PRESENTACION
DEL DOCUMENTAL
“MÁS
ALLÁ DEL FUEGO”
LUPE
CAJÍAS, La Paz, 23 de abril de 2025
Aún estaba caliente el cuerpo de Jorge
Bergoglio, cuando los canales y radios del mundo interrumpieron sus
transmisiones para analizar su legado. Siguieron las polémicas: hizo poco o
mucho por Gaza o por Ucrania, sus reformas fueron lentas o intensas.
La mayoría de los entrevistados
(expertos o simples transeúntes) coincidían en destacar una de sus
preocupaciones: el cuidado de la Casa Común. La Carta Encíclica “Laudato Si, mi
Signore, Alabado seas mi Señor”, recuerda al canto de San Francisco de Asís, el
patrono de los ecologistas y da seguimiento a las líneas trazadas por el papa
obrero Juan XXIII hace medio siglo.
Antes de muchas teorías o de los
actuales fundamentalismos para mirar asuntos relacionados con el clima, el
medio ambiente, el aire, la tierra, el agua, San Francisco se preocupaba por
esa casa compartida, hermana como el sol y como la luna, madre que cuida,
abraza, da sustento, da alegría con sus colores y sus productos.
El texto de la Encíclica es un poema y
a la vez una potente voz para mirar hacia adentro. ¿En qué momento los hijos de
esa madre, los hermanos de los árboles y de las hierbas se sintieron los dueños
y decidieron abusar de sus dones, de sus bienes, de sus potencialidades?
En esa misma mañana de lunes santo
-cuando comenzaba a escribir este comentario- caía una tormenta sobre La Paz.
¿Desde cuándo llueve en abril? Cuando éramos niños, adolescentes, incluso ya
adultos, disfrutábamos la luz de ese mes, el más propicio para viajar, para
salir de excursiones. Ni tan caluroso, ni tan lluvioso, ni tan frío, ni de
vientos: Abril.
El ser humano se despoja de su bien
mayor, la naturaleza que le brinda calidez, amor, dudas, reflexiones, pasiones.
Hace algunas semanas, cuando padecimos
en la ciudad derrumbes y mazamorra, el geógrafo francés Huber Matzurec, con
experiencia mundial y estudioso de la realidad de esta urbe de ríos, riachuelos
y estoraques de tierras deleznables, explicaba que no existen “desastres
naturales”. Los desastres los producen los hombres con sus ambiciones, sus
descuidos, la falta de planificación, la demagogia, el desprecio por las
relaciones entre los elementos de la naturaleza.
El documental que hoy veremos: “Más
allá del fuego” es un esfuerzo para mostrar que los incendios que padecen los
habitantes del norte, del este y del sureste de Bolivia no son casuales ni
maldades de la naturaleza. Enfatiza el rol heroico de los bomberos voluntarios,
la pasividad de las autoridades y da cifras estremecedoras.
En pocos minutos -el tema da para un
serial con varias temporadas- los autores logran conmover con los efectos de
largo alcance de cada quema provocada. Es un video para difundir, para aprender;
también para debatir, para criticar como alientan sus autores en cada
presentación.
Es una tradición prender pasturas y
hierbas para preparar nuevas siembras o ampliar espacios ganaderos. Hasta el
fin del siglo pasado, la práctica provocaba un molesto humo, en algunos años
muy intenso, algunos accidentes o el cierre de aeropuertos.
Poco a poco, los incendios fueron
adquiriendo el rostro más perverso de modelos económicos que violentan a esa
Madre Tierra: desforestación, ampliación desmedida de las fronteras agrícolas,
siembras de productos agroindustriales en escalas superiores a lo que puede
soportar un manejo adecuado.
En estos últimos años, el tráfico de
tierras tiene nombre y apellido y revela el incumplimiento de las instituciones
que deberían regular la propiedad y el trabajo. Incluso hay leyes que alientan
los incendios. La prensa cruceña, especialmente el matutino “El Deber” denunció
esas prácticas, con valentía, porque las nuevas mafias no respetan a
periodistas ni a investigadores.
El documental muestra los ejemplos más
emblemáticos y la lucha titánica de los bomberos para enfrentar este infierno
moderno. Es una convocatoria a todas las personas de buena voluntad, como denominaba
el papa Francisco a las personas solidarias.
Hace 60 años, Noel Kempff Mercado advertía que la tala
descontrolada de árboles para ampliar los barrios, las disputas perversas por
terrenos, la aparición de loteadores -muchas veces con rostro de migrante-
anunciaba el final de la calidad de vida que conocía Santa Cruz y el país.
Probablemente acá están reunidos los convencidos. Falta
sacar estas exhibiciones hasta donde se reúnen los actores públicos o privados
responsables de este ecocidio por obra o por omisión. Es un llamado a la
conciencia ciudadana, antes que el suicidio colectivo toque nuestra puerta,
casa por casa.