¿Qué diferencia a Angela Dorotea Kasner (Hamburgo, 1954) de Vladimir Vladimirovich Putin (Leningrado, 1952)? Ambos nacieron pocos años después de la Segunda Guerra Mundial y cuando sus respectivos países apenas se recomponían de la destrucción. Una es física de profesión, sobresaliente; el otro es abogado y ex agente de la agencia de espionaje KGB, sobresaliente.
Para los dos el inicio del nuevo
siglo definió sus carreras políticas y ambos son los líderes europeos actuales
con más años al frente del gobierno. Angela, ya con el apellido adoptado de su
primer esposo Ulrich Merkel fue elegida en 2000 como presidenta de la Unión
Demócrata Cristiana de Alemania (CDU); Vladimir quedó como presidente interino
de Rusia en 1999 cuando renunció Boris Yeltsin. Ambos consolidaban con esos
nombramientos dos décadas de gran influencia en el resto del planeta.
Los dos vivían en la República
Democrática Alemana cuando cayó el Muro de Berlín en 1989 y comenzó un nuevo
ciclo en la historia mundial. Ángela era hasta entonces una científica que
indagaba sobre las interrogantes que mueven la vida y destacaba como académica más
que como política, aunque en su tesis no dejó de preguntarse: “¿Qué es un modo
de vida socialista?” Vladimir, de familia humilde, optó por ser soplón hasta
culminar en 1998 como director del Servicio Federal de Seguridad.
La joven hija de un pastor
protestante se sumó al movimiento democrático en la RDA post Muro y participó
en las primeras elecciones después de la histórica reunificación alemana. En
1990 fue nombrada como ministra para la Mujer y la Juventud en el gobierno del
canciller federal Helmut Kohl, su mentor político. Sin embargo, cuando hubo el
escándalo por la falta de transparencia en la campaña de Kohl, ella no dudó en
romper con ese círculo de poder. Fue también ministra de medio ambiente y
seguridad nuclear, pero al postularse como canciller se comprometió a
desmantelar las centrales nucleares. Además, vive en un departamento, viste con
sencillez; compra personalmente en el super de la esquina y se alterna con su
esposo Joachim Sauer en las labores de casa. Vive como socialista en la mayor
economía mundial.
Vladimir aplicó desde sus primeros
años en el poder, directa o indirectamente, su aprendizaje en el espionaje para
destruir a sus sucesivos adversarios. Está señalado como involucrado en el
envenenamiento de Alexei Navalny a quien mantiene en prisión en condiciones
infrahumanas. El opositor denunció que Putin posee un palacio secreto
“construido con el mayor soborno del mundo”; placeres de capitalista en un país
pobre.
Merkel, con la experiencia de haber
vivido bajo el comunismo, mantuvo el respeto a las libertades de conciencia, de
expresión, de prensa, como base para la convivencia pacífica en su país y en el
mundo. Con escasas apariciones en la televisión, respondió a cualquier pregunta
en conferencias de prensa, sin usar la fiscalía o la policía para intimidar a
los periodistas. Los medios oficiales alemanes no dudan en reproducir críticas
a su gestión o a sus decisiones.
Putin mantiene un férreo control
sobre toda la prensa en su país y en su órbita de influencia. Las transmisiones
de los canales rusos en América Latina son propaganda de respaldo a otros
gobiernos que persiguen a periodistas, sea Cuba, Venezuela, Nicaragua,
Argentina.
Ángela logró que ella, su gestión y
su país representen a una parte del mundo; el mundo que respeta a las
libertades democráticas y a los derechos humanos. Vladimir es el símbolo del control político,
la censura, los lavados cerebrales, las vacunas politizadas.
Una
fue reelegida respetando la constitución; él otro la acomodó según su ambición.