lunes, 23 de diciembre de 2024

TOMARAPI, AL PIE DEL SAJAMA, UNA HERMOSA OPCIÓN PARA LAS VACACIONES

 


            Llegué al anochecer, bajo un límpido cielo azul cuajado de constelaciones, planetas y la estrella Sirio que subía luminosa para rebotar en la nevada montaña. A pesar de la ventisca, no hacía frío. Un comunario esperaba a los viajeros para guiarlos a las habitaciones mientras una señora preparaba una merienda de bebidas calientes, queso y pan, antes de la cena casera.

            Era cumplir el sueño postergado en los últimos meses por la escasez de gasolina y los permanentes anuncios de bloqueos carreteros. Al final, la opción es arriesgarse porque la mayor dificultad para recorrer Bolivia es la incertidumbre que provoca un (Ni) Estado deprimido.

            La apuesta vale la pena. Llegar es siempre un premio único, sea la selva, el río, las sierras, o las vistas y paseos alrededor del imponente Sajama, como en esta ocasión.

            Parecen oportunos aquellos dichos populares que la Divinidad regaló a Bolivia tanta belleza natural, pero en cambio puso gobernantes que no comprenden que podrían desarrollar el turismo interno y externo como pocos países del continente.

            Tomarapi guarda los tesoros más cotizados del siglo XXI: aire, espacio, agua y silencio.

            El pueblo está ubicado en el departamento de Oruro, municipio de Curaguara de Carangas, ingresando unos 12 kilómetros por un camino de ripio desde la carretera internacional que une Tambo Quemado con la frontera chilena. El paisaje es de puna, pero como suele suceder en el altiplano hay microclimas de colores intensos, con espejos de agua, bofedales, arbustos, jardines con kantutas y pequeñas florecillas amarillas.

            Está situado al pie del Sajama, el antiguo volcán más alto de Bolivia (6.542 m.s.n.m.). Es parte del Parque Nacional Sajama, que contiene ecosistemas con vegetación y fauna altoandina. Es la primera área protegida del país, creada en 1939 para proteger sus bosques de queñua y las cabeceras de cuencas.

            Entre los atractivos más famosos están esos bosques, los geiseres y las aguas termales. Los visitantes pueden aprovechar los baños calientes a cualquier hora y es común ver carpas con gente que llega únicamente para zambullirse unas horas nocturnas y luego retornar a la ciudad, con los primeros tonos rosados de la aurora.

 

EL ALBERGUE

            El albergue Ecoturístico Tomarapi es uno de los pocos emprendimientos de turismo comunitario que logró sobrevivir a los cambios políticos y a las distintas presiones sindicales. Las familias aimaras se organizaron inicialmente con el impulso de la cooperación alemana, pero pronto lograron su propia dinámica.

            El domingo asistimos unos minutos a la reunión en la cual los administradores transitorios rendían cuentas a la comunidad. No aceptan propinas individuales y prefieren que toda gratificación por su buen servicio sea delante de todos.

            Al frente está un pequeño museo con atractivos del lugar y a un lado la preciosa y bien cuidada iglesia colonial, los cuales se pueden visitar con guías comunarios.

            Hay paseos a pie (trekking y senderismo con diversos grados de dificultad), en bicicleta o en vehículo todo terreno para llegar lo más cerca posible al Sajama, a la laguna Huayñakhota, visitar otras comunidades, compartir con los pobladores o también preparar un picnic en la extensa pampa. La altura supera los 4 mil metros y hay que cuidarse. El guía nos convidó un brebaje de hierbas muy eficiente para prevenir el sorojcchi.

            Además de la montaña principal, muy cotizada por los escaladores experimentados, se pueden observar otros nevados fantásticos como los volcanes Parinacota y Pomerape.

            Todos los circuitos son parte de la oferta del Albergue que ofrece limpias y calientes habitaciones de diferente dimensión y precio, de adobe y paja, con baño privado, organizadas alrededor de dos patios como los típicos pueblos andinos. Tiene desayuno, almuerzo, cena, viandas preparadas con productos lugareños y generalmente carne de llama. El pan es recién horneado, diversidad de tubérculos, quesillos frescos, sopa caliente estilo abuela, hervidos de mocochinchi o frutas secas, postres sencillos. No hay otros lugares de comida en las cercanías.

            En la sala comedor se disfruta del calor de estufas. Prestan juegos de mesa que comparten entre personas que recién se conocen. Divertido. Mucho más cuando lancé los dados y saqué ¡generala” de ases. ¡Salud! con singani cinteño. Aplausos de los comensales.

            Las mujeres exponen tejidos de alpaca, muy finos, muñecas, recuerdos. Un hecho que sorprende porque en los pueblos no suele trabajarse la lana con tanta pulcritud.

            En esta ocasión había pasajeros de Chile, de Argentina (motoqueros), de Francia, de Japón y una pareja boliviana de recién casados. El movimiento era constante. Por ello es preferible realizar las reservas con tiempo. Aunque en el pueblo Sajama hay otros hoteles y comedores no superan a Tomarapi.

            La visita a la iglesia requiere permiso y es lugar ideal para la fotografía del recuerdo porque desde ahí se dibuja majestuoso el Sajama. Tiene una torre bien conservada, el atrio tradicional, cuadros e imágenes antiguas.

 

CURAHUARA DE CARANGAS

 

            Al ir o después de visitar Tomarapi es imposible dejar de llegar hasta la capilla Sixtina del altiplano en el pueblo de Curaguara de Carangas. Los pobladores cuidan muy bien esta reliquia que refleja los mejores murales de las iglesias coloniales bolivianas.

            Igualmente hay que prever las horas de visita y contar con un guía para no perder los detalles de las pinturas del Infierno, del Purgatorio, del Paraíso que recuerdan a artistas flamencos y el baptisterio.

            Al lado, permanece el cuartel de triste recuerdo para los falangistas que ahí conocieron los campos de concentración creados por Víctor Paz Estenssoro y Hernán Siles Zuazo para acallar a los opositores.

            En este pueblo es posible conseguir gasolina que ofrecen en bidones porque no siempre hay combustible en las estaciones de Patacamaya, al ingreso a la carretera internacional.

            Con tiempo, también se pueden visitar los chullpares a la vera del camino y la hermosa imagen del Tata Santiago Apóstol en Santiago de Callapa a orillas del Desaguadero.

           

LOS INTOCABLES, LA BASE DELINCUENCIAL DEL ARCISMO

 

            Es posible que en algún momento me perdí de la noticia, pero no encuentro ninguna referencia a alguna medida anunciada por el presidente Luis Arce Catacora o por el vicepresidente David Choquehuanca y asumida por el (No) Estado Plurinacional en contra del circuito que importa y vende autos ilegales. ¿Alguien las conoce?

            Al contrario, en los viajes por las deterioradas carreteras del país es cada vez mayor el número de vehículos que circulan sin placas. De los antiguos “transformer” que abrieron las rutas para el negocio de los llamados “chutos”, actualmente los dueños asociados -en un típico movimiento social masista- aseguran que son más de medio millón.

            ¿Cómo va a perder Arce Catacora semejante cantidad de votos, a los que se suman sus familiares y la amplia red de chuteros? El esquema comienza en alta mar, fuera de las fronteras y asume complicidades en los muchos puntos de control; primero son militares los que por alguna razón pierden la huella de los chutos que cruzan de Chile o Brasil hasta Bolivia.

            En las trancas nacionales son policías los que se reparten entre USD 200 a USD 300 por vehículo; es el precio que vale su cerrada de ojos; desde Tambo Quemado-Patacamaya hasta los pueblos yungueños, la tranca de Konani es clave para el ingreso de los seudo clandestinos que suben a las alturas de Inquisivi para bajar por antiguos caminos mineros hasta el pie monte.

            ¿Se acuerdan del diputado masista José Rengel Terrazas que giraba remesas de 51 millones de dólares al exterior? Justificaba su fortuna con la venta de esos autitos que tienen la virtud de convertirse en fantasmas. Los uniformados no los ven, los de la aduana menos, tampoco los centros de inspección que agotan la paciencia al resto de dueños de motorizados; los legales que pagan impuestos y no votan por el Movimiento al Socialismo (MAS).

            Los más temerosos al poder de los Intocables son los responsables de la venta de combustibles. ¿Se pueden imaginar a un funcionario de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) denunciando en conferencia de prensa a los miles de chuteros que compran gasolina o diésel en bidones o barriles? ¿Cuándo asegurará Germán Daniel Jiménez Terán de la Agencia Nacional de Hidrocarburos (AHN) que los vehículos sin el sticker autorizado no podrán cargar gasolina subvencionada? ¿Se animará alguna estación a negar su servicio a los vehículos ilegales?

            Les invito a observar la pinta y a escuchar el discurso de las actuales autoridades del Ministerio de Hidrocarburos y Energía, de la AHN (ex Superintendencia) o de YPFB; luego contemplen y lean a Carlos Miranda Pacheco (1932 2021). Entonces comprenderán el inmenso abismo que separa al ignorante del sabio. Miranda creció en el área rural paceña, de familia de maestros, pero apostó por el conocimiento para aportar a su país. Miranda podía competir con los mejores ingenieros del continente; sabía escribir conferencias, artículos, libros. Sabía leer, sabía hablar.

            El masismo arcista o evista (es lo mismo) no amenazará jamás a sus bases sociales que se desplazan en vehículos de toda marca -muchísimos de altísimo lujo para custodiar a los capos del circuito coca cocaína- en Lauca Ñ y todo el territorio del trópico cochabambino, en Yapacaní o San Carlos, en La Asunta o Chulumani, en Challapata, en Trinidad.

            Son miles de votantes, son los aportantes para las campañas y, sobre todo, son los grupos de choque para enfrentar a cualquier otro candidato, a los ciudadanos que reclaman democracia. Son los dispuestos a desencadenar una guerra civil. O, cuando es necesario, a financiar la farra.

            Son los que se suman a los otros Intocables del entorno de Luis Arce Catacora. Los avasalladores que queman siembras y cosechas no serán jamás nombrados por el asustado presidente cuando una brava alteña le reclame por la falta de alimentos esenciales. Al contrario, son los protegidos por las autoridades del INRA y sus regionales, del Ministerio de la Presidencia (en primera fila), del Ministerio de Desarrollo Rural y Tierras y sus viceministerios, del Ministerio de Medio Ambiente y Agua, del Ministerio de Economía y Finanzas Públicas, del Ministerio de Defensa, del Ministerio de Obras Públicas, Servicios y Vivienda. La cancillería los nombra diplomáticos, encabezados por la insuperable Lidia Patty. La ministra de Culturas, Esperanza Guevara, se olvida de aplicar las normas contra la discriminación al locuaz Arce Catacora. En cambio, usa el portal oficial de su despacho para festejar su cumpleaños, lleno de lucecitas y polleras.

            Los que venden aceite adulterado, carne descompuesta, salchichas de perro, ropa usada que ya ha pasado varios cuerpos, los que trafican arroz con gorgojo son los Intocables. Una base social, la columna vertebral del masismo que -como repetimos- es más un método de extorsiones que un partido político. A ellos se unen, contentos, los Intocables de cuello blanco y la comparsa de los abogansters.

            Por otra parte, Arce aborrece a los productores legales, los presiona con competencias desleales, los amenaza, los acorrala hasta que se vayan a invertir a otro país, les quiebra las cadenas productivas, juguetea con los cupos de exportación; promueve la importación de arroz; ahogó el apogeo de la quinua. El gerente de EMAPA cree que en tres semanas tendrá una fábrica de aceite. Artículos en presupuestos, en leyes, en decretos para promover la confiscación de las industrias. Sueña con dejar tan hambrientos a los bolivianos como viven los cubanos en la isla. ¡Socialismo!

            Esta condición de informalidad/ilegalidad invade igualmente a las alcaldías, como ya sucede en La Paz, en Santa Cruz y en casi todos los municipios rurales.

            Así se aproxima a su final el 2024, el annus horribilis de los 18 años de masismo en el poder. La peor gestión en los 42 años de sucesiones constitucionales desde 1982, incluyendo todas las crisis políticas, económicas y sociales que vivieron tres generaciones.

viernes, 13 de diciembre de 2024

UN CEMENTERIO DEL CENTENARIO

 https://correodelsur.com/ecos/20241201/un-cementerio-del-centenario.html




            Este jueves 31 de octubre, mientras las almas se acicalaban para visitar a los vivos, del brazo de mi amigo Alan Shave, crucé la hermosa verja del camposanto más escondido y más misterioso de La Paz: el cementerio inglés, conocido oficialmente como Cementerio Anglo-Americano.

            En las caminatas por la Avenida Vázquez -ese pedazo de microclima de eucaliptos, retamas y kantutas en el corazón de Pura Pura-, me intrigaba el pequeño jardín con lápidas, casi escondido en un recodo, rodeado de los muros de las fábricas del apogeo industrial paceño.

 

LA ESTACIÓN

            Al recorrer la zona, en plena pandemia, con barbijos y alcoholes, un atardecer brumoso, Gerardo Velasco y José Luis Rodríguez de la Cámara Nacional de Industrias (CNI) me contaron que ahí reposan ingleses, quienes llegaron fundamentalmente durante la construcción de los ferrocarriles desde fines del siglo XIX y para cumplir otras funciones durante la primera mitad del siglo XX.

            La Estación Central quedaba a pocas cuadras, también rodeada de arboledas, con una permanente sensación de partidas, de llegadas. A la vez era un espacio fronterizo entre La Paz más urbana y criolla y la ciudad de laderas, que sube y serpentea, entre montañas, hacia el Pacífico, ahora convertido en una vistosa parada del Teleférico Rojo.

            Los gerentes y funcionarios de la Railway fueron poblando pequeñas casas que siempre parecían recién pintadas, con sus ventanas luciendo preciosas cortinas azules, con porches de macetas. Aún persiste el rastro del césped bien cuidado, las cadenas de eucaliptos, los senderos, las filas de rosales y alguna palmera de esas pioneras que se atrevieron a crecer a 3.600 m.s.n.m.

            Ellos trajeron diferentes costumbres que, de tan cotidianas, los bolivianos creen que siempre estuvieron en sus hogares. Hace unos días, en la celebración del cumpleaños de su Majestad, la Embajada Británica presentó un video para recordar que el the at five fue una importación alegremente adoptada por las señoras andinas; que patear pelota con reglas de juego y portería fue su invención. En Pura Pura comenzó la práctica del tenis y el Club más antiguo celebrará 100 años este próximo 2025.

            Muchos migrantes europeos llegaban solos. Algunos retornaban a sus países después de cumplir los contratos. Otros traían familia y gustaron tanto de los cerros azulados que se establecieron en Los Andes. Hubo los que se enamoraron de collitas y acá dejaron sus huesos.

            Alan Shave -exdiplomático inglés que junto a su esposa Lidia, nacida en Chile, eligió vivir su jubilación en La Paz-, ha reunido (sigue reuniendo) cientos de fichas para contar las innumerables anécdotas de los anglos que llegaron a Bolivia.

            En su libro, aún inédito, encontré las pistas para conocer la historia del cementerio inglés. Gentil, como buen caballero, consiguió prestarse la llave oficial del lugar. Acordamos casi por azar la fecha de la cita, hasta que nos dimos cuenta de que era Halloween, vísperas de Todos Santos y el Día de Difuntos. Fue el mejor cicerone para recorrer la desértica necrópolis en ese ambiente fúnebre.

 

LA VISITA

            A pesar de la puntualidad inglesa, el taxista amable que consiguió gasolina y que partimos en hora matutina, cruzar desde Sopocachi el centro con sus eternas marchas, vencer las calles estrechas, salvar un bus trancado y las otras delicias paceñas, llegamos más tarde de lo programado a la antigua zona fabril.

            Fue toda una ceremonia: abrir los grandes candados, recorrer la verja, asegurarla, quedar encerrados en un osario. Una vez, un visitante llegó en silencio cuando Alan en solitario fotografiaba tumbas y él no quería repetir el susto, pero yo hubiese preferido dejar libre el regreso, por si acaso.

            El cementerio es relativamente pequeño y escasamente ocupado, aunque aparentemente no habría más sitio pues los lugares que quedan entre el centenar de sepulturas están reservados para familiares. Quizá sus fundadores pensaron que tenía que proyectarse todo el espacio para albergar a la entonces notable colonia británica, antes de las revueltas nacionalistas.

            El pequeño sitio está próximo a cumplir un siglo, cuando el barrio era todavía rural y recién asomaban las chimeneas de las fábricas de avena, galletas, cartones y papelería, zapatos y botines, algodones y gasas, sueros, bebidas.

            Aunque la placa principal lo identifica oficialmente como Anglo-American es más referido como British Cementery y, de hecho, hay pocas lápidas que reconocen a estadounidenses, entre ellos al fundador del colegio americano. El primer entierro en 1936 fue de un ciudadano de Estados Unidos.

            Fue consagrado en 1935. En la historia recogida por Shave, el sitio fue vendido por la Antofagasta (Chili) and Bolivia Railway en 1930 a los ciudadanos que tuvieron la iniciativa de contar con un coto específico para su comunidad. El Ferrocarril Guaqui-La Paz de la Peruvian Corporation también estaba en manos inglesas. El municipio autorizó ese mismo año su uso como cementerio.

            La Railway mandó construir los muros y administró el diseño como un jardín de paz y tanto empresas como individuos aportaron con donaciones para concluir el proyecto, cercano a las vías del tren.

            Cuando los servicios ferroviarios fueron nacionalizados, el cementerio fue administrado voluntariamente por dos miembros de la Logia Masónica Anglo-Boliviana en La Paz: Chris Brain, un ex ingeniero de la Cable West Coast y luego Mike Tondu, cuyo padre holandés era cónsul honorario en Bolivia.

            El mantenimiento del cementerio fue financiado entre otros por el empresario británico Archie Sears, masón que hacía sus donaciones de forma anónima. Murió en Cochabamba en 2018, a los 104 años. Su primera esposa descansa en el cementerio inglés.

            Los archivos han tenido que superar el rigor del paso del tiempo, los tumultos políticos en la zona, los olvidos y otros obstáculos hasta llegar a la Embajada británica que es la actual propietaria legal. Al principio, el terreno fue dividido en dos secciones para las ceremonias protestantes con los reverendos ingleses, y para las ceremonias católicas que contaban con sacerdotes, inclusive con la participación del nuncio.

           

LÁPIDAS

            Casi todas las lápidas están borrosas, alguna parece incluir un signo masónico, y tienen características algo distintas a las de los cementerios generales bolivianos.

            W.A. Pickwoad, gerente general del ferrocarril está enterrado en Pura Pura. Otro nombre aparece relacionado con una curiosa historia de espías y de donaciones anónimas dignas de una novela policial británica. Thomas Elwyn Pryice, nacido en Wales en 1922 y ahogado en Guaqui en 1954, cuya muerte fue investigada por el historiador James Durkeley. Shave la cuenta en detalle en su libro.

            También hay sepulcros de familias que quedaron en La Paz como marca de gente laboriosa como los Kent, los Ashton, los Martin, los Tredinndick y otros con descendencia boliviana.

            En La Paz existen otros cementerios para las comunidades alemana, judía; otros son privados y algunos se expanden en los barrios periféricos. Al pie del Huayña Potosí está el hermosísimo cementerio de Milluni, cuyas diminutas casitas y cruces de hierro se han convertido en un concurrido paseo turístico.

            El Cementerio General del siglo XIX está en el límite de su espacio; de él hablaremos en la próxima entrega pues el exalcalde Luis Revilla y el responsable Adrián Conitzer lo sacaron del deterioro con imaginativas iniciativas con coloridos murales en los mausoleos. Una semana después del Día de Difuntos se realiza la otra ceremonia, para las ñatitas.

            Los cementerios bien cuidados son visitas obligadas en París, Barcelona, Nueva York o Berlín. Bolivia cuenta con muchos ejemplos. El más notable es el de Sucre. Otra tarea pendiente para aprovechar leyendas y relatos, a la vez que se dinamiza el turismo interno y externo.

 


 


DE RETORNO AL MODO HOGAR

 

            En diciembre, en casi todas partes del mundo, las personas se desplazan de uno a otro lado con el objetivo de retornar al hogar infantil, de reencontrarse con la familia, de participar en la reunión navideña. Como aseguraba mi hija: “no hay mejor hotel que el hotel mamá”.

            El hogar, ese fuego de chimenea o de emociones, es todavía un refugio para la memoria, para la caricia, para contar con un frente interno protector. A pesar de las muchas maldades y crímenes que pueden acontecer bajo un mismo techo, el hogar es una reserva de amor fraterno. Es una potencial fuente de alegría y felicidad.

            En estos tiempos es una de las calidades humanas que deberíamos defender, sobre todo las mujeres, las madres.

            Una de las delicias de releer la Odisea del milenario poeta Homero es encontrar cómo el sentimiento de pertenencia a una casa es la fuerza que motiva el viaje del guerrero, el tejido interminable de la esposa, la seguridad del hijo, la envidia de los pretendientes y la complicidad de los dioses, las nereidas y las sirenas.

            Al final, el amor de Penélope se impone a la sensualidad de Calipso o a los hechizos de Circe. La Odisea, igual que el Nuevo Testamento con las diversas Marías/Mariam, retrata los arquetipos de las mujeres; arquetipos que en estas últimas décadas se intentó simplificar a una uniforme “víctima”.

            Ese fundamentalismo, desvalorizando a la mujer madre, a la familia tradicional, ha provocado resultados perversos. En los últimos años, por dar uno de muchos ejemplos, escuchamos presiones mediáticas para cambiar el argumento de la ópera “Carmen”, la gitana que protagoniza un triángulo pasional. En cambio, las letras del reguetón son coreadas colectivamente. Karol G y Malumba se atreven a festejar a una adolescente por sus nalgas y otros atributos físicos. Ante el escándalo cambiaron la edad, de 14 a 18, pero no el contenido que se repite en tantos éxitos mundiales, que incluyen el cóctel de sexo, drogas, belleza física, ardores incontenibles. El mercado las paga con generosidad, sin detenerse en considerar a tantas chicas sin hogar, explotadas sexualmente.

            Los estereotipos que se alientan son los de la sexualización, no importa si atañe a menores, el dinero fácil de la narcocultura, las mujeres teñidas, operadas, mercancía, con suficientes tetas para ganar el paraíso. Penélope que espera al marido, que lo ama y que cuida su hogar no cabe en el rating de las plataformas mundiales.

            Paradojas permanentes. Se censura la poesía erótica de escritores clásicos, pero se alienta a la figura femenina como el género que debe tener cuerpo perfecto, uñas arregladas, zapatos de moda. A ello se pega la imagen de la ejecutiva, de la líder.

            Kamala Harris hizo del “derecho al aborto” la consigna más fuerte de su campaña, sin considerar que muchas personas, muchas mujeres, lo condenan. Más allá de las posturas ideológicas o religiosas, la gente percibe que el discurso de las abortistas (también en Argentina y en España) encierra un peligro mayor. El rechazo a los roles de la mujer dentro de la construcción de una familia, de un hogar permanente, de una cultura que se cimentó en esa unidad básica.

            Acaba un año donde se acumulan estudios que cuentan de las secuelas que los abortos voluntarios o espontáneos dejan en las mujeres, en ese útero diseñado por la Divinidad para dar vida. Las estadísticas muestran que los escolares que escuchan los cuentos que les leen sus mayores antes de dormir los prepara mucho mejor para el aprendizaje futuro. Hay historias personales, además de biografías de mujeres famosas, que retratan el arrepentimiento de las madres que tarde se dan cuenta de no haber dado suficiente tiempo a sus hijos, a su hogar, sumidas en el camino del “éxito” externo.

            Me consuela escuchar a otros artistas, como Joan Manuel Serrat al agradecer el nuevo premio a su trayectoria, que no se prestó a la ridícula moda del saludo a “todos y todas” y demás deformaciones del lenguaje. Recordó a su madre, a las canciones de cuna y dedicó sus palabras a su señora, esa Penélope discreta que lo acompañó toda la vida fuera de los focos mediáticos y de las páginas rosas con la que cimentó su hogar.

            Una vez más leo otra entrevista a Irene Vallejo, cuyo libro acaba de ser elegido el mejor escrito en lengua española en el siglo XXI. Habla junto a su esposo que está siempre con ella. Reiteró que “El Infinito en un Junco”, la historia del libro, fue redactado como una terapia mientras cuidaba en el hospital a su pequeño afectado por un mal congénito.

            Quizá es el momento de volver al equilibrio, de reconocer que la biología escogió a la mujer, a la hembra, para albergar la vida y con ella la esperanza, el futuro, y a la vez comprender lo mucho que la mujer puede aportar al conocimiento, a la sabiduría.

            Edificar un hogar requiere de todos los miembros de la familia, así sea tan pequeña como tres o tan grande como una tribu. Que siempre sea posible retornar a esa calidez. Vivir el pan nuestro de cada día en ese espacio. Aún es tiempo para defenderlo, para preservarlo.

           

 

 

viernes, 6 de diciembre de 2024

LO QUE EL GIL SE LLEVÓ

 


            ¿Recuerdan que, al compás de la institucionalización de la sociedad boliviana, diez empresarios con fe en Bolivia fundaron en marzo de 1990 un tabloide con características modernas en su formato y en su contenido? Un medio masivo que adoptó el nombre de un antiguo periódico paceño, “La Razón”, relacionado con los ideales del liberalismo. En un lustro, alcanzó altos niveles de difusión. Ese medio dejó de circular en papel en 2024, después de larga agonía y creciente desprestigio. Crisis a pesar de haber sido el mimado de la publicidad estatal, regateada durante 18 años al resto de los periódicos de propiedad privada.

            Hace poco, en julio de 2024, la prensa mundial anunció las acusaciones contra el grupo francés Thales Air System, investigada en tres países europeos por delitos de corrupción en la venta de equipos militares a Brasil. El caso movilizó a 65 investigadores y a fiscales especializados. Es el consorcio que vendió 13 radares a Bolivia en 2016 en una de las operaciones más ambiciosas del Ministerio de Defensa bajo una compleja red de empresas para participar en el millonario negocio; un inversor extranjero admitía en 2019 que él era el contacto principal.

            Se creó una burocracia específica, con sede en Cochabamba, cuya eficiencia desconocen los bolivianos. La compra costó al país 225 millones de dólares. Sus opacas movidas llamaron la atención pues era evidente que los actores comprometidos, incluyendo una flamante filial boliviana de una empresa paraguaya, no cumplían una clara competencia.

            A lo largo de los años, los boletines y declaraciones oficiales suman una serie de contradicciones sobre los pagos, la boleta de garantía, el cumplimiento del contrato, nunca investigadas por la Contraloría. Es necesario recordar que la empresa francesa, que tenía sus oficinas en la zona sur paceña, ya era objeto de sospechas en Argentina desde 2004 por delitos relacionados con la corrupción de funcionarios públicos, en un esquema parecido al que habría empleado en Bolivia.

            En marzo de 2018, el vicepresidente Álvaro García Linera felicitaba a las ferroviarias Oriental y Andina, “sorprendido por las mejoras”. La mayoría de las acciones de éstas estaban en manos de un grupo chileno en 1996, después de la capitalización de la Empresa Nacional de Ferrocarriles. ENFE fue creada con la nacionalización en los años cincuenta de los servicios ferroviarios alentados por empresas inglesas desde el siglo XIX.

            El gobierno del Movimiento al Socialismo (MAS) anunció “nacionalizaciones” de las empresas estatales capitalizadas en los 90, pero nunca intentó “recuperar” los trenes. En cambio, las acciones pasaron de Chile a Venezuela, país carente de la experiencia inglesa/chilena (española).

            García anunciaba entonces muy contento que la red de ferrocarriles nacionales integraría el proyecto del tren bioceánico desde los puertos de Santos de Brasil a Ilo en Perú, posando junto al nuevo inversor. Una “mirada geoeconómica”, aseguró. Quizá para consolar al Estado Plurinacional y sus bloqueos chapareños que dejaron fuera al territorio boliviano de los corredores viales bioceánicos.

            ¿Cómo compiten los trenes en 2024? Existe una página oficial de la EFASA y unos teléfonos para supuestamente comprar pasajes, pero nadie responde y el gratuito 800 suena siempre ocupado. ¿Para en Uyuni? ¿Va a Guaqui? ¿Cómo colabora con las exportaciones bolivianas, con el turismo? ¿La pandemia los paralizó? ¿Fue un mal negocio y los grandes planes prometidos quedaron frustrados? ¿Es igual un ferrobús que un tren de pasajeros?

            Podríamos nombrar al contrato sin licitación para construir el Teleférico paceño y la participación de empresas que de una y otra manera se relacionaban con el MAS, como el caso Ettienne, con un largo historial poco transparente como muestran reportajes en Pando y en La Paz.

            En estas operaciones suele aparecer el nombre de la venezolana Leonor Montiel. Hay igualmente asuntos relacionados con familiares, amigos paraguayos, diplomáticos venezolanos.

            El protagonista es el paraguayo venezolano Carlos Gil Ramírez (1956), un inversor relacionado con el socialismo caviar, primero en la República Bolivariana de Venezuela, más tarde en el Estado Plurinacional de Bolivia y ahora en España. En este último país, la presencia de los ricos venezolanos chavistas, pero que prefieren vivir en los barrios más caros de Madrid (o de Miami o Panamá), ha descalabrado los precios de las viviendas (casi siete mil euros el metro cuadrado) y de otros servicios.

            ¿Cómo llegó un dentista a ser dueño de una gran cantidad de empresas en varios países del continente? Gil se encargó de relatar su biografía en una intensa campaña publicitaria que emprendió hace algunos años frente a los artículos de prensa que cuestionaban su figura. El lector que hace seguimiento a nombres de las empresas y de los personajes puede encontrar respuestas y también muchas preguntas.

            En sus entrevistas, sobre todo a “La Razón” entre 2018 y 2019 (después de la huida de Evo Morales) se mostraba como víctima de una injusta leyenda negra contra las millonarias compras que realizó en Bolivia. No tocó los asuntos más polémicos.

            Carlos Gil llegó al territorio del Estado Plurinacional de Bolivia de la mano de la diplomacia venezolana que en los primeros años del gobierno de Evo Morales pisaba con fuerza, (con botas), en el Palacio de Gobierno. Él mismo relataba la facilidad con la que entraba a reunirse con el presidente cocalero, aunque su principal escudero fue Álvaro García Linera y su entorno de operadores políticos.

            La figura de Gil Ramírez se hizo pública en el país cuando adquirió “La Razón” y “Extra” del grupo PRISA. Siempre negó estar relacionado con la oscura transparencia de la red televisiva ATB o de PAT y con otros nombres de presuntos testaferros.

            En 2009, la propiedad de Gil fue detallada por antiguos periodistas del medio. Las denuncias se acumulaban en las mesas de redacción de otros periódicos por la falta de transparencia. ¿Por qué se esperó a ese ambiente para admitir públicamente?

            Carlos Gil es el tipo de inversor que cuenta con seguridad jurídica en el (NO) Estado Plurinacional, uno de los trampolines para las nuevas roscas latinoamericanas (más chinos, más rusos), que disfrutan del neocapitalismo siglo XXI. Tienen derecho.