Octogenario, jamás imaginó que medio
siglo después de su terca lucha contra la dictadura fascista, un funcionario
mexicano lo detuviera en el aeropuerto. La orden de arrestarlo y deportarlo
tenía su origen en La Paz, Bolivia. ¿Es un narcotraficante? ¿Es parte de algún
cartel de la droga? ¿Es un feminicida?
¿Es un pederasta? ¿Es un estafador? ¿Es un avasallador de tierras? ¿Es un
paramilitar? No.
El delito de Antonio Araníbar
Quiroga (Cochabamba, 10 de noviembre de 1941) es haber puesto su rúbrica en
contratos que presuntamente causaron daño económico al estado boliviano. Aunque
ese tema data de hace 30 años y aún no se ha demostrado el delito en un debido
proceso técnico, la condena está dada.
Araníbar no tiene derecho a volver a
su patria y ahora tampoco a viajar fuera de su asilo en Costa Rica porque así
lo ha decretado el Movimiento al Socialismo. El MAS quiere borrar en la memoria
colectiva los hechos y los protagonistas de la resistencia a la Doctrina de
Seguridad Nacional. Quiere enterrar en vida a quienes estuvieron en las calles,
en la clandestinidad, en la tribuna para abrir el cauce democrático en Bolivia.
Esta es la línea de persecución
política que se da con creciente fuerza en el país con nuevos arrestos y
persecuciones, incluso a una madre y su guagüita: Soledad Chapetón. El largo
brazo de Vladimir Putin, del sistema represivo cubano y chavista ha prendido en
los regímenes populistas.
El caso extremo es Nicaragua. Ha
muerto en prisión el héroe de la toma del Palacio Nacional, Hugo Torres, que
ayudó con su acción a liberar a 50 presos sandinistas y a cercar a la dictadura
de Anastasio Somoza. La desquiciada Rosario Murillo y su marido Daniel Ortega
trabajan desde hace años para desmontar la historia y aparecer ellos como los
mártires.
Por eso también está presa, entre
otras 180 personas, Dora María Téllez Arguello (Matagalpa, 21 de noviembre de
1955). La Comandante Dos, que desde sus 19 años se consagró a la lucha
antimperialista, está aislada en la prisión de El Chipote. Hace un año que no
conoce el sol. Aislada, ha perdido la mitad de su peso normal y sólo su fuerza
de escorpiona, su convicción, la mantienen lúcida.
Téllez fue de las primeras
sandinistas que alertó en 2007 que la pareja Ortega Murillo presentaba claros
signos de autoritarismo con tendencias dictatoriales. Junto a otras voces
femeninas, también heroicas en los años 70, como Gioconda Belli o la Comandante
Mónica Baltodano, escribió, habló, participó en entrevistas para alertar a su
pueblo. En los hogares, abuelos y padres se dan la tarea de contar a las nuevas
generaciones la historia tal como fue, una extraordinaria forma de resistir la
impostura.
El régimen la ha condenado a 13 años
de cárcel acusándola de subversión, como a otros nicaragüenses de la oposición.
Pretenden que quede en prisión hasta que, octogenaria, salga derrotada. El
delito de ella fue apoyar elecciones libres.
Hasta ahora, Dora María no se
doblega; ni siquiera cuando hace poco la expusieron a las cámaras de televisión
para humillarla. Delgada, de cabello cortísimo y enrarecido, habló con su
maravillosa mirada mientras su boca estaba silenciada.
La Universidad de la Sorbona de
París le ha otorgado un doctorado honorífico, junto a Ángela Merkel, por su
lucha por la democracia y el bienestar de los pueblos. Mientras en otros foros,
hay feministas ocupadas en discutir si hay seres mestruantes o eyaculantes, indiferentes
a las torturas que sufre Dora María y decenas de mujeres insurrectas.