Contemplo tu rostro sonriente
mientras arengas a un grupo de personas congregadas para escuchar tus
propuestas electorales. Te ves sano, fuerte y con suficiente energía para enfrentar
una campaña dura. ¡Qué feliz! Lograste vencer, seguramente con voluntad y fe, la
grave enfermedad que te obligó a pedir licencia en agosto de 2017.
Sin embargo, hay algo que también me
pregunto. ¿Dónde te atendieron? ¿En qué hospital, clínica, centro de salud
bolivianos te dieron el tratamiento adecuado? ¿Por qué tuviste que irte a otro
país? ¿Por qué no confiabas en la medicina de Bolivia?
Luces recobrado, mientras Enriqueta
está muerta. Ella, como tantos otros jubilados después de 35 años de trabajar
para la patria, no pudo ir como vos a hacerse estudios en una clínica
brasileña. Su familia, como la de miles de bolivianos que no gozaban de tus
privilegios, tenía que turnarse para hacer las colas para una ficha. ¡Qué
difícil era llegar a la radio terapia! A veces, aún con númerito en la mano,
esperaba horas en una camilla improvisada, enfriada, rodeada de otros enfermos,
más pobres que ella.
¿Por qué tú firmabas cheques para un
museo inservible mientras negabas en el presupuesto de la nación aumentar a al
menos el 10 por ciento el dinero destinado a la salud pública? ¿Acaso te
importaban las madres del norte de Potosí que siguen pariendo en las peores
condiciones de higiene y de seguridad?
Tenías tantos dólares en las arcas,
como ningún régimen desde hace medio siglo. Todas las constelaciones se
alinearon para favorecer a Bolivia y a América Latina durante más de una
década. Gozaste del perdón de la deuda que negociaron sucesivos gobiernos antes
que vos. ¡Y no pensaste en el sistema de saneamiento básico!
Te bastó colocar a tu nueva esposa
Lourdes Brígida Durán Romero en un alto puesto financiero con beneficios
sociales que ni el 5% de la población boliviana puede conseguir. ¿Por qué no te
ocupaste de crear más bien cajas solidarias de apoyo a aldeas infantiles que
atienden a niños abandonados o huérfanos? ¿Te importan esos infantes?
Mientras gastabas miles de billetes en
canchas sintéticas, inventabas excusas para no depositar en las cuentas de la
Alcaldía de El Alto el dinero que era suyo. ¡No tuyo! ¡Cuántas veces te
preocupaste por los municipios más alejados? Intentaste ahogar con el grifo del
efectivo a instituciones y a autoridades que no doblaban la rodilla ante tu
Jefe.
Tu Jefe, Evo Morales, que puede
darse el lujo de tomar aviones desde La Paz- con escala para visitar a un amigo
en Caracas- hasta La Habana; desde México a Puebla y de ahí a La Habana; desde
Buenos Aires a La Habana. ¿Sólo porque le duele la garganta? Morales no conoció
ni como dirigente ni como político, jamás como padre de familia, lo que es conseguir
una cama en un hospital de Cochabamba.
No dudase en arruinar lo poco que
funcionaba politizando los puestos destinados a profesionales especialistas en
hospitales de tercer nivel. O, en la última etapa, ahogar inclusive la cooperación
de damas “burguesas” que ayudan a los más necesitados en el Hospital del Niño,
el único para atender a las provincias.
Más de un tercio de la población
boliviana en pleno Siglo XXI no tiene posibilidad de acceder a medios para
estar bien informada. Durante tres lustros estuvo bombardeada sólo por
propaganda y consignas. ¡Tan adoctrinados están por la venda azul que piden
bloquear con piedras a ese coronavirus que trajo la presidenta, los karas, la
derecha!