Una ola de antisemitismo recorre
Europa, principalmente entre Alemania y Francia. Buen motivo para que el
gobierno israelí se escude bajo ese pretexto para seguir cometiendo diariamente
delitos de lesa humanidad contra el pueblo palestino,
Hay pocos titulares sobre ese
régimen perverso que día a día cerca más con hambre y con innumerables
humillaciones a los habitantes de Gaza y de Cisjordania, como lo hace desde
1948 cuando expulsó de sus territorios a los antiguos pobladores de lo que hoy
es Israel y sus nuevas y crecientes ocupaciones.
Sin embargo, hay que insistir una y
otra vez para que el mundo no olvide que el muro más grande y malvado es el que
Tel Aviv mantiene contra miles de hombres, mujeres y niños inocentes a quienes
no les deja la opción de vivir en libertad.
Cada año las noticias nos
asombran:50 palestinos muertos, mil palestinos heridos, niños palestinos
baleados, adolescentes atacados. Las excusas son las mismas, la amenaza
terrorista, los combatientes de Hamas, ataques con piedras, la herida a un
oficial.
En primer lugar, hay que recordar
siempre el origen del conflicto y comprender quiénes son las victimas y cómo
las responsabilidades se reparten entre muchos, pero no fueron los palestinos
los autores de los hornos de gas ni de los pogroms.
En segundo lugar, el terrorismo
estará latente entre cientos de jóvenes, hombres y mujeres, mientras el régimen
israelí no les dejé ninguna posibilidad de futuro, de esperanza. Son pocos los
judíos, generalmente intelectuales y artistas, los que admiten que el Estado
palestino debe desarrollarse sin tantas presiones y espantos.
Algunos periódicos europeos, pocas
radios públicas y casi ninguna agencia de noticias ni canales de televisión se
atreven a informar sobre la realidad cotidiana que viven los palestinos. Salvo
cuando hay un estallido sangriento, no conocemos de cerca lo que es vivir
encerrado en un gran campo de concentración, en una inmensa cárcel, donde no es
posible cruzar al otro lado sin hacer largas filas, sin sufrir diarias
humillaciones.
Otras guerras terribles de estos
años, sobre todo la disputa geopolítica en Siria, han pasado a segundo plano el
drama que viven quienes nacen en Belén o en cualquier otra población bíblica
del lado palestino.
La llegada de Donald Trump a la Casa
Blanca empeoró la situación de estos millones de eternos peregrinos, de eternos
migrantes que viven en carpas y en condiciones mínimas de salubridad. Hay entre
ellos muchos héroes que se empeñan en recibir a los recién nacidos superando
las dificultades y otros que crean escuelas y lugares de juego para que en
algún momento sean seres dueños de su propio destino.
Benjamín Netanyahu, primer ministro
israelí, anuncia permanentemente su satisfacción por los reconocimientos a
Jerusalén como capital, mientras avanzan las colonias judías en ancestrales
territorios árabes.
Solamente la valentía de periodistas
permite conocer que los palestinos son asesinados a fuego lento, cortándoles la
luz a dos horas diarias, con míseras raciones de agua, desempleados. Casi dos
millones de palestinos en un territorio similar a El Alto disputan pedazos de
pan.
El mundo no puede olvidarnos,
nosotros no vamos a olvidarlos.