El
presidente Luis Arce Catacora y el vicepresidente David Choquehuanca junto a su
equipo de colaboradores del (No) Estado Plurinacional de Bolivia socaban día a
día las posibilidades de trabajo honrado en el país. Mientras una nueva plebe
en acción intenta parecer burguesa, pero sin invertir ni laburar. Se enriquece
con el dinero público.
Existe una empresa creada después de la guerra del Chaco, el 21 de diciembre de
1936, durante el gobierno del socialismo militar para explorar, explotar,
refinar e industrializar y distribuir y comercial el petróleo, el gas natural y
los productos derivados. Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB)
tuvo en sus inicios a profesionales de altísimo perfil, encabezados por
Dionicio Foianini. La propia empresa becaba a los mejores alumnos para que
estudiaran en el exterior y aportarán a Bolivia, a su retorno.
YPFB
pasó por crisis y por etapas de gloria, sobre todo cuando exportaba gas a
países vecinos. Ocupaba en el imaginario nacional la idea de la nación, de la
patria; la herencia de los beneméritos. Sin embargo, por la propia riqueza que
generaba fue presa de la corrupción en las dictaduras militares y en etapas
democráticas.
Casi
un siglo después, YPFB es la imagen de una plebe que ha encontrado en el
ejercicio sindical la mejor forma de enriquecerse. No se conoce qué acciones ha
tomado el gobierno frente a las denuncias de hace meses sobre la existencia de
146 (no) trabajadores que ganan salarios y todos los beneficios (inclusive el
nefasto doble aguinaldo) sin ir a trabajar.
Alrededor del finado Rolando Borda -por años máximo ejecutivo de la Central
Obrera Departamental (COD) de Santa Cruz- se formó lo que Cuellar denominó como
“mafia sindical”. Borda ganaba más que un rector, un médico especializado, o 15
reporteros. Se llevó durante dos décadas un promedio de 4 mil dólares mensuales
sin marcar tarjeta ni mover una manguera. Su afinidad con el Movimiento al
Socialismo (MAS) le habría permitido asegurar también pegas a sus familiares.
Denuncia hecha, denuncia enterrada. Apenas unas breves explicaciones. ¿Se
animará Arce a romper ese esquema que desangra a la empresa? El MAS nos deja
tremendo edificio de vidrios azules para YPFB, mientras falta gasolina en todo
el país y el gas se hizo gas.
En la
planta de urea, otro elefante azul, existen extranjeros que ganan entre 103 mil
y 250 mil bolivianos. El gobierno intentó justificar ese derroche calificando a
los venezolanos de “técnicos especializados”. Un documento oficial de YPFB
Refinación aceptó que un funcionario hindú ganaba 10 mil dólares que le pagaba
Samsung y luego pasó a percibir 70 mil dólares que le cancela el (No) Estado.
Ahí trabajan 75 venezolanos con sueldos de 10 mil dólares al mes. Una fuente
reveló hace dos años que ellos no eran especializados. A los bolivianos
capacitados se les entregó su carta de retiro.
Nadie ha contabilizado cuántos dólares se fueron
desde Cochabamba para Caracas, qué interés existe para que sea una ruta de BOA,
cómo se entrega esos verdes a los “expertos”. El MAS intentó mostrar esa planta
en pleno Chapare como el emblema de su modelo de desarrollo soberano y
comunitario.
¿Es
culpa de la Jeanine? ¿Es responsabilidad de los que quieren golpe blando? ¿Son
sólo rumores? Tampoco se conoce una acción oficial para frenar ese agujero
negro.
Al
margen, hay que apuntar que existe una creciente presencia hindú en negocios
con empresas públicas, especialmente en salud. Algún parlamentario podría ir a
ver por qué se construye el elefante azul laboratorio en vez de fortalecer la
prestigiosa industria farmacéutica nacional.
La
otra empresa estatal que fue símbolo del nacionalismo revolucionario y está en
ruinas es la Corporación Minera de Bolivia (COMIBOL) fundada en 1952, después
de la Revolución de Abril. Los defectos de esa institución son cada vez más
acentuados, a lo que se suma el gasto en salarios de 24 millones de bolivianos
anuales.
Un
informe, a solicitud de parlamentarios de Creemos. mostró que 113 altos
dirigentes de empresas mineras estatales ganan salarios, incluyendo los
aumentos, sin salir a trabajar. ¡Cómo puede ser que en Huanuni existan 69
dirigentes dedicados a la “función sindical”! La otrora principal empresa
solvente de COMIBOL está en decadencia. Los luctuosos hechos en el inicio del
régimen del MAS anunciaban la incapacidad de ese gobierno de manejar
adecuadamente las riquezas del pueblo boliviano.
La
declaratoria de los dirigentes sindicales en comisión con goce pleno de sus
sueldos y beneficios fue considerada en su momento como una victoria del
movimiento obrero. Sin embargo, pronto se mostró que era una trampa peligrosa.
Walter Delgadillo, cuando era pulcro dirigente fabril, renunció a ese
privilegio, por citar un ejemplo.
Entre
los periodistas tenemos tristes experiencias con gente afiliada a partidos
izquierdistas y desde los 90 al MAS que descalabraron la Federación de la
Prensa. Pese a la crisis económica en los periódicos, las gerencias tenían que
pagarles su salario completo y pagar otro más a su reemplazante.
La
plebe que se enriquece sin trabajar es socialista en el discurso, pero sueña y
ama los encantos de la burguesía. Anhela una selfi en el
Santiago Bernabéu cuando juegan esos equipos de los aborrecidos países
capitalistas la Champions Leage 2024.
Lejos
del proletariado ilustrado, sus preferencias están en los objetos de lujo, así
sean autos chutos regalados por alguna autoridad. Es la base dura del MAS.