El senador del Movimiento al Socialismo, Leonardo Loza, reiteró hace poco que serán los cocaleros los que decidirán si pagan o no impuestos. Silencio en el Poder Ejecutivo. El super estado chapareño define sus intereses particulares. Ni los patriarcas de la plata en el siglo XIX ni los barones del estaño en el siglo XX se atrevieron a tanto. Además, su actividad económica era legal y generaba divisas legítimas.
La producción de coca y de cocaína sigue
próspera en plena emergencia sanitaria. Aparte, los cocaleros y sus familias cobran”
bonos contra el hambre” porque sus nombres no figuran en planillas del trabajo formal.
Así, Andrónico Rodríguez estaba habilitado para recibir 1.000 bolivianos
generados por los bolivianos que sí pagan tributos.
El super estado creado por el MAS, aprovechando
fondos públicos, goza de beneficios que no tienen los empresarios formales. No
es posible comparar los abusos del capitalismo clásico de los Aramayo o Patiño
con el capitalismo salvaje en el Chapare. Ahí el índice de Desarrollo Humano
sigue bajísimo y no cuenta con buenos hospitales, parques recreativos, teatros,
bibliotecas.
En el recorrido del circuito coca
cocaína dentro del territorio del Estado Plurinacional, el super estado chuto transita
en vehículos sin placas. El ex vicepresidente de la República, Álvaro García
Linera, alentaba a adquirir “esos instrumentos de trabajo”.
Los autos chutos han invadido
poblaciones rurales en proporciones fantásticas. Sorata, Chulumani, Challapata
y todo el trópico entre Cochabamba y Santa Cruz están inundados de autos chutos
que no pagan impuestos, ni aduaneros, ni municipales ni tienen SOAT. En las
afueras ya hay cementerios de chatarras. El Poder Ejecutivo calla. ¿Acaso se
atreverá a exigir que paguen lo que deben? ¿Quién osará poner un cascabel a ese
gato azul?
Las largas colas para pasar la
tediosa inspección vehicular no son para los chutos. Son los bolivianos
legales, los “burros” dirán algunos, los que hacen fila, llevan documentos,
fotocopias de documentos, botiquines, extinguidores, faroles. Los chutos cargan
gasolina sin problema, mientras los legales deben inscribir sus propiedades en
el sistema. Son los escasos bolivianos que cumplen las normas los que terminan financiando
a los ilegales.
El super estado chuto ha expulsado
de varios lugares a los policías y fiscales. Es una condición siamesa de un
método masista basado en burlar las leyes, desde la Constitución hasta las
normas municipales o las mínimas condiciones de educación ciudadana. Evo
Morales tuvo el coraje de declarar desde el inicio, cómo ordenaba a sus
abogados acomodar la ley a su antojo.
¿Cuántos de las 150 personas que
deberán pagar el llamado “impuesto a las fortunas” son narcotraficantes? ¿Dónde
está la UIF, tan callada para seguir el enriquecimiento ilícito de las Zapatas,
las hermanitas Terán, los clanes benianos, los carteles futboleros? Se castiga
a los que crean empleos, a los que invierten en Bolivia, a los que
transparentan sus ingresos. Ser informal es el camino más expedito.
Hace poco, un importante grupo de
medios europeos difundió una profunda investigación sobre la fuerza del
narcotráfico en América Latina, en Bolivia. Con datos, cifras, nombres, rutas,
métodos, el reportaje revela cómo estos nuevos magnates sin corbata han
capturado el estado. Es la única actividad económica que seguirá boyante el
2021. Dejará migajas en Bolivia, farras y lujos. Es un callejón sin salida.