Desde temprano, el domingo 27 de octubre de 2024, los uruguayos habilitados para ejercer su derecho al voto acudieron a las urnas para escoger su preferencia. La población sabía que los resultados serían transparentes; se difundirán según el plan previsto hasta la posesión del nuevo mandatario el próximo 1 de marzo. Una masiva concurrencia no temía violencia ni presiones.
“Unas elecciones aburridas” me comentó un amigo corresponsal. El respeto a la
Constitución, a las leyes y a los reglamentos no ocupa los titulares de la
prensa internacional. Los dos candidatos con mayores probabilidades
representaban a corrientes de centro izquierda y de centro derecha, con leves
diferencias en sus programas.
Uruguay realiza elecciones cada cinco años y la reelección inmediata está
prohibida. En las últimas décadas se han sucedido gobiernos de los partidos
tradicionales Colorado y Blanco y de la tercera fuerza que emergió en los años
70, el Frente Amplio. Mantienen su Parlamento abierto y hasta el momento no hay
denuncias de fraudes en comicios nacionales o municipales y los elegidos
conviven en relativa tranquilidad.
Uno de sus últimos mandatarios, José Mojica, se retiró con un amplio índice de
popularidad. Exguerrillero, en ningún momento planteó que “el pueblo” le pedía
reelegirse. Cuidó durante su mandato las medidas económicas de sus
predecesores, aunque eran de otros partidos, igual que su adversario Luis
Lacalle Pou respetó las medidas sociales de “Pepe” que habían sido beneficiosas
para la población.
El estado uruguayo publica los presupuestos de las campañas de cada partido;
las donaciones que recibe, las contribuciones. Todas las personas, dentro o
fuera del país, tienen acceso a verificar el total de los habilitados para
votar y a los resultados desagregados. Todos los canales difunden sus tarifas
para las propagandas políticas.
Al final de la jornada, se conocieron los resultados, sin apagones de luz ni
denuncias de fraude. Los uruguayos se fueron a dormir con la certeza de tener
una democracia donde las reglas se respetan. Reglas que ayudan que estos años,
junto con Panamá y Chile sus ciudadanos gocen un PIB per cápita mayor de 30 mil
dólares.
Uruguay, igual que Chile y Costa Rica, otro país con reglas democráticas,
aparece en los primeros peldaños de la esperanza de vida de sus ciudadanos. Los
chicos chilenos, uruguayos y ticos ocupan los mejores lugares en escolaridad.
Son países que invierten en educación y sus ciudadanos leen, escriben, compran
periódicos y libros, piensan.
El Índice de Desarrollo Humano de Uruguay está entre los “Muy Altos” del
continente y entre los primeros 50 del mundo. Chile es el que encabeza. Uruguay
es el país que tiene mejor posición en el Índice de Percepción de
Transparencia; Chile ocupa el tercer puesto.
Ese mismo domingo 27 de octubre, mes fatídico en el Siglo XXI, los bolivianos
se despertaron con imágenes, noticias y gritos, muchos gritos de mujeres
histéricas, de un nuevo capítulo violento. Atentado, autoatentado (según
libreto del golpe/ autogolpe), operativo antinarcóticos, abortado plan
policial, toma de cuartel, quema de vehículos. Vagonetas blindadas prestadas
por empresas extranjeras a un exmandatario boliviano. “Yo disparé. “No, no fui
yo, fueron ellos, no sé hablar bien castellano.”
Asunto que abrió por varias horas las páginas digitales de la prensa boliviana
y de la prensa internacional. Intento de magnicidio contra un indígena.
Fascismo en acción, tuiteó un presidente del continente. Conmoción. Solidaridad
del Grupo de Puebla.
El Estado Plurinacional de Bolivia está en el puesto 120 del ranking mundial en
el Índice de Desarrollo Humano (2024) (el peor del subcontinente) después de
tres lustros de bonanza económica (por factores endógenos). El PIB per cápita más
alto fue de USD 3.736.
Las provincias de Tiraque
(Shinahota, Lauca Ñ), Chapare (Sacaba, Colomi, Villa Tunari, Villa 14 de
septiembre), Carrasco (Totora, Chimoré, Ivirgarzama, Puerto Villarroel)
mantienen bajos niveles de educación y de permanencia escolar. La capacidad de
sus jóvenes para comprender un texto o realizar una operación matemática ni
siquiera aparece en los reportes mundiales. En toda la centuria, los municipios
no estrenaron bibliotecas. No aparecieron mecenas para apoyar el desarrollo de
las artes.
¿Cuántos leerán periódicos? ¿Cuántos tendrán libros
de historia en su casa, en su colegio? ¿Cuántos escucharán otra emisora que no
masque coca? ¿Cuántos emitirán libremente su voto?
Sus habitantes no vivirán más de 63 años, en promedio. No
tienen ningún hospital destacado. ¿Cuántas jóvenes abortan clandestinamente?
¿Cuántas cuentan con parto seguro? ¿Sabrán que una prueba de ADN confirma la
paternidad de algún sujeto? Es más barata que el costo de 1.500 millones de
dólares en 16 días de bloqueos.
Parece que a alguien o a alguienes conviene que la mayoría de la
población se mantenga en índices de pobreza o de pobreza extrema, ignorante. La
circulación de vehículos que valen más de 80 mil dólares es para unos pocos;
igual que otras expresiones de lujo y de lujuria.
La producción agropecuaria abarca varios ítems; también hay pesca, productos
perecederos. No han podido consolidarse fábricas de alimentos. Ahí no llegó “el
proceso de industrialización”.
Hubo una gran oportunidad para llevar ese fruto del trabajo honrado a todo el
país y más allá de las fronteras. Sin embargo, los continuos cortes de rutas
han alejado el proyecto del Corredor Vial Bioceánico, el sueño de tantos
cochabambinos, de tantos cruceños, de Joaquín Aguirre, de Ivo Kuljis, de las
cámaras industriales. Los caminos son dinamitados, destrozados. Cada acto, que
parece tan sublime para los que creen en “rituales de sangre” cuesta la
esperanza de generaciones.
La toma del aeropuerto anula para siempre la categoría de “internacional” que
ya era dudosa para una pista donde solo aterrizan unas avionetas extraviadas.
La noche del domingo 27, los bolivianos se fueron a dormir llenos de
incertidumbre. ¿Lograré mañana llenar el tanque de gasolina? ¿Habrá paro de
transportistas? ¿Conseguiré pollo? ¿Dónde comprar dólares para enviar a mi hijo
que ha migrado como miles de jóvenes?
Los trabajadores legales se enteraron entre líneas que el gobierno les quitará
otro poco más de su salario para financiar la “jubilación solidaria”, la de
cocaleros o personas que nunca pagaron impuestos. Noticia, que, como otros
graves asuntos, quedó enterrada bajo las notas sobre peleas políticas.
La única certeza que queda a los bolivianos es que su gobierno es un gobierno
de opas, de opas irresponsables.