En
homenaje a Gustavo Rodríguez Ostria
Andrónico Rodríguez Ledezma festejó
sus 32 años el 11 de noviembre de 2020 como presidente de la Cámara de
Senadores de la Asamblea Plurinacional de Bolivia. Posiblemente no imaginó volar
tan alto cuando a los ocho años migró con su familia a Entre Ríos y comenzó a
acompañar a su padre a las reuniones sindicales de los cocaleros.
Originario de Sacaba, en la zona más
roja del Chapare cochabambino, a diferencia de otros protagonistas de los
cercos a las ciudades, él tiene título académico y tiene interés en los temas
teóricos. De esa manera, consciente o inconscientemente, sigue la zaga de cien
años de cochabambinos marcando la historia boliviana.
Políticamente se formó con Evo
Morales, orureño crecido en Cochabamba. Milita en las federaciones del trópico
y en su instrumento político, el Movimiento al Socialismo (MAS). El siglo XXI
está marcado por esa zona y por sus paisanos, al punto que el presidente Luis
Arce les deberá rendir cuentas de su gestión este 26 de diciembre.
Así se cumple una centuria de
protagonismo cochabambino en la historia política de Bolivia. Aunque La Paz fue
el escenario más importante durante dos siglos, es desde el centro del país de
donde salieron los principales líderes y partidos políticos. Aunque el
departamento de Cochabamba no tiene fronteras internacionales, ahí se incubaron
las ideas revolucionarias continentales desde la Revolución Universitaria de 1918
en Córdova.
¿Por qué en Cochabamba? Quizá porque
en esa época las regiones sufrieron la crisis económica con la caída de la
venta de sus productos al occidente, a las minas. Quizá porque era un lugar tranquilo,
sin mucho frío ni mucho bochorno, y los hombres podían sentarse a debatir
ideas. Quizá porque muchas familias estaban emparentadas y “todos se conocían”.
Quizá porque había una buena biblioteca pública.
Sin olvidar que el boliviano más
rico y reconocido (antes que Morales lo opaque) era Simón I. Patiño, nacido en
Cochabamba y forjado en Oruro.
La más famosa de las logias
alentadas por soldados en las trincheras de la derrota en la Guerra del Chaco
(1932-1935), “Razón de Patria”, (RADEPA) era primero conocida como el “Grupo de
Cochabamba”. Gualberto Villarroel era de ese lugar.
Aunque la Revolución de 1952 se
desarrolló principalmente en La Paz y en Oruro, era en Cochabamba donde se
concentraba la lucha por la tierra y ahí, en Ucureña, se firmó la ley de la
Reforma Agraria.
Muchos de los principales
protagonistas de esa época eran cochabambinos, periodistas, poetas o
escritores, de apellidos notables pero empobrecidos.
JOSE
ANTONIO ARZE
Valentín Abecia López en su
biografía sobre el fundador del Partido de la Izquierda Revolucionaria (PIR)
José Antonio Arze Arze, “nacido en la tranquila y soñolienta Cochabamba” en
1904, retrata el ambiente desde inicios del siglo XX hasta las vísperas de la
Revolución de Abril, donde estudiaron, jugaron, se conocieron, debatieron y se
combatieron casi todos los principales líderes políticos bolivianos.
Como varios de ellos, Arze era el
“primogénito de una familia de rancio apellido, pero con cortos recursos”. Su
padre estaba vinculado con trabajos agrícolas y mineros, con poca fortuna.
Vivió sus primeros años en una mina chica, Monte Cristo, en Cochabamba y en la
ruralidad de Calchani, provincia Ayopaya. Sus
estudios y su formación principal transcurrieron en la casa de unos tíos en
Cochabamba. Pobreza material, pero mucho acceso a libros y a la cultura. Arze
se autodefinía como de “raza hispano quechua”, enclenque, hijo de primos
hermanos.
Arze era descendiente del patriota
Esteban Arze y primo hermano del dirigente del Movimiento Nacionalista
Revolucionario (MNR) Walter Guevara Arze (Ayopaya, 1912), casado con una mujer
de otro tronco familiar famoso, los Anaya.
Su sobrino, Roberto Arze presentó
hace poco en una conferencia virtual otros detalles y anécdotas que muestran la
influencia del medio cochabambino en el líder comunista.
LA
GENERACIÓN DEL CENTENARIO O NOVECENTISTA
En 1927 llegó desde Cochabamba
Augusto Céspedes Patzi (1904) a La Paz y comprometió a Augusto Guzmán, y Carlos
Montenegro Quiroga (1903) -otro cochabambino y amigo de José Arze- en el
nacionalismo liderizado por Hernando Siles; era la “generación novecentista”.
Todos ellos tuvieron militancias políticas, sin dejar de lado el respaldo a
sociedades o centros culturales para los artesanos y obreros, y sin dejar el
gusto por la lectura desde poemas, novelas, investigaciones sociales.
Recibieron la influencia de notables maestros en el colegio y en la
universidad, también de novelistas de la época, como Vargas Vila o Anatole
France, pero sobre todo de escritos políticos como los ensayos de José Carlos
Mariátegui y las propuestas de Víctor Haya de la Torre.
El primer congreso de estudiantes
realizado en Cochabamba en 1928, inspirado en las luchas autonomistas de
Córdova, Argentina (1918) fue clave para la fundación de la Federación
Universitaria de Bolivia (FUB) y para entender la formación política de las
clases medias. Varios de los asistentes aparecen posteriormente en los partidos
políticos fundados en los años 30, también como periodistas y como luchadores
sociales.
Ricardo Anaya Arze, primo de José
Antonio, decía que la reunión de los universitarios fue el “primer
planteamiento sistemático de la necesidad de efectuar un cambio histórico en la
estructura económica, social y cultural de Bolivia, empezando por la Reforma
Universitaria”.
Con sólo 17 años, en 1921, Arze
fundó y dirigió el Instituto Superior de Artesanos de Cochabamba, escuela
nocturna para difundir ideas socialistas, una década antes de la Guerra del
Chaco. Colaboró en la revista anarquista Arte
y Trabajo dirigida por Cesáreo Capriles, otro cochabambino (1880),
anarquista, que influyó en muchos jóvenes.
Arze alentó el comunismo soviético
en Bolivia, junto con otros cochabambinos como Anaya. El PIR fue inscrito en
1940, sobre el embrión fundado en Chile como Frente de Izquierda Revolucionaria
(FIR) y del “Grupo de Izquierda” que funcionaba en Cochabamba, después de la
Guerra del Chaco, pero ya el nacionalismo, el socialismo, incluso el
“patriotismo” y el “anticlericalismo” eran una plataforma juvenil desde fines
de la década de 1920 entre rebeldes universitarios. Igualmente, se debatía el
compromiso de unir las demandas universitarias con las luchas obreras.
Waldo Álvarez, gráfico y primer
ministro obrero en la historia boliviana (1936), recordaba que en 1931 fundaron
con Arze, Walter Guevara y José Cuadros Quiroga la Agrupación Socialista
Revolucionaria (ASR) de corta vida. La otra gran corriente que abarcaba también
a los intelectuales era el “indigenismo” o “indianismo” y pronto también se
habló de una “generación del centenario” pues alrededor de 1925 –Primer
Centenario de la fundación de Bolivia– se concretaron las ideas, las primeras
publicaciones y las propuestas organizativas para un cambio de rumbo de la
historia política nacional.
Álvarez, Arze y José Aguirre Gainsborg
coincidirían como funcionarios de alto nivel en el primer Ministerio de
Trabajo, en 1936, creado durante el llamado “socialismo militar” y también se
cruzarían sus caminos con otros jóvenes del área andina boliviana en la
creación de bloques, partidos y tendencias de izquierda, organizaciones supra
sindicales, que aparecían y desaparecían con la misma rapidez en los años 30.
El primer congreso del PIR, en
Oruro, en 1940 fue asaltado violentamente por jóvenes de la Falange Socialista
Boliviana (FSB) inspirada también desde la clase media empobrecida cochabambina
con bases nacionalistas, socialismo corporativo y posiciones anticomunistas. El
historiador Porfirio Díaz Machicao asegura que ambas posiciones “apasionadas”
surgieron en la Universidad de Cochabamba.
Los biógrafos del ideólogo de FSB,
Oscar Unzaga de la Vega (Cochabamba, 1916), con base en sus propias cartas y
escritos, enfatizan la importancia del paisaje rural, del peso de la campiña
empobrecida y a la vez idealizada, en el programa del partido fundado en
Santiago de Chile en 1937. Su “Canto a la Juventud”, sus lemas y hasta su
interminable tristeza estaban relacionados con los sentimientos de pérdida que
respiraban los habitantes de su ciudad natal. Unzaga era de aspecto similar al
de Arze, delgado, con frente prominente, fumador, ansioso y nervioso,
apasionado, gran lector y comprometido con sus ideales hasta su muerte en 1959.
La columna vertebral de la
resistencia falangista a la Reforma Agraria de 1953 estuvo compuesta por los
hijos de antiguos propietarios de haciendas y graneros en Cochabamba. La
familia Unzaga perdió sus últimos cultivos, ocupados por sus propios
trabajadores agrarios. FSB tuvo influencia entre los estudiantes y en la
juventud, pero alcanzó limitada importancia en las organizaciones sindicales.
Pese a su fortaleza en los años cincuenta, no consiguió ser un partido de
masas.
El primer partido de la posguerra,
el trotskista Partido Obrero Revolucionario (POR) (1935), cuyo programa de
“revolución permanente” y cuyas principales consignas tiñeron al movimiento
obrero –principalmente minero y sobre todo desde la “Tesis de Pulacayo”–, fue
alentado por José Aguirre Gainsborg, nacido en 1909 en el consulado boliviano
en Nueva York, Estados Unidos, descendiente de tradicionales familias
cochabambinas.
Aguirre Gainsborg es el mejor
ejemplo de los herederos de apellidos de una oligarquía ya decadente –al punto
que a los 19 años tuvo que trabajar como profesor para costear sus estudios–
que optaron por las lecturas marxistas y por la opción más radical de las
rebeldías. Ejemplo de ética política, participó en el movimiento estudiantil en
Cochabamba y en La Paz a fines de los 20, vinculándose rápidamente con
sindicatos proletarios. Sus primeros debates fueron contra los liberales y
contra los nacionalistas, pero también contra Arze y Anaya del PIR, aunque
compartieron exilio en 1936 y Anaya destacó su compromiso cuando Aguirre murió
en un accidente en 1938.
Aguirre era nieto de Nataniel
Aguirre, escritor y constituyente en 1880, e hijo de José Aguirre Achá. Ese
abuelo había observado desde la campiña cochabambina la necesidad de profundas
reformas en la organización territorial del país y en el ordenamiento
administrativo (federalismo). Autor de Juan
de la Rosa, expresaba las tempranísimas ideas sobre la participación
popular en las rebeliones.
Alentó la relación de los
intelectuales con los obreros, desde sus ensayos políticos hasta su militancia
cotidiana; su “proletarización” fue un ideal para otros estudiantes que fueron
a trabajar en las minas. Su opción política, romper con la burocracia
estalinista, su vinculación con militantes internacionalistas y su vinculación
con el Secretariado Latinoamericano de la Tercera Internacional, gravitaron
fuertemente desde Cochabamba a las minas.
También el MNR estuvo fuertemente
vinculado con las tertulias cochabambinas.
Los
testimonios personales o de los hijos de los fundadores del MNR son relatos
precisos del germen familiar, amistoso, de charlas entre vecinos, casi todos
afectados por la decadencia económica de la región, particularmente a fines de
la década de 1920.
Posiblemente uno de los testimonios
más claros en ese sentido lo escribió Yolanda Céspedes, viuda de Carlos
Montenegro, cuñada de Armando Arce, amiga de José Antonio Arce, de Ricardo
Anaya, de José Aguirre Gainsborg y de Oscar Unzaga de la Vega y muy cercana a
Carmela Cerruto, la primera esposa de Víctor Paz Estenssoro.
“Conocí a Carlos cuando era todavía
una niña. Nuestros padres, Pablo Céspedes y Rodolfo Montenegro, ambos
liberales, eran amigos, escritores que compartían con Adela Zamudio y Man
Césped. Yo escuchaba sobre Carlos a través de su hermana Marina (casada luego
con Charles F. Geddes, el biógrafo de Simón Patiño y residente en París) y
sabía que tenían una hacienda cerca de Vinto”.
“Lo conocía de casi toda la vida
porque era muy amigo de mi hermano Augusto (el “Chueco”) con el cual
conversaban en los campos de Queru Queru, a orillas de una piscina de cal y
piedra. La verdad es que, de siempre, desde niña admiré a Carlos, ya desde los
10 ó 12 años tenía por él una gran admiración por todo lo que escuchaba acerca
de él y de su talento (…) fue mi maestro. En 1934 nos casamos (…). Mi
vinculación con sus amigos políticos fue durante el exilio, después del 46.
Todos éramos muy jóvenes entonces; más o menos 100 personas salimos exiliadas a
Buenos Aires y fue allí donde pude apreciar la solidaridad de todas las mujeres
con sus esposos, la nuestra (de las mujeres) era otra clase de lucha. Era una
entrega total a la lucha por las ideas. (…) Carlos siempre fue reconocido como
el ideólogo del MNR, desgraciadamente falleció en 1953.
Montenegro participó en la creación
del Ministerio de Trabajo durante el socialismo militar, la creación de la
Unión Defensora de Petróleo (junto con Dionisio Fioanini), la organización de
la Confederación Socialista Boliviana y la fundación de Yacimientos
Petrolíferos Fiscales Bolivianos. Antes había fundado el Partido Nacionalista
con su cuñado Augusto Céspedes y sus amigos Enrique Baldivieso, José Tamayo,
Guillermo Alborta, Víctor Alberto Saracho, Humberto Palza, Félix Eguino, Daniel
Bilbao Rioja, Augusto Guzmán y otros exponentes de la nueva generación
cochabambina. Su hijo Wáskar ubica en ese núcleo el surgimiento del
nacionalismo revolucionario que se fue diferenciando del nacionalismo de
derecha o fascista.
Dice Yolanda: “mi cuñado Armando
Arce (casado con mi hermana Agar) que, primero con El Universal y luego con su periódico La Calle, fue un verdadero pilar de la revolución. Carlos fundó BUSCH (Bolivia Unida Sin Clases
Humilladas), otro periódico que preparó la insurrección y trabajó en revistas
como Arte y Trabajo, El Tiempo, Noticias,
Sagitario.
Otra característica que unió a casi
todos los ideólogos de las nuevas ideas políticas y del nacionalismo que
cambiaron la historia boliviana, es que fueron periodistas, escritores y hasta
poetas, como Unzaga.
Sin olvidar que otro personaje clave
en el desarrollo de los acontecimientos que llevaron a la Guerra del Chaco fue
otro cochabambino: Daniel Salamanca.
Posteriormente, también Cochabamba
gravitó fundamentalmente en la fundación del Movimiento de la Izquierda
Revolucionaria (MIR) y de sus líderes Jaime Paz Zamora y Antonio Araníbar
Quiroga. Marcelo Quiroga Santa Cruz era cochabambino y durante décadas en esa
ciudad se discutió sobre socialismo y comunismo.
Muchos otros quedan anónimos, sobre
todo aquellos que partieron a las salitreras y luego a las minas donde
combatieron por sus ideales. Es una historia centenaria que aún está por
escribirse.