viernes, 3 de noviembre de 2017

CORRUPCIÓN POR OMISIÓN

            Berlín. En un ala del Bundestag, Angela Merkel inicia las negociaciones complejas para formar su próximo gobierno y los puntos que se acordarán quedarán rubricados en un contrato político. En el otro extremo, un grupo de expertos latinoamericanos atiende las experiencias legislativas alemanas para prevenir la corrupción.
            Ni duda cabe que un primer asunto es un fondo cultural reflejado en varias actitudes cotidianas como la puntualidad, el valor de la palabra empeñada, el afán por ser eficiente y por ganar prestigio. El propio local es elegante, impecable, pero sin ostentación, siempre lo necesario, casi austero.
            La discusión se centra en el concepto de corrupción, un largo debate que ya escuché cuando presidía al Mecanismo de Expertos dentro de la Convención contra la Corrupción en la Organización de Estados Americanos y cuando asistía con la excelente abogada internacionalista Karen Longaric a los acuerdos para la Convención contra la Corrupción en Viena, sede de las Naciones Unidas.
            Ambos instrumentos tienen definiciones y descripciones de lo que se puede entender por corrupción, igual que otros acuerdos intraeuropeos, pero la aplicación ha planteado interrogantes como si existe o no “corrupción entre privados”. En Bolivia se entiende que sea el que paga o el que recibe, tiene que ser un funcionario pagado por el Estado para que se detecte un hecho como “corrupto”. Lo demás está calificado como otro delito, financiero, estafa, fraude.
            El caso “Pari” está en las portadas de matutinos bolivianos y lo pongo en la mesa. Llama la atención que el primer mandatario plurinacional sea el que ponga o saque a gerentes del estatal Banco de la Unión. ¿Es esto usual en Bolivia? ¿No hay una cadena institucional? ¿Por qué un presidente debe ocuparse de ello? ¿Por qué un ex ministro define si su mujer se queda o se va y no el departamento de recursos humanos?
            También está el análisis de los primeros datos, aun cuando no todos están verificados, porque parece imposible que una persona se apropie de cinco millones de dólares en sus bolsillos. ¿Quién nombró a Pari para tan alto cargo? ¿Hubo convocatorias, como instruye la CIIC? ¿Cuánto se cumple con la meritocracia en Bolivia? El nombre de un “padrino” puede ser el inicio de una investigación profunda y verdadera.
            ¿Quiénes son las víctimas?, ¿Por qué no reclaman los pobladores de Batallas? ¿Quiénes depositaban tanto dinero? ¿Cómo se relaciona esa agencia con otras de la zona? ¿Qué sospechas hay de la procedencia del dinero?
            El asunto más difícil, que se debe indagar “hasta las últimas consecuencias” es la corrupción por omisión, la corrupción pasiva que permite el éxito de los delincuentes. Siempre hay parientes, amantes, amigos que reciben regalos, invitaciones a fiestas de lujo, y prefieren callar.

Empresas de auto-venta que aceptan miles de dólares en efectivo; o la empresa de autos de lujo (cuyo dueño goza de detención preventiva, ¿por qué?); locales que aceptan fiestas privadas de derroche y prostitución; hoteles, comercios. ¿Por qué ninguna persona natural o jurídica denuncia movimientos sospechosos? ¿Son o no sus cómplices?