REVISTA "OH", LOS TIEMPOS
22 DE ENERO 2024
El
departamento de Potosí, en el suroeste de Bolivia, es un mapa con innumerables
ofertas turísticas, casi todas irrepetibles en otros lugares del planeta.
Históricamente es más conocido por el legendario Cerro Rico, “Sumaj Orko” que
es explotado desde hace cinco siglos. Sin embargo, su esplendor abarca pisos
ecológicos con diversidad en flora y fauna y sólidas culturas originarias que
mantienen su esencia.
En este
reportaje no es posible abarcar la vivencia en Chayanta o en Macha, a la que ya
nos referimos en otra ocasión. Tampoco contaremos sobre las rutas abiertas para
aprender sobre los tesoros que guardan las provincias de Nor y Sud Chichas,
sobre todo en Tupiza, Vitichi y Cotagaita, la requerida visita a Toro Toro.
Cada provincia potosina tiene su particularidad y todas merecen una pasantía.
La
capital, Potosí, conserva sus rasgos coloniales en residencias y, sobre todo,
en templos. Uno de los más preciosos por su portada barroca es el dedicado a
San Lorenzo. La Casa de la Moneda encierra en sus muros el desarrollo del
capitalismo moderno y la emisión de las más famosas monedas que cambiaron la
economía internacional.
Aunque
no se consolida una política de largo plazo para preservar este Patrimonio Cultural,
desde hace una década los empresarios potosinos invierten para ofrecer
servicios de alojamiento y gastronómicos de alta calidad. El tradicional
Bulevar contempla la aparición constante de restaurantes y confiterías con manjares
para el paladar más exigente y un ambiente bucólico exquisito.
“El
Tenedor de Plata”, en pleno centro histórico, es un grato ejemplo. Es posible
reservar platillos del menú para asegurarse una mesa, aún antes de llegar a
Potosí. Es altamente gratificante, después de un viaje cansador, sentarse
frente a una receta típica como la famosa Kalapurka o frente a un lomo a la
pimienta.
Potosí
recibe turismo internacional y muchas delegaciones estudiantiles del resto de
Bolivia. Es difícil acceder a las cifras oficiales por la falta de información
detallada en los reportes del Instituto Nacional de Estadísticas y del
Viceministerio de Turismo. En algunas investigaciones se refleja la percepción
negativa del turista extranjero con relación a los servicios de migración o de
información turística; en cambio, los visitantes suelen destacar la amabilidad
de la población.
EL SALAR DE UYUNI, LA ESTRELLA DEL FIRMAMENTO
Tampoco
existen datos ciertos y actualizados sobre la cantidad de visitantes que llegan
al Salar de Uyuni anualmente, sobre todo después del bache que causó la
pandemia del COVID 19 al turismo a nivel planetario. Sin embargo, en reciente
visita (diciembre 2023) contemplé la cantidad de buses que llegaban con rusos,
coreanos, franceses, alemanes, latinoamericanos y los principales hoteles agotaron
reservas.
Seleccioné
a la empresa “Extreme Fun Travel” del empresario Roberto Urioste para volver a
recorrer ese inmenso paisaje después de varios años. Para una viajera sesentera
es vital contar con un servicio seguro, cómodo y que cumpla con las ofertas de
su publicidad. Urioste es uno de los agentes más experimentados, con décadas de
trabajo en el rubro.
El Salar
no se agota en un par de jornadas. Tiene muchas variantes para conocerlo. En
esta ocasión, el tour del primer día recorrió el tradicional e infaltable
Cementerio de Trenes, la población de Colchani y secretos de la blanca planicie
que pocos descubren; Urioste las encontró en sus aventuras. Son pequeñas
inolvidables sorpresas de este espacio único en el mundo.
La merienda y el almuerzo se
preparan en el propio Salar, con todo cuidado para no causar ni la más mínima
contaminación. Las gasas flotando, la hamaca en la inmensidad, el vino
espumante son imágenes dignas de un film de Stanley Kubrick.
La ruta
continúa hacia el sur, en la frontera con el departamento de Oruro. Ahí se
encuentran islas de diferente tamaño y vegetación, como la famosa Inca Huasi o misteriosa
Isla de la Fantasía, que desaparece como una ilusión óptica. El atardecer
confunde el fuego de los celajes con la blancura del suelo. La vagoneta se
aproximaba al volcán Tunupa, esa gran madre que manó leche y lágrimas por sus
perdidos hijos hasta formar el Salar. Es una montaña que gusta alejarse al
infinito. La tarde caía y parecía que nunca se alcanzaría la población de
Jirira, ya en el departamento de Oruro.
En
Jirira, el hostal “Doña Lupe”, de una familia de la comunidad, brinda cena
casera, agua caliente y camas cómodas. El firmamento en el Salar de Uyuni es un
regalo del Creador; sin contaminación lumínica, se divisan las constelaciones,
la estrella Sirio, los planetas brillantes y la extensa Vía Láctea. No se
camina, se flota.
El
desayuno con el paisaje blanco, oliendo a pan recién horneado, es otra vivencia
inolvidable. Lo más inesperado fue recorrer las orillas hacia el norte, donde
se dispersan poblaciones con un microclima valluno, de verdes molles y álamos.
Existen restos arqueológicos. Tropas de alpacas y pajaritos cantores acompañan
la caminata. El Museo en Los Cantaritos ofrece piezas sobre los usos y
costumbres de comunidades originarias y de su entorno en flora y fauna. El
Salar tiene siete entradas desde diferentes pueblos, pero es fácil perder la
huella. Una de las más hermosas y desafiantes es la puerta invisible desde el
Bofedal de Coquesa, otro paisaje de cuadro impresionista.
La
lluvia hacia el sur había preparado el escenario más famoso: el Salar como un
espejo sin fin, donde se repiten y multiplican las imágenes y figuras. Mejor
pellizcarse un brazo para confirmar que es una realidad y no un sueño
surrealista. Los trucos tecnológicos acompañan las fotografías que saca Urioste
para burlar la gravedad y las dimensiones, en las que los seres humanos pueden
imitar hormigas o gigantes.
A pesar
del agua en los pies (con botas) no hacía frío y fue posible almorzar con una
vista hacia las lomas azules, siempre confundiendo suelo, cielo, nube, sal,
escarcha, rayo de sol. Un brindis con
vino blanco y frutillas rojas para la Pachamama que nos cobija, para los
Achachilas, para el Inti. Al fondo Llica, la primera población boliviana libre
de analfabetismo desde hace 40 años.
El
turista puede seguir hacia los Lípez donde encontrará otros paisajes
fantásticos como las lagunas Colorada, Verde, los geiseres con agua termal, el
bosque de Dalí, las formaciones de rocas, de espejos de agua. Cada vez, las
agencias estrenan alternativas.
HOTEL PALACIO DE SAL
La
segunda jornada culmina en el Hotel Palacio de Sal, el más famoso de las
edificaciones construidas con ese insumo de Uyuni. La idea que en su momento
parecía una locura fue una iniciativa de Juan Quesada Valda, el pionero del
turismo organizado en El Salar. En 1998, en el creciente interés mundial por
conocer este sitio irrepetible del planeta, Quezada completó sus experimentos
con una propuesta sui géneris.
Uyuni, a
diferencia de otros pueblos con ofertas turísticas en Bolivia, tiene más de
tres décadas de experiencia. La familia Quesada es una de las más reconocidas.
Aunque el padre falleció joven, en el inicio de su proyecto para construir una
arquitectura mucho más ambiciosa, sus hijos continuaron el legado. El Hotel actual,
de 2004, de forma de cruz andina, sobre más de 4000 metros cuadrados, utilizó
un millón de bloques de sal.
El
huésped nota que existe en cada detalle un conocimiento acumulado con estudios
y pasantías en Europa. La arquitectura, a orillas del Salar, en la población de
Colchani, combina lo tradicional con el confort más exigente. Grandes
ventanales para sentir la presencia del paisaje en todo momento, mientras se
disfruta adentro de 34 grados. Piscina, sauna, habitaciones con terrazas,
pulcros baños, salones cómodos, galerías.
Lo mejor
el servicio gastronómico, desde el coctelito de cortesía, la cena, hasta el
mejor desayuno de mi vida después del Hotel Corinne de Estambul. Cada
funcionario conoce su tarea y cómo agradar al cliente. El bufet nocturno
selecciona los mejores insumos del país, incluyendo los vinos tarijeños. ¡Qué
buena verdura hay en Bolivia! Carnes, también de llama, papas, legumbres: un
privilegio.
Al amanecer llegué de primera al
desayuno, como me gusta siempre; ya estaba todo pronto. Jugos con productos de
Cochabamba y Tarija, los tradicionales de naranja, sandía o maracuyá o los
propios: tumbo, linaza. Panecillos artesanales potosinos de sofisticada
inspiración alemana, a la vez que pueblerinos, galletas y bollería. Mermeladas
caseras con colores intensos a mora, fresa o melocotón. Embutidos variados;
quesos elaborados y frescos; mantequilla de fábricas bolivianas; yogures con
frutas, griegos, naturales; huevos a pedido…
El
turismo VIP en Bolivia es posible. Únicamente falta que las autoridades ayuden
en vez de ser un obstáculo para los empresarios que creen en la patria.