Al aeropuerto de Gaziantep llegan
pocos turistas, a pesar de la importancia de la antigua región hitita. Antep,
llamada “la veterana” por su valor en la guerra de la independencia turca, era
parte de la gobernación de Alepo durante el imperio otomano. Es preciosa en sus
calles, parques y celajes, pero es a la vez una concentración secular de los
conflictos porque ahí se cruzaron musulmanes, cristianos, protestantes y luego
judíos sirios. La habitaron descendientes de griegos, romanos, turcomanos,
kurdos, armenios, armenios gregorianos. Hace poco un suicida de doce años,
reclutado por Daesch, ensangrentó la boda de novios kurdos.
Ahí funciona el Centro de Protección
Provisional Öncupinar para albergar refugiados. A más de 200 kilómetros está
otro centro en la provincia de Osmaniye, cada vez más cerca de la frontera con
Siria. Aumenta el control policial y militar. Es un refugio más acomodado, con
cuatro escuelas, dos mezquitas, seis mercados, dos centros de salud totalmente
equipados, cuatro campos deportivos y cinco parques infantiles.
Hablan entre los periodistas, varios
colegas cuentan experiencias. Umut Ozlu ayuda a la televisión china como
camarógrafo, tiene en su camiseta la leyenda: “We want peace”. Hace poco un
convoy de refugiados fue atacado con un coche bomba y en otro campo, en Irak,
mataron a los asilados. El más veterano es el italiano Pietro del Re, de “La
República”, ha estado en casi todos los conflictos de los últimos 30 años y se
prepara para ir a Sudán del Sur.
Comentan la preocupación del gobierno
colombiano por la creciente llegada de refugiados venezolanos. Al parecer una
comisión de ese gobierno latinoamericano visitó Turquía para aprender cómo
manejar estas crisis humanitarias. Colombia es el país con más desplazados
dentro de sus fronteras; ACNUR calcula que desde 1997 hasta 2013, 5.185.406
colombianos fueron obligados a salir de sus hogares.
Ahora miles de venezolanos cruzan
diariamente la frontera, algunos llegan hasta Medellín o Cali. Hay campañas en
la sociedad civil para recibir a estos refugiados del socialismo del Siglo XXI;
algunos dicen, “para devolver lo que debemos a los venezolanos” que por décadas
dieron trabajo a colombianos.
También se informa que en México suman miles
los desplazados por la violencia política, desde el levantamiento en Chiapas y ahora
por el narco. Así que Latinoamérica no está lejos de esa realidad.
Pasamos a Sanliurfa, a pocos kilómetros de
la frontera, más cerca que El Alto a mi casa. Cualquier incidente, un error,
puede provocar la expansión de la guerra. Tensión.