viernes, 25 de abril de 2025

DE LA AVENIDA CENTENARIO A LA AVENIDA BICENTENARIO

 

            Arriba, en la pared de una casa, cuelga un aviso con una foto de Luis Arce Catacora luciendo guirnaldas y disfrazado de técnico de la Empresa Pública Social de Agua y Saneamiento (EPSAS). El anuncio hace referencia a la renovación de alcantarillado en la avenida Ecuador, la ruta vertebral del barrio de Sopocachi, en La Paz, la antigua Avenida Centenario. EPSAS surgió de un complejo proceso para sacar a Aguas del Illimani y tiene un alcance al espacio metropolitano paceño.

            ¿Qué tiene que ver el mandatario del (No) Estado Plurinacional con las tareas que durante décadas eran responsabilidades directas o indirectas del municipio? ¿Se imaginan a Ismael Montes en esos afanes, o a Víctor Paz Estenssoro? Luis Arce tiene un afán desmedido de aparecer. Quizá le aconsejaron que si su rostro se repite subirán sus bajos niveles de popularidad. Al revés, los resultados del trabajo subrayan su incompetencia.

            Hace poco, en la recta de la Avenida Costanera, aparecía un banner donde él abrazaba al vicepresidente David Choquehuanca, en la típica imagen paternalista del criollo sobre el indio. Difícil una foto contraria: Choquehuanca apapachando a Arce. Hugo Chávez arropaba a Evo Morales como a su “indio”; nunca a la inversa.

            Más allá, enormes vallas muestran al alcalde Iván Arias, sonriente, con flores rebasando su garganta, rodeado de gentes. Anuncia sus “grandes obras para La Paz”. Es otro que sueña con la reelección. ¿Creerá que su gestión ha aportado al bienestar de la sede de gobierno? ¿Creerá que sólo “unos cuantos” de la zona sur son los que se quejan?

            Mientras la realidad acumula tristes datos duros.

            En el ciclo que se abrió en enero de 2006, el territorio boliviano vivió el deterioro de la calidad de vida: el capitalismo salvaje, los incendios descontrolados, las sequías, la deforestación. En 2019, el extremo de la catástrofe provocó la reacción ciudadana como prólogo para sacar a Morales del poder. En 2024, las quemas revelaron la complicidad entre autoridades y traficantes de tierras, la relación de avasalladores con mafias, con estructuras delincuenciales.

            En las ciudades, las gestiones municipales se han aplazado, salvo el caso de Cochabamba. En La Paz, el fracaso de Arias y de su equipo es aún más frustrante porque había una acumulación de 20 años de cultura ciudadana, de prevención de riesgos, de ejemplar gestión de las actividades artísticas, la expansión de áreas verdes y una apertura a mejores indicadores de desarrollo humano.

            Hace un siglo, cuando comenzaba la expansión del barrio más bonito y original paceño, cuando autoridades y propietarios combinaban confort, belleza, vista hacia el Illimani, se trazó la Avenida Centenario. Es una calle suficientemente ancha, serpenteante, plana, conectando las cuestas de la Aspiazu, la Guachalla, la Rosendo Gutiérrez, la Belisario Salinas, la Pedro Salazar, los nombres de los liberales que tenían educación y decencia. Todas arborizadas, uniendo su verdor a las muchas plazas, a las chacarillas, rosales y jardines de las casas donde moraban poetas, músicos, profesores, industriales, comerciantes mestizos y migrantes, libreros, parroquianos.

            La Avenida Centenario, denominada años más tarde como Avenida Ecuador, terminaba en el mirador de El Montículo, la parada del tranvía 2. Aunque a la vez continuaba hacia la plaza España, los recovecos que unían con Llojeta (el proyectado Parque Forestal), el inestable barrio de Tembladerani y senderos hacia El Alto.

            En este Bicentenario, Arias ha emprendido hace 18 meses, el mejoramiento de tres o cuatro cuadras de la calle Abdón Saavedra, paralela a la Centenario/Ecuador. Una absurda tardanza que ha afectado a los vecinos y a la circulación vehicular. Es una historia digna del populismo, muy larga y el lector se cansará de los detalles. Eso sí, grandes banners con el rostro del Negrito. Para la propaganda personal de Arias sobra dinero.

            Desde enero, las entidades emprendieron el destrozo de los adoquines de la cuadra Aspiazu-Guachalla. Un barrial de varias semanas para que al final queden jorobas en vez de calzadas. La tarea continuó otras cuadras, cada cual rematada al gusto del capataz de turno. El conductor encontrará más baches que prosperidad.

            La Avenida Centenario era un símbolo del progreso, de la estética, de la modernidad, similar a las calles paralelas 20 de Octubre, 6 de Agosto y Aniceto Arce que unían el centro con la expansión urbana hacia San Jorge, Obrajes, Calacoto.

            El Montículo, una suave colina desde donde se divisa en 360 grados todo el paisaje fantástico de la ciudad de colores, cielo brillante y al guardián Illimani, era el resumen de ese deseo de combinar naturaleza, ciencia y bienestar. La pequeña capilla, los bancos, los árboles, las glorietas eran el escenario para imaginar poemas, escuchar retretas, enamorar, o simplemente caminar bajo el rumor del follaje.

            En este Bicentenario, como en todas las calles y plazas paceñas, la maleza ahoga a las pocas flores que sobreviven al descuido de los dueños de perros, la sobrepoblación canina del parque que ya no alberga a niños ni a escritores. Los pastos crecen entre las piedras y los adoquines. Ya se cayó un muro antiguo; en otros lugares hay el mismo descuido.

            Arias fue fruto del voto equivocado, del voto “contra el MAS”. Cuidado para los próximos comicios, los demagogos no son sólo los azules.

 

jueves, 24 de abril de 2025

MÁS ALLÁ DEL FUEGO”

 

PRESENTACION DEL DOCUMENTAL

“MÁS ALLÁ DEL FUEGO”

LUPE CAJÍAS, La Paz, 23 de abril de 2025

         Aún estaba caliente el cuerpo de Jorge Bergoglio, cuando los canales y radios del mundo interrumpieron sus transmisiones para analizar su legado. Siguieron las polémicas: hizo poco o mucho por Gaza o por Ucrania, sus reformas fueron lentas o intensas.

         La mayoría de los entrevistados (expertos o simples transeúntes) coincidían en destacar una de sus preocupaciones: el cuidado de la Casa Común. La Carta Encíclica “Laudato Si, mi Signore, Alabado seas mi Señor”, recuerda al canto de San Francisco de Asís, el patrono de los ecologistas y da seguimiento a las líneas trazadas por el papa obrero Juan XXIII hace medio siglo.

         Antes de muchas teorías o de los actuales fundamentalismos para mirar asuntos relacionados con el clima, el medio ambiente, el aire, la tierra, el agua, San Francisco se preocupaba por esa casa compartida, hermana como el sol y como la luna, madre que cuida, abraza, da sustento, da alegría con sus colores y sus productos.

         El texto de la Encíclica es un poema y a la vez una potente voz para mirar hacia adentro. ¿En qué momento los hijos de esa madre, los hermanos de los árboles y de las hierbas se sintieron los dueños y decidieron abusar de sus dones, de sus bienes, de sus potencialidades?

         En esa misma mañana de lunes santo -cuando comenzaba a escribir este comentario- caía una tormenta sobre La Paz. ¿Desde cuándo llueve en abril? Cuando éramos niños, adolescentes, incluso ya adultos, disfrutábamos la luz de ese mes, el más propicio para viajar, para salir de excursiones. Ni tan caluroso, ni tan lluvioso, ni tan frío, ni de vientos: Abril.

         El ser humano se despoja de su bien mayor, la naturaleza que le brinda calidez, amor, dudas, reflexiones, pasiones.

         Hace algunas semanas, cuando padecimos en la ciudad derrumbes y mazamorra, el geógrafo francés Huber Matzurec, con experiencia mundial y estudioso de la realidad de esta urbe de ríos, riachuelos y estoraques de tierras deleznables, explicaba que no existen “desastres naturales”. Los desastres los producen los hombres con sus ambiciones, sus descuidos, la falta de planificación, la demagogia, el desprecio por las relaciones entre los elementos de la naturaleza.

         El documental que hoy veremos: “Más allá del fuego” es un esfuerzo para mostrar que los incendios que padecen los habitantes del norte, del este y del sureste de Bolivia no son casuales ni maldades de la naturaleza. Enfatiza el rol heroico de los bomberos voluntarios, la pasividad de las autoridades y da cifras estremecedoras.

         En pocos minutos -el tema da para un serial con varias temporadas- los autores logran conmover con los efectos de largo alcance de cada quema provocada. Es un video para difundir, para aprender; también para debatir, para criticar como alientan sus autores en cada presentación.

         Es una tradición prender pasturas y hierbas para preparar nuevas siembras o ampliar espacios ganaderos. Hasta el fin del siglo pasado, la práctica provocaba un molesto humo, en algunos años muy intenso, algunos accidentes o el cierre de aeropuertos.

         Poco a poco, los incendios fueron adquiriendo el rostro más perverso de modelos económicos que violentan a esa Madre Tierra: desforestación, ampliación desmedida de las fronteras agrícolas, siembras de productos agroindustriales en escalas superiores a lo que puede soportar un manejo adecuado.

         En estos últimos años, el tráfico de tierras tiene nombre y apellido y revela el incumplimiento de las instituciones que deberían regular la propiedad y el trabajo. Incluso hay leyes que alientan los incendios. La prensa cruceña, especialmente el matutino “El Deber” denunció esas prácticas, con valentía, porque las nuevas mafias no respetan a periodistas ni a investigadores.

         El documental muestra los ejemplos más emblemáticos y la lucha titánica de los bomberos para enfrentar este infierno moderno. Es una convocatoria a todas las personas de buena voluntad, como denominaba el papa Francisco a las personas solidarias.

Hace 60 años, Noel Kempff Mercado advertía que la tala descontrolada de árboles para ampliar los barrios, las disputas perversas por terrenos, la aparición de loteadores -muchas veces con rostro de migrante- anunciaba el final de la calidad de vida que conocía Santa Cruz y el país.

Probablemente acá están reunidos los convencidos. Falta sacar estas exhibiciones hasta donde se reúnen los actores públicos o privados responsables de este ecocidio por obra o por omisión. Es un llamado a la conciencia ciudadana, antes que el suicidio colectivo toque nuestra puerta, casa por casa.  

viernes, 11 de abril de 2025

CUATRO VOCES, CORALES Y SOLISTAS

 

            Es una buena noticia escuchar voces femeninas fuertes, sin lamentos, como registra el último número de la Revista Análisis e Investigación de la Carrera de Ciencias Políticas y Gestión Pública de la Universidad Mayor de San Andrés, con el auspicio de la Fundación Seidel.

El editor, Franklin Pareja, seleccionó cuatro testimonios: Jimena Costa, politóloga; Cecilia Requena, defensora de la calidad de vida; Adriana Salvatierra, parlamentaria y Claudia Soruco, periodista. Sus trayectorias hablan por ellas. Sus voces resumen intensos momentos de la construcción de la democracia en Bolivia.

            Costas y Requena vivieron casi siempre en la sede de gobierno. Vivir, estudiar, trabajar, hacer política acá es muy diferente a tener esa experiencia en Cobija o en Puerto Suárez. Pasaron los años claves de su adolescencia bajo regímenes militares, esos 18 años sin prácticas democráticas (salvo fugaces gobiernos civiles).

Costas da datos concretos para describir las aguas pantanosas de la política, lo que le tocó enfrentar circunstancialmente con Samuel Doria Medina y su entorno y con Oscar Ortiz. Utiliza un lenguaje sin autocensura, audaz. Examina el día a día aprovechando la normativa vigente; se apoya en las leyes aprobadas en relación con la participación política de la mujer en estos 42 años de gobiernos constitucionales y las contrasta con la realidad dentro de la Cámara de Diputados.

            Requena relata su trabajo y sus opciones por determinadas urgencias desde los años 80 para defender la calidad de vida, la sostenibilidad, desde Bolivia con claves mundiales. Presenta su activismo en la sociedad civil hasta el desafío de ocupar un lugar en el Senado de la Asamblea Legislativa Plurinacional. Sin quejarse, reafirma su compromiso. Sus vivencias dejan en el lector la sensación de estropicio en esta legislatura que culmina en pocos meses.

            Por su parte, Adriana Salvatierra y Claudia Soruco alzan sus voces desde la región: Santa Cruz de la Sierra e Irupana. Ambas lucen su juventud; su lenguaje es de una generación que creció en un ambiente político diferente a los años 70.

            La edad de la toma de conciencia, de las preguntas y de las definiciones la pasaron casi por completo bajo el régimen del Movimiento al Socialismo y con un solo presidente, Evo Morales.

            Son voces solistas. Quizá no pueden sentirse representantes de una generación que se alejó de la militancia política. Desde su calidez, casi ingenuidad, nos develan otras formas de ver Bolivia.

            Aunque Adriana no vivió directamente bajo la bota militar, pertenece a una familia de luchadores sociales, que padecieron los rigores de la clandestinidad, la cárcel, el exilio. Veinteañera enfrentó una encrucijada que la colocó en la cima y en la sima. Su visión enfatiza la teoría y los ejemplos regionales.

Claudia no es protagonista sino testigo, como periodista. Ejemplifica los avances en cifras de la presencia femenina en diferentes niveles del quehacer político. Sin embargo, también ejemplifica la instrumentalización de esa presencia. Mujeres para llenar listas, para la foto; no para la propuesta, para el pensamiento, para las principales vocerías.

            Destaca a varias diputadas que han logrado presencia en los últimos años. Subraya que Cecilia Requena fue una parlamentaria excepcional. Nota la timidez generalizada para participar en debates sobre temas complejos, como los económicos. Comenta el hundimiento del parlamento en noticias de acoso y violencia sexual, agresiones verbales y físicas y el espectáculo de mujeres peleando a puñetes en la testera. La degradación ha alejado la participación de los mejores. Similar o peor escenario se transmite en las asambleas departamentales y en los consejos municipales. Se cumple con cuotas legales sin cuidar los méritos de las seleccionadas.

Las cuatro se distancian de la victimización mujeril, pero no dejan de lado los obstáculos que una boliviana tiene que vencer para poder competir en el espacio donde desarrolla sus apuestas profesionales, ideológicas, participativas.

            Esta edición sale en vísperas de las definiciones electorales. Los partidos políticos tienen la oportunidad de cumplir la normativa y a la vez de potenciar la presencia femenina de calidad en la política.

¿Falta mucho para cambiar mentalidades, para que no se pongan de florero a mujeres y a indígenas? ¿Cuándo se hablará de personas, de seres humanos, sin tener que marcar las diferencias biológicas, étnicas, regionales, religiosas?           

 

viernes, 4 de abril de 2025

BICENTENARIO SIN PRESOS NI PERSEGUIDOS POLÍTICOS

 

            En este mes, abril de 2025, Bolivia ingresa simultáneamente en el último tramo para festejar el Bicentenario de la organización de la república y en la definición de fechas, candidaturas y listados para las elecciones generales de agosto.

            Doscientos años es un aniversario irrepetible. Hay iniciativas públicas y privadas para celebrarlo: desfiles, encuentros regionales, publicaciones académicas, seminarios, conferencias, muchos discursos.

            Por otra parte, las próximas elecciones presidenciales serán las décimo primeras de la etapa constitucional más larga de la historia: 42 años cumplidos, un semestre y algunos días. A pesar de muchos sobresaltos y crisis, la democracia sobrevive. Las tendencias totalitarias no han logrado ahogar el enorme esfuerzo de sucesivas generaciones, a lo largo y ancho del territorio, para defender el precario Estado de Derecho

            El presidente del Estado Plurinacional Luis Arce Catacora tiene, en ese contexto, una de las últimas oportunidades para virar la imagen negativa de su gobierno y darle un cariz de reconciliación nacional. Puede descomprimir el caldeado ambiente político -que tanto gravita en la incertidumbre económica- dictando una amplia amnistía para que los bolivianos desterrados puedan volver a su país sin miedo; para que las cárceles se vacíen de los presos por causas políticas y sindicales. Para que los bolivianos celebren la firma del Acta de la Independencia con libertad, igualdad y fraternidad.

            Este acto de generosidad tiene varias aristas. En el aspecto legal puede convocar a una comisión de constitucionalistas notables, presidida por el ministro de Justicia César Siles, para que diseñe una hoja de ruta coherente.

            Existen exiliados desde 2003. Más de dos décadas sin poder retornar a sus hogares; ni siquiera sus familiares. Es el tiempo de destierro más largo desde 1825. Cifra que representa la mitad de los años de democracia. ¿Cómo es posible que esto suceda? ¿En qué momento la sociedad ha internalizado ese dato como parte de la normalidad?

            Ninguno de los presuntos delitos que se les atribuye tendría un castigo tan extenso.

Además, hay personas que fueron forzadas a salir de Bolivia por el solo hecho de haber sido leales a Gonzalo Sánchez de Lozada, presidente constitucional. Para los que se rebelaron contra su mandato hubo perdón.

            El otro grupo más numeroso de presos y exiliados está relacionado con los hechos de 2019. Se castiga el levantamiento pacífico de la ciudadanía contra una larga lista de irregularidades, agravadas por el desconocimiento del resultado del referéndum de 2016.

Ningún proceso judicial, un lustro después, pudo probar que hubo un golpe de estado. Al contrario, el propio gobierno actual denuncia una serie de mentiras que fueron fabricadas por anteriores autoridades, como la existencia de un “mar de gas”. Así también se desbarató el inmenso montaje en torno al llamado caso de terrorismo en el Hotel Las Américas.

            ¿Qué pasó en Senkata y en Sacaba, en Montero, en los incendios a casas particulares, en la quema de buses municipales, en las convocatorias a una guerra civil? Solamente un debido proceso podrá aproximarse a la verdad y a las responsabilidades. Será posible cuando existe un poder judicial independiente.

            El apresamiento de la exmandataria constitucional Jeanine Añez, el secuestro del gobernador Luis Fernando Camacho, la detención de Marcos Pumari en una cárcel destinada para los presos más peligrosos fueron condenados por organismos internacionales como violación de derechos humanos.

            Existen presos por protestas sociales, de los cuales el caso de César Apaza de APDECOCA es uno de los peores. Informes independientes revelan que en el país existen casi 300 presos políticos, incluso dos menores. La sede de la Asamblea de Derechos Humanos está cercada por la policía desde hace 20 meses.

            ¿Hasta cuándo? El presidente Arce tiene la oportunidad de iluminar ese panorama sombrío. Un gobierno antiimperialista no necesariamente tiene que ser autoritario, como ejemplifican Uruguay o Chile.

            La reconciliación nacional y los nuevos pactos serán fundamentales para que el próximo régimen enfrente la actual crisis. Quien quiera que gane tendrá que asumir duras medidas económicas. Si el tejido social está más pacificado, podrá conseguir avanzar. El Bicentenario podrá ser un Jubileo o una bufonada.