¡Como gustaría escribir sobre
asuntos de cultura o sobre mis nuevos viajes por el continente, sobre los años
60 o sobre las nostalgias y las esperanzas! No es posible, lo urgente posterga
lo importante. Vuelvo al tema de las agresiones del Movimiento al Socialismo
(MAS) contra La Paz obligada por el amor a mi ciudad y por mi indignación de
contemplar día a día el estropicio patrocinado desde el poder central contra la
que quisiera ser “ciudad maravilla”.
El MAS, a pesar de su alcance
nacional y de su fortaleza numérica, no logró desde 2006 mostrar un solo
ejemplo de poder regional o municipal sustentable. No hay un gobierno municipal
donde el MAS es mayoría que pueda servir de buen ejemplo para los demás. Al
contrario, hundió experiencias exitosas como Curahuara de Carangas, en el
suroeste, o Concepción en Santa Cruz. Pasó como un vendaval que dejó sin
aliento a los habitantes de El Alto que simbolizaban las luchas del 2003 y la
joven urbe tardará mucho en recuperar la mala herencia dejada por la corrupción
de Edgar Patana.
Atrás quedaron los tiempos del
masismo solidario, esencialmente del pionero Instrumento por la Soberanía de
los Pueblos, que conquistó palmo a palmo alcaldías en las provincias. Un caso
como el de Edmundo Novillo sacando adelante a la maltrecha Totora en Cochabamba
está lejos de repetirse.
Paradójicamente, el programa
estrella, el más clientelar de la influencia chavista en el país, “Evo cumple,
Bolivia cambia” desestabilizó lo que hasta 2006 podían hacer los municipios
bajo el entorno propicio de la Participación Popular, la planificación
participativa, los PDMs, las alianzas territoriales, la tendencia a la metrópolis.
El dinero para hacer obras de pequeño impacto, pero de mucha propaganda, desde
el Ministerio de la Presidencia supuso un retroceso a décadas de poder local,
además del desorden financiero y de la desinstitucionalización. ¡Muy caro
costará a las futuras generaciones!
Desde la derrota de la candidata
masista Elizabeth Salgueiro en 2010, el gobierno central decidió asfixiar a la
sede de gobierno con toda la artillería a su arbitrio: procesos a las
autoridades locales, aún sobre temas del siglo pasado; controles permanentes de
funcionarios de la Contraloría para demorar procesos; convocatorias a rendir
informes al Poder Legislativo (sólo al alcalde La Paz, no a los demás); boicot
a los programas sociales; agresión a las soluciones de largo plazo a temas
sensibles como transporte público o salud; amenazas a agencias internacionales
para que no financien obras municipales. Todo ello con un alto costo para la
eficiencia y la eficacia del Gobierno Municipal de La Paz que debe distraer
esfuerzos en responder al MAS.
La catastrófica experiencia de Omar
Rocha, del ataque sistemático al entorno paisajista que hace el agresivo
Teleférico, la construcción de edificaciones sin estética, todo sin
programación, son sólo la antesala. Ahora el MAS quiere revocar a Luis Revilla
y su peón Jesús Vera anuncia su candidatura. Pésimas épocas nos esperan si
seguimos indiferentes.