El azul del Lago Titicaca luce más brillante que nunca. “Ha rejuvenecido”, comenta una antigua visitante. Mientras los humanos padecían una emergencia sanitaria, el agua se despedía de aceites de motores, basuras y excesos. La playa de Copacabana está limpiecita porque las autoridades municipales están decididas a recobrar su atractivo.
Los lancheros lucen barbijos de
diferentes texturas y pintaron de blanco las embarcaciones para atraer al
forastero; ofrecen recorridos a las islas de la Luna y del Sol y otros paseos.
En el cruce a Tiquina encontré varios grupos de cruceños; algunos llegaban por
primera vez; otros repetían el peregrinaje hasta el santuario de la Vírgen.
Fue un acierto familiar escoger a la
empresa Magri Turismo para volver a caminar por la patria después de tantos
meses de forzado encierro urbano. El programa se cumplió puntualmente, acorde a
aquello ofrecido en la propaganda: ¡albricias! Tres días en medio de achachilas,
gozando aire limpio, agua, sol y buena comida del altiplano.
El Ecolodge es precioso y permite
realizar caminatas y visitas con un excelente guía profesional. Es un tiempo
único para el turista porque aún no hay esa cantidad de gente que suele entorpecer
el recorrido por la Isla del Sol. Sobresale el esfuerzo de los comunarios por
atender en sus locales con barbijo y suficientes medidas de seguridad.
La sombra es la pelea entre el sur y
el norte que mantiene cerrado el ingreso a una parte de las ruinas y ya
ocasionó violentos enfrentamientos. Por otra parte, el asfalto de la carretera
nueva sólo llega a Huarina; después el vehículo sorteará grietas y desvíos,
aunque hubo foto de “inauguración”. El otro desaliento es tener que pasar por
el desordenado tráfico alteño y la ausencia absoluta de señalética.
También pudimos llegar a Coroico,
declarado hace décadas como el primer municipio turístico de Bolivia, más
título que realidad. Desde la salida de la tranca, pude comprobar la cantidad
de grupos en bicicletas desafiando la “ruta de la muerte”, algunos extranjeros,
la mayoría bolivianos.
La carretera muestra la falta de
mantenimiento en todos estos meses. La Paz es seguramente uno de los
departamentos menos atendidos en su vertebración y la salida a Sud Yungas sigue
de tierra y con derrumbes, a pesar de que ahí también había una vez un gran
cartel con foto de “inauguración”.
Los turistas que fueron este fin de
semana estuvieron bloqueados durante horas por una actividad sindical, como
sucedió también hace poco por una proclamación política. Tampoco hay disciplina
ni control para evitar los conflictos durante horas por las obras en el ingreso
a Coroico. “Nadie hace caso” explica un agente de tránsito.
Solamente el paisaje fantástico y la
permanencia de los últimos restaurantes internacionales (que antes abundaban)
compensan la pérdida de ese tiempo en la carretera.
Esta semana “El País” de España
recomendó los 10 sitios imperdibles para conocer América Latina. El primer
puesto, por su majestuosidad, es la Amazonía, los parques nacionales y entre
ellos el Madidi (lastimosamente amenazado por los interculturales). El segundo
es el Salar de Uyuni, también en Bolivia.
El gobierno de Luis Arce aconseja
retomar el turismo interno para dinamizar la economía y es una buena idea,
ajustando las medidas de bioseguridad y los detalles que desconciertan al
visitante. Conocer las orillas del país, sus rostros pluris y multiculturales,
es la mejor inversión, la única que no se quema ni se devalúa ni te roban.
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