viernes, 30 de agosto de 2024

TURISMO CIENTÍFICO CULTURAL EN TRINIDAD, BENI

 

TURISMO CIENTÍFICO CULTURAL EN TRINIDAD, BENI

LUPE CAJÍAS

Revista ECCO, Correo del Sur-Potosí

25 de agosto 2024

 

 

 

            El departamento del Beni ofrece al visitante experiencias únicas, desde las famosas pampas de Santa Rosa y otras muchas ofertas para el turismo de aventura; los festejos en las fiestas patronales -especialmente en julio y agosto-, hasta el turismo científico cultural. El turismo cultural puede combinar todo lo anterior, pero en esta ocasión nos referiremos a un componente adicional, el turismo científico.

 

EL MUSEO ICTÍCOLA

            El Museo Ictícola Dr. Jorge Estivares Justiniano depende del rectorado de la Universidad Autónoma del Beni José Ballivián. Es un resumen de la riqueza de la cuenca hidrográfica amazónica con su gran extensión y variedad de peces y de otros recursos hidrobiológicos. Esa es su riqueza principal, aunque no faltan en las 22 vitrinas ejemplares de las otras cuencas de Bolivia, la del Plata y la del Altiplano, fundamentalmente el Lago Titicaca.

            La Universidad beniana comenzó sus estudios en el área de la ictiología hace medio siglo, como reflejan varias publicaciones locales, nacionales e internacionales. La fundación del Centro de Investigación de Recursos Acuáticos (CIRA) impulsó más esas inquietudes.

            Las primeras colecciones fueron catalogadas con el respaldo del grupo científico boliviano francés ORSTON, posteriormente con voluntarios japoneses y bolivianos. La riqueza de las aguas del Mamoré, de sus afluentes en el recorrido por los llanos de Moxos y de otros ríos benianos está reflejada en 470 especies identificadas, del millar que se calcula nadan en sus aguas.

            Cada ejemplar ha sido preparado previamente por un estudio completo de taxonomía y es presentado con una ficha didáctica: orden, familia, género, especie, nombre científico, nombre común, imagen.

            En las salas también es posible conocer especies de reptiles y de anfibios de la selva y del agua. Destaca el trabajo publicado por el Luis Rolando Rivas et al sobre estas especies, específicamente de Trinidad.

            Tuvimos el privilegio de contar en nuestro recorrido de casi dos horas con la guía de la licenciada Marbely Haibara Aguilera, quien nos explicaba a cada paso las características de los diferentes peces expuestos, desde la temible piraña y sus filosos dientes, las rayas, el enorme paiche, los más conocidos como el pacú y el surubí, los legendarios como la anguila, el bagre, el dorado.

            El Museo es único en su género en Bolivia, mucho más para la curiosidad de una habitante de tierras altas, urbana y adulta mayor. No es similar a un acuario o a un centro de diversión, aunque existe un anexo con hermosos peces ornamentales de diferentes colores, extraños y singulares. Su objetivo principal es el estudio, la concientización para su preservación; es un muestrario para aprender más sobre las riquezas naturales de Bolivia.

            El Museo cuenta con su propia infraestructura dentro del campus universitario Hernán Melgar, con las condiciones climáticas y de seguridad para custodiar las colecciones que exhibe. En cada viaje por Bolivia visito museos universitarios, algunos muy desilusionantes a pesar de sus años de existencia. Este caso es distinto. Su director Ing. Federico Moreno Aulo ha trabajado intensamente. El local recibió en 2017 a 23 mil visitantes, uno de los años más fructíferos.

            Además de las cifras, en su galería de notables están los comentarios de biólogos internacionales, personal diplomático, periodistas estadounidenses de canales de viajes.

            Fue grata sorpresa comprobar que ese mismo día estuvieron en el Museo Ictícola delegaciones estudiantiles, familias, turistas nacionales y extranjeros. Es al mismo tiempo un centro de formación, de capacitación, de divulgación y didáctico para los más pequeños.

            Este turismo científico cultural es parte del circuito “Ruta de Museos” en Trinidad. Para conocer mejor esa parte del país es imprescindible recorrer el Museo Héroes del Chaco, la Casa de la Cultura y su librería, el Museo Etno-arqueológico Kenneth Lee (que abre a la misteriosa puerta de las grandes civilizaciones acuáticas de Moxos), el Museo Botánico, la Galería de Arte Juan Carlos Aguirre Muñoz y el Museo de Historia del Beni.

            Otro aporte del Museo es el aliento para introducir nuevas especies en la gastronomía local, superando los platillos tradicionales de pescados, mejorando la piscicultura departamental. El turista puede completar su visita con paseos por los restaurantes a orillas del Mamoré, en Puerto Varador, Puerto Almacén, Puerto Ballivián, Loma Suárez, Laguna Suárez.

            Navegar por los ríos permite observar especies directamente; sobre todo, disfrutar de los bufeos, los delfines de río, que Bolivia debe preservar. Es posible bañarse rodeado de ese sonido tan característico que ellos emiten al saltar sobre el agua, divisar tortugas o tucanes, o escuchar el canto de cientos de aves.

 

CENTRO DE INVESTIGACION EN BIODIVERSIDAD Y MEDIO AMBIENTE

 

            La Universidad Autónoma del Beni José Ballivián alberga al Centro de Investigación en Biodiversidad y Medio Ambiente, CIBIOMA, que depende del rectorado y cuenta con el respaldo de organizaciones internacionales.

            Está centrado especialmente en el Área protegida Municipal Ibare Mamoré (APM-IM), creada en 2011 y ubicada en el municipio de Trinidad, Provincia Cercado, a pocos minutos de la ciudad. Es una extensión de 25 ml hectáreas que mantiene el paisaje de bosques, pampas y humedales, característico de los llanos de Moxos.

            A pesar de su cercanía de la ciudad es posible divisar en su interior a jaguares, ciervos, al oso bandera, a las parabas de diferentes colores y en las aguas al bufeo, a las tortugas, a caimanes dormitando y escuchar el trino de aves libres de infinitas especies. En su interior viven cerca de diez comunidades dedicadas a labores agrícolas. Algunas ahora están incorporadas a circuitos turísticos preparando comida típica o alojando a gente que quiere conocer el bosque.

            En el local del CIBIOMA, dentro del campus universitario Hernán Melgar, el visitante conoce la geografía amazónica, específicamente la beniana, las características de los ríos con los meandros, cachuelas y recorridos.

            Los guías del CIBIOMA enseñan a reconocer las especies claves, bandera, las especies paragua (que protegen a otras), las endémicas y las amenazadas. Es sorprendente comprender cómo el país alberga a tantos animales y tanta diversidad de flora, a pesar de la destrucción sistemática de otras personas con intereses económicos, ante el poco interés (o complicidad) del Estado central.

            El bosque del APM- IM contiene árboles con maderas preciosas y ejemplares de belleza monumental como los mapajos y bibosis, y también plantas para la explotación como el cacao.

            El CIBIOMA ocupa dos pisos de un local ambientado para exposiciones botánicas y combina la presentación de ornamentación, como la serie de helechos gigantes, con las cartillas didácticas para respetar los ecosistemas. El turista debe respetar las normas para dar o no de comer a animales en sus paseos, el uso de plástico en sus pascanas con los comunarios, el tratamiento de la basura.

            Existen productos comunitarios para la venta relacionados con la medicina natural, con la cosmética de los aceites de diferentes palmas, los chocolates, las frutas y preparados como el urucú o el escabeche con los temibles ajíes “gusanito”.

            Al igual que en el caso anterior, los aprendizajes en las vitrinas del CIBIOMA pueden completarse con paseos por el río y por el monte, con apoyo de alguna agencia de viajes o contratando a pescadores.

            Los tours pueden durar media jornada, el día entero, dos días o una semana. Aunque los caminos están mejorados, aún las rutas para bajar a los puertos están llenas de baches. El turista debe tomar precauciones con el sol y con el agua.

            La nota oscura a este regalo que brinda al forastero el departamento del Beni es la sequía, acentuada por los chaqueos incontrolados. A ello se suma las latas o botellas de Coca Cola flotando por los arroyos. Esa empresa, que llega con su bebida a todo el país, podía llegar igualmente con basureros y educación ambiental.