Culmina un año y, a la vez, una
década, que retrata la resistencia de los potosinos a un modelo de capitalismo
salvaje, la fase más dura y destructiva del neoliberalismo. El Comité Cívico
Potosinista diagnosticó en 2010 que Evo Morales no atendía sus problemáticas
recurrentes, como la sobre explotación del Cerro Rico.
En 2021, el gobierno de Luis Arce
Catacora tampoco escucha los pedidos de CONCIPO, a pesar los esfuerzos de los
cívicos. Al contrario, las respuestas son más violentas que en 2012, 2016,
2019, agosto de 2020, y desde La Paz alienta una guerra civil de baja
intensidad entre pobladores de unos municipios contra otros.
Al mismo tiempo, como bien subraya
Juan José Toro, el país olvida que Bolivia se fundó con base en la Audiencia de
Charcas y ésta existió porque hubo un eje articulador desde Potosí. La riqueza
del Sumaj Orko junto con la tecnología importada por los europeos y el
sacrificio de miles de mitayos aceleró la acumulación capitalista mundial,
generó la economía regional, pagó los salarios de los funcionarios, desde Salta
a Santa Cruz de la Sierra, desde Antofagasta hasta Mojos y todas las cuentas.
Toro recordaba estos días que Potosí
cedió sus riquezas sin reclamar porcentajes o beneficios particulares ni
durante la colonia ni durante la república, aunque llevó sobre sus espaldas el mayor
porcentaje de las exportaciones. Toro se queda corto pues Potosí también
mantuvo la burocracia argentina y parte de la peruana durante siglos.
Cerro Rico, Porco, Pulacayo, Huanchaca,
Telamayu, Portugalete, Tazna, Uncía, La Salvadora, Siglo XX, Chocaya, los
Lípez, sin contar el alcance potosino hasta Atacama y lo que se perdió de
riqueza con Caracoles y Chuquicamata, además del salitre. Sin Potosí no había
Bolivia, aunque el gobierno sustituya el escudo que así lo recordaba.
En el siglo XXI, otra vez es Potosí
que marca la presencia mundial del país. El salar de Uyuni, a pesar de la falta
de políticas públicas para desarrollar el turismo, es el sitio más famoso y
fotografiado de Bolivia. ¿Qué país no quisiera tener ese espectáculo de la
naturaleza, rodeado de montañas de colores, geiseres de ciencia ficción, y
esculturas surrealistas? Toro Toro, al norte, es el otro gran destino con sus
ofertas únicas. Tupiza, Cotagaita, Vitichi, ciudades intermedias con gran actividad
cultural durante todo el año, como no existe en ningún otro departamento.
Mina San Cristóbal es un rostro
inigualable en el subcontinente. Quien visita
la zona encuentra una infraestructura y una dinámica que solamente se ve en
películas. Los cocaleros no mantienen a la administración masista como aporta
esta empresa y la minería privada con tres tipos de gravámenes, sin los cuales
se caería el estado plurinacional.
Es en Potosí donde está el litio, el
recurso que pudo tener una historia diferente y es como una joya que se ofrece
a todos sin consultar a la dueña. Seguramente es el litio la razón verdadera
del ataque permanente del MAS a las entidades y a los líderes potosinos.
Recordemos el sainete que se tragó el propio José Mujica para asegurar que
intereses por el litio estuvieron detrás del inventado golpe de 2019.
En cada tramo de la historia
boliviana, los potosinos defendieron a la patria y la defendieron con dignidad.
Este trimestre, resistieron la violencia instruida desde la Casa del Pueblo. El
MAS quiso enfrentar citadinos con rurales, sin comprender que en la Villa
Imperial casi todos son migrantes; el campo se vacía porque nadie atiende sus
carencias. Marco Pumari es un claro
ejemplo. Originario de un ayllu Pati Pati, huérfano de padre muerto en interior
mina el día de su nacimiento; dejó su juventud entre la venta de helados y los
socavones de la Unificada. Se dio tiempo para salir bachiller y profesional,
Fue
dirigente estudiantil, cívico. Su pecado, buscar mejor destino para sus hijos.
Los latinoamericanos deberían
inclinarse ante Potosí y sus extraordinarios habitantes. Los bachilleres
deberían conocer Potosí antes de irse a Punta Cana. Los militantes de los
valores democráticos deberían darles las gracias.