Apagadas las voces de los idealistas que fundaron el Movimiento al Socialismo (MAS), quedan los estridentes grupos violentos, clientelares, que no dudan en provocar confrontaciones sangrientas a cambio de dinero, un chicharrón o una farra. Los poderosos del partido (inscritos o no) son los silenciosos, los que aprovecharon el Buen Vivir y gozaron la bonanza económica pues consiguieron apoderarse de contratos sin licitación, sin competencia y en condiciones que pagamos y pagaremos todos los bolivianos.
Un ejemplo de estos empresarios
favorecidos por el MAS/Álvaro García Linera es Mauricio Eloy Etienne Solares,
ligado con Carlos Gill Ramírez en grandes obras civiles como el teleférico o
los radares. Etienne es director en la Ferroviaria Andina adquirida por Gill.
Carlos Jorge Gómez Nuñez fue su suplente en 2015. Paraguayo beneficiado con
contratos sin licitación pública, contactado con la empresa Thales Air Systems
SAS, beneficiada a la vez con contratos para el satélite Tupac Katari y la red
de radares en 2016. Thales subcontrató a la empresa constructora Gómez Nuñez
que creó en cinco días una filial en Bolivia que a la vez subcontrató a la
Constructora Etienne SA (Cotienne SA).
Existe un amplísimo y complejo
engranaje entre Gill, los Gómez Nuñez, la embajada venezolana en Bolivia,
bancos privados, los directivos de las ferroviarias, el periódico “La Razón”, los
compradores de Gravetal, y varios nombres que se repiten en el imperio que
armaron amparados por Evo Morales. Aspectos denunciados por Oscar Ortiz y que
ahora difunde también la prensa internacional.
Gill escogió muy bien con quién
ampliar sus negocios, bordeando lo legal y lo ético. Claudia Benavente se
encargó de las loas públicas; Etienne de los dólares.
Etienne fue subcontratado para las
obras civiles con montos aún no establecidos. ¿Por qué la Contraloría no auditó
esos contratos, las cifras que mostrarían un precio mucho más alto en
comparación a obras similares en el continente?
Mauricio Etienne es (¿era?) también
dueño de MABET. El 16 de noviembre de 2011 negó que sus concesiones madereras
en Pando afectasen al territorio indígena de los últimos pacahuaras. Tenía 224
mil hectáreas, la sexta parte de la provincia más dinámica del norte boliviano.
Declaró entonces que “cedió de manera amigable” 69.538 hectáreas a las
comunidades indígenas. ¿Qué dijeron sobre ese asunto las bartolinas, los ministerios,
el fondo indígena? Solo silencio.
Etienne, su esposa, hijos, yerno y
familiares diversos aparecen como parte de las 14 familias beneficiadas con
grandes concesiones forestales, junto a los supuestamente enemigos del MAS,
empresarios y políticos de “derecha”. En 2017 creó otra empresa, la “Finn and
bin” para construcciones, con sede en Santa Cruz. Representó a la Inmobiliaria
Almendros, denunciada por no pagar impuestos municipales en La Paz. Su nombre
está relacionado con muchos emprendimientos, así como con diferentes procesos
por distintas causas. También sale en fotos con Juan Ramón Quintana. Éste era
el socialismo del “proceso de cambio”.
Etienne fue uno de los primeros en
desaparecer de escena cuando el gobierno de Morales agonizaba. Aparentemente no
le fue bien en Miami y partió a Santiago de Chile. El país no le interesa. Los
magnates masistas no son mecenas, ni crean fundaciones, ni apoyan orquestas.
Sólo fiestas, derroches, brindis. Lo que nunca logrará ni él ni su familia ni
empresas es prestigio, el buen nombre, el abrazo sincero, liberarse del
tufillo. Como tantos ricos sin esfuerzo, su fortuna es su tumba.