Desde hace unos meses el mundo
contempla el surgimiento de peligrosos puritanismos envueltos con papel
celofán, aparentemente correctos, desde campañas del neofeminismo, las sectas
disputando el poder político en Latinoamérica, la era Trump y el
fortalecimiento de los sectores derechistas europeos.
Contemplamos resultados perversos, quizá
porque las luchas por los derechos de las mujeres y por los derechos de las
minorías llevaron el péndulo a extremos o porque no consideraron otras
sensibilidades o porque se asumió que los derechos de un grupo podían o debían
estar por encima de los demás. Hay datos duros y dolorosos como el creciente
número de feminicidios e infanticidios- en una disputa por ser cada vez más
sádicos y salvajes- pero no hay respuestas convincentes para explicar ese
espiral.
Las últimas campañas feministas para
denunciar el acoso sexual y laboral están acompañadas por discursos alarmantes
que hacen pensar en el fin del amor atávico heterosexual, los espacios para la
seducción y el coqueteo, el romanticismo. No sólo hay preocupación entre las
filósofas francesas o mujeres fantásticas como Catherine Deneuve, sino entre
hombres que a lo largo de su vida mostraron su defensa de los derechos humanos.
¿Cómo podrán iniciar una relación
amorosa los jóvenes del futuro? Carlos Decker llama la atención en su último
artículo, como ya lo hizo William Ospina desde Colombia.
La
campaña contra el piropo, por ejemplo, es obviamente un asunto contra una forma
latina, poco usual en Alaska o Escandinavia, pero ahora prohibido- hasta por
ley. ¿Cuántos cumplidos son realmente ofensivos?
Hace poco una presentación en París
cambió letras de la ópera “Carmen” por ser “machista” y hay quienes quieren
enterrar el tango, los pícaros vallenatos, las baladas latinas, borrar la Maja
desnuda y ocultar cuadros que detallan el vello del Monte de Venus como
homenaje a la Creación.
En Centroamérica, que no acaba de
salir de las cicatrices de las guerras, surgen con demasiada fuerza sectas
pentecostales con sus estandartes de combate contra las expresiones del
homosexualismo como primer punto en sus programas de gobierno. ¡Y están ganando
elecciones! Ataques al amor libre como pecado horrible.
Los avances derechistas en la
liberal Europa, también en Rusia y en otros continentes, no sólo son por un
renovado sentido de esa “patria” invadida por forasteros, sino contra la muerte
de Dios, de los dioses, de las creencias en lo trascendental.
Extremos producen extremos, como enseñan
desde hace tres mil años los físicos. Algo de los discursos que perseguían igualdades
liberadoras, ha fallado y ha provocado esta avalancha totalitaria. Es increíble
que, en el nuevo siglo, escenas en películas, diálogos, prácticas que en los
años setenta eran compartidas sin estridencias y escándalos, hoy son mal
vistas. El lector puede comprobar esto en las películas de aquella época y las
actuales.
Un nuevo miedo se apodera de la
Humanidad. El miedo a lo sencillo, el miedo al otro, el miedo al amor y el
miedo a ser feliz.