Es posible que en algún momento me perdí de la noticia, pero no encuentro ninguna referencia a alguna medida anunciada por el presidente Luis Arce Catacora o por el vicepresidente David Choquehuanca y asumida por el (No) Estado Plurinacional en contra del circuito que importa y vende autos ilegales. ¿Alguien las conoce?
Al
contrario, en los viajes por las deterioradas carreteras del país es cada vez
mayor el número de vehículos que circulan sin placas. De los antiguos “transformer”
que abrieron las rutas para el negocio de los llamados “chutos”, actualmente
los dueños asociados -en un típico movimiento social masista- aseguran que son
más de medio millón.
¿Cómo va
a perder Arce Catacora semejante cantidad de votos, a los que se suman sus familiares
y la amplia red de chuteros? El esquema comienza en alta mar, fuera de las
fronteras y asume complicidades en los muchos puntos de control; primero son
militares los que por alguna razón pierden la huella de los chutos que cruzan
de Chile o Brasil hasta Bolivia.
En las
trancas nacionales son policías los que se reparten entre USD 200 a USD 300 por
vehículo; es el precio que vale su cerrada de ojos; desde Tambo
Quemado-Patacamaya hasta los pueblos yungueños, la tranca de Konani es clave
para el ingreso de los seudo clandestinos que suben a las alturas de Inquisivi para
bajar por antiguos caminos mineros hasta el pie monte.
¿Se
acuerdan del diputado masista José Rengel Terrazas que giraba remesas de 51
millones de dólares al exterior? Justificaba su fortuna con la venta de esos
autitos que tienen la virtud de convertirse en fantasmas. Los uniformados no
los ven, los de la aduana menos, tampoco los centros de inspección que agotan
la paciencia al resto de dueños de motorizados; los legales que pagan impuestos
y no votan por el Movimiento al Socialismo (MAS).
Los más
temerosos al poder de los Intocables son los responsables de la venta de
combustibles. ¿Se pueden imaginar a un funcionario de Yacimientos Petrolíferos
Fiscales Bolivianos (YPFB) denunciando en conferencia de prensa a los miles de
chuteros que compran gasolina o diésel en bidones o barriles? ¿Cuándo asegurará
Germán Daniel Jiménez Terán de la Agencia Nacional de Hidrocarburos (AHN) que los
vehículos sin el sticker autorizado no podrán cargar gasolina subvencionada?
¿Se animará alguna estación a negar su servicio a los vehículos ilegales?
Les
invito a observar la pinta y a escuchar el discurso de las actuales autoridades
del Ministerio de Hidrocarburos y Energía, de la AHN (ex Superintendencia) o de
YPFB; luego contemplen y lean a Carlos Miranda Pacheco (1932 2021). Entonces
comprenderán el inmenso abismo que separa al ignorante del sabio. Miranda creció
en el área rural paceña, de familia de maestros, pero apostó por el
conocimiento para aportar a su país. Miranda podía competir con los mejores
ingenieros del continente; sabía escribir conferencias, artículos, libros.
Sabía leer, sabía hablar.
El
masismo arcista o evista (es lo mismo) no amenazará jamás a sus bases sociales
que se desplazan en vehículos de toda marca -muchísimos de altísimo lujo para
custodiar a los capos del circuito coca cocaína- en Lauca Ñ y todo el
territorio del trópico cochabambino, en Yapacaní o San Carlos, en La Asunta o
Chulumani, en Challapata, en Trinidad.
Son
miles de votantes, son los aportantes para las campañas y, sobre todo, son los
grupos de choque para enfrentar a cualquier otro candidato, a los ciudadanos
que reclaman democracia. Son los dispuestos a desencadenar una guerra civil. O,
cuando es necesario, a financiar la farra.
Son los
que se suman a los otros Intocables del entorno de Luis Arce Catacora. Los
avasalladores que queman siembras y cosechas no serán jamás nombrados por el
asustado presidente cuando una brava alteña le reclame por la falta de
alimentos esenciales. Al contrario, son los protegidos por las autoridades del
INRA y sus regionales, del Ministerio de la Presidencia (en primera fila), del
Ministerio de Desarrollo Rural y Tierras y sus viceministerios, del Ministerio
de Medio Ambiente y Agua, del Ministerio de Economía y Finanzas Públicas, del Ministerio
de Defensa, del Ministerio de Obras Públicas, Servicios y Vivienda. La
cancillería los nombra diplomáticos, encabezados por la insuperable Lidia
Patty. La ministra de Culturas, Esperanza Guevara, se olvida de aplicar las
normas contra la discriminación al locuaz Arce Catacora. En cambio, usa el
portal oficial de su despacho para festejar su cumpleaños, lleno de lucecitas y
polleras.
Los que
venden aceite adulterado, carne descompuesta, salchichas de perro, ropa usada
que ya ha pasado varios cuerpos, los que trafican arroz con gorgojo son los Intocables.
Una base social, la columna vertebral del masismo que -como repetimos- es más un
método de extorsiones que un partido político. A ellos se unen, contentos, los Intocables
de cuello blanco y la comparsa de los abogansters.
Por otra
parte, Arce aborrece a los productores legales, los presiona con competencias
desleales, los amenaza, los acorrala hasta que se vayan a invertir a otro país,
les quiebra las cadenas productivas, juguetea con los cupos de exportación;
promueve la importación de arroz; ahogó el apogeo de la quinua. El gerente de
EMAPA cree que en tres semanas tendrá una fábrica de aceite. Artículos en
presupuestos, en leyes, en decretos para promover la confiscación de las
industrias. Sueña con dejar tan hambrientos a los bolivianos como viven los
cubanos en la isla. ¡Socialismo!
Esta condición
de informalidad/ilegalidad invade igualmente a las alcaldías, como ya sucede en
La Paz, en Santa Cruz y en casi todos los municipios rurales.
Así se
aproxima a su final el 2024, el annus horribilis de los 18 años de
masismo en el poder. La peor gestión en los 42 años de sucesiones
constitucionales desde 1982, incluyendo todas las crisis políticas, económicas
y sociales que vivieron tres generaciones.