Entre las conmemoraciones de este
2019, destaca una muy especial por su parecido con asuntos y personajes de la
actualidad y porque, al parecer, no se aprenden sus lecciones. La llamada República
de Weimar, surgida después de la derrota germana en la Primera Guerra Mundial,
fue un espejismo de intenciones democráticas iniciales, pero cuyo fondo más
profundo terminó cobijando al huevo de la serpiente: el nacionalsocialismo.
La República de Weimar, con su
capital en Berlín, duró del 9 de noviembre de 1918 (Revolución de Noviembre,
abdicación del emperador) hasta 1933, aunque se considera su fecha fundacional
el 11 de agosto de 1919 cuando en la ciudad de Weimar la Asamblea aprobó la
nueva Constitución. La república terminó con el II Reich.
La población estaba aliviada por el
final de la guerra, una de las más sangrientas de la historia, pero contemplaba
asombrada cómo día a día el salario perdía poder adquisitivo. Los sucesivos
gobiernos de Ebert y de Hindenburg tuvieron que pagar altísimas indemnizaciones
a los aliados vencedores. A ello se sumó en 1929 la crisis económica
internacional.
Weimar tenía el triste trofeo de la
más alta inflación mundial hasta las cifras bolivianas entre 1983 y 1985. Actualmente,
la República Bolivariana de Venezuela gana la delantera histórica con el
descontrol absoluto de los precios y de los salarios.
Por otra parte, los alemanes sentían
injusto el Tratado de Versalles, de junio de 1919, porque les quitaba territorios,
los alejaba de Austria e imponía condiciones humillantes a su orgullo nacional.
Seguramente durante este 2019 se darán seminarios y debates sobre lo que
significó ese acuerdo de paz, cómo se rompió y sus consecuencias.
Dos años antes había triunfado la
Revolución de Octubre en Rusia y la influencia de los bolcheviques de la Unión
Soviética era notoria. Desde 1918 se sentía un ambiente revolucionario
fuertemente influido por organizaciones marxistas. La más famosa era la “Liga Espartaquista”
de los comunistas Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht. La revuelta de noviembre
junto a soldados y comandos obreros parecía una reedición rusa en versión
alemana. Además, se dieron grandes huelgas de trabajadores y el emperador tuvo
que abdicar. Por unos días se anunció la República Libre y Socialista Alemana.
En enero de 1919 las fuerzas
radicales mantenían las protestas, pero el 15 de enero fueron asesinados Rosa
Luxemburgo y Liebknecht por paramilitares de las fuerzas armadas. La reacción
popular provoco nuevas masacres hasta mayo de 1919. Hay fotos de escenas
patéticas contra los jóvenes manifestantes, similares a las que estos meses
protagoniza el dictador Daniel Ortega contra la población nicaragüense.
La República de Weimar intentó
durante una década sacar adelante a Alemania, pero fracasó. En 1930 asomaban
los indicios del nazismo y en 1933 asumió como Canciller Adolf Hitler.
Discursos extremistas y poco respeto a la Constitución allanaron el camino al
fascismo. Hitler, igual que Jair Bolsonaro, fue recibido con vítores.
Los excesos cargados en un péndulo
terminan por provocar reacciones aún más negras y tenebrosas.