Una mayoría abrumadora de diputados europeos aprobó esta semana una resolución que declara a Rusia como un país terrorista por sus acciones contra la población de Ucrania. Rusia es un “estado patrocinador del terrorismo”. Vladimir Putin ordenó los bombardeos y ataques contra hospitales, escuelas, barrios civiles, campesinos, causando la muerte o heridas de miles de ciudadanos pacíficos, entre ellos cientos de niños.
Los parlamentarios de diferentes
partidos y orientaciones ideológicas denunciaron las permanentes actividades de
los militares rusos contra civiles desarmados, violando el derecho
internacional. Rusia, subraya el documento, es un “régimen terrorista como
consecuencia de la destrucción deliberada de la infraestructura civil y el
asesinato masivo de civiles ucranianos con el objetivo de eliminar al pueblo
ucraniano”.
Los eurodiputados se suman así a
millones de voces que condenan la invasión de Moscú contra un país vecino.
Además, denuncian que sus acciones equivalen a crímenes de guerra.
Los soldados rusos demostraron ser
cobardes. Han destruido sistemas de energía eléctrica y de agua potable para
condenar a la población a enfermedades y muertes en medio del invierno. No
pudieron ganar a las tropas ucranianas en el terreno, cara a cara. Ahora
disparan misiles desde la comodidad de un avión.
Sus antepasados usaron el invierno
como estrategia guerrera exitosa contra Napoleón y contra Hitler. La gran
diferencia es que esos pasados siglos Rusia era la invadida. Hoy la Federación
de los mercenarios de Wagner es la invasora.
¿Qué culpa tiene un recién nacido
que acaba de morir este día, mientras escribo esta nota? Veo además la imagen
detrás de un vidrio astillado de un pequeño que ha perdido a su familia sin
entender por qué y para qué.
Rusia rechazó la condena acusando a
“estados inescrupulosos” de inmiscuirse en los asuntos internos de ese país.
¿Acaso invadir a Ucrania y provocar la crisis mundial más peligrosa desde 1945
es un asunto interno?
Sin embargo, el señor Rogelio Mayta defiende
al usurpador, representado en Bolivia por Mikhail Ledenev. Ledenev visita
distintas ciudades bolivianas ofreciendo proyectos y apoyos, sin que ningún
periodista lo encare.
Mayta,
intenta justificar las votaciones del (No) Estado Plurinacional con discursos
estrafalarios. Suele hablar de la Guerra Fría, de los enfrentamientos
ideológicos de décadas pasadas, de las perversidades de Estados Unidos contra
Latinoamérica, de los sufrimientos en los años 60 para explicar por qué su
gobierno no condena la invasión rusa. En pocas palabras, si Washington invadió
la República Dominicana o Panamá, Rusia puede hacerlo.
La Cancillería del (No) Estado
Plurinacional es una vergüenza, por su ignorancia, por su dependencia de
intereses foráneos y porque ha terminado de aislar al país del conjunto de las
naciones más democráticas. Respalda las atrocidades de la pareja asesina Ortega
Murillo en Nicaragua, la represión contra jóvenes en Cuba, el exilio masivo de
venezolanos expulsados de su patria, la violencia contra las mujeres iraníes,
los desmanes de los dictadores africanos y los excesos chinos.
Los habitantes de Bolivia sumidos,
como casi siempre, en sus problemas domésticos, no suelen preocuparse por lo
que sucede en el resto del mundo. Sin embargo, es ese mundo externo el que nos
carcome sigilosa y vertiginosamente.