El amargo trago en La Haya durará
años, décadas, aunque el vicepresidente intente igualar 12 con 3 en sus
discursos ante escolares obligados a escucharlo. Enviar notas, hablar mal de
los jueces, buscar premios consuelos, no cambiarán el veredicto.
En cambio, la nación se pregunta cómo
funciona el Ministerio de Relaciones Exteriores desde enero de 2006.
Aparentemente, en la distribución de poderes, esta cartera fue destinada a dar
una imagen internacional de un gobierno indígena. Fueron cancilleres David
Choquehuanca, Fernando Huanacuni y sigue Diego Pary.
Ninguno de los tres tenía
experiencia en diplomacia y escaso conocimiento del principal idioma del mundo,
el inglés. Choquehuanca venía de un trabajo intenso con las ONGs y pudo viajar
dentro y fuera de Bolivia. Sin embargo, era ignorante en el manejo de las
negociaciones. Comenzó a desmantelar la Academia Diplomática y a botar a personal
de carrera, formado y con capacidad; no tiene ni portal electrónico.
Peor aún, su exdirector en estos
oscuros años, Esteban Ticona A., acaba de publicar algo inaudito: “incluso oí
decir a muchos ciudadanos que no es raro que Chile haya pagado a los nueve
jueces. Todo es posible, un mundo jurídico nacional e internacional
sobornable”. ¿Se dará cuenta de lo que escribió? ¿Podrá probar lo que dice si
alguien se anima a juzgarlo? Es el nivel bajísimo al que han llegado para
justificar la derrota.
Varios de sus funcionarios
protagonizaron bochornosas escenas en recepciones en alguna representación
internacional en La Paz. Terminó como titular de una agónica ALBA. Nunca fue
capaz de alentar relaciones internacionales plurales. No se difundieron los
informes de la Contraloría sobre los muchos encuentros internacionales que
organizó.
Huanacuni llegó a la Cancillería
porque aparecía en un programa de televisión popular con sus ideas esotéricas. Su
poco profesionalismo en el protocolo durante la Cumbre de los 77 más China lo
sacó fuera, pero luego volvió en un enroque AGL/DCH. Hasta ahora no se ha
explicado qué comportamiento personal tuvo al mando del MRREE y por qué no fue
denunciado a tiempo. Debe rendir cuentas al país sobre sus acciones.
Las anécdotas sobre sus “hazañas” no
son diferentes de otros masistas y podrían pasar desapercibidas. El problema es
que no fue capaz de dirigir una cancillería que acompañe a la negociación en La
Haya. No fue capaz de completar desde su despacho lo que avanzaban los agentes
especiales.
Mientras perdíamos las vías fluidas
con los países vecinos, incluyendo los que nos compran gas, la Cancillería
preparaba visitas de dictadores africanos que no tienen pisada en las naciones
democráticas. Se les dio honores sin que Bolivia reciba ningún beneficio con ello.
Un extremo fue el acuerdo con
Bielorrusia para fabricar armas. ¿Cuál fue el interés de las relaciones
externas bolivianas para estrechar lazos con ese país? ¿Qué representa
Bielorrusia en América Latina? El acuerdo firmado en 2016 fue luego ratificado
por el Congreso nacional. Una vez más la senadora Adriana Salvatierra se
encargó de hacer de lobista para un
interés externo.
Al cerrar esta gestión, Bolivia está
más aislada que hace una década y muy lejos del mejor momento de lo que fue
UNASUR. Tiene tensa amistad con Brasil, con Chile y con Argentina y tímidos
saludos con Perú y Paraguay. Están suspendidas las relaciones con Estados
Unidos y la Unión Europea ve preocupada cómo el voto boliviano defiende a
Nicolás Maduro y a Daniel Ortega.
En vez, en la cancillería se enseña
más artes marciales que historia.