Faltan pocos días para una curiosa
votación del calendario boliviano. Es difícil, por lo menos en los círculos
urbanos, encontrar a personas que anuncien que votarán por tal candidato por
las calidades que demostró en su ejercicio profesional, por ser un notable.
En cambio, es más corriente escuchar
motivos para anular el voto, desde quienes anuncian poner mensajes al momento
de pifiar su papeleta hasta los que quieren uniformar el nulo con una gran
equis. ¿Qué pasará al final?
Entre los argumentos que justifican
anular el voto están:
Desconfianza en el árbitro, por la actitud
pasiva- casi sumisa- del conjunto de ellos, sobre todo por el discurso
oficialista de José Luis Exeni, Antonio Costas y María Eugenia Choque. Ya en el
recuento del No en el referendo de 2016 hubo la sensación térmica que se
cocinaba algo que al final no logró cuadrar.
¿Tendrán la valentía de contradecir los
mandatos que acuerde el palacio de gobierno? ¿Por qué se permiten actos
proselitistas partidistas color azul? Por qué autoridades, vr. gr., el ministro
de Educación, participan en actos políticos en horas de trabajo, por lo cual
reciben un salario pagado por los contribuyentes
Desconfianza en los parlamentarios que no
lograron abrir las convocatorias a destacados de las ciencias jurídicas y, como
se demostró, incluso con fórmulas matemáticas, escogieron a un abanico de adláteres.
El antiguo cuoteo al menos ofrecía opciones de ampliar las propuestas y en
muchas oportunidades los propios partidos propusieron nombres de notables que
lograron al inicio del siglo mejorar sustancialmente el acceso a la justicia y
su aplicación.
Desconfianza en llunkus como Pastor Mamani
que no dudarán en el futuro en “chupar las tetillas” del primer mandatario.
Desconfianza en tribunos que no dudaron en viajar a China, donde se pueden
aprender diferentes sabidurías, pero nada de Estado de Derecho ni de tribunal
constitucional. Todo por un pasaje y unas comidas.
¡Qué lejos está esa gente decente y
consciente como Alberto Villafuerte, Willman Durán Rivera, José Antonio Rivera,
Elizabeth Iñiguez, Hans Delien! Ellos son autores de textos de consulta,
teóricos y diseñadores de propuestas sustanciales para el verdadero cambio de
la justicia, reformas que no fueron continuadas.
Desconfianza en todo el aparato estatal
responsable de nombrar notarios en todo el país; de contar con organismos de
control independientes, como la contraloría, la fiscalía, la policía.
Sobre todo, desconfianza en mandatarios
que no dudan en cambiar sus propios argumentos, de un año a otro, de un lugar a
otro, de un día a otro. ¿Cuál es su verdad? En los últimos meses los discursos
han llegado al absurdo, a la comedia bufa.
Ante ese panorama parece difícil escoger
entre los candidatos. ¿O existirá alguno que jure en su presentación no
obedecer lo que le ordene el Poder Ejecutivo?