obstaculizar la labor cotidiana de los periodistas.
En la otra mano reparte dinero a
quienes alaban al gran jefe, al gobierno, a sus medidas. Millonarios contratos
de publicidad con medios o con programas específicos o con revistas de
farándula para que sigan la línea oficial de la información. No son pocos los
periodistas que han perdido el decoro a cambio del puesto. Tampoco faltan los
testaferros que compran acciones en canales de televisión.
El esquema funciona. ¿Se acuerdan
cuando el otrora dirigente sindical y ministro de comunicación Iván Canelas afirmaba
que su contratista coquero “seguía la senda de Jesús”? (¿O sería de Jesús
Vera?) Mientras era parte del grupo de viajes y festejos del entorno palaciego,
desde diferentes pegas. Los escándalos que involucraron a su hijo, también
funcionario, son de dominio público. Es sólo un ejemplo.
La cadena venezolana TELESUR recibe
más dinero que los periódicos bolivianos que crean empleos y pagan impuestos en
el país. Más que las radios que sientan soberanía en el lugar más lejano del
territorio nacional y mucho más que cualquier canal universitario. A cambio, la
sumisión de sus reporteros.
Los periodistas bolivianos de base
lucharon muchos años, desde sus medios o desde la investigación, para lograr el
Nuevo Orden Informativo Internacional; para avanzar en el equilibrio de la
información y en el flujo de las noticias norte sur y viceversa.
El
populismo impone un esquema de desinformación y noticias falsas, erradica la
crítica y la búsqueda de la verdad. Usa el arma más sencilla: paga el silencio.
Los
nuevos periodistas millonarios se visten de azul. Les encanta el socialismo
caviar. ¿Qué pasará cuando falte la chequera del (no) estado plurinacional? Por
lo pronto, mientras existan bolivianos que trabajan legalmente y paguen
impuestos, tienen asegurados contratos y pautas publicitarias. El esquema de la
sumisión funciona.