¿Podrá descansar en paz Eliana
Flores Bedregal? ¿Cómo quedarán los espíritus que lucharon en esta tierra por
un ideal, por un mundo mejor y de pronto miran desde lejos que todo está peor? ¿Se
sentirá derrotada después de décadas de intentar concientizar a los bolivianos
sobre la importancia de la biodiversidad?
Eliana (1954) fue la tercera de
cinco hermanos, que de una u otra manera, dedicaron sus talentos a la defensa
de los más pobres y al cuidado de la naturaleza para ofrecer a esos
desheredados de la tierra la oportunidad de un progreso sostenible, sin caer en
los extremos consumistas.
Egresada del colegio Santa Teresa,
fue una de las primeras mujeres en titularse en la famosa carrera de Biología
de la Universidad Mayor de San Andrés, que dio una brillante generación. Ocupó
la dirección del Museo de Historia Natural. Gracias a su empeño, el pequeño
repositorio pasó a ser un centro de visitas estudiantiles y profesionales
porque presentaba colecciones de flora y fauna, bajo cuidados registros y
catálogos. Similar dedicación demostró como Directora de Vida Silvestre en el
Ministerio de Medio Ambiente.
Posteriormente cursó nuevos estudios
en Estados Unidos y junto con su esposo Carlos Capriles investigaron,
fotografiaron y publicaron libritos didácticos y baratos sobre las aves en
Bolivia, en La Paz, en los alrededores citadinos. Tan sencillos que libro en
mano, uno puede recorrer Huajchilla y encontrar en los ramales los animalitos
de las fotos: tangaras, insectívoros, colibríes arco iris, zarzales, calandrias
o gorriones.
Aumentó sus catálogos con más de 700
aves en la Amazonía, caminando por aquellos parajes que seguramente sus hijos
ya no verán, menos sus nietos. Junto a su hermana Olga asumió la necesidad de
luchar para difundir la importancia de los bosques, de los espacios donde se
encuentran las fuentes de agua, de la vida clara y cantarina, que ya no tendrá
el TIPNIS.
También caminó hacia el otro extremo
del país, cerca de Potosí, Toro Toro, ese extraordinario rincón patrio donde
también se encuentran restos únicos de flora y fauna y fundó un club infantil
para que los pequeños sepan defender las aves en riesgo de desaparecer. Fue una
de las pioneras voces, quizá la primera, en alertar al país de la belleza de
Laguna Colorada y el peligro de su evaporación.
Mientras los originarios del Parque
Tarquía denuncian la exploración petrolera en su territorio. El fin de la
biodiversidad que ella tanto protegió se acerca sin pausa y con mucha prisa.