Mientras gran cantidad de hogares cristianos encenderán velitas de colores y cantarán felices al Niñito Dios, los habitantes de Belén siguen asediados por Israel. La famosa aldea donde comenzó la Navidad vive bajo el hostigamiento permanente, como padece toda Cisjordania, Gaza y cada milímetro palestino.
Betlahem está ubicada a nueve
kilómetros al sur de Jerusalén, casi la distancia entre San Francisco y El
Alto, en La Paz. Desde 1995 se encuentra administrada por la Autoridad
Palestina o Estado de Palestina. Los lugares más sagrados son cuidados por los
franciscanos. San Francisco de Asís fue el primero en recordar con un pesebre,
en cada solsticio de invierno (verano en el sur) el nacimiento del Dios
convertido en hombre.
Belén podría ser una encrucijada de
la paz mundial, el lugar de la esperanza en la humanidad, el sitio de la
reconciliación y del abrazo fraterno. En vez, es otro territorio ocupado
ilegalmente por el Estado de Israel desde 1967.
Israel, a través de sucesivos
gobiernos, no deja que la cuna de Jesús se desarrolle como otros pueblos. Al
contrario, cada vez las noticias son peores. Israel consigue avanzar con
sofisticados métodos de avasallamientos, construcción de casas, cercos a los
habitantes; es otra forma de “limpieza étnica”.
Bajo el pretexto del terrorismo, que
los propios israelíes fomentan al no dejar alternativas a los palestinos, las
tropas ahogan diariamente la vida cotidiana de miles de habitantes de los
territorios palestinos. Aunque el cuidado de la iglesia de la Natividad está en
otras manos, Israel contrala el ingreso a la ciudad y los visados para los
peregrinos.
Este 2022, el gobierno de Tel Aviv
ha sido responsable de sucesivas muertes de palestinos adultos, de niños, de
reporteros, como el lamentable caso de Shireen Abu Akleh. Siempre presenta una
excusa por la “confusión”.
Las noticias del terrorismo de
Estado que ejerce Israel controlando las actividades de millones de palestinos,
la falta de empleo, las dificultades de locomoción, el escaso acceso al agua,
no se difunden porque hay siempre una barrera. El escudo del “antisemitismo”
condena a todo crítico de las políticas de este país. La propiedad interesada
de muchos medios de comunicación con alcance mundial interfiere la mayor
publicidad de estos sucesos.
Sin embargo, el mundial de fútbol en
Qatar mostró que la lucha libertaria palestina no está aislada. Los jugadores
de notables selecciones, como la de Marruecos, exhibieron la bandera palestina.
El gobierno israelí no pudo ocultar su enojo y su preocupación por no tener
espacio en esa cita de emociones.
Miles de espectadores corearon
canciones para la liberación de Palestina en los estadios. El momento fue
aprovechado para difundir por las redes sociales imágenes que delatan la
represión israelí y la muerte injustificada de habitantes en los territorios
ocupados.
La respuesta de Israel fue adelantar
un nuevo tipo de represión. El apresamiento de personas sin presentar cargos.
El caso más indignante fue el de Salah Hamouri, abogado palestino con
ciudadanía francesa. Él ayudaba a presos palestinos. Fue apresado sin ninguna
acusación, situación calificada por el gobierno francés como “contraria al
derecho”.
Las autoridades israelíes anunciaron
que con esas formas sin atender ninguna resolución de los organismos mundiales
ni las denuncias de defensores de derechos humanos.