viernes, 7 de enero de 2022

LA NO PERSONA EN CUBA

 

            Este enero se conmemora el aniversario del ingreso de los rebeldes a La Habana en 1959. Durante años fue una fecha emblemática para los soñadores de un mundo nuevo en distintos puntos cardinales del planeta. La desilusión llegó a unos más temprano que a otros. La pequeña David luchando contra el monstruo Goliat sostuvo largas lealtades. Sin embargo, la represión masiva e individualizada durante 2020 y 2021 develó cuán profunda es la perversidad del régimen comunista.

            Adiós el imaginario romántico de una víctima bloqueada. Al revés: es el verdugo que anula la dignidad de quien se atreve a protestar.

            Las cifras son duras, aunque no alcanzan a describir todo el horror que vive cada preso cubano. El año culminó con 955 prisioneros políticos, de los cuales 700 fueron encerrados por salir a pedir pan y salud el 11 de julio. Para los bolivianos, que conocimos dictaduras y autoritarismos es difícil imaginar tal cantidad de gente reprimida por participar en una manifestación.

            Hace doce meses sufrían prisión por causas políticas 138 personas. Sin embargo, ya funcionaba toda una maquinaria en contra de los jóvenes- léase bien: jóvenes crecidos bajo el relato de la revolución- que querían componer canciones, escribir versos, corear que querían Vida y no Muerte.

            Culpar de ello a la agresión imperialista, a la conspiración desde Washington, a la derecha fascista, etc., ya no sirvió. Los artistas fueron cercados, pero alcanzaron a dar eco mundial a su voz y su himno circuló en todas partes. Lograron describir los métodos y las formas con los que eran desmoronados en su calidad de seres humanos.

            La represión intenta convertir al que piensa distinto al discurso oficial en un zombie, crear la No persona, el escarmiento viviente.

            Un sistema inmenso de soplones repartidos entre familiares, vecinos, colegas, funcionarios, transeúntes, pasajeros en el bus, vendedores de helados, profesores vigila al potencial libertario y lo denuncia. Las madres son controladas con el estómago de sus hijos porque su menor protesta podrá repercutir en el reparto de la escasa comida.

            El 8 de diciembre, más de 300 intelectuales de todo el mundo exigieron frenar la represión contra los artistas cubanos. No son firmas de fachos o de fracasados, sino son voces de personas laureadas por ejercer su libertad a lo largo de sus carreras y sumar premios. Meryl Streep, Elena Ponaitowska juntan su protesta a las Orhan Pamuk o J. M. Coetzee para exigir al gobierno comunista dejar que el arte se exprese sin represión.

            El manifiesto, poco difundido en Bolivia, une a personalidades africanas, latinoamericanas, europeas, árabes, turcos, asiáticos, europeos, estadounidenses que denuncian cómo La Habana reprime a los artistas simplemente por estar descontentos con el totalitarismo. Destaca que las protestas desde San Isidro, 27N, Archipiélago, 11julio fueron pacíficas.

            Apoyan a los artistas cubanos escritores que denunciaron la violencia en sus propios países como Héctor Abad Faciolince, Gioconda Belli, Bianca Jagger, Rosa Montero. No encontré la rúbrica de un creador nacido en Bolivia, aunque todos los periodistas deberíamos apoyar este comunicado contra la censura.

            El gobierno cubano comete abusos sistemáticos contra decenas de artistas independientes, declaran los 300 intelectuales. A ello hay que añadir la cantidad de presos menores de edad acusados de subversivos, acosados, hostigados, degradados con métodos psicológicos como no imaginó ni Owen.

            Tristemente, este panorama se da en el mismo mes que se recuerda al poeta José Martí, nuestro amado padre espiritual. Martí que luchó por la libertad física y moral, especialmente por la infancia y por la juventud y que hoy volvería a morir por tres balazos disparados en su propia patria.