A ritmo acelerado, el gobierno del
Movimiento al Socialismo (MAS) intenta recuperar los trece años perdidos en el
diseño de un plan integral de salud que hubiese podido ser la gran herencia del
llamado Proceso de Cambio. Ya es tarde.
Probablemente no se repitan las
condiciones externas tan favorables para la inversión en Desarrollo Humano. Es
una paradoja, pues las revoluciones del Siglo XX privilegiaron la atención al
más importante de los recursos de una nación, el ser humano. Más que todo, al
binomio madre/niño.
El MAS ha preferido derrochar en
cemento y fierros, casi siempre con escasa planificación y visión de cortísimo
plazo. Así quedan aeropuertos inútiles o con goteras; carreteras partidas o
abandonadas; y hospitales a medias como en El Alto o en Oruro.
El Ministerio de Salud fue desde
2006 una de las más desprolijas carteras. No se trazaron procesos con los
principales actores: médicos y trabajadores en salud. Medidas unilaterales
provocaron más daños que avances, año tras año.
Incluso la llegada de los cubanos no
fue parte de una planificación boliviana sino de un juego de carambola que
incluía a Venezuela. El extraordinario impacto del inicio (atención en áreas
rurales, atención en oftalmología) se fue desvaneciendo. Al final, una decisión
equivocada: utilizar cubanos para atender a la población en las estaciones del
Teleférico como contrapeso a la huelga de los galenos; de queridos y respetados
fueron acusados de esbirros rompe huelgas.
Al no tener una propuesta integrada,
algunas iniciativas no han logrado impactos sostenibles, como el bono Juana
Azurduy o el aumento sustancial al subsidio materno.
El vicepresidente Álvaro García
Linera anunció en varias oportunidades que no se dejaría atender en el servicio
público de salud. El presidente Evo Morales prefiere irse afuera con cualquier
dolencia. Expresa su sorpresa porque nadie le avisó qué sucede con los enfermos
de cáncer, muchos menores de 10 años. Quizá tampoco supo del pedido del padre
Mateo, al menos 10% de presupuesto para ítems y equipos de salud.
Lastimosamente, el MAS será más
recordado por su apego al trago, a la fiesta, al ¡salud! Es difícil entender
por qué Morales confiesa que se “farrea de ocultas” para no ser criticado.
En estos lustros, los escándalos por
excesos festivos se han multiplicado y con signos de violencia, prostitución,
embriaguez “hasta las últimas consecuencias”. Es cierto que antes no existían
las redes sociales, pero ello no justifica a aquellos ministros alcoholizados,
el uno manejando su vehículo, el otro posando desnudo con prostitutas; un
presidente de YPFB en tratos con dueños de cantinas clandestinas; senadores,
diputados, asambleístas complicados con casos de violencia sexual.
Sin olvidar los peores ejemplos de esta
“revolución indígena”: el asalto sexual a una muchacha en un recinto
legislativo; la pérdida de la medalla de Simón Bolívar en zona de prostíbulos o
el diputado ebrio y desnudo que se comparaba a Tupac Katari descuartizado
mientras se arrastraba por un aeropuerto internacional.