En estos tensos meses de muerte y destrucción en Gaza y en Cisjordania, una institución mantiene el respeto de las partes en conflicto: el Comité Internacional de la Cruz Roja. El símbolo de los cinco cuadrados rojos sobre un fondo blanco en vehículos, banderas y chalecos es uno de los últimos vestigios de la esperanza en medio del dolor.
Los
noticieros repitieron las dramáticas escenas cuando el movimiento islámico
Hamas entregaba a los rehenes que tomó violentamente el 7 de octubre de 2023.
Impresionaban la serenidad de los responsables de recibir y trasladar a los
sobrevivientes. Sus largos chalecos rojos con un símbolo adelante y atrás es
una inspiración de los monjes seguidores de San Camilo que hace 500 años
atendían a los heridos y enfermos.
Esperaban
los actos propagandísticos palestinos en medio de los escombros; los corredores
de hombres armados, gritando. La multitud rodeaba las vagonetas marcadas con la
misma Cruz Roja y estandartes similares que se abrían lentamente hasta los
puestos de militares israelíes donde entregaban a los rehenes liberados.
Horas
más tarde, buses repletos de presos palestinos, algunos adolescentes o menores
de 20 años, la mayoría hombres, recorrieron lentamente el camino desde donde
habían sido reunidos. Hay presos que han estado más de 25 años en prisión, más
tiempo del que sufrió Nelson Mandela. Algunos no podían moverse. Sus familias
tienen prohibido festejar su retorno.
Los
buses, los responsables del traslado del grupo, los conductores, están
identificados con ese lienzo blanco, la cruz pintada de rojo y el sello del
ICRC, Ginebra.
La
experiencia de ver soldados que morían por falta de atención en Solferino,
Italia, impulsó al suizo Henry Dunant (1828-1910) a crear una sociedad para
socorrer a los militares heridos. Plasmó su idea en un libro que luego provocó
la reacción de las autoridades. Largas negociaciones y rivalidades fueron
vencidas hasta la fundación de la primera Cruz Roja el 18 de febrero de 1863;
esta semana cumple un aniversario con 191 socios análogos esparcidos en el
mundo.
Dunant,
primer Premio Nobel de La Paz, declaró que se inspiró en la italiana inglesa
Florencia Nightingale (1820-1910), la “dama de la lámpara”, autora de la
promesa de toda enfermera cuando cuida enfermos o heridos. Recuerdo que conocí
su biografía gracias a las revistas Novarro: “Mujeres Célebres”; quedé
fascinada con ella y con sus enseñanzas: airear y asear ayuda drásticamente a
disminuir las causas de contagios y de mortalidad.
Ella y
su equipo de 38 voluntarias en la Guerra de Crimea (1856-1859) lograron salvar
miles de vidas. Crearon la conciencia de que el médico, la enfermera, tienen el
deber moral de atender a cualquier ser humano enfermo o en peligro. La atención
a los heridos y los comités de la Cruz Roja han estado compuestos mayormente
por mujeres.
Los
primeros países en adherirse fueron Francia y Suiza en 1964. Se firmó la
primera convención a la que siguieron otras durante el siglo XX para garantizar
la neutralidad de la Cruz Roja y sus tareas.
Desde
América Latina, Argentina (1880), Venezuela (1895) y Uruguay (1897) fueron los
pioneros. En Bolivia fue una iniciativa del pediatra Juan Manuel Balcázar
(1894-1956) cuando era profesor del Liceo Secundario de Señoritas en La Paz en
mayo de 1917. Él relata los motivos en un manual para las damas de la Cruz
Roja, las enfermeras y los camilleros. Agradezco a sus descendientes por
permitirme tener un precioso ejemplar de esa obra extraordinaria: “La Cruz Roja
Boliviana en la paz y en la guerra” (1919).
Balcázar,
con un estilo sobrio y ameno, describe la situación en hospitales y centros de
salud por la falta de cuidados inmediatos, agravada en el inadecuado servicio
sanitario militar. A pesar de los esfuerzos esporádicos, los campos de batalla
en el Litoral y en el Acre mostraron la debilidad boliviana para atender
heridos, trasladarlos, curarlos.
El
Ejército pasaba por alto el peligro de contagios y de gangrenas después de un
enfrentamiento bélico, la putrefacción de los cadáveres. En ese espacio deberán
ingresar inmediatamente personal capacitado para desinfectar; camilleros para
llevar urgencias, enfermeras para atenderlas. El manual de 313 páginas explica
cómo reconocer a un muerto, cómo preservar su identidad, cómo reconocer las
causas de malestares, envenenamientos, sangrados.
Detalla
el plan del servicio sanitario militar, el material necesario, el personal, el
rol de las mujeres, las tareas de la Cruz Roja Boliviana. Su aporte fue
fundamental para el trabajo de los sanitarios en la Guerra del Chaco, una
valerosa historia poco difundida. Pude conocer en el Estado Mayor las fichas de
las enfermeras que partieron a las trincheras, las heroínas anónimas.
En 1868,
Turquía (Imperio Otomano) se adhirió a los principios de la Cruz Roja, pero
cambió el símbolo por la Media Luna para no crear susceptibilidades entre los
soldados musulmanes. Registré el archivo de esta entidad en Ankara y su trabajo
extraordinario con los refugiados de las guerras regionales, además de su
experiencia para socorrer terremotos y otras catástrofes, como ya relaté hace
unos años, admirada por ese alcance.
Un siglo
más tarde, Fatih Arafat (hermano de Yasir) fundó la Media Luna Palestina,
reconocida en la federación mundial. El Ministerio de Salud palestino en Gaza y
el servicio sanitario han cumplido un rol heroico estos meses. Hay denuncias de
que Israel destruyó premeditadamente ambulancias marcadas con ese signo. Los
ataques datan hace décadas. Incluso hay estadísticas con el número de muertos,
varias embarazadas a punto de dar a luz, porque los militares retienen a las
ambulancias en los puestos de control.
Los
hospitales en Gaza fueron bombardeados. Ante la muerte de médicos y enfermeros,
son voluntarios los que intentan salvar a los heridos o trasladar a los
muertos. Las denuncias internacionales filmaron las acciones de los colonos
judíos en territorios ocupados que han disparado contra las ambulancias. Por su
parte, las entidades internacionales han señalado que no existen pruebas de que
la Media Luna sea utilizada por algún grupo armado palestino.
Si no
hay respeto por la CICR, nada quedará en pie en este mundo.